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The Birth of a Nation

Nate Parker, decide en 2016 lanzar públicamente un proyecto llamado The Birth of a Nation. Largometraje. La preexistencia de un título en 1915 no le importó a la Motion Picture Association of America (MPAA) para abogar por originalidad creativa. Y tampoco le importó que ambas piezas fueran una representación de los brotes que llevó a Estados Unidos a una profunda Guerra Civil en el siglo XIX.

Cuando Paul Haggis lanzó su peli ganadora de Oscar, Crash, lo único que pude pensar fue que estaría pensando David Cronenberg de que le hubiera robado el título. Efectivamente, estaba que volaba de la piedra y no era para menos. De la misma forma que el darle nombre y apellidos a un recién nacido, un director, sus productores y su equipo de escritura se toman el tiempo necesario para responder a las necesidades particulares de un proyecto y dedicarle un nombre. Una identidad. Cuando llega otra persona y se lo roba, lo único que queda en el aire es injusticia y una innegable afán, por parte del espectador, de comparar los dos proyectos.

Lo curioso es que no hay una ley o un protocolo al respecto. Después de todas las reclamaciones negadas de Cronenberg, hubo dos pelis llamadas Crash. La genial y la infame. Cuando Lee Daniels quiso por el contrario llamar su pieza The Butler, Hollywood de la mano de la MPAA se le vino encima por un proyecto que en 1900 y pico ya estaba registrado. Esta vez no hubo reparos en decir que era una violación a los derechos de propiedad y creación original del estudio. The Weinstein Company llamó en definitiva la peli: Lee Daniels’ The Butler (*aquí en el blog nos seguimos refiriendo a ella como simplemente The Butler).

En estos dos casos, la temática de cada historia parece ser bien diferente entre las dos. Entre Cronenberg y Haggis hay millas y millas de oscuridad, perversidad y grandes actuaciones que diferencian las historias. Entre Lee Daniels y el cortometraje que alegaba la Warner Brothers como original no sólo hay diferencias temáticas sino técnicas y diametralmente opuestas de producción por la definición misma de un largometraje y un cortometraje.

La osadía de Nate Parker con su proyecto no se limita a mancillar el título original. Hay que aclarar que sin defender los ideales esclavistas y la perspectiva racista de D. W. Griffith en los Estados Unidos de la Posguerra de Cesesión, el autor es un eje creativo y una guía de la narrativa contemporánea de todos los audiovisuales. Desde el uso y creación del primer plano como herramienta dramática, pasando por la impecable secuencia de planos para armar una historia, hasta la producción y creación misma del «travelling» como plano estético (y de nuevo, narrativo). Independiente de su reprochable ideología Griffith es parte de la historia fílmica. Un genio productor que aparece en todas las referencias de la historia del cine. Y pues aparece Parker con todo su legado afrodescendiente y el disgusto heredado durante décadas que ha visto cómo se vanagloria una historia tan perversamente distorsionada. Y es entendible su accionar al pensar que puede darle una nueva perspectiva a la historia de Griffith. Tiene excelente fotografía y momentos de sencilla genialidad. Tiene una gran partitura. Tiene actuaciones desgarradoras incluyendo la suya propia. Tiene una fuerza dramática innegable. Tiene efectos especiales crudos que reafirman el hilo narrativo. Pero sin miedo a equivocarse se puede decir que si Parker le hubiera puesto cualquier otro título a su pieza, no sería nada más que eso, otra historia de la esclavitud negra en Estados Unidos del siglo XIX. Tal vez los escándalos previos en relación a una violación de una compañera de campus y su posterior suicidio hubieran levantado algo de publicidad. Pero no se inventó nada y sus estallidos de genialidad no le llegan al motor cinematográfico que fue la original de D. W. Griffith.

Por eso para mi hay sólo una Crash y es la de Cronenberg, una sola The Butler y, después de revisar ambas cintas, sólo hay una Birth of a Nation y es la de D. W. Griffith.

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Dallas Buyers Club

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El canadiense Jean-Marc Vallée vuelve a conmocionar el mundo del cine con otro de sus largometrajes; esta vez el ruido lo viene causando la peli en cuya transformación más profunda se ha involucrado Matthew McConaughey, Dallas Buyers Club; por esta actuación, McConaughey ha logrado ser nominado en los Globo de Oro, los Spirit, el Gremio de Actores y no sería para nada raro que fuera uno de los favoritos en los Oscar -que sin aún haber anunciado sus nominados, seguro el texano va a ser protagonista-; lo hemos dicho constantemente en el blog y la crítica no se cansa de corroborarlo, el trabajo de Matthew McConaughey en los últimos años es fenomenal y en esta cinta es simplemente genial.

McConaughey interpreta a Ron Woodroof a mediados de los 80’s cuando la población civil entraba en pánico con el conocimiento de un virus llamado VIH y su implicación en la enfermedad de nombre Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA), en parte, porque el popular actor, de la serie Dynasty o el clásico del cine Giant, Rock Hudson, moría escandalosamente en 1985 asumiendo su homosexualidad y la aparición del virus en su vida; Woodroof, al igual que la mayoría de la población estadounidense, era completamente homofóbico y pensaba que la enfermedad sólo podía darle a los susodichos homosexuales; su vida como vaquero de rodeo estaba rodeada de promiscuidad, alcohol, narcóticos pero sobre todo alcaloides que requieren, generalmente, de inyecciones intravenosas donde en un descuido pudo haberse infectado fácilmente; un día cualquiera, Woodroof visiblemente acabado y famélico colapsa en su casa al desmayarse por horas en su piso; en el hospital es diagnosticado, no sólo con SIDA sino que es desahuciado con un término de 30 días de vida; angustiado y entrado en pánico, Woodroof empieza a investigar y descubre que hay terapias experimentales con una droga que se llama AZT (o Azidotimidina) pero en un momento tan desesperado los doctores no lo ayudan por lo cual recurre al tráfico negro de dicha droga sin siquiera parpadear en el consumo de sus adicciones. La sobredosis tanto de cocaína, alcohol y AZT de nuevo hacen que Woodroof colapse y busque alternativas, esta vez en México donde un doctor ‘no-convencional’ (Griffin Dunne) le formula un coctel de minerales y vitaminas combinadas con otras drogas como la DDC (o Zalcitabine) o la proteína Peptide T, relacionada en casos de Alzheimer; básicamente, la recuperación de Woodroof fue milagrosa en parte porque este médico le comentaba que los estudios y tratamientos del AZT en Estados Unidos estaban viciados, sólo querían hacer negocio con el tema pero en realidad sus efectos secundarios eran brutales; en algunos casos funcionaba al replegarse la enfermedad pero en otros era mucho peor por lo abrasivo que podía llegar a ser un tratamiento con esta droga. Woodroof, contrario a una motivación altruista, ve una oportunidad de mercado, y funda el Dallas Buyers Club (DBC) para que los interesados en el tratamiento se afilien a una membresía que durante un mes les proveería de este tipo de medicinas; se enfrentaría a la FDA (Food and Drug Administration), el IRS y, en general, a toda la fuerza de la Administración Reagan que estarían muy pendientes de boicotearlo.

Viviendo el apogeo del republicanismo, bajo el gobierno de uno de sus monstruos mejor maquillados, Ronald Reagan, Estados Unidos estaba abiertamente en contra de los comunistas, los negros y los homosexuales -en ese fuego cruzado se incluían los latinos, los palestinos, los iraníes, las prostitutas y los drogadictos-; entonces sus grandes aliados fueron la iglesia católica en cabeza del papa Juan Pablo II, el pueblo y gobierno israelí y las facciones más radicales del conservatismo norteamericano. El mensaje de repugnancia de esta era ya la veíamos reflejada en The Butler -y como también decíamos, por eso mismo la cinta de Lee Daniels podría quedar relegada de cualquier premio de La Academia– pero el tema de homofobismo sintético y la guerra abierta contra las curas del SIDA sólo lo habíamos observado en How to Survive a Plague, el laureado documental del activista David France que explica cómo la FDA en una cínica y mortal actitud de letargo se negaba a investigar con prestancia y celeridad las nuevas drogas y tratamientos, que ya en Francia y Alemania habían generado resultados positivos, en avances sobre el tema del VIH/SIDA -es recomendable ver este documental pues aunque se manifiesta el contexto en la cinta de Vallée, no se aborda con la profundidad necesaria (A) porque no le es pertinente (B) no es un documental específico de ese tema en particular-.

Aparte de McConaughey, el otro desempeño destacado es el de Jared Leto del cual se decía que era el único capaz de arrebatarle premios a McConaughey en las ceremonias pero ambos quedaron en categorías separadas. Leto interpreta a un transexual que está en el grupo de pacientes experimentales con AZT, que se une a Woodroof en el negocio del DBC por sus contactos y que si al texano se le reconoce su transformación pues la de Leto tampoco es poca; digamos que puede ser cliché que el vaquero genere empatía con el extravagante homosexual pero el desarrollo de ambos personajes y de todo el reparto es el resultado de un gran trabajo de actores por parte de Vallée como director; es más, el Gremio de Actores valida su gestión y están nominados en la categoría mejor reparto.

La producción en general es impecable. Una linda fotografía, un montaje correcto, una edición de sonido muy acertada -los timbres en los momentos más difíciles de Woodroof son súper acertados- pero lo que más me gustó fue el resultado del diseño de producción de John Paino y la dirección de arte de Javiera Varas que sin ser una cinta de un siglo atrás, tranquilamente nos transfieren a mediados de los 80’s para desarrollar una sensación de época, donde claramente han pasado más de 30 años.

Nota personal. Me pareció curioso que el protagonista confundiera a Rock Hudson con Cary Grant cuando se refiere a North by Northwest; no se si se quería explicar que Woodroof no tenía conocimientos en cine y TV, si le daba lo mismo quien era Hudson o quien era Grant o si tal vez fue una ligereza del guión-la continuidad-la dirección que dejaron pasar semejante error.

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The Butler

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Con las pelis de Lee Daniels sucede una cosa particular y es que a veces quedamos sin palabras, a veces con algo de frustración y otras muy pocas con algo de rabia; posiblemente porque se enfrasca en la presentación de una problemática social que a veces no desarrolla del todo bien o porque se va al otro extremo donde casi se vuelve explotación emocional -como creo que me pasó con Precious-. En todo caso, guste o no guste, a Daniels se le siente mejor contando historias donde explora la sensibilidad negra aunque cuando intenta improvisar en otros géneros, como en The Paperboy un thriller de suspenso, arrasa en taquilla y con un capital inicial de 12 mil dólares logra una cifra en recaudos bien por encima del millón.

Cada presupuesto se lo ha ganado a pulso y resulta interesante que sigue manteniendo su corte independiente -a pesar del hito anteriormente descrito-; por ejemplo en The Butler invirtió 30 mil y ya ha recogido 150 mil dólares. Nada mal. Pero con ese reparto que ampliamente va desde Forest Whitaker hasta Jane Fonda (además de Alan Rickman, Vanessa Redgrave, Oprah Winfrey, David Oyelowo, Mariah Carey, Alex Pettyfer, Terrence Howard, Cuba Gooding Jr., Lenny Kravitz, Robin Williams, John Cusack, James Marsden) las facturas podrían haber llegado hasta el cielo y la sofisticación de los camerinos pudieron haber convertido la producción en una cinta de explotación más del orden de Michael Bay.

Existen dos lecturas importantes en la pieza reunidas en la profunda necesidad de rebelión de los negros como ciudadanos de su país en contra de las injusticias que la sociedad norteamericana les ha infligido. La primera lectura es la de la acción violenta o pacífica en contra del estatu quo y referida claramente en el nacimiento del Movimiento de los Derechos Civiles al sur del país, evolucionando en las subversivas Panteras Negras; la otra, que puede ser el punto central de la historia, es que el servilismo o la actitud servil del negro no es acobardamiento sino que es per sé un movimiento de lucha y subversión diferente, con resultados menos evidentes, con reconocimientos mucho menos laureados pero con logros imposibles de conseguir de cualquier otra forma. Obviamente, uno se puede dejar embelesar por la narración cadente, lineal y parsimoniosa del mayordomo de la Casa Blanca, interpretado impecablemente por Whitaker, sumado a la presentación de los presidentes de Estados Unidos -con sensacional parecido- como protagonistas de la historia norteamericana, que en otras piezas harían de héroes de sus propios relatos, pero que en The Butler son meros puntos de referencia del paso del tiempo. Digo que haríamos mal en dejarnos llevar por ese lado de la historia porque nos olvidamos de la reflexión de que por más de cinco décadas y diez presidentes los negros de Estados Unidos han estado en una posición injusta, han luchado por cambiar sus posiciones y han demostrado que no son una minoría que va a aceptar más ultrajes y violaciones.

Es clave de analizar que con un manejo sutil del guión, Daniels profana uno de los más importantes héroes de la historia americana, Ronald Reagan. Alan Rickman ejecuta el papel de Reagan por no más de tres escenas y es digno de un Oscar; un poco de maquillaje, un par de gestos y, de nuevo, el histrionismo de su voz camuflan perfectamente a Hans Gruber (Die Hard), el Coronel Christopher Brandon (Sense and Sensibility) o Severus Snape (en la serie completa de Harry Potter) picos de su popularidad y estrellato. Reagan en The Butler es palanca y es gatillo; por un lado, es usado para los fines revolucionarios de Cecil y, por el otro, es la gota que rebasa su paciencia y que lo llevan a mirar con otros ojos a su hijo. Un giro ingenioso y letal por parte de Daniels que seguramente le va a negar su opción en los premios de La Academia pero de pronto le da fuerza en los Spirit.

Tengo un juego en el blog que es la colección de interpretaciones de Richard Nixon; un personaje histórico pero shakespeariano y vil ala Richard III que se considera deforme y sensible al desprecio de su pueblo. Por una parte, John Cusack entra a este juego al lado de Christopher Shyer (J. Edgar), Robert Wisden (Watchmen), Frank Langella (Frost/Nixon) y Anthony Hopkins (Nixon). Al igual que Reagan, Daniels maneja con guante blanco esta figura; Cusack repite con el director en un papel igualmente grotesco como el de The Paperboy pero un poco más sutil e interpretando a un suspicaz, resentido y desconfiado Nixon; detalles tan sencillos como la prótesis de la nariz, la mirada, el pelo grasiento y desordenado resumen la visión de Cusack y Daniels del ex-presidente donde no hizo falta que levantara los brazos o sonriera, por ejemplo; pero este par va aún más lejos, en el momento más álgido de una conversación privada, encorvado en su silla y con una mirada de profunda desconfianza, una mosca aparece, sobrevuela su pestilencia y hace evidente su aletear interrumpiéndonos a nosotros como espectadores pero haciendo expresa su hediondez. Magnífico.

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El resumen del 2012

por Diego Taborda

por Diego Taborda

Ya son tres años trabajando en este blog. Hemos acumulado en ese periodo 860 entradas, más de 80 mil visitas y un agradable acumulado de 2.000 comentarios. Todas estas cifras son más que alentadoras para continuar viendo cine con ustedes, cada vez que pueda.

Muchos hablan del 2012 como el año con el pico de las mejores pelis de la década -tardía- que termina, no sólo por la buena calidad de las producciones sino además por la cantidad de piezas que fueron promovidas. Gracias a esto esta entrada puede llegar a ser bastante extensa y nos ha tomado más de tres semanas llegar a redactarla completamente pero rigiéndonos por una pequeña regla de sólo nombrar cinco títulos por categoría, hemos logrado resumirlo bastante bien. Lastimosamente, se nos van a escapar un par de producciones importantes que hubiéramos querido incluir pero que no lograron llegar a nuestras salas o pantallas. A continuación este el listado que hemos preparado para ustedes sobre lo que vimos en este año.

Siendo estrictos con la clasificación y resumen del año hasta este momento, no hubo ninguna cinta perfecta -con una clasificación de 10 sobre 10- y la única ilusión para que esto cambie sería de pronto esperar a que The Master de Paul Thomas Anderson se estrenara en nuestras pantallas -porque Thomas Anderson siempre nos ha guardado una bella sorpresa con cada una de sus piezas-. Pero The Master no es la única esperanzadora a este nivel, también están Amour de Michael Haneke, Killing Them Softly de Andrew Dominik, Mud de Jeff Nichols y The Paperboy de Lee Daniels; lo que nos dice efectivamente que aún falta mucho por revisar para finalizar este año.

En este pequeño balance ya empieza a aparecer un protagonista y gran ganador, Matthew McConaughey. Con cinco producciones, Magic Mike, Killer Joe, Mud, The Paperboy y Bernie -si la aceptamos como una pieza temprana del 2012-, McConaughey demuestra que fue poco ortodoxo en sus decisiones de trabajo y que por el contrario fue muy arriesgado. De ser la cara más bonita de Hollywood casi que pasó a ser el texano más peligroso. Su riesgo le permitió con grandes directores independientes que sin duda sacaron lo mejor de él. Aunque pasó desapercibido en los Oscar de este año y en los SAG’s, en los Spirit logró dos nominaciones como actor principal y actor de reparto. Como una alineación especial de los planetas, no creo que Soderbergh, Nichols, Daniels o Friedkin vuelvan a dirigirlo el mismo año, en cuatro diferentes producciones. Sería este el año más especial dentro de toda su carrera y ojalá alcance los premios que le son tan merecidos en este periodo.

Si hablamos de las mejores pelis del 2012 para mi existe sólo una y es Looper de Rian Johnson. Looper no sólo marcó expectativa sino que casi fue impecable en el uso de los viajes a través del tiempo, en donde tan fácilmente se pueden generar incongruencias. No es una cinta perfecta, como lo decíamos antes, en este año no hubo tal, pero logró manejar audazmente la historia, los vacíos y el ritmo en la trama hasta desencadenar un final espectacular. Looper además de ser una cinta de ciencia ficción permite que una serie de subgéneros se entretejan y sea aún más fascinante su experiencia. Realmente sobresaliente el trabajo de maquillaje que sutilmente pudo vendernos el truco de que Joseph Gordon-Levitt era el joven pasado de Bruce Willis y la partitura original de Nathan Johnson. Otras que no desentonaron fueron Seven Psychopaths de Martin McDonagh, Skyfall de Sam Mendes, The Avengers de Joss Whedon, Madagascar 3: Europe’s Most Wanted de Eric Darnell, Tom McGrath y Conrad Vernon. Todas a niveles muy diferentes, lograron cumplir sus promesas frente a los espectadores pero debemos hacer una excepción y nombrar, además, Moonrise Kingdom de Wes Anderson. Anderson con su estilo súper definido y su perfecta artesanía nos devuelve un resumen de su carrera en una historia de amor enmarcada en los bellos parajes de Rhode Island.

Aparecen apenas dos “rompe-taquillas” de todo el paquete de megaestrenos, Skyfall y The Avengers, que a su manera lograron sobresalir de la competencia y lograr millonarios retornos sin afectar sus agendas internas; por un lado, Skyfall fue la mejor forma de celebrar los 50 años de la franquicia, se erige como la mejor peli de James Bond de todos los tiempos (supera claramente a Casino Royale) y reconfirma a Daniel Craig como el mejor Bond; por el otro, The Avengers siendo una peli de súper-héroes de comics y un “rompe-taquillas” de verano fue la única que prometió, respondió, no defraudó y siendo la primera en revelar su golpe dejó muy mal parqueadas al resto con un estándar muy alto para superar.

Una gran ovación se merece el cine colombiano este año pues tuvimos para escoger muy buenas cintas. La Sirga de William Vega, Sofía y el Terco de Andrés Burgos, Chocó de Jhonny Hendrix Hinestroza, y si hacemos un esfuerzo, Apaporis de Antonio Dorado y El cartel de los sapos de Carlos Moreno son las destacadas de este periodo. Sobre todo las tres primeras, marcan un hito en el estilo de hacer cine en Colombia, definiendo una narrativa, una selección de reparto y una temática de expresión muy propias de un fenómeno que aún nos queda muy difícil definir como movimiento y -aunque nos faltó ver La Playa D.C., Apatía y El Resquicio– seguramente no van a ser las últimas de este movimiento.

Pero como en todo, siempre existen desafortunadas equivocaciones, este año no fue la excepción. Sin ser malas, las decepciones del 2012 fueron Argo de Ben Affleck porque comparada con su previa The Town Affleck se rindió frente a una chovinista y a la vez muy bien elaborada artesanía, Prometheus de Ridley Scott porque Lindelof sigue pensando que la fórmula de Lost es ilimitada y aplicable a todo y en Prometheus no sólo hay una gran cantidad de incongruencias que rompen la trama y su tensión sino que además posteriormente descubrimos que el guión original tenía mejor relevancia pero fue masacrado por la petulancia de él, The Bourne Legacy de Tony Gilroy porque descubrimos que fue creada para continuar la franquicia sin mayor sentido que eso, The Hobbit: An Unexpected Journey de Peter Jackson porque sencillamente es una gran salida en falso y The Dark Knight Rises de Christopher Nolan porque aunque es consecuente con toda la trilogía, Nolan fue víctima de su propio invento y todo lo que había construido sobrecayó sobre él duramente. The Dark Knight Rises es tal vez la cinta con la tengo más problemas, de alguna forma, borró con el codo lo que había definido perfectamente con sus dos salidas anteriores, además que Nolan infantilmente fue demasiado pertinaz, reticente y receloso con la imagen del Joker lo que provocó vacíos aún más profundos en la trama. Su universo más humanizado, más real y consecuente terminó dilucidando precisamente desdén y apatía hacia la franquicia para proveer un final que sólo es adecuado en una alucinación dolosa de Alfred.

Finalmente, lo peor de lo peor, Abraham Lincoln: Vampire Hunter de Timur Bekmambetov, Savages de Oliver Stone, The Hunger Games de Gary Ross, Hope Springs de David Frankel y To Rome with Love de Woody Allen.

Próspero 2013.
Abrazos para todos.

Magic Mike
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Killer Joe
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Bernie
Bernie

Looper
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Seven Psychopaths
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Skyfall
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The Avengers
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Moonrise Kingdom

Artist: Ibraheem Youssef

Artist: Ibraheem Youssef

Madagascar 3: Europe’s Most Wanted
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La Sirga
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Sofía y el Terco
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Chocó
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Apaporis
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El cartel de los sapos
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Argo
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Prometheus
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The Bourne Legacy
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The Dark Knight Rises
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The Hobbit: An Unexpected Journey
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Abraham Lincoln: Vampire Hunter
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Savages
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The Hunger Games
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Hope Springs
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To Rome with Love
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The Master

Amour

Killing Them Softly

Mud

The Paperboy

The WordPress.com stats helper monkeys prepared a 2012 annual report for this blog.

4,329 films were submitted to the 2012 Cannes Film Festival. This blog had 22,000 views in 2012. If each view were a film, this blog would power 5 Film Festivals

Haga clic aquí si quiere ver el reporte completo

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Killer Joe

William Friedkin es un nombre grabado ya en los anales de la historia de Hollywood con grandes piezas del thriller, el terror y el suspenso. Son ejemplo de su ingenio The French Connection, The Exorcist, Jade y, hace no tanto la retorcida pero increíble, Bug. Su rúbrica es el manejo de las tensiones y los ritmos en una historia para convertirlos en poderosas armas contra el espectador que de una u otra forma queda chocado frente al planteamiento del realizador. No es muy dado a escribir sus pelis pero definitivamente cada una tiene su estilo inconfundible; en 1972 incluso ganó Oscar a mejor director por su desempeño en The French Connection y fue nominado por The Exorcist.

Killer Joe es una cinta de 2011, arraigada en los profundos y más recónditos parajes de Texas, cargada de esa intensa esencia sureña, donde la solución más eficaz a los problemas más simples son muertes y asesinatos. Emile Hirsch interpreta a un don nadie que busca refugio en la casa rodante de su padre. Ha sido expulsado de la casa de su madre y planea asesinarla para quedarse con el seguro de vida. Su existencia es un completo desorden, su hermana, Juno Temple, es una joven de dieciséis años que tiene principios de esquizofrenia, Thomas Haden Church, su padre, es mecánico, arregla exhostos y es un completo ignorante; completa el círculo disfuncional que llaman familia, Gina Gershon que está casada con Church y parece ser la más cuerda de todos. Hirsch les comenta el plan y hasta la hermana menor asiente en que es la mejor solución.

Entra en escena Matthew McConaughey como un detective de policia que asume estos trabajos extraoficiales, de manera muy profesional y que han chapado su fama como matón prestigioso e implacable.

La historia ronda todos los posibles rincones de la putrefacción social en la que conviven estas personas y llega a unos límites que rayarían en lo absurdo pero que seguramente en pueblos de baja educación podrían ser la norma del día a día.

Fuerte, contundente, excelentemente narrada y con un final escalofriante que se cocina a fuego lento desde el puro planteamiento de la historia, esta cinta me recuerda a The Killer Inside Me de Michael Winterbottom. Su mensaje está lleno de capas que uno puede ir descubriendo con una segunda o tercera revisión. El desarrollo de los personajes es delicado, no son transformaciones radicales pero tranquilamente Killer Joe también podría ser un thriller de corte psicológico. Fiel al género de suspenso que le encanta Friedkin, lleno de matices -en esta ocasión ultraviolencia familiar- la pieza fue digna de nominación al León de Oro en Venecia.

Podemos decir que la música original condimenta ligeramente cada escena y le va subiendo el calor a la historia, que la cinematografía de Caleb Deschanel es encantadoramente oscura y oxidada pero lo que más me llama la atención de esta cinta es Matthew McConaughey. Olvidándose un poco de la corriente principal que había surfeado por años, papel tras papel que le iba ofreciendo Hollywood, tuvo un giro en Bernie, se dedicó a papeles más costumbristas y cercanos a su cultura de origen. Sin embargo eso no lo es todo, el riesgo que deposita en Killer Joe desarrollando un papel brutal y antagónico bien opuesto a su perfil de galán se reafirma con The Paperboy de Lee Daniels y Mud de Jeff Nichols que define su nueva -o por lo menos su más reciente- posición frente a la industria: está interesado en roles de mayor reto, de mayor amplitud en el espectro y de una complejidad más profunda en los perfiles psicológicos. McConaughey no se ha caracterizado por ser un excelente actor pero el rigor con el que viene asumiendo estos papeles independientes, con estos grandes directores, ha dejado marca y por lo menos se está destacando dentro de repartos impresionantes.

Killer Joe es una pieza fantástica de Friedkin muy recomendada para los amantes del costumbrismo y el thriller de suspenso.

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Independent Spirit Awards 2010

por Diego Taborda

La ceremonia de los premios más importantes a nivel independiente fue celebrada anoche en Santa Monica, California. Los Independent Spirit Awards son tan importantes como extrovertidos. Desde la conducción de Eddie Izzard, la proyección de las pelis hasta la transmisión en vivo desde su página web, los premios se llevaron a cabo con todo éxito. La gran ganadora de la noche fue Precious y su director Lee Daniels pero a continuación la lista de ganadores completa:

  • Mejor Película
  • Precious: Based on the Novel Push by Sapphire

  • Mejor Actriz Principal
  • Gabourey Sidibe por Precious: Based on the Novel Push by Sapphire

  • Mejor Actor Principal
  • Jeff Bridges por Crazy Heart

  • Mejor Actriz Secundaria
  • Mo’Nique por Precious: Based on the Novel Push by Sapphire

  • Mejor Actor Secundario
  • Woody Harrelson por The Messenger

  • Mejor Director
  • Lee Daniels por Precious: Based on the Novel Push by Sapphire

  • Mejor Guión
  • Scott Neustadter y Michael H. Weber por (500) Days of Summer

  • Mejor Cinematografía
  • Roger Deakins por A Serious Man

  • Mejor Documental
  • Anvil! The Story of Anvil

  • Premio a los Producers
  • Karin Chien por Santa Mesa y The Exploding Girl

  • Premio Robert Altman
  • A todo el equipo de A Serious Man
    Ethan Coen, Joel Coen, Ellen Chenoweth, Rachel Tenner, Richard Kind, Sari Lennick, Jessica McManus, Fred Melamed, Michael Stuhlbarg, Aaron Wolff

  • Mejor Ópera Prima
  • Crazy Heart

  • Mejor Primer Guión
  • Geoffrey Fletcher por Precious: Based on the Novel Push by Sapphire

  • Premio John Cassavetes
  • A la mejor película con un presupuesto menor a U$500.000 para Humpday

  • Mejor Película Extranjera
  • An Education

  • Premio Truer Than Fiction
  • Bill Ross IV y Turner Ross por 45365

  • Premio Someone to Watch
  • Kyle Patrick Alvarez por Easier with Practice

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Precious

Sin comentarios.

Gabourey Sidibe (Precious)
Mo’Nique (Mary)
Paula Patton (Sta. Rain)
Mariah Carey (Sra. Weiss)
Sherri Shepherd (Cornrows)
Lenny Kravitz (Enfermero John)
Stephanie Andujar (Rita)
Chyna Layne (Rhonda)
Amina Robinson (Jermaine)
Xosha Roquemore (Joann)
Angelic Zambrana (Consuelo)

Dirigido por Lee Daniels
Producido por Lee Daniels, Gary Magness y Sarah Siegel-Magness
Guión por Geoffrey Fletcher basado en la novela Push de Sapphire
Cinematografía por Andrew Dunn
Edición por Joe Klotz
Música original por Mario Grigorov
Reparto escogido por Billy Hopkins y Jessica Kelly
Diseño de producción por Roshelle Berliner
Dirección de arte por Matteo De Cosmo
Escenografía por Kelley Burney
Diseño de vestuario por Marina Draghici
Diseño de créditos por Kristyn Hume de Postillion Studios

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