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Dawn of the Planet of the Apes

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Hace un par de años Rupert Wyatt fue encargado de relanzar la franquicia del Planeta de los Simios y todos temimos que iba a ser otro guiño a las acciones de Charlton Heston, por allá al final de los años 60, tal como sucedió con la desafortunada Planet of The Apes de Tim Burton en 2001. La de Burton no fue especialmente una mala pieza sino más bien una decepción. Grandes avances en maquillaje, grandes avances en tecnología, cámaras, narrativa y, al final, un pésimo resultado tratando de resolver lo más icónico del Planeta de los Simios, su desenlace.

Fue entonces cuando Wyatt, de la mano de Rick Jaffa y Amanda Silver, recrearon el posible inicio de la revolución con Rise of the Planet of the Apes. Will Rodman (James Franco) es un científico que busca una ayuda para el Alzheimer que sufre su padre; investiga la regeneración de células cerebrales mediante el uso de un virus y está en un punto muerto donde no puede controlar los efectos secundarios violentos de la droga administrada directamente en simios; cuando al laboratorio se le acaba la paciencia y determina la eutanasia de todos los especímenes infectados, Rodman adopta un pequeño recién nacido que resulta infectado por su madre gracias a la comunicación intrauterina. Este joven es Caesar, el líder de los simios que busca su libertad cuando siente que los humanos lo han abandonado y traicionado.

En ese punto habíamos dejado la historia y el punto alcanzado por Wyatt era realmente alto. Tan alto que cuando nos enteramos que no iba a participar en la segunda parte de la serie y que su sucesor iba a ser Matt Reeves experimentamos físico pánico.

Matt Reeves es el nuevo director y es reconocido en Hollywood por sus trabajos melodramáticos en TV como Felicity, Miracles o Conviction; así como el reciente enlatado de Låt den rätte komma in (Let Me In) protagonizado por Chloë Grace Moretz que más que enlatado fue la versión hablada en inglés de la impecable cinta danesa de vampiros. Claro también fue el director de Cloverfield y esto añadía una cierta porción de duda razonable a su gestión, un poco de esperanza para que la secuela tuviera algo de gracia y calidad.

Pues bien el resultado es la justa medida del sentimentalismo de Felicity, la imaginería de Cloverfield y el drama visual de Let Me In. Un raro salpicón que se fundió perfectamente en el guión de Mark Bomback y los reincidentes Rick Jaffa y Amanda Silver.

Reeves encontró la forma, tarea nada fácil, de superar Rise of the Planet of the Apes partiendo de un guión de los mismos creadores de la misma historia; ensamblando un reparto muy bueno que va desde Gary Oldman hasta el sensacional Jason Clarke, pasando por una dulce y aguada Keri Russell (Felicity) y obviamente Andy Serkis de nuevo como Caesar. La trama se olvida de la génesis del virus y avanza donde la desolación del Apocalipsis humano hace brillar la sociedad de los simios, liderados por Caesar y refugiados en lo más profundo de los Red Woods californianos. Este nivel de paz alcanzado se ve alterado por un grave incidente, un humano transgrede sus límites y llega hasta el dominio de los simios, en busca de una represa para reparar su hidroeléctrica, pero en el camino se topa con dos simios aislados, entra en pánico y mata a uno de ellos desencadenando la furia e indignación del resto de la manada. Caesar con la cabeza más fría que el resto de sus similares decide confiar que fue sólo una eventualidad, expulsa a los humanos que acompañaban al accidentado instigador y les perdona la vida. Dicha determinación divide al grupo sobre todo porque Koba (Toby Kebbell), con sus dolorosas memorias de tortura cicatrizadas en su cuerpo quiere aprovechar este único momento de venganza y siente el desplante de Caesar como una gran frustración.

En adelante, se evocan los sentimientos de un simio que vivió la parte más cálida de los humanos y el otro que vivió la más fría ignominia, desencadenando dos fuerzas igualmente poderosas, combinadas con la peligrosa volatilidad de los atrincherados humanos. Un gran planteamiento que desborda una gran peli.

El final abierto hacia una siguiente fase de la franquicia queda perfectamente intacto. Pero al parecer no todo el equipo de guionista va entero, pues sólo se escucha de Mark Bomback, y de nuevo FOX nos pone a sufrir así Matt Reeves esté confirmado. Ojalá se vuelvan a combinar las audacias del director, la genialidad del maestro Michael Giacchino en la composición musical –que logro la escalofriante mezcla de tonos clásicos extraídos de las piezas originales con composiciones originales dando como resultado un incomparable ambiente, tanto ambiental como sentimental–, un posible reparto basado en Jason Clarke, Andy Serkis y Toby Kebbell que en serio dan la nota de genialidad en esta pieza.

Para los que no han visto la cinta, la boleta se paga (con estos ya nombrados items pero además) con la fotografía de Michael Seresin –por la inclusión de esos planos secuencia tan importantes en el cine, sobre todo ese del tanque así como la imagen de Koba atravesando el fuego que da escalofríos verdaderos–, el diseño de producción de James Chinlund que poco a poco va evolucionando la comunidad de simios incluso con sutilezas en el vestuario, perdón la repetición pero vale de nuevo la nombrada de Michael Giacchino y el laborioso trabajo de Terry Notary, entrenador de actores que desarrolló lo que él llama un «humancé», una especie de chimpancé más evolucionado y que se dió el lujo de actuar como Rocket. Este «humancé» es un logro muy importante, aparte de su comportamientos el plano final con el cierre a primerísimo plano de los ojos del simio hace que se difumine el límite entre la bestia y el humano aportando un punto más a la larga lista de aciertos

Muchos momentos y muchos guiños para destacar en esta excelente peli… Creo que me la voy a repetir un par de veces más.

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Action, Adventure, Comic, Epic, Exploitation, Fantasia, Folk, Hollywood, James Mangold, Martial Arts, Miguel Vaca, Movie, Romance, Sci-Fi, Storytelling, Sukiyaki Western, Thriller, Vacacion

The Wolverine

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El auge de las pelis basadas en comics tiene su razón de ser en la codicia de los estudios cinematográficos que han tratado de explotar los derechos de las editoriales más populares de estas piezas gráficas; obvio desde hace casi un siglo ya, pero sobre todo con los recientes resultados alcanzados por los grandes estudios, se pone en la mira de los productores y directores este tipo de producciones. Sin duda los que mejor han logrado sus metas en taquilla son el triunvirato armado por Marvel Studios/Buena Vista/Disney Pictures por un lado y Warner Brothers/DC Comics por el otro.

Fox, y Sony Pictures, se meten en la pelea al poseer los derechos exclusivos de explotación de una parte importante de estas grandes potencias editoriales del comic, y en parte, son los responsables de que Universos Cinemáticos más grandes no se hayan formado perfectamente aún. Fox poseía hasta finales del año pasado los derechos de los X-Men, Fantastic Four y DareDevil; sus salidas con estas dos últimas sagas no fueron las más exitosas posibles y fueron relegadas en los rincones del estudio -a tal punto que incluso les tocó devolver los derechos de DareDevil a Marvel porque no tuvieron cómo sacar una nueva producción antes de octubre del año pasado-.

Fox ha visto mejores resultados en la explotación del microcosmos de los X-Men, con su primera trilogía pero logró decepcionar una gran parte de la crítica y la fanaticada precisamente con el cierre de la misma -gracias en parte a que Brett Ratner no supo interpretar lo que había construido Bryan Singer-. Luego el estudio intentó desarrollar subproductos de las mini-historias de los grandes favoritos y empezó con Wolverine pero de nuevo Gavin Hood se estrelló y apenas alcanzó un aceptable promedio en taquilla. El británico Matthew Vaughn dirigió X-Men: First Class y conquistó una taquilla similar pero logró lo que no había conseguido Fox hasta ahora, interés de la fanaticada en más piezas por venir.

First Class es sin duda una de las mejores piezas de Fox logradas hasta ahora, incluso por sobre las primeras realizaciones de Singer. Plantea una precuela de la historia, describiendo el origen de la amistad profunda entre Magneto y el Profesor X, tácita en todas las demás tramas que se entrelazan entre ellos y, lo más importante, conectándose con los subproductos ya publicados. Después de First Class, Fox logra una luz de esperanza y se aventura de nuevo con Mark Bomback y Scott Frank en la creación de una nueva historia para Wolverine. En principio, el director encomendado era el súper oscuro realizador Darren Aronofsky pero su agenda se lo impidió; James Mangold asumió entonces la responsabilidad del proyecto y aunque podía lograr el tono independiente esperado, su trayectoria era poco consistente, donde la calidad de sus piezas se sacrifica por el entrenimiento prometido, lo cual de alguna forma era preocupante.

The Wolverine finalmente sorprende con una madurez narrativa y una historia aislada de lo que veníamos viendo como espectadores sin tener que relanzar la franquicia o redefinir sus orígenes. Logan interpretado -ya seis veces- por Hugh Jackman se encuentra oculto y sumergido en los profundos bosques del medio oeste norteamericano, acosado por pesadillas en las que se ve envuelta su culpa por la muerte de Jean Grey (Famke Janssen). Hasta allá, va a buscarlo su destino encarnado en Yukio (Rila Fukushima), una joven espadachín asalariada de Yashida (Haruhiko Yamanouchi), viejo amigo de Nagasaki donde Wolverine salvó su vida; Yashida ha estado en la búsqueda de Logan porque quiere pagar su deuda de honor de esa época. Gracias a que Yukio puede ver el futuro, logra encontrar al Wolverine y transportarlo a Tokio. La acción se centra entonces en Japón, a donde viaja Logan en busca de su amigo; entran en acción samurais, yakusas, ronin, arqueros y espadachines, sin saturar la historia, y sobre todo dando un pulso interesante a otro eslabón de X-Men. Si esta peli es realmente entretenida, cadente y oscura al mando de Mangold, no puedo siquiera imaginar cómo hubiera sido si Aronofsky la hubiera dirigido.

The Wolverine es el único que ha logrado darle redondez a Fox y se ha vuelto su personaje más preciado. En este capítulo se adapta perfectamente a la cultura japonesa y se enriquece con todo su folclor, su música, sus colores, sus paisajes y su arquitectura. Pero la madurez de la pieza también se da del aprendizaje logrado con First Class; The Wolverine trae a colación la detonación nuclear que Estados Unidos propició en Nagasaki, pero no es protagonista, tal cuál como el incidente de Bahía Cochinos en First Class, generando vínculo, credibilidad y congruencia en su propio Universo Cinemático. Hay dos o tres escenas tipo comic que son espectaculares para que le pongan atención; el ataque ninja, el despertar del samurai de adamantio y las flechas en la espalda de Wolverine; estas tres escenas, combinadas con la música original de Marco Beltrami y las cámaras de Ross Emery, logran darle el tono épico a la cinta y pagar la boleta. Igual esperen en sus sillas sentados, hay más historia en los créditos que nos prepara desde ya para Days of Future Past, el tan esperado regreso de Bryan Singer a la franquicia.

Mientras Warner redondea los 3 millardos de dólares desde este auge de los comics en el cine, gracias en parte a la oscuridad que ha venido explotando de historias como Batman (Batman Begins, The Dark Knight, The Dark Knight Rises) y Superman (Man of Steel), Marvel no se queda atrás para nada con una mega cifra de 5 millardos de dólares con siete producciones (Iron Man I, II y III, Thor, Captain America, The Incredible Hulk, The Avengers) y aún quiere más. Contando las taquillas de Fantastic Four, Fox alcanza una respetable cifra de 2.300 millones de dólares con siete producciones y espera que, por primera vez, con The Wolverine puedan sobrepasar la marca de los 500 millones que ninguna de sus producciones ha logrado para soñar con la cifra neta de los 3 millardos, en su portafolio.

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