Biopic, Epochal, Exploitation, Folk, Hollywood, Internet, Jay Roach, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Politicae, Vacacion

Bombshell

Al igual que Adam McKay (Vice, The Big Short), me encanta que Jay Roach ha venido desarollando ese lado aún más oscuro en lo sarcástico de su comedia y que tiene algo más que decir sobre el estado político de Estados Unidos. En ambos directores, además, se elige una serie de actores tan espectaculares que su imitación de los personajes principales es tan absurdamente buena que terminan siendo aclamados por sus desempeños.

Por ejemplo, Lyndon B. Johnson en All the Way caracterizado por Bryan Cranston -casi tan fielmente que nos preguntamos a veces si esas imágenes no eran de archivo-, Sarah Palin y John McCain en Game Change caracterizados por Julianne Moore y Ed Harris, respectivamente -e igual, fueron tan impresionantes las personificaciones que hasta se hicieron muy controvertidas-, y tal vez la excepción con Jay Roach y sus personajes fue Recount con todo el fenómeno de reconteo en las elecciones presidenciales para el periodo 2000-2004 donde se hizo más desarrollo de personajes por parte de los actores que una personificación per sé de sus apariencias. Con McKay, en la misma dirección pero a otro precio, el realizador tenía un largo, largo, trayecto de dirección de piezas cómicas, series y largometrajes, me atrevo a decir que por el excelente e innovador trabajo de las pelis de Jay Roach entró en un campo donde la sátira es más interesante que el sarcasmo; así la personificación de todo el reparto de The Big Short fue impresionante pero al mismo «nivel Jay-Roach» Dick Cheney en Vice caracterizado por Christian Bale dió frutos en la velada de Los Oscar -el trabajo de Amy Adams como Lynne Cheney, Steve Carrell como Donald Rumsfield o incluso la apuesta de Sam Rockwell como George W. Bush fueron de una calidad elevadísima logrando el año pasado sólo para lo que estamos tratando tres nominaciones y un Oscar a mejor maquillaje, además de ser considerada para mejor peli, director, guión y montaje-.

Lo de este año con Bombshell de Jay Roach es atrevido. Una trama dentro de la caída más dura del ala conservadora de las noticias, en pleno ascenso de Donald Trump, cuando por conducta inapropiada y acoso sexual sistemático es acusado Roger Ailes, director ejecutivo de Fox News. Un trabajo alusinante que empieza con una presentadora de noticias; por sus rasgos y las líneas de diálogo entendemos que es Megyn Kelly pero quién diablos podría descifrar que es Charlize Theron (yo la verdad me demoré una media hora y seguía incrédulo casi hasta la mitad de la peli que salió en un ambiente más familiar, sin imágenes de archivo de contexto, con la defensa más baja y “sin maquillaje” -yo no si sea capaz de ganarle a Renée Zellweger, favorita este año como mejor actriz, pero aquí nadie puede negar su gran desempeño-). El resto de las personificaciones son igualmente impresionantes. Al lado de Theron, Nicole Kidman como Gretchen Carlson, el fabuloso John Lithgow como Roger Ailes y todos y cada uno de los personajes de Allison Janney, Malcom McDowell, Connie Britton que respaldaron con creces el trabajo de sus líderes de estudio.

Me causa inquietud que así me haya visto la mayoría de piezas de Roach y McKay no haya hecho del todo sus reseñas. Creo que no termina de convencerme el formato o el regusto o la intención así alabe su hazaña. Bombshell no es diferente y a su vez deja mucho que desear. ¿Jay Roach es el informante positivista que la realidad de Estados Unidos necesita? ¿No es mejor un historiador capacitado para esta labor? Es decir, ¿No le hace más daño al hecho real que lo que se retrata sea realizado por un director argumentativo y no por un documentalista? ¿Hay algo más que rescatar que el escándalo y las buenas actuaciones? Sinceramente, entre mejor logra el retrato más se pierde el contexto y si no es por el trabajo ya resaltado de sus capitanes de actuación personalmente creo que la verdad sería mejor una serie documental en Netflix y ya. De esta forma sin lugar a dudas, caracterizaría esta pieza como de explotación y melodrama.

Sin embargo, esta trama tiene algo diferente que me logra sacar de este abismo de pesimismo por la pieza. Si uno libera de esta obra el trabajo de Theron, de Kidman y de Lithgow la esencia no es otra que Margot Robbie interpretando a Kayla Pospisil. Una chica inocente, ingenua, llena de ilusiones y ambiciosa como todas las chicas que llegaron a un punto donde el paso obligatorio era el segundo piso, la oficina de Ailes. Tal vez, este ligero ardid, esta pequeña figura literaria de Charles Randolph armando un personaje común, una heroína de mil caras -interpretada desde las entrañas por Robbie– no sólo convalida todas sus nominaciones sino que podría salvar este cartón que es Bombshell.

El siguiente trabajo de McKay es sobre Elizabeth Holmes de Theranos a quien conocemos por el excelente documental de Alex Gibney para HBO, The Inventor, y ya veo montada en ese potro a Jennifer Lawrence pero podría también estar cayendo en la misma red del retrato naturalista que al final sólo sirve para documentar el folklore de una época y no más.

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Brandon Cronenberg, Canadians, Exploitation, Gore, Indie, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Sci-Fi, Serie B, Thriller, Vacacion, World

Antiviral

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En 2012, el hijo del Duque del Gore presenta su primera apuesta cinematográfica y lo hace como alguien que pertenece a la elite y a sus títulos, nada más y nada menos que en Toronto y Cannes, donde finalmente fue nominado en la categoría de Un certain regard. Brandon, el hijo de David Cronenberg, es el realizador de Antiviral, una pieza cercana al horror y al gore que tanto fascinaron al padre y que de alguna forma lo hicieron famoso.

Centrados en un futuro distópico, Cronenberg narra la historia de un agente comercial en una empresa llamada Lucas Clinic que se encarga de vender virus de celebridades a fanáticos que están dispuestos a inyectárselos interesados en vivir sus enfermedades como parte de una conexión con sus ídolos. Este vendedor, interpretado por Caleb Landry Jones, logra tener altos índices de ventas y su avaricia lo lleva a traficar los virus fuera de la empresa a través de su propio torrente sanguíneo. Jones en una plataforma robada de la clínica saca las traficadas cepas y las vende a un tercero que en un escalonado absurdo las desarrolla como proteína en forma de carne para consumo humano en un restaurante.

El conflicto comienza cuando al extraer un virus de Hannah Geist (Sarah Gadon), este reacciona de forma inadecuada y empieza a consumir su cuerpo. Jones descubre una conspiración que ha tratado de mantener oculta la situación de Geist con noticias inconexas a la prensa amarillista para perpetruar el mito de su persona y subir el precio del virus que se concentra en el mercado negro como una joya. De allí al desenlace la historia se queda corta en muchas posibilidades para desarrollar la trama. Personalmente, siento que el director escogió el melodrama como su peor salida escapatoria.

Sin duda Antiviral es una pieza de buena factura. Un thriller de ciencia ficción que plantea una inquietud, un tanto inverosímil, sobre la comercialización biológica de contaminantes emotivos pero que a la larga siendo la primera pieza y el primer guión del realizador es digno de alabanza. Por otro lado, es clara la influencia de David Cronenberg en la cinta en sus gustos virulentos, secrecionales y patológicos; dicha relación es cercana a eXistenZ y Naked Lunch, pero mucho más gore y con una pequeña salida hiperhigiénica en la escenografía y cinematografía de Antiviral, que sería más que inusual en cualquiera de las pelis del padre. Sin embargo -y parafraseando a Cronenberg en The Fly a través de los diálogos de Seth Brundle– pareciera que la retroalimentación que tuvo Brandon del material y herencia de su padre fue asimilada sintéticamente; el paso de la carne por el telepodo que instaló Brandon en Antiviral sabe a plástico, no ha codificado aún la naturaleza de lo que está manipulando.

Hay muchos temas por corregir en la labor de Brandon Cronenberg como director. La principal es su dirección de actores. Acometiendo un punto tan alto en la producción de Antiviral es realmente triste como Caleb Landry Jones no fue dirigido en absoluto y sus constantes sobreactuaciones terminaron por hacer insostenible su credibilidad en el papel. Otros temas como la pérdida de ritmo en la narración con demasiadas situaciones inconexas pueden llegar a corregirse con el paso del ejercicio pero el tono teatral de los personajes puede convertirse en un pantano esnobista del que el mismo David Cronenberg esta siendo víctima en sus últimas piezas -como por ejemplo Cosmopolis-. Debo reconocer que Karim Hussain como director de fotografía logró poner una rúbrica importante que determina un estilo, aún difícil de definir como propio, pero por lo menos si claro de aquí en adelante en la carrera de Brandon y si algo debe aprender del Duque es a armar un equipo de gente inquieta, creativa y muy talentosa.

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Man on Wire

Man on Wire es un documental fantástico del director británico James Marsh (Project Nim), basado en la novela To Reach the Clouds del funámbulo(*) Philippe Petit.
* Confieso que gracias al documental me enteré que el hombre suspendido en una cuerda floja se le llamaba así.

Marsh empieza su documental como la crónica de un robo (sin joder en algún momento piensa uno que está viendo la introducción de The Dark Knight o algún aparte setentero de Carlos) pero de un momento a otro vemos a un francés hablando sobre los sueños, de cómo uno los busca, de cómo uno se hace consciente de ellos y de lo importante que es saber que hay algo sólido cuando uno persigue un sueño y retomamos el hilo del documental. Petit definió su vida cuando estaba en un consultorio de un odontólogo. En un dolor de muelas, se topa con la proyección de lo que iban a ser las Torres Gemelas del World Trade Center, unos edificios gigantescos en medio de Nueva York que iban a ser construidos a principios de los 70’s; traza una línea entre la Torre Norte y la Torre Sur para decir que en ese día, sabía qué quería ser cuando grande. Se robó esa página, de esa revista cualquiera con su sueño en proyección y se empezó a preparar en sus acrobacias. Desde luego esa epifanía no fue tal sin algo de preparación, a los dieciséis años fue expulsado de cinco escuelas y ya sabía hacer todo tipo de maromas sobre la cuerda floja pero se desinteresó del tema por encontrar el trabajo algo torpe y casi feo. Antes de ir a dicho odontólogo, comenzó a practicar equitación, esgrima, carpintería y escalada de rocas; fue entonces que la revelación se dió.

Empezó con la catedral de Notre-Dame de París, atravesando sus dos torres. Cruzó un cable de noche con un amigo de la infancia, en el día empezó su travesía y en la tarde fue arrestado. Después en 1973, viajó a Sídney y con otros amigos tensó el cable en el Harbour Bridge, donde después de finalizar sus maromas también fue arrestado. Su viaje de regreso a París -suponemos que deportado- tuvo un momento mítico en su carrera, al saber que esas torres con las que había soñado toda su vida, por fin estaban finalizadas y fue entonces que el proyecto de atravesarlas comenzó.

De ahí en adelante, nuestra primera impresión se hace realidad, Man on Wire sí es una «Heist-Movie», es la peli sobre un robo, literalmente los secuaces de Philippe Petit confabulan para quitarle la esencia a ese par de torres y volverlas su sueño, un ideal de una comunidad de locos que se reunieron para conspirar y soñar. Los confabuladores, los cómplices, los planes, las maquetas, los estudios, los análisis de esos estudios, las vestimentas, la tensión de los imprevistos, todo, todo en este documental actúa como si fuera un episodio más de los Ocean’s de Steven Soderbergh. Es maravilloso. Hasta el maldito logo de la World Trade Association, un refugio en la campiña francesa para ensayar y preparar a Philippe, es genial. Todo gracias al impulso, la sinergía, el complemento y la inercia de la exitación de seguir un sueño y abrazarlo con amor.

Este documental es una inspiración. Petit es una inspiración de cómo una persona puede perseguir sus sueños, sean los más descabellados o los más improbables, y compartirlos honestamente con las personas que lo rodean para motivarlos y en conjunto poderlos realizar. Es la definición de líder más precisa que he encontrado.

¿Quieren ponerse siniestros? Los eventos del 11 de Septiembre hacen que los planes para Man on Wire sean imposibles de hacer hoy en día, no sólo por la obvia ausencia de los monumentos que sostendrían el cable sino precisamente porque esos eventos no permitirían la aguda vigilancia que hizo Philippe sobre la vida de Las Torres ya que podría ser juzgado como un acto de terrorismo o por lo menos la planeación de uno de ellos. Sin embargo, y ahora me remito a la referencia de Das Leben der Anderen (donde K, en sus reportes como el agente HGW XX/7, desarrolla un amor fraternal con su objeto de vigilancia el escritor Georg Dreyman), Petit y sus cómplices son como ningún otro ser humano amantes y testigos de la existencia de estas torres desde su nacimiento hasta su fin. Sus lágrimas conmovedoras recorren todas y cada una de sus caras cautivados por lo divino de su travesura, y lo ingenuos que fueron frente a la grandiosidad de su acto. Su llanto es sobrecogedor y cada uno entiende el amor de esa empresa en los 70’s contrastado -y sin decirlo muy inteligentemente Marsh– con su vacío en Tribeca.

La escena final del encuentro con Annie, su compañera, es como un permiso de Kubrick con A Clockwork Orange, la travesura finalizada, la apariencia de Petit demasiado cercana a los rasgos de Malcom McDowell y una entrega sincera de euforia y amor en sexo puro y carnal. El pináculo de la juventud enmarcando la conquista de un triunfo prematuro. La pieza le otorgó a Marsh un Oscar, un Spirit como mejor documental, BAFTA como filme británico sobresaliente y obviamente Sundance tanto como mejor documental del mundo así como gran premio del jurado.

Para mi la pieza es grandiosa en el manejo de tensiones y figuras cinematográficas que no son muy comunes de ver en un documental. Por un lado la música original Michael Nyman es absolutamente fantástica, fresca y juguetona, rasgo característicos de la personalidad de Petit. La combinación de imágenes de archivo, con imágenes de la reconstrucción de los hechos y la postura de fotografías increíbles a manera de sonoviso hacen genial la narración, generan impacto, conmueve -hay incluso un pedazo en la historia donde él habla de estar colgado y decide mirar para abajo justo después de eso hay un cambio a un picado al vacío de Las Torres y es vértigo puro-.

Nota personal. Dos puntos a manera de conclusión y ya alejándome un poco del tema de la pieza, hay dos preguntas que quedan en el aire al final del proyecto. La primera es el asombro de Petit de que el norteamericano le pregunte sin cesar el porqué de sus acciones; cuando se describe un acto divino -dice- es normal tratar de buscarle explicaciones terrenales pero Petitno tenía razones para haber hecho lo que hizo, simplemente estaba siguiendo un sueño y el no tener razones hace más bonita la lógica de su acto -replica-. La segunda es que Petit fue llevado después del incidente donde un psiquiatra y pidió agua, este le preguntó el porqué y Petit enardecido le explica todo lo que ha pasado y que le parecía muy loco que no se la dieran, ¿acaso están locos ustedes?, -el doctor anota- este hombre está perfectamente normal; a lo que yo me pregunto ¿si atacar al inquisidor de la locura como desequilibrado es la suficiente respuesta de la cordura?

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Gore, Miguel Vaca, Movie, Paul Schrader, Serie B, Vacacion

Cat People

Cat People fue traída a Colombia como El Rastro de la Pantera y puede ser fácilmente catalogable como una peli de serie B dirigida por Paul Schrader, el mismo de Dominion que fue la película que continuaba la franquicia de The Exorcist explicando los orígenes de la fé del Padre Merrin.

Si uno ve esta peli y se deja cautivar por la absurda belleza de Natassja Kinski se puede incluso superar la primera impresión del gore como la hemos clasificado en primera instancia. Las escenas surrealistas al lado de su compañero felino interpretado por Malcom McDowell o las muy eróticas al lado de John Heard, la llenan con una intensidad tan profunda que se me antoja afirmar que estamos frente a una discusión sobre erotismo, zoofilia y poligamia.

Yo se que el portafolio de Shrader no es muy afortunado, pero se nota que en esta película estuvo apasionado, estuvo conectado con sus actores y que la destreza de estos dos monstruos (Kinski y McDowell) hacen de este producto algo extraordinario. Quisiera poder recordar más de esta peli pero a mis escasos nueve años, lo único que tenía en mi mente era la fijación de esa pantera hermosa y sensual, esas escenas de sadomasoquismo, esta mujer con acento extraño con un cuerpo extremadamente atractivo. El resto de la trama bastante sencilla fue discutida en su momento y casi que olvidada en el pasado

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