Podríamos empezar esta entrada diciendo que Guillermo del Toro se ha convertido en el nuevo Jerry Bruckheimer de España y ha logrado con su talento penetrar fuertemente en Hollywood mediante thrillers de acción, psicológicos y de suspenso. Del Toro es un mexicano de Guadalajara que estudió cinematografía y se vinculó con el maquillaje y los efectos especiales a muy temprana edad. Participó en varios proyectos que le dieron fama mundial como por ejemplo ser el fundador del Festival de Cine Mexicano de Guadalajara pero la situación socio-económica de México era bastante complicada y terminó exiliándolo a él y a su familia. Al refugiarse en el exterior, recibió un presupuesto abultado de Hollywood a través de Miramax Films y realizó Mimic en 1997. Le siguieron El espinazo del Diablo, Blade II, Hellbboy I, El laberinto del Fauno y Hellboy II, todas reconocidas súper producciones y éxitos de taquilla. Paralelo a su dirección, su trabajo no es menos importante y deslumbrante, es escritor destacado (recientemente ayuda a Peter Jackson con la franquicia de The Hobbit), maquillador, artista de efectos especiales, actor con un par de líneas en unas cuantas producciones y sobre todo productor con una envidiable lista de 25 pelis, bien, bien interesantes.
Repito, podríamos empezar esta entrada diciendo que Guillermo del Toro se ha convertido en el nuevo Jerry Bruckheimer de España pero ni siquiera Bruckheimer es tan audaz como del Toro, su ingenio no logra tantas especialidades y sus producciones son mucho más comerciales; del Toro gusta honestamente del comic, del cine independiente, del cine de autor, del cine comercial y de los proyectos eclécticos. Hablar de Guillermo del Toro, es hablar de suspenso, comic, animación, efectos especiales, comedia e incluso drama.
Belén Rueda es recurrente en los proyectos de del Toro, su portafolio tan sólo tiene 14 pelis y dos de ellas son de este productor, El orfanato y Los ojos de Julia ambas thrillers de suspenso. Esta última siendo justos no es tan buena, su director Guillem Morales raya en la cursileria y destruye el buen trabajo que viene armando con el espectador, intrigándolo y llenándolo de ansiedad. La cinematografía tan relativa a los ojos y el sentido de la vista es impecable, a cargo de Óscar Faura creo que es lo mejor de la peli. Otro acierto innegable es la actuación de Rueda y el misterio narrado con ingenio, ambos elementos mantienen en vilo la sensación de la verdad ocultad y es bonito ir encontrando detalles que el director y de nuevo su director de fotografía persisten en ocultar.
Lástimosamente no me gustó el final, no puedo decir mucho para no dañar las expectativas de los que aún no la han visto pero a pesar de ser impredecible, la cursilería no fue un buen ingrediente. Muy distinto a El orfanato donde muy a pesar del thriller el final es el ingrediente especial para definir la calidad de toda la pieza y que su riqueza emocional enmarca una de las mejores pelis de del Toro.