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Iron Man 3

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Tan en boga hoy en día el tema de las trilogías que Iron Man no podía ser la excepción y llega su tan esperada tercera parte. Esta vez de la mano de Shane Black quien ya había dirigido a Robert Downey Jr. en el excelente film noir Kiss Kiss Bang Bang. No lo hace mal y a pesar de que Jon Favreau se apuntó uno de los cuadrangulares más importantes en la historia de la franquicia al escoger a Downey Jr. como el mujeriego y conquistador Tony Stark, la verdad es que su segunda parte tiene muchos desaciertos, así al final cumpla su cometido de diversión. Black es un escritor por excelencia y se siente más cómodo si está involucrado per sé en el equipo de escritura -en ese sentido ya es un logro teniendo en cuenta que después de Die Hard, Lethal Weapon es uno de los clásicos de la acción mejor calificados y él es el creador/colaborador de todas sus partes en la serie-.

Al igual que Avengers el año pasado, Iron Man se lanza al ruedo de primeras para dar inicio a la temporada de grandes éxitos del verano en Hollywood. Al final, ser favorita es más difícil de lo que parece y no todas las piezas logran soportar dicha presión -como sucedió con Prometheus o el mismo Dark Knight Rises-. El tercer episodio logra hacer bien el ejercicio al colmar las expectativas que promete, ya es un éxito de taquilla redondeando los 950 millones de dólares recaudados y personalmente creo logra el mismo impacto espectacular de The Avengers el año pasado.

Antes de analizar la peli hay varios antecedentes para tener en cuenta como por ejemplo que es la primera pieza después de la fase uno del Universo Cinemático de Marvel (MCU de su nombre en inglés). Pareciera no ser un gran tema pero siendo Black el guionista, y uno «no tan aficionado» a los comics, la responsabilidad es muy fuerte. Hay que decir que la gran ventaja que ha tenido Marvel, desde la crisis de los 80’s. es que sus historias se han mantenido, unidas, integradas y consistentes en un sólo universo, en un sólo plano unidimensional. En este Iron Man, no sólo no se evita sino que se abraza este concepto, se hacen alocuciones a los eventos de Nueva York del año pasado, lo que significó para Tony Stark estar envuelto en el asunto como un mortal ser humano y, así como tal, descubrir que detrás de toda esa aura pretenciosa, autosuficiente y segura está un hombre que es vulnerable en todo sentido.

Black consigue lo que Sony Pictures en cuatro episodios no ha logrado con Spider-Man, un personaje cercano al espectador. Su Iron Man no tiene miedo de caer en los clichés por el contrario les saca partido cada vez que se aproximan, -en un gran resumen- es un melodrama que se enriquece con comedia sencilla de digerir y a la vez logra que Tony Stark sea carismático y simpático para cerrar con una frase genial para la serie, para Shane Black y para el mismo Robert Downey Jr.: “yo soy Iron Man“. Esa frase más que el culmen del argumento, es la perfecta sentencia de toda la franquicia y el negocio de las pelis basadas en este tipo de historias. En los comics, el héroe central de Marvel Comics es Spider-Man, después podrá venir todo el infinito cosmos de los X-Men, después los Avengers, y así el líder de estos últimos sea Tony Stark, como Iron Man, al final es un personaje sin mucha relevancia. Pero en el cine se ha demostrado exactamente lo contrario, los derechos de producción y explotación de los personajes de Marvel se han repartido en varios estudios. Fox tiene Silver Surfer, Galactus a los X-Men y los Fantastic Four, Sony Pictures a Spider-Man y aunque poco a poco Marvel Studios ha ido recobrando derechos de personajes como DareDevil aún está todo muy atomizado y ninguno tiene un liderazgo claro. Sin embargo, el éxito de Iron Man permitió pensar en Thor, en el Capitán America y los mismos Avengers. Antes del Iron Man de Jon Favreau, los personajes de Marvel sólo habían tenido un gran éxito con la trilogía de X-Men pero precisamente su tercera parte eliminó fogosidad y los humos se calmaron demasiado. De resto, no lograban buenas taquillas, las historias se reiniciaban constantemente con nuevos repartos y nada parecía tener consistencia.

«Yo soy Iron Man» pone en vilo que Robert Downey Jr. dice que después de llegar a sus cincuenta años no quiere seguir haciendo el papel de Tony Stark pero a la vez que si no es él, no lo es nadie. Lo pone en una posición muy ventajosa, porque en Marvel son inteligentes y saben que no pueden dejar ir a su mejor complemento; esta semana escuché incluso que Downey Jr. ofreció seguir en el MCU si y solo si le ofrecían 100 millones de dólares. La decisión está en Marvel y Disney, y si lo aceptan vendrán nuevas conjeturas de cómo podría seguir apareciendo después de lo sucedido en esta peli.

Hablando de la cinta en general, los avances de la trama nos trajeron a colación al Mandarín interpretado genialmente por el gran Ben Kingsley. Este personaje es un gran contrincante de Iron Man y precisamente con él es donde se pone capcioso el guión. De pronto, los refanáticos de Iron Man podrían estar esperando el enfrentamiento que estos dos personajes tuvieron en las páginas del comic, ala Bane vs. Batman en Dark Knight Rises, pero este es otro de los adoctrinamientos que recibimos de Shane Black con sus licencias como guionista. En vez de poner a aprender Kung-Fu de la nada a Tony Stark, Black amenaza su persona de la manera más terrenal posible, hace enlaces en la cosmogonía de Stark que no conocíamos, desarrolla un impresionante antagónico con Guy Pierce y le da redondez a cada uno de los personajes con un desarrollo medido -para que no parezca una coral- y con un sentido único -para que se justifique su aparición-. Lo más bonito es que a pesar que existe un aire de traición al comic, lo revierte con la aparición de personajes clásicos en la historieta como Bambi, Ellen Brandt, el mismo Mandarín y Rescue en lo que me parece un gran desenlace para la historia de amor detrás de la gran hazaña épica que es Iron Man 3.

-Una gran lección de escritura si entendemos los grandes problemas que tuvimos con el personaje de Gary Oldman en Lawless-.

Lo más divertido de todo es que gracias a Shane Black el cuadro de explotación que es una cinta de comic se siente evolucionada por la combinación de dos géneros cinematográficos. Iron Man 3 es por un lado un western donde Tony Stark desafía a sus contrincantes a un duelo en medio del pueblo y debe aceptar las consecuencias de sus actos. Y por el otro es una road-movie desde Tennesse hasta California donde aprende a perdonarse, a conocerse y sanar sus más profundas heridas. Al final disfruté mucho la peli aunque me dejó un profundo y agridulce sinsabor. Para los que fuimos a ver las escenas después de los créditos hubo una gran decepción al no aparecer las tan anunciadas escenas de Ant-Man dirigidas por Edgar Wright y siguiente proyecto dentro de los Avengers después de finalizar su trilogía de Blood and Ice Cream con Simon Pegg y Nick Frost. A cambio obtuvimos un dato adicional, los ataques de pánico de Tony Stark no se eliminaron así como así en el enfrentamiento de sus miedos, necesitaron de terapia y que mejor para darla que el mismísimo doctor Banner 😉

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A Good Day to Die Hard

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Los amantes -ni siquiera me refiero a los fanáticos- de Die Hard podrán reconocer fácilmente que Bruce Willis es intensamente divertido en la mayoría de sus cintas, con apenas un par de excepciones. Pero también se debe reconocer que así como son entretenidas las cintas donde Willis participa, Hollywood se ha encargado de explotar la esencia del personaje creado por Roderick Thorp (autor de la novela original) y John McTiernan (director de Die Hard) de todas las formas posibles, de tal forma que casi todos sus filmes tienen la esencia viva de John McClane. Falta echar un vistazo rápido a The Last Boy Scout, The Last Man Stand, Sin City, RED y recientemente Surrogates para darse cuenta. Pero si uno se fija en otras producciones más alejadas del género de acción también uno puede encontrar rastros de McClane en Pulp Fiction, Twelve Monkeys, The Fifth Element y porqué no, también un poco en The Sixth Sense.

La última tendencia en Hollywood puede ser aún más criminal y no se si Willis y McClane estén preparados. La industria en su búsqueda de «rompe-taquillas» ha explotado todos los géneros que se hicieron famosos en el pasado y los ha reencauchado o incluso los ha relanzado. En el primer proceso hemos visto grandes desastres con A Nightmare On Elm Street, Clash of the Titans, Total Recall, Psyco y pronto sin muchas esperanzas llega RoboCop; en el segundo proceso se han intentado revivir las franquicias, y en serio los ejemplos no son agradables Indiana Jones, The Texas Chainsaw Massacre, Halloween, Rambo, Rocky, se tiene pensado Lethal Weapon y ahora Die Hard.

McTiernan probó que un ciudadano decidido, sin mucho que perder pero si mucho que ganar y casi desarmado se puede enfrentar a un gran villano, no importa cuántas veces intente acabarlo o esté seguro de aniquilarlo. Por su parte, Willis se apropió de McClane con su desdén para resolver los problemas, la destreza para disparar lo que le pongan en frente y no llorar si le toca caminar sobre vidrio picado, ahora McClane está un poco más agrio y sus líneas de diálogo dejaron de ser aquellas empáticas, envueltas en un monólogo autorecriminatorio para volverse exclamaciones de una sola línea más parecido a Stallone o Schwarzenegger.

A Good Day to Die Hard es dirigida moderadamente por el irlandés John Moore que hace un buen trabajo con la acción. Es agradable sentir continuidad con Mary Elizabeth Winsted -pero gracias a ella me hizo mucha falta Bonnie Bedelia (Holly)-. No es la mejor de toda la franquicia, sin embargo, tampoco es la peor, es más que todo un homenaje a Die Hard en sus 25 años y al renacimiento de la franquicia; aparece el helicóptero, los vidrios sobre el piso y el villano, que incluso muere como Alan Rickman -mi queja es que la figura antagónica no desarrolla fuerza y tiene un giro raro con Alik (Radivoje Bukvic) que desorienta al fanático-. Yulila Snigir es un hermoso elemento pero me pareció artificial en el contexto, Moore se confundió, pensó que esto era un Bond y creo que cometió un error grande con esa pequeña ligereza. El juego de antagónicos está bien pensado y mantiene la tensión durante la cinta, no pasa lo mismo por el lado de los buenos. McClane siempre está acompañado de un compañero gracioso que es contagiado por la valentía de Willis y termina salvándole el pellejo en un par de ocasiones. En A Good Day to Die Hard, Willis parece ser ese compañero, pero va y vuelve en el rol poderoso de McClane y es donde la cinta se siente más inconsistente.

El giro en Rusia es divertido pero demasiado grande y sin necesidad. Volver, o no, a las bases que McTiernan estableció será lo que al final definirá si la franquicia sobrevive: Manténganlo sencillo, entretenido, acorralen a McClane y háganlo difícil de matar esa es la clave.

Nota personal. Este es mi Top 5 en Die Hard

1. Die Hard
2. Die Hard: With a Vengeance
3. Die Hard 2
4. A Good Day to Die Hard
5. Live Free or Die Hard

¡Feliz cumpleaños 25 John McClane! Es muy posible que este sea mi disfraz de 31 de octubre 😉

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Tower Heist

Tarde de domingo, hablemos de pelis de domingos. Tal vez, unas valga la pena verlas en salas otras definitivamente esperarlas en TV o incluso Cuevana, el caso es que muchos domingos serían desesperantes sin un buen thriller de acción. Asumo que esta en particular puede ser para verse en casa pero uno nunca sabe cómo obra el destino en ciertos momentos.

Brett Ratner director de mucha producción «hollywoodense», ha sido el encargado de suturar las franquicias con sus secuelas, como por ejemplo Red Dragon o X-Men 3. No digo que no hayan sido divertidas pero si pareciera que les hubiera hecho falta algo. Esta vez se lanza en un thriller de acción de corte cómico -¿repitiéndose?- donde parece va a cometer suicidio; si algo aprendimos de Barry Sonnenfeld es que no se debe abusar de las figuras cómicas en una comedia. De lo que más se arrepiente Sonnenfeld en Wild Wild West es de haber traído a la pantalla dos fuertes comediantes como Kevin Kline y Will Smith sin jerarquía definida, la cámara se peleaba entre ellos y la historia era una disputa entre quién era más divertido que quien.

Hubo claros ejemplos donde funcionó. Lethal Weapon de Richard Donner con Mel Gibson y Danny Glover es un caso de ellos y casi que la misma Rush Hour, de la cual Ratner fue director, pero incluso en ella se empieza a sentir el desgaste del guión entre Jackie Chan y Chris Tucker. Aquí el duelo será entre Eddie Murphy y Ben Stiller que puede ser una extraña combinación e incluso un éxito taquillero en el mejor de los casos. Esperemos a ver cómo se desenvuelve Ratner en este reto y no deja de ser interesante el impresionante reparto en esta producción.

Ben Stiller (Josh Kovacs)
Eddie Murphy (Slide)
Casey Affleck (Charlie)
Alan Alda (Arthur Shaw)
Matthew Broderick (Sr. Fitzhugh)
Judd Hirsch (Sr. Simon)
Téa Leoni (Agente epecial Claire Denham)
Michael Peña (Enrique Dev’Reaux)
Gabourey Sidibe (Odessa)

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Kiss Kiss Bang Bang

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Kiss Kiss Bang Bang es una peli de Shane Black de 2005. No me queda muy claro si es un enlatado de una peli más vieja o si simplemente es la versión de la novela de Brett Halliday, Bodies Are Where You Find Them.

La peli es protagonizada por Robert Downey Jr. en una excelente presentación. Esta vez acompañado de la bella Michelle Monaghan en un thriller de corte políciaco cargado de un fino humor y una narrativa bastante divertida. Casi que sería mejor catalogarla como un anti-héroe en una peli de cine negro, donde el protagonista es un ladrón, que se vuelve actor, detective, amante de la protagonista, vengador y antes que todo es el narrador de la peli.

La peli empieza con unos créditos magníficos elaborados por Danny Yount y luego un corte a una escena vintage en los 80’s donde un pequeño mago es saboteado por una niña malcriada quien recibe su merecido del supuesto padre.

De ahí en adelante la narración envuelve a Downey Jr, Monaghan, Val Kilmer, Larry Miller, Rockmond Dunbar, Angela Lindvall y Shannyn Sossamon en un vértigo de situaciones circunstanciales que desencadenan en un asombroso acto de magia y un final escalofriante para el thriller.

La razón de la excelente narración es la amplia experiencia de Black como escritor de Hollywood que va desde TODAS las versiones de Lethal Weapon (incluída la 5 que está en preproducción), The Long Kiss Goodninght en 1996 con Geena Davies, Craig BierkoSamuel L. Jackson y Brian Cox, Last Action Hero en 1993 con Arnold Schwarzenegger, F. Murray Abraham, el finado Anthony Queen e Ian McKellen, y The Last Boy Scout en 1991 con Bruce Willis, Damon Wayans y Halle Berry. No son las pelis más profundas ni más interesantes pero me entretuvieron mucho en la era del colegio.

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