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The House That Jack Built

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La triste historia de Lars Von Trier es que, desde su metida de patas en Cannes de 2011, ahora parece un chiquillo, un pendejo, un culicagao, tratando de llamar la atención y no lo consigue.

Esta “Casa que construyó Jack” está muy lejos de sus obras en la década de los 90’s (Breaking the Waves, Idioterne) o los 2K’s (Dancer, Dogville, Antichrist) -que personalmente es mi época favorita-. Tal vez, si somos más precisos, Jack podría encajar muy bien con Manderlay; una extraña versión de Dogville reeditando esa maravillosa figura del escenario teatral «cuasi-becket-iano» pero con una historia forzada, de narrativa repetitiva, pobre y ciertamente nada especial; ese lapso del creador que repite sus pasos para poder tomar impulso y tratar de desenredar el nudo o de dar reversa para salir del callejón sin salida le funcionó en 2006 y dió a luz su bellísima Antichrist o incluso Melancholia; en 2018 esperamos no sea un paso en falso y en vez de controvertir por controvertir, de enlodarse en lo iconoclasta de su propio discurso, tengamos luces de algo más interesante de ver.

Jack es un arquitecto que ha empezado un proyecto de construir su propia residencia. Un proyecto que llama la atención en esta ocupación pues, en diseño, los intereses del autor a veces sólo se dan rienda suelta (1) cuando se está estudiando en la academia pero generalmente nunca se aprovechan esas oportunidades o (2) cuando alejados de los proyectos de la rutina laboral, se encuentra un espacio y presupuesto para dedicarse a un proyecto personal.

Este es un planteamiento bien bonito para la metáfora de su génesis como asesino en serie. La metáfora toma giros, se extiende y se va desarrollando pero con el error que el ritmo se va perdiendo, la emoción de tener a Bruno Ganz como narrador en «off» se diluye y los demás artistas conforman un mosaico -como su casa- bastante grotesco y no en el buen sentido.

Es raro ver ese lado maniqueista católico apostólico en el realizador. Me tomó por sorpresa y de la nada. Sin estructuración. Sin desarrollo. Sin fundamento. Como peli, lo mejor es el marca de la casita -hablando de cine y lo más rescatable es un comentario de diseño-. En serio, la locomotora del cine danés pasó y lo arrolló a Lars: !Pobrecito¡

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Bron|Broen

Bron|Broen

Muchas cosas pueden suceder en una serie de TV en su primera temporada. No se puede generalizar, ni sacar conclusiones porque en La Segunda puede todo terminar de una forma contraria, para bien o para mal. Por lo mismo, generalmente se espera a ver las posteriores etapas en las series antes de comentar o hacer una entrada; por eso, de pronto no hay nada escrito en el blog aún sobre True Detective, Ray Donovan, Masters of Sex, Hannibal o Les Revenants (The Returned) –serie que pronto saca su versión estadounidense en AXN llamada Resurrection–.

En cuanto a cinematografía danesa, en el blog hemos alimentado una afición poderosa con nombres como Mads Matthiesen, Nicolas Winding Refn, Thomas Vinterberg y Lars von Trier. Lo interesante es que también nos hemos acercado a esta cinematografía gracias a sus audiovisuales para TV –y no estamos hablando de Riget (The Kingdom) la serie de TV realizada por Von Trier porque aún no la hemos visto–; nos referimos a que de manera indirecta seguimos Forbrydelsen, la serie policiaca cocreada y coescrita por Søren Sveistrup y Veena Sud que vió cómo su éxito se apoderó de Dinamarca, Alemania, el Reino Unido y se transformó en The Killing en Estados Unidos, donde ya con cuatro exitosas temporadas Veena Sud terminó escribiendo y produciendo la serie, adaptando un nuevo ambiente, parecido al danés pero en Seattle.

Ahora llega esta Bron|Broen (Bridge|Puente) donde reconocemos la técnica y la narrativa danesa, esta vez coproducidos por los noruegos y los suecos.

Bron|Broen es también una serie policiaca, empieza en el puente que une Copenhague (Dinamarca) con Malmo (Suecia) cuando es dejado un cuerpo en la mitad del puente, justo entre las jurisdicciones de sus dos cuerpos policiacos. Se desarrolla una pequeña trama alrededor de quién debe hacerse cargo del asunto pero, poco a poco, Saga Norén (Sofia Helin), una oficial del cuerpo de policía sueco, se va asiendo al cargo de directora de la investigación mientras Martin Rohde (Kim Bodnia), su compañero danés, sigue sus órdenes mientras trata de entender cómo funcionan las cosas al otro lado del puente. –Martin Rohde se nos hace conocido gracias a que Kim Bodnia quien lo interpreta es protagonista de Pusher, ópera prima de Nicolas Winding Refn–.

Al igual que The Killing, los escritores nos describen un ambiente coral, esta vez entre Copenhague y Malmo. A medida que avanza la investigación, saltamos de sospechoso en sospechoso hasta que conducidos por el suspenso del thriller, la historia desencadena en un vertiginoso y duro final de temporada.

Es entretenida. Tiene cosas imperdonables en una producción de tan alto presupuesto como son los errores de continuidad pero es entretenida. Por otro lado, la fotografía, el vestuario, la utilería, la ambientación musical, la dirección de reparto, todo es exquisito y muy bien logrado. El ritmo es agradable pero a medida que avanza todo se va volviendo demasiado conveniente y las situaciones o empiezan a encajar perfectamente como piezas de un rompecabezas que alguien ya sabe como armar o por el contrario quedan sueltas, perdidas, como hilos sueltos que nadie va a conectar. Decepciones parecidas a las que nos enfrentamos en el final de la segunda temporada de The Killing. La segunda temporada, es mucho más interesante y aunque el ambiente coral persiste en la investigación, quisiéramos pensar que en algún momento todo se va a hilvanar y no volveremos a caer en la resolución de un caso, gracias a la conveniencia, el peculiar talento y la química entre Saga y Martin.

Como es un juego danés coproducido por los suecos y los noruegos, más allá del cine, más allá de las actuaciones y el guión, es súper interesante cómo se ven cada uno de los extremos del puente. Por un lado los daneses perciben a los suecos, como autómatas casi insensibles con muchos problemas para relacionarse con otros; claramente, Saga tiene un nivel de autismo que le permite aprovechar su no-empatía con otros humanos para que la investigación avance más eficientemente; de cierta forma Saga es muy parecida a Data de Star Trek que investiga las sensibilidades y existencialismo humano desde su naturaleza esquizoide. Por el otro, los suecos ven a los daneses desordenados, vulnerables y deficientes; Martin se deja llevar por sus sentimientos, se sorprende y se divierte con las ocurrencias de Saga pero no toma decisiones muy racionalmente, nada es demasiado serio; tiene un matrimonio con cuatro hijos y como no puede negarse a tener relaciones con su mujer ni tampoco a usar condón se práctica una vasectomía pero justo antes de hacerla deja embarazada a su mujer con mellizos y le es infiel con otra mujer sólo porque sintió una conexión con ella. Bron|Broen es un balance de estos dos personajes, extrapolados y casi caricaturizados, que nos permiten explorar las idiosincracias de dos culturas muy diferentes entre ellas pero que vulgarmente clasificamos como nórdicas, en un genérico demasiado condescendiente.

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Nymphomaniac: Volume II

[Continúa]
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Es preferible que si no han visto la primera parte de Nymphomaniac, no vean la segunda parte –mejor aún que ni siquiera lean esta entrada en absoluto–. A diferencia de muchas otras secuelas, Von Trier realmente pensó su pieza como un todo y no como un juego de volúmenes más fácilmente comerciable. Esto da pie para que la peli abra con una exculpación o un descargo de responsabilidad bastante peculiar que, por lo anteriormente explicado, puede ser tomado como una justificación comercial del distribuidor o una simple jugada de manipulación de Von Trier.

Joe (Charlotte Gainsbourg) nos ha venido relatando la historia de su vida, en un afán por confesar sus pecados y absolver sus culpas; Joe es una mujer entrada en sus cuarenta años que desde muy joven experimentó una vertiginosa serie de aventuras sexuales que profusas fueron desencadenando una patología y evidenciando un síndrome. La patología es la de convertirse en hipersexual y el síndrome el de la pérdida total de sus orgasmos.

El desenlace de la obra se autodivide también en tres capítulos “The Eastern and the Western Church (The Silent Duck)”, “The Mirror” y “The Gun”.

La trama continúa con el matrimonio en conflicto que sobrellevan Joe y Jerôme (Shia LaBeouf), quienes se definen enamorados, voraces en apetito sexual y embarazados de Marcel, un hijo completamente inesperado para Joe quien a su vez experimenta una insatisfacción sexual por la desconexión de sus órganos sexuales con su libido; Jerôme más que preocupado por la insatisfacción de su mujer le sugiere que busque experimentar con otros hombres que la ayuden en la búsqueda y consecución de esa satisfacción; de esa forma se topa con K (Jamie Bell), una especie de terapeuta conocido por sus tratamientos altamente violentos y de alguna forma juzgados como sadomasoquistas. K logra despertar sensaciones perdidas pero también su relación también destruye el matrimonio, el trabajo y el estatu quo de Joe, una metáfora del maltrato que también empieza a recibir su vagina.

La historia en este segundo volumen se desenvuelve hacia la madurez de Joe, define los antecedentes del callejón donde fue violentamente asaltada y donde subsecuentemente fue recogida por Seligman (Stellan Skarsgård). La historia no es tan apasionante y creativa como en el primer volumen y es consecuencia directa de la larga pausa en el entreacto –que tomó cerca de un mes–; ciertamente hay una pérdida en el ritmo de la narración –visual y textual–, y el mismo Von Trier es consciente cuando Seligman y sus pausas ya no son tan divertidos, expresamente identificado en una de las líneas de Joe cuando se refiere a los nudos de K, en una de sus sesiones; sea cual fuere la razón, agradecemos que de todas formas, de principio a fin, las figuras cinematográficas y literarias, que aparecen constantemente en el diálogo de Joe y Seligman, sean explicadas por el autor y no son parte de un discurso posterior e intelectualoide donde se descifra cada uno de sus semas bajo la interpretación personal. Es cierto, para mentes inexpertas e inocentes de filosofía, como la mía por ejemplo, la secuencia lacaniana que aleja el sexo de Joe de su éxtasis, pasa tan frugal e inadvertida, que tan sólo deja clara la genialidad de Lars Von Trier, demandante de un análisis mucho más profundo de cada una de las capas de su pieza y mucho más estudiado que el humilde punto de vista de un fanático del cine, como cualquiera de nosotros en el blog. Nosotros nos quedamos con un cierre de la pieza un tanto torpe pero con la aparición de L (Willem Dafoe) y la alegoría a la introducción de Antichrist cuando Marcel se asoma al balcón.

Lars con Trier es, sin duda, uno de esos pocos autores que permite referirnos a sus obras como piezas de arte; un arte moribundo, casi extinto, consecuencia de la feroz existencia y voraz competencia de Hollywood en nuestras carteleras. Nos permite además detenernos a estudiar muchas complejidades dentro de su discurso, algunas veces existencialista, otras veces dialéctico, fundamentalista y quien sabe que más corrientes filosóficas puedan ser exploradas en él. Nymphomaniac es una declaración de su insolente pensamiento, una demostración de que ser denominado persona non grata es tan sólo una vía para desencadenar una serie de imágenes provocativas y alucinantes como combustible y disparador de su intelecto.

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Nymphomaniac: Volume I

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La última creación de Lars von Trier llega a nuestras salas en una inusitada eficiencia por parte de los distribuidores. Mucho antes que en otros países –incluido Estados Unidos–, la extensa pieza llega partida en dos partes cuyo primer volumen ya está rotando en nuestras salas.

La historia es sobre Joe, una niña que descubre sus genitales precozmente e investiga sobre ellos, en una especie de lúdico aprendizaje hasta que entrada su adolescencia explota el placer que estos le generan, desencadenando una serie de aventuras sexuales que desenfrenan una patología, sólo revelada en el desenlace de este volumen. Su historia es relatada en su madurez a través de una mujer agobiada por sus experiencias en un manto de arrepentimiento, culpa y un fuerte juicio propio; dicho relato le es contado a un hombre maduro que la recoge de la calle, cuando yacía quebrada en el adoquinado.

Joe es interpretada por cinco actrices; a sus dos años por Ronja Rissmann; a sus siete años por Maja Arsovic; a sus diez años por Ananya Berg; en su adolescencia y su temprana juventud por Stacy Martin; y en su madurez por Charlotte Gainsbourg. Es precisamente Charlotte la que le cuenta sus vívidas experiencias a Seligman, el hombre que la recoge y que es interpretado por Stellan Skarsgård.

En Nymphomaniac hay un juego entre el relato de Lars von Trier y nosotros como espectadores donde la expectativa juega un papel importante en la tensión; por un lado, discutiblemente el título de la obra es «Ninfómana» pero este término es problemático porque siempre es tomado como un prejuicio sobre la sexualidad abierta o liberal de una mujer, mientras que ‘ninfómano‘ no es de uso común o por lo menos no se conoce como comportamiento negativo de un hombre. Investigando un poco el término médico correcto es «hipersexualidad» y por lo tanto la cinta debería traducirse como «Hipersexual»; esta condición se conoce cuando hay un aumento repentino del apetito y la actividad sexual pero aunque se asocia a medicamentos o problemas médicos su causa es mayormente desconocida.

Trastornos en la salud mental, como el desdoblamiento bipolar, el alto consumo de alcohol o narcóticos pueden resultar como disparadores de esta condición. Joe al no estar expuesta a ninguna de estas circunstancias, se hace una apuesta general en la que su inquietud exacerbada termina provocando la situación de pulsión imnanejable a través de un comportamiento sexual errático. La posición de Seligman se siente como la de un psicoterapista y no condena los supuestos síntomas que han acarreado una moral socavada en Joe; mientras ella bajo una mirada judeo-cristiana interpreta su búsqueda hedonista como pecado, culpa y deformación de su alma. Es un diálogo interesante el de Seligman y Joe, no obstante un poco acartonado cuando se empieza a volver predecible.

El primer volumen de la historia se reparte en cinco capítulos: “The Compleat Angler”, “Jerôme”, “Mrs. H”, “Delirium” y “The Little Organ School”; sin embargo, en ritmo cada media hora, independiente a los capítulos, la pieza va denotando una estructura particular donde cada 20 minutos aproximadamente se cuenta una historia completa (inicio, nudo, desenlace) y es comentada por los dos interlocutores principales; esto hace que la sesión de dos horas sea entretenida, no pierda tensión ni interés aunque, ahora en retrospectiva, pueda que no se diferencie mucho del diálogo que pudo haber entre Sylvia Kristel (Emmanuelle) y George Lazenby (On Her Majesty’s Secret Service) en Emmanuelle’s Love.

En fin, el volumen uno de esta extensa obra que es Nymphomaniac define los dos primeros actos de la historia hasta el punto del giro narrativo que devela el nudo de la trama; como siempre Lars von Trier se toma su tiempo y lo hace tan bien que no nos preguntamos si hubiera sido necesario partir la historia en tantos capítulos o extenderla tan vastamente. La única comparación que se me viene a la cabeza de una obra parecida es Il Decameron de Pier Paolo Pasolini pero la vi hace tanto que no valdría la pena la referencia; la otra es Kill Bill de Quentin Tarantino una extensa y caprichosa historia de venganza que se pierde precisamente dentro de la longitud de su narración; obviamente para terminar de dar un juicio de Nymphomaniac es necesario atender su desenlace y ver si las expectativas se cumplen o se descarrilan en su impulso.

Una de las trampas en las que uno cae, y lo sugeríamos previamente en la entrada, es que el título Nymphomaniac, sumado al espíritu provocador de Von Trier y la campaña propagandística que se hizo alrededor del sexo no simulado en la peli hace que esperemos una pieza cruda, descarnada, grotesca pero que al final es un ejercicio dialéctico, un poco subido de tono y si muy pícaro; me pasó lo mismo en Brokeback Mountain de Ang Lee cuando en la escena del campamento, Heath Ledger aviva la fogata y en un plano muy posterior, muy desenfocado, sale Jake Gyllenhaal desnudo por ahí; uno piensa que se avecina una escena fuerte de cine rosa candela pero al final Gyllenhaal se mete a la carpa y no sucede nada, dejándonos una sensación inquieta de que los prejuiciosos, perversos y morbosos somos nosotros como espectadores. Tal cual es la sensación de esta primera parte, un tanteamiento de la situación, un humor sofisticado y una recurrente analogía de la sexualidad de la mujer con la pesca profesional de río.

El chileno Manuel Alberto Claro repite equipo con el danés, después de haber trabajado juntos en Melancholia ratificando el buen estado de la producción austral; al lado de Claro también repiten varios actores así como Simone Grau en el arte y obviamente Molly Marlene Stensgaard su llave en el montaje de sus piezas; hay un recurso inédito en esta cinta y es el diseño de los títulos, la infografía y el diseño gráfico, aún no he descubierto de quién es pero espero saberlo pronto porque es un punto destacado dentro de la producción. La segunda parte llega en marzo y ya nos tiene muy ansiosos.

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Jagten

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Cuando escuchamos que una cinta danesa se acerca a nuestras carteleras, nos preparamos para un momento inquietante y perturbador -a menos claro que estemos hablando de la melodramática y exasperante Susanne Bier-. Somos grandes aficionados del cine de este país nórdico cuyo sinonimo en nuestra cultura eran los vikingos y su barbaridad. Pero Dinamarca lejos está de ser barbárica en su cine, por el contrario es cuna de mentes sofisticadas que exponen grandes dramas, historias guturales o melódicas composiciones de lo más profano de sus psiques. Ejemplos, hay por montones, Nicolas Winding Refn es uno, Henrik Ruben Genz, Ole Christian Madsen o el mismísimo Lars Von Trier que de la mano de Thomas Vinterberg crearon el movimiento Dogma 95.

La última vez que supimos de Vintenberg fue en 2010 con Submarino y el año pasado logró muy buena prensa con Jagten al llevarse mejor filme en los British Independent, mejor guión en los European y mejor actor, premio ecuménico del jurado y mejor técnico (Charlotte Bruus Christensen) en Cannes además de estar nominado a la Palma de Oro -aún no he visto Reality de Matteo Garrone pero tiene que ser excepcional para haber batido a Jagten en esta última categoría-.

Mads Mikkelsen protagoniza Jagten como un dulce profesor de pre-escolar que vive una vida solitaria después de haberse separado de su esposa y de pelear por la custodia de su hijo de 15 años que aún vive con ella. Su existencia tiene algo de sosiego a medida que su trabajo es su dicha, sus amigos lo acompañan, un amor aparece y recibe las tan esperadas noticias por parte de su hijo que decide vivir con él; pero esta suerte cambia radicalmente cuando una mentira inocente va abriéndose camino vorazmente en el pueblo donde habita. Mikkelsen es acusado de abusar sexualmente de un menor.

Vintenberg no gusta del cine de género, sus cintas al igual que las de Von Trier son dramas viscerales, incómodos, plenos y sin rodeos. En esta ocasión la vida de su protagonista pende de un hilo que se sostiene sólo por su honor, su orgullo y la tozudez de pelear contra el que sea para conservar su dignidad a toda costa. Me encanta que no hayan jugado en mercadeo con el nombre de la pieza, la época escogida tiene multiples lecturas en sus tropos. El final del otoño desemboca en el solsticio de invierno (23 de diciembre) y en adelante continúan las acostumbradas festividades decembrinas católico-cristianas, con su apogeo más grande el 25 de diciembre.

El pueblo donde vive Mikkelsen se caracteriza por estas profundas creencias religiosas y aunque en principio el sistema está muy bien preparado para atender una alerta sexual como la presentada en la historia, su arquetipada forma de pensar y su intolerancia agravan el rechazo y la soledad del profesor, que con su revés, se acentúa en Nochebuena, con el frío de la primera nevada, las luces apagadas y una apatía intoxicada ligeramente con whisky. Invierno es además el inicio de la temporada de caza que proporciona un símil escalofriante entre el venado y Mikkelsen versus los cazadores y el pueblo; en el limbo de la culpa, consumidos por la duda, los locales parecieran tener licencia de caza y la única defensa que parece encontrar Mikkelsen es permanecer altivo, con la frente en alto esperando que el siguiente disparo también falle.

Los cazadores obtienes sus licencias cuando son muchachos, en el paso de la adolescencia a su adultez; esta última ceremonia es la que más aterroriza al afable profesor. Su hijo ha demostrado con creces que tiene sus valores morales y éticos intactos y es capaz de pelear por ellos; el problema es que cuando lo hizo se enfrentó a mano limpia y recibió de la misma forma una retribución de su impertinencia. En el día de sus 16 años, sin embargo, su hijo recibe la aceptación del pueblo y de ahora en adelante es dueño de su propio rifle que significa que tiene voz y voto. Imagino que por la cabeza del profesor pasarán todas las encrucijadas posibles en las que su hijo se vea empuñando esa arma contra esa sociedad retrograda y chapada a la antigua cuando él o ellos no estén de acuerdo.

Jagten es exquisita en sus actuaciones, en su partitura original y en su guión que nunca deja de sorprendernos. Vintenberg no usa trucos para llamar nuestras emociones, tiene un mazo de cartas y nos las va aventando, una a una, a medida que avanza la cinta. Constantemente. No para. Crea sensaciones a punta de pequeños pasitos y aunque todo el tiempo estamos súper tensos logra extraernos risas de un humor profundamente negro. Somos manipulados, somos llevados por su mano en un sinuoso waltz que el realizador ha compuesto magistralmente para nosotros. Pero Jagten también es extremadamente bonita en su fotografía, contrastado con la pestilencia que domina el pueblo donde habita el profesor; siendo finales de otoño, Charlotte Bruus Christensen, su directora de fotografía, vuelca la cinta hacía unos tonos cálidos dominados casi en su totalidad por la gama de amarillos y ocres; además, prueba constantemente con primeros planos llenos de hermosas texturas, abordados con sofisticados y pequeños movimientos de encuadre, que nos acercaban al gesto de los actores en momentos de mucha tensión sólo para enfatizar o acentuar el momento -un detalle de fina coquetería que paga la boleta completamente-.

Hacerle psicología del color a esos amarillos también es súper válido y congruente con la pieza que nos presenta Vintenberg. Jagten es definitivamente una producción para no dejar pasar.

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Melancholia

Melancholia nos llegó un poquito tarde a salas de cine pero agradecemos el hecho que por lo menos la trajeron. Lars Von Trier es uno de esos directores que causan conmoción con cada filme que saca a la luz pública y por ejemplo Antichrist calificada como misogina no fue traída comercialmente.

Von Trier concursó en Cannes codo a codo con Terrence Malick, él con Melancholia y Malick con The Tree of Life. Lo interesante es que ambos proyectos contemplaban cuestiones existencialistas y apocalípticas desde dos puntos muy diferentes. Von Trier con una visión más naturalista y científica, Malick abogando por el creacionismo. The Tree of Life fue una cinta que disfruté con todo mi ser, por la factura, la partitura, la fotografía, la escogencia de reparto, mi primer encuentro con Jessica Chastain y la perfecta interpretación de Brad Pitt como un padre del medio oeste norteamericano; pero siendo completamente honestos no tiene nada que hacer con Melancholia.

Melancholia es la alabanza a la inevitabilidad. Somos, un sistema frágil de ínfima importancia en el orden universal. Nuestras acciones en la vastedad del vacío infinito suenan como las patas de una mosca que se está relamiendo frente a un alimento en descomposición. No importa si nos destruímos o lanzamos una bomba atómica y nos aniquilamos. No importa si somos buenas personas y evitamos el colapso personal, un meteoro que nos apunta nos destruirá sin remedio. La cinta tiene un prólogo-epílogo que define su filosofía. Esperamos durante toda la cinta entender a qué se refiere el director y buscamos dentro de todos los eventos dramáticos una leve esperanza que nunca llega. Una boda en la campiña parece no enterarse de los apocalípticos eventos que se avecinan y la única consciente emocionalmente es la novia, que actúa de manera errática e incluso deprimida. Como siempre con Von Trier el eje de esta cinta son los diálogos y las formas de pensamiento pero esta vez se involucra en una producción llena de efectos especiales y dentro de cine de género, algo completamente opuesto a su forma de hacer cine. La fotografía es impecable y la partitura es majestuosa, una ambientación musical implacable. Sobresalen del reparto Kirsten Dunst como la melancólica novia, su hermana interpretada por Charlotte Gainsbourg que repite con el director después de Antichrist, Alexander Skarsgård el novio y Stellan Skarsgård como el jefe de la novia. El resto de actores intervienen en el paisaje de Von Trier como pequeñas pinceladas de sus relaciones interpersonales.

Al final, Cannes se congració con Malick en una acción reprochante ante el boquisuelto de Von Trier. El danés trata siempre de generar controversia a manera de publicidad e incluso como una necesidad de su ego para llamar la atención. Esa vez habló de más en la conferencia de prensa ad portas a su premier, haciendo apologías a Hitler y comentarios demás, que no tenían necesidad de hacerse en ese momento. Al final fue tomado como de muy mal gusto y después en competencia no pudo zafarse de ellos.

Cannes es su instancia favorita para lanzar todas sus pelis -hasta ese año Von Trier era considerado el consentido, un chico malo pero también una figura estelar-. En esta ocasión el Festival finalmente lo vetó y lo nombró «persona non grata». Un hecho que le importó cinco e incluso como vemos en el afiche de promoción internacional usa como un logro más. Lástima porque la cinta hubiera ganado palma de oro, Von Trier mejor director y se reocnfirmaría a Kirsten Dunst como la mejor del festival.

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Asghar Farhadi, Drama, Folk, Indie, Miguel Vaca, Movie, Vacacion, World, الفيلم الإيراني

Jodaeiye Nader az Simin


Jodaeiye Nader az Simin es una de esas pelis locas que ganó todo a nivel independiente. En la Berlinale por ejemplo mejor actor, mejor actriz y mejor película, también en los Spirits, el círculo independiente de Nueva York, Los Angeles, Melbourne, Chicago, Césares, San Sebastián, British Independent’s, Sydney incluso Globos de Oro y Oscar.

Podría uno pensar que tantos premios y tantos reconocimientos hacen de la cinta una pieza promedio, ya lo hemos visto antes, pero lejos está de serlo. Una gran historia que se desarrolla muy calmadamente, sin pretenciones, sin efectos de cámara, sin música en absoluto, en el centro un gran drama y alrededor unas actuaciones impresionantes. Todo pareciera definir una pieza de Dogma 95. Asghar Farhadi, su director es un gran alumno de Thomas Vinterberg o Lars Von Trier quienes podrían estar muy orgullosos de su legado en tierras asiáticas.

Simin (Leila Hatami) es una mujer que se presenta frente a un tribunal iraní para separarse de su marido, Nader (Peyman Moadi). Quiere irse del país y le ruega al juez que le de la custodia de su hija, Termeh. Cautelosa por estar en una posición desventajosa trata de explicarle al juez que no hay mucho tiempo pues su visa está por vencer, que la única excusa de su marido es cuidar a un padre que tiene Alzheimer y no puede siquiera reconocerlo. La ley dice que el hombre debe tomar esa decisión, no un juez, lo cual pone en aprietos a Simin pues su esposo no le da el derecho de llevarse su hija fuera del país.

Firman la sentencia de separación y tratan de avanzar en sus vidas tratando de solucionar qué hacer con Termeh pero los infortunios de ese mundo los llevan a explorar todas las vicisitudes de la religión, la sociedad árabe y porqué no, el mismo amor. De tribunal en tribunal, Farhadi, su escritor director, nos va mostrando pasmosamente y con una deliberada agudeza cada una de las capas que conforman la cultura iraní. Los factores van apareciendo uno a uno, las cargas morales y éticas van desarrollando los personajes y al final, en un espléndido movimiento finaliza la obra sin tomar partido pero con todas las cartas muy bien jugadas. Un perfecto ejemplo de planteamiento, nudo y desenlace. Los créditos aparecen y una profunda orquestación ausente completamente en la cinta llena la sala y nos deja boquiabiertos sedientos de conversar y discernir sobre lo que ha sucedido frente a nuestros ojos.

Un clásico instantáneo y una obra maestra que tiene muy merecido todos sus premios y reconocimientos.

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Den Danske Film, Nicolas Winding Refn, World

Drive

En el pasado festival de Cannes, súper comentado por el gran duelo entre Terrence Malick y Lars Von Trier -además de la aparatosa e impertinente salida en público del danés-, se nombró a Nicolas Winding Refn como mejor director por esta peli, Drive. Aguantamos mucho a ver si la traían a salas pero como siempre se demoraron una eternidad hasta que me tocó verla hace un par de semanas en Cuevana. Siempre es el mismo temita con los distribuidores pues lo mismo sucedió con Melancholia y The Tree of Life que no tiene ningún sentido en absoluto a sabiendas que han tenido muy buenas taquillas y han tenido muy buena recepción de la crítica. Drive, por lo menos, tocará repetírsela en salas porque la empezaron anunciar en vista de su nombramiento en los Oscar y vale mucho la pena.

Es la historia de amor de un acróbata de Hollywood, especializado en conducción de automóviles para el doblaje en pelis de acción, quien se enamora perdidamente de su vecina. El acróbata es interpretado, por el chico de moda, Ryan Gosling y la vecina por la bellísima Carey Mulligan. La historia parece sencilla, un poco densa y contemplativa al principio pero la excelente música compuesta por Cliff Martinez mantiene una falsa calma y un estado de tensión impresionante donde el espectador queda presto a un giro dramático que le vienen anunciado con anterioridad. Este factor y las destacadísimas actuaciones de Albert Brooks, Ron Perlman y sir Bryan Cranston hacen que uno no se coma el cuento del novelón romantico expuesto frente a nuestros ojos. Gosling parece prever también dicho giro y con una sólida parsimonia frente a la cámara espera su momento para actuar -tanto así que incluso ni parpadea en uno de los tantos momentos excéntricos de la peli que empiezan a chocarnos como espectadores de a poco en poco-. Aparece en pantalla Oscar Isaac para terminar de atirantar la angustia y Christina Hendricks que desata el vertiginoso desenlace de la historia, casi como un carro dirigiéndose a un muro de contensión.

Winding Refn que ya habíamos visto escribiendo-dirigiendo Valhalla Rising y Bronson tiene un sentido extraño para la realización. Su estilo es ecléctico y no define claramente una dirección o una intención en sus pelis, entonces podríamos enfrentarnos a un drama épico mitológico o un docudrama introspectivo con un profundo olfato independiente y con una excelente dirección de su reparto. Trabajando para él, Mads Mikkelsen y Tom Hardy se ganaron un puesto en el corazón de la crítica cinematográfica mundial por sus impecables interpretaciones. Hardy por su descaro y su estrafalaria conducta como un reo difícil de manipular y Mikkelsen como el calmado guerrero que se dirige a su muerte indefectible. Esta vez Ryan Gosling se deja llevar por los hilos de Winding Refn para desarrollar un introvertido rol, de sangre fría y muy calculador. Un papel que si lo pensamos bien refresca lo que venía haciendo para Hollywwod con Crazy, Stupid, Love, Blue Valentine, Half Nelson o Lars and the Real Girl donde interpreta jóvenes enamoradisos y de alguna forma vulnerables. Al lado de Mulligan generan una química muy agradable y por eso cuando se plantea el peligro para la pareja se agrega otro nivel de zozobra para el espectador.

Una gran peli, con una gran fotografía, una excelente partitura, un reparto de un desempeño impresionante y un director que juega con las emociones del espectador a su gran antojo. Repito, ya que la traen a salas si no la han visto es una cita inaplazable y si ya la vieron vale la pena repetir la experiencia en la solemnidad de la proyección.

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European Film Awards 2011

por Diego Taborda

Al final de todos los años la Academia de Europea de Cine se reúne para premiar las mejores producciones en el continente y esta vez el listado de nominados era bastante cercano como para lograr una entrada con nombres interesantes y muy atractivos. Unos sacados de la Berlinale, otros de Cannes, otros de los Goya y otros de la Biennale la lista es amplia pero me motivó a hacer por primera vez una entrada del evento.

A continuación la lista de ganadores.

  • European Film 2011:
  • Melancholia escrita y dirigida por Lars von Trier

  • European Director 2011:
  • Susanne Bier por Hævnen

  • European Actress 2011:
  • Tilda Swinton por We Need to Talk About Kevin

  • European Actor 2011:
  • Colin Firth por The King’s Speech

  • European Screenwriter 2011:
  • Jean-Pierre & Luc Dardenne por Le Gamin au Velo

  • Carlo Di Palma European Cinematographer Award 2011:
  • Manuel Alberto Claro por Melancholia

  • European Editor 2011:
  • Tariq Anwar por The King’s Speech

  • European Production Designer 2011:
  • Jette Lehmann por Melancholia

  • European Composer 2011:
  • Ludovic Bource por The Artist

  • European Discovery 2011:
  • ADEM de Hans Van Nuffel

  • European Film Academy Documentary 2011 – Prix ARTE:
  • Pina de Wim Wenders

  • European Film Academy Animated Feature Film 2011:
  • Chico y Rita de Tono Errando, Javier Mariscal y Fernando Trueba

  • European Film Academy Short Film 2011:
  • The Wholly Family de Terry Gilliam

  • European Co-Production Award 2011 – Prix EURIMAGES:
  • Mariela Besuievsky

  • European Achievement in World Cinema 2011:
  • Mads Mikkelsen

  • European Film Academy Lifetime Achievement Award:
  • Stephen Frears

  • European Film Academy Special Honorary Award:
  • Michel Piccoli

  • The people’s Choice Award 2011:
  • The King’s Speech de Tom Hooper

Esta claro que si Von Trier se hubiera callado en Cannes de pronto hubiera sido otro el resultado aunque igual el duelo hubiera sido excelene entre ese par de pelis. Aquí fue súper reservado de acuerdo a su nueva promesa de silencio absoluto en aras de no perturbar, al jurado, la prensa o la sociedad misma. Es loco pero a veces unas palabras ociosas le dan demasiada importancia a un juego inmaduro de llamar la atención sin embargo no estoy de acuerdo que por la personalidad de uno u otro director la pieza deba llevarse o perderse de una premiación.

Nota personal. Hoy veía un documental de Pearl Jam, Pearl Jam Twenty de Cameron Crowe, y aunque hacemos gran énfasis en este tipo de eventos su importancia para nosotros debería ser la muestra y no la premiación como tal, Jeff Ament decía en dicho documental que era absurdo dar un premio a una obra de arte… Piénsenlo tiene mucha razón.

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Das Schloss

Sólo mi ignorancia podía ser tan grande como para descalificar esta peli. Me explico. Mi primera impresión fue que la cinta quedó truncada al final en un acto intelectualoide del director que se me escapaba a mi percepción. Pues bueno, la peli es así porque es fiel a la obra de Kafka que quedó inconclusa por su muerte y esto lo vine a saber después investigando. ¡Ah bestia!

La historia es medio fantástica, una fábula de una situación hipotética donde un pueblo es dominado por la burocracia y la esclavitud. Me evocó a Lars von Trier y su Dogville, menos teatral pero con la misma encantadora narración y temática. Michael Haneke, su director, recurre a una figura reiterativa, bastante graciosa, hasta prosaica diría yo, en la que repite y describe constantemente la escena y los personajes. Ulrich Mühe (Funny Games, My Führer, Das Leben der Anderen) interpreta a K. un agrimensor (que mide las tierras en el agro – también me tocó buscar esto :P) que llega al pueblo pero que no tiene permiso de quedarse. Su actitud contestataria, crítica o inconforme frente al statu quo promueve un inconformismo general en el pueblo y la omnipresencia de la sentencia de los habitantes del Castillo se siente en una delicada muestra de servilismo.

La situación es bien interesante y el director del cuál ya hemos referido Funny Games U.S. y Das weisse Band se empieza a ganar mis afectos. Sus planteamientos socio-políticos son crudos, sus dramas son apenas tangibles a simple vista pero detrás hay un desencadenamiento de relaciones interpersonales, conflictos morales y culpas sostenidas. Un gran director del cuál empiezan a llegar piezas a Cuevana y que poco a poco iremos revisando cada una.

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