Biopic, Colombia, Epochal, Exploitation, Folk, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Vacacion, World

Roa

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Con Roa yo no empezaría diciendo -como lo hacen sus afiches- que es dirigida por la misma persona que hizo La cara oculta, una peli mediocre que muestra el crecimiento como realizador de Andi Baiz -como se hacía conocer el director- después de Satanás y ya. No, para mi, Andrés Baiz -como se hace llamar ahora- tiene un inicio fresco de ceros con Roa y está lejos de parecerse a su antecesora.

Roa es una peli comercial que demuestra una gran y moderna producción. Una inmejorable fotografía retratando melancólicamente esa Bogota hermosa de los años 40’s, con una paleta cálida, a veces tirando a los ocres tostados, otras veces a los rojos intensos. Su responsable es Guillermo Nieto un experimentado director de fotografía argentino que logró encontrar una emotividad acorde a ese lema, casi lastimero de, “los perdedores también escriben la historia” para transformarlo en algo más humano y cercano. Varias veces quedé gratamente sorprendido frente a su sensibilidad y su aguda mirada. Definitivamente un gran acierto en la producción. Otro factor loable en Roa es el diseño de producción y la acuciosa dirección de arte, ambas responsabilidades de Diana Trujillo. Un gran trabajo ambientando delicadamente la vida de este personaje humilde en una idiosincracia casi de pueblo, en los barrios populares de esa Bogotá. Seguramente y de la mano de los directores de vestuario, de escenografía y de locaciones lograron darle el marco perfecto de desarrollo para que todos los actores se transladaran a otra época y fuera más fácil su desempeño.

Finalmente, y lo que definitivamente podría terminar de pagar la boleta es Mauricio Puentes, protagonista de la historia e intérprete de Juan Roa Sierra. Puentes es una cara desconocida en nuestro medio pero encontré en Vive.in que logró incursionar en la TV a los 11 años en un programa llamado Reporteritos -si mal no estoy los sábados o domingos a las 7AM hace como veinte años atrás-; se aprendía los diálogos de las telenovelas y terminó interesándose por el teatro. Buscó su oportunidad en el Teatro Libre de Bogotá pero finalmente terminó trabajando con Fabio Rubiano, antes de dedicarse a ser doble de películas y series de TV. En IMDb aparece un perfil vacío pero trabajó en un papel pequeño de La Virgen de los sicarios de Barbet Schroeder hasta que conoció a Baiz y encarnó a un indigente en Satanás. Para Roa, Baiz cogió a Puentes, lo sermoneó, le dio terapia por un buen tiempo y lo convenció de ser su protagonista porque el actor no creía que podía lograr semejante responsabilidad. A fuerza de pura entrega y motivación, Mauricio Puentes logra un papel desgarrador, muy conmovedor y muy bien desarrollado. Afirma que si esta es su última peli se sentiría igual muy orgulloso, la evolución de ser un extra o un doble a inmediatamente ser protagonista lo tiene completamente anonadado. Ojalá tengamos más noticias de este joven actor.

Pero no todo es color de rosa en Roa. Grandes errores se cometen en la producción y terminan dañando el buen promedio de la cinta.

Por un lado la historia. Roa debió haber sido la historia del hombre humilde que vivió en la época del Bogotazo y que terminó linchado por la turbamulta enardecida. Su relación con Gaitán debió ser más anecdótica y circunscrita dentro del magnicidio. Por el contrario, se establece un paralelo innecesario entre la vida de Jorge Eliécer Gaitán y Roa Sierra. Una comparación odiosa, melindrosa y con un tufillo de envidia que nada bien le hace a la trama. Muchas veces hemos hablado en este blog que a Colombia le hacen falta relatos sencillos, del día a día -no importa si son de guerra, del narcotráfico o la violencia- que tengan una carga de humanidad o sean drama cotidianos y de cercanía con nuestra cultura. El motor de Roa en el magnicidio no debió ser su anhelo de ser como el caudillo sino la profunda impotencia de no ser más que un mantenido por su esposa y de no poderle ofrecer un futuro a su hija -con un epílogo de sus familiares huyendo y desapareciendo de la faz de la tierra por temor a ser vinculados en la muerte de Gaitán-. Pedro Adrián Zuluaga define a Roa como “una estetización abyecta de la pobreza y de la violencia” en vez de una narración entorno a “…dos excluidos, dos hermosos derrotados, que mediante un crimen espectacular intentaron ingresar en las corrientes de la historia, cada uno a su manera y con móviles distintos” (refiriéndose a Juan Roa Sierra y Campo Elías Delgado). Tal vez eso fue lo que se le escapó a Baiz en su guión, tal vez su perspectiva se vio obnubilada por el asesinato de la figura pública y se le olvidó que su historia trataba más sobre el perdedor.

Y remata Baiz con sus malas decisiones técnicas. La más grave de todas, vincular a Santiago Rodríguez como representante de Jorge Eliécer Gaitán. El director afirma que vio en Rodríguez una cercanía muy fuerte al fenotipo del líder liberal. Su error tal vez fue de confianza porque intentó hacer lo mismo de Puentes y tomó por sorpresa al comediante, que no acostumbra a hacer papeles dramáticos. Le contó de su parecido físico y de lo que él podría llegar a ser. Rodríguez no estaba convencido pero escuchó al director y emprendió semejante empresa con la diferencia que su actuación fue infame y terminó siendo una caricatura más de este bufón que tiene todas las carencias posibles en el desempeño histriónico. No tuvo desarrollo de personaje, no articuló el tono y lo peor sus discursos enmarcaban una mueca de carcajada que nunca se pudo quitar y su expresión se vio seriamente afectada. Algo que debe entender Baiz es que el parecido no hace al personaje, debería estudiar Nixon de Oliver Stone o Hitchcock de Sacha Gervasi para que entienda que sin parecerse demasiado Anthony Hopkins nos deja con la sensación de que ningún otro actor hubiera podido responsabilizarse por su papel.

El último golpe de credibilidad es menos grave pero igualmente doloso que con Rodríguez y fue escoger a Catalina Sandino para interpretar a María, la esposa de Roa Sierra. Imaginamos que en esta decisión tuvo más que ver el estudio que vio de pronto la posibilidad de comercializar mejor la pieza en otros mercados. El caso es que Sandino no se ha destacado en su posición por grandes actuaciones o grandes desempeños sino más bien, buenas decisiones en muy buenos momentos. Es mucho mejor que Martina García -una especie de actriz zombi- pero sus papeles son igualmente planos, monótonos, aburridos y con la sensación de siempre interpretar a una bogotana en una situación particular. En Roa no es diferente. Sandino en vez de ser una mujer abnegada, luchadora y rebuscadora se comporta como una mujer de mediana clase, que no tiene mayores problemas, que su marido está un poquito loco de la cabeza pero que con descanso y cuidado se le pasa. Un vacío argumental fuerte por donde también se le escapó el drama al realizador.

Si, Baiz advierte un progreso en su técnica y en su factura. Logra dirigir mejor a sus actores, sobre todo los naturales, pero descuida a los otros, supuestamente profesionales, y es donde su confianza pervierte la cinta. Además aunque está mejor narrada, Roa tiene serios problemas de guión que la hacen inverosímil y en algunos casos excesiva o sobreactuada. Baiz debería experimentar un poco con las mieles independientes y desarrollar historias menos pretenciosas. De pronto descubre un par de Mauricios Puentes que logren contar mejor sus historias y darle una mayor redondez a toda la trama.

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Andrés Baiz, Colombia, Indie, Latin, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Thriller, Vacacion, World

La cara oculta

Andrés Baiz director de Satanás en 2007 vuelve con la segunda pieza de su ópera prima, La cara oculta. Un thriller de suspenso donde Adrián un catalán recién llegado a Colombia es escogido para dirigir la Orquesta Filarmónica de Bogotá pero debe lidiar con la extraña desaparición de su novia Belén, también catalana, que se vino detrás él enamorada. Un extraño video, una puerta trabada y Fabiana, una nueva conquista de Adrián, completan los elementos de la trama que se ensortija de manera agradable hacia un desenlace inesperado, bien logrado. El reparto está conformado por Martina García como la tercera rueda en el triángulo amoroso, Quim Gutiérrez como Adrían y Clara Lago como Belén.

La peli es sin embargo un sistema inconsistente que contrasta buena factura con errores muy inocentes. Por un lado, maneja una excelente fotografía y un excelente manejo de cámaras pero hay dos o tres ocasiones donde se fuerzan las tomas y la secuencia termina por perder sentido. Me pareció que las escenas de Martina semidesnuda son excesivas y en demasiadas oportunidades inoficiosas; sí, es bonita, sí, son escenas naturales donde una pareja no es mojigata y no se están cubriendo uno del otro pero la naturalidad se sobreactuó y le quitó tensión a las escenas de suspenso como por ejemplo el baño que pudo haberse resuelto de muchas otras maneras. Al final, el homenaje que se le hace a Hitchcock es acartonado y no muy audaz, al realizador le faltó revisar el ejemplo sobresaliente de Robert Zemeckis con What Lies Beneath donde las alusiones a Psycho estuvieron exquisitamente realizadas y la tensión se sentía a flor de piel.

Otro punto, importante es el sonido. Mientras la edición musical de Federico Jusid se siente bastante profesional y la dirección de Baiz sobre Quim Gutiérrez es muy buena por su parte el diseño de sonido estuvo patético. Por un lado el perro no estaba entrenado y su actuación se vió la mayoría de las veces fuera de cámara con una grabaciones de muy mala calidad, la ambientación a veces era muy obvia y se hacia protagonista en las tomas -tema delicado en un elemento cinematográfico que por el contrario debe pasar desapercibido- y, finalmente, el doblaje era tenaz mientras en algunos puntos se sentía que fue hecho 100% en un estudio sin absolutamente nada de ambientación natural en el caso de la matrona alemana hubo momentos donde sin abrir la boca su diálogo aparecía en escena, y no me refiero al efecto que usa reiteradamente Oliver Stone en sus piezas para demostrar la neurosis de sus personajes con planos de bocas cerradas y sonido fuera de cámara, era claramente una falla en la sincronización de las voces, las bocas y una obvia falta de material para editar en el montaje.

La cara oculta nos muestra a un Baiz más maduro, con dominio de sus funciones y donde se nota estuvo muy atento en la dirección de sus actores, la supervisión de la dirección de arte, la edición de música original y la fotografía que al final son aspectos muy buenos dentro de la peli. La vaina es que su esfuerzo contrasta con errores muy tontos e inocentes que opacan su desempeño general. Su mayor desacierto es Martina García, una niña que no modula, que no entona, que no transfiere la esencia del personaje al público y todo su peso dramático en la historia es botado a la basura. Si ella fuera un personaje secundario estaríamos hablando de un evento desafortunado pero es protagonista, ella es en si misma la historia y parte vital del giro dramático de la trama, entonces la baja calificación de su actuación socava directamente los fundamentos de la cinta.

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Andrés Baiz, Auteur, Colombia, Drama, Exploitation, Folk, Indie, Latin, Miguel Vaca, Movie, Serie B, Suspense, Thriller, Trailer, Vacacion, World

La cara oculta

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Seguimos con las buenas noticias del cine colombiano. Esta vez de la mano del señor Andi Baiz, caleño que ya nos trajo Satanás en 2007 -además de otros cuatro cortometrajes de títulos bastante sugestivos-.

Seguimos con el thriller, esta vez de suspenso y con una mega producción colombo-española. El director de la Orquesta Filarmónica de Bogotá debe enfrentarse a la extraña desaparición de su novia y tratando de seguir adelante se encuentra con otra persona que le ofrece cariño y amparo. El corto que a continuación les ofrezco explora una turbulenta relación de celos, amor y pasiones encontradas. Me deja claro la buena fotografía de Josep M. Civit y la buena composición musical de Federico Jusid.

Su estreno será el 20 de enero, en salas colombianas.
Que lo disfruten.

Martina García (Fabiana)
Quim Gutiérrez (Adrián)
Clara Lago (Belén)

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