3D, Action, Adventure, Bryan Singer, Comic, Epic, Epochal, Exploitation, Hollywood, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Sci-Fi, Storytelling, Thriller, Vacacion, War

X-Men: Days of Future Past

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Siete pelis se han hecho con mutantes dentro del Universo Cinemático de Marvel (MCU) en FOX. A saber: X-Men, X2, The Last Stand, Origins, First Class, Wolverine y ahora Days of Future Past. Siete pelis en las cuales no hay mucha concordancia a los comics, ni a la serie animada, sino más bien han sido la excusa para lanzar una extensa franquicia cuyo único elemento aglutinante, y subsecuente protagonista, se lo ha llevado insospechadamente James Howlett, por unos conocidos como Logan por la mayoría de nosotros como Wolverine.

No importan los arcos, ni los guiones, ni si las adaptaciones fueron buenas o si algunos directores fueron mejores que otros. De tanto en tanto, en este MCU de FOX, todos han tenido graves indulgencias que a la postre han generado vacíos en sus conjugaciones. De esta forma no hay buenos ni malos entre Bryan Singer, Brett Ratner, Gavin Hood, James Mangold o Matthew Vaughn; todos sin excepción dieron más relevancia y prioridad a Mystique (Jennifer Lawrence/Rebecca Romijn), al ya nombrado Wolverine (Hugh Jackman), desarrollaron de ceros figuras como Rogue (Anna Paquin), Phoenix (Famke Janssen), Sabertooth (Tyler Mane/Liev Schreiber) o hicieron ridículos a otros tantos como Cyclops (James Marsden), Deadpool (Ryan Reynolds), Gambit (Taylor Kitsch) o Angel (Ben Foster); pero sobre todo en su común denominador, la anarquía, las historias no concordaban; unas veces Charles Xavier (Patrick Stewart) estaba condenado a su silla de ruedas, mientras en otras campantemente caminaba frente a las cámaras; en unas Emma Frost era una joven adolescente (Tahyna Tozzi) y unas décadas atrás era una despampanante mujer (January Jones); o la mejor de todas en una época Bolivar Trask era un enano (Peter Dinklage) y unas décadas después se convertía en negro (Bill Duke).

X-Men parecía entonces que no se podía juzgar como un universo cinemático coherente pero de alguna forma habían logrado conquistar un borroso camino narrativo, entre todas sus salidas. Después de las estocadas recibidas por The Last Stand y Origins, sin importar las buenas taquillas, la franquicia parecía moribunda hasta que Matthew Vaughn, producido por Bryan Singer, planteó una especie de arco de origen con First Class y todo tuvo una nueva luz de esperanza, justo cuando FOX más lo necesitaba. Singer aprovechó esa luz e intercambió papeles con Vaughn. Partió de los planteamientos de First Class, generó una formidable campaña de expectativa recogiendo la estética de Vaughn y trajo dos items que los fanáticos pedíamos a gritos (A) los centinelas y (B) alguno de los arcos de la serie animada.

Days of Future Past aparece como un excelente paso hacia una gran y más sólida franquicia. Mientras, Vaughn establecía una confrontación entre los mutantes de Xavier y The Brotherhood of Evil Mutants de Sebastian Shaw (Kevin Bacon) el contexto del final de los 60’s parecía aceptarlos con una buena tónica y una excelente ambientación. Tanto el comic como el contexto histórico fue excelentemente aprovechado y se alcanzó la cima de calidad y narración en la franquicia. Vaughn, de alguna forma rehizo el relato explotado en X-Men (2000) y replanteó desde allí el inicio de los mutantes con una nueva dosis de grandes actores. Singer fue ambicioso y pensó que era la oportunidad perfecta para unir los dos repartos y Days of Future Past le calló como anillo al dedo.

El problema eran los vacíos narrativos que la anarquía de X-Men había desarrollado dentro de FOX. Singer fue contratado para resolver el tema y poder establecer un universo donde se pudiera producir filmes a largo plazo y utilizó una solución deus ex machina, un poco facilista, sostenida en los viajes a través del tiempo. Al modificar algo del pasado no podemos asegurar que el futuro no sea alterado y si este evento del pasado es grandilocuente pues sus consecuencias en el futuro serán directamente proporcionales. Viajar en el tiempo debe ser manejado con aún más pericia que cualquier otra disculpa en el guión porque implica la multiplicidad de universos paralelos –o en el caso de Days of Future Past conciencias paralelas–, y aún más incongruencias narrativas debido a las exponenciales variables que genera cada decisión. A pesar de resolver todo a los trancazos –o como decimos en Colombia a-la-maldita-sea–, es un punto interesante y viable, el uso de saltos en el tiempo a través de conciencias paralelas, de esta forma las ilusiones de ver a Bishop (Omar Sy) haciendo su trabajo en el tiempo se disuelven pero Wolverine se vuelve una mejor opción. Además la referencia a The Terminator (1984) de James Cameron es un lujo en la cinta; el futuro áspero y oscuro del inicio de la cinta, coincide con el mundo dominado por las máquinas de Cameron, tanto que en algún momento se espera que entre el pie de un T-800 y aplaste un cráneo humano, en primer plano; los viajes en el tiempo se han usado en varios relatos pero atravesar el pliegue del tiempo y el espacio para llegar a un punto del pasado completamente desnudo es también original de Cameron y aquí también Singer le hace un guiño con la desnudez y el desconcierto de Wolverine en su viaje.

De nuevo, establecidos en las indulgencias que les debemos conceder a los creadores del MCU de FOX, la cinta prometía solucionar los vacíos conceptuales y narrativos del pasado (en la franquicia). Aunque si se responden algunas inquietudes, Days of Future Past no es precisamente la salvación esperada. Una de las jugadas reiterativas de Singer en esta pieza es que lo que no se pueda explicar en dos líneas de diálogo queda sin resolver en el marco de la historia y así fue durante toda la pieza.

De nuevo, gran cabezazo de Simon Kinberg, Jane Goldman y Matthew Vaughn, encargados de la historia, que resolvieron el tema del salto en el tiempo con viajes de conciencia a través de un inusitado poder de Kitty Pryde (Ellen Page) conocida ahora como Shadowcat pero ¿cómo encontró dicho poder? Junto a los poderes de Kitty, no se nos cuenta cómo Xavier y Magneto (Ian McKellen) se hicieron aliados en el futuro, cómo se llegó al último diseño de los centinelas que aunque tienen coherencia con la persecución de Mystique parecen un resultado de una combinación más poderosa de Rogue, no se explica la conexión de las escenas finales de The Last Stand, es decir, cómo Xavier pasa de la aniquilación total a la reencarnación/reconstrucción de su cuerpo después del enfrentamiento con Phoenix, porqué Trask (Peter Dinklage) le tiene tanto odio a los mutantes –hasta William Stryker tiene una historia que todos conocemos– o la más cruel de todas, después de una alta y enriquecida campaña de expectativa con la muerte de John F. Kennedy, nos hundimos en un vacío donde no se resuelve nada al respecto. Hay posibles soluciones a todo; Wolverine otra vez con Adamantium puede ser un detalle de alianza del guepardo con Magneto al final de The Wolverine y se explica en Days of Future Past de la misma forma que Magneto (Michael Fassbender) manipuló los rieles de acero y casi que se sienten líquido para inyectarlos en otros cuerpos; el tema no son las respuestas que uno se arma sino la desconsideración y casi descaro de los creadores de la historia que no tuvieron reparo en estos hitos importantes en la trama para los fanáticos.

La cinta en su totalidad es interesante. Perdonando otra vez, los nuevos vacíos, y a sabiendas que ya no importan, Days of Future Past está llena de detallitos divertidos que hacen de la peli un gran entretenedor y nos preparan para el gran arco de Apocalipsis en 2016. Obviamente, la escena cumbre de esta pieza podría ser la exploración de los poderes de Quicksilver (Evan Peters) que nos callan la boca a todos los que pensamos que su trajecito de aviador se veía ridículo en los abrebocas de Empire Magazine. Personalmente, siento que la escena de levitación del estadio es absolutamente atrevida, audaz y temeraria; de las pocas escenas rescatables de The Dark Knight Rises está el hundimiento del estadio de los Rogues, este levantamiento está al mismo de nivel de impacto e impresión y sienta el ambiente perfecto para el desenlace. Es cierto, en la cinta se habla más y se tiene menos acción de la esperada, pero los diálogos están muy bien concebidos y no todo tiene que ser grandes dosis de vértigo para cautivar nuestra experiencia cinematográfica; la pausa y el detalle son también elementos de fina coquetería que Singer sin duda logra alcanzar en esta salida.

Nota personal. Hubo un momento de delirio personal cuando William Shatner, en personaje de James Kirk de Star Trek, entrega la línea de diálogo “we’re going backwards in time”. Es una bobada pero una bobada de esas finas que tanto me gustan.

Nota personal 2. En cuanto a mi juego «shakespeariano» de referencias a Richard Nixon, el trabajo desarrollado por Mark Camacho no es del todo atractivo y enriquecedor. Su perfil en la historia es obvio, su desempeño es el mínimo esperado y su caricatura la hemos visto mejor ejemplificada en otras versiones, dejando como resultado un desempeño fútil y sin mucha gracia.

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The Amazing Spider-Man 2

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El fin de semana pasado se estrenó en Colombia The Amazing Spider-Man 2. La secuela llega con una alta dosis de expectativas pero así como lo dijimos en The Winter Soldier, Los Hermanos Russo le hicieron un gran daño a todo el Universo Cinemático de Marvel (MCU); ahora nos damos cuenta que la influencia no sólo hizo efecto en las series de pelis que se vienen desarrollando dentro de Buena Vista sino que a su vez, viendo esta ‘Venganza de Electro’, se evidencia que el daño es globalizado; está afectando a Sony y quién quita también puede llegar a hacer daño en FOX o incluso a DC/Warner Brothers, en sus también universos cinemáticos. Con este canon de comparación The Amazing Spider-Man 2 podría verse como una cinta promedio y apenas superior a su antecesora.

Vayamos por partes.

Hace no mucho tiempo atrás, Sony decidió que si quería seguirle sacando provecho a los derechos de explotación del Hombre-Araña, sobre Marvel, debía hacer algo al respecto sobre cómo quedó parada la franquicia después del descalabro de Sam Raimi en Spider-Man 3; optó por un rápido relanzamiento de la serie con un enlatado de origen, a cargo de Marc Webb y con Andrew Garfield como el arácnido; aunque muchos sintieron un alivio al ver refrescar la cara del enmascarado y de tener de vuelta todas las maromas del querido personaje, aquí en el blog quedamos descontentos porque al final terminaron haciendo la misma trama reemplazando actores y con muy poco material nuevo por rescatar. Había quedado evidenciado que el tema más que creativo o de dirección había sido una artimaña comercial.

En un rápido uno a uno, los antagónicos tenían la misma naturaleza naíf que volcaban sus buenas intenciones a un profundo rencor, casi fortuito, sobre el Hombre-Araña y sus personalidades eran más caricaturas que otra cosa. A nivel de acción, las mejoras se dieron con cámaras mayormente más subjetivas y destellos del sentido arácnido con «tiempos-de-bala» pero la esencia era la misma que la de hace una década –incluso el criticado enmallado volvió calcado en esta segunda parte–. Y como decíamos anteriormente, a nivel de trama, el arco de origen varió muy poco con respecto a lo que nos prometieron de lo cual lo rescatable fue la química creada entre Gwen Stacy y Peter Parker gracias al trabajo de Emma Stone conjugándose con Andrew Garfield. En este sentido, esa toma de la telaraña volviéndose una mano que se estira e intenta alcanzar a Gwen cuando cae es lo más bonito de la peli.

En este segundo capítulo, Peter Parker se enfrenta a la promesa que le hizo al papá de Gwen, el capitán George Stacy, en su lecho de muerte donde juraba protegerla y alejarla de cualquier peligro. Y tal como en la segunda parte también de Raimi, Peter duda de su relación con su novia para alejarse y reflexionar sobre el mejor camino para lo dos. La diferencia es que Marc Webb alcanzó un gran nivel de melodrama y la novela romántica entre ellos dos fue mucho más que aburrida. El resultado es una cinta de explotación, estrafalaria y con fundamentos de ciencia ficción muy barata. Lo bueno para los fanáticos es que The Amazing Spider-Man 2 es de las piezas mejor basada en los comics y como comedia conservó intacto su sentido del humor; el problema es que no fue un humor muy inteligente y sobrepasó el límite de lo ameno a lo insolente, y el desparpajo lo hizo quedar en ridículo, en varias ocasiones.

Uno de los grandes miedos de los fanáticos y de la crítica, en general, es que Sony parecía volver a caer en su misma trampa desarrollando las bases de su universo cinemático; no le vastó con Spider-Man 3 y en su afán por fundar los cimientos del arco de los Sinister Six, recurrió a la introducción de tres de ellos en este capítulo que traen los malos recuerdos del desenlace de Raimi en su trilogía; son ellos Electro (Jamie Foxx), Green Goblin (Dane DeHaan) y Rhyno (Paul Giamatti) –Norman Osborn finalmente fue otro enganche comercial que trajo a Chris Cooper tan sólo para fanfarronear y matarlo en un momento efímero dentro de la cinta–; no obstante, Alex Kurtzman y Roberto Orci, guionistas, lograron desarrollar un esquema narrativo donde Electro fue el protagonista, Harry Osborn adopta todo el poder dramático y Rhino más que un villano hace un «cameo» dentro de la historia sin generar mucha distracción; a pesar de esta armonía inusitada, la aparición de este último lamentablemente más que ruidosa o escandalosa, fue terriblemente sobreactuada y molesta.

The Amazing Spider-Man 2 no es una gran cinta. Es mucho mejor que su primera parte, pero eso lo único que demuestra es que, sin importar el éxito de taquilla que fue, la ‘Venganza de Electro’ hubiera funcionado mejor como apertura sin tantos bombos y platillos. Esta secuela ya pasó a la historia y quedó abierta la franquicia para que el misterioso hombre del sombrero, que se contactó en el pasado con el Doctor Connors, emprenda su iniciativa de traer a escena a Rhino, Volture, Octopus pero ¿qué pasará en el corazón de Peter Parker? ¿Será momento de que aparezca Mary Jane Watson? ¿Cómo manejará Sony su universo cinématico? ¿Por qué aún no hay un contrato con Marc Webb y con Andrew Garfield para una cuarta parte del arácnido? ¿Qué significan esos avances de X-Men: Days of Future Past? ¿Acaso vamos a presenciar pronto una conjunción de universos tal como se anunciaba para The Avengers?

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Thor: The Dark World

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Thor: The Dark World de Alan Taylor y James Gunn no es una peli que se pueda analizar independientemente.

Es claro que desde Iron Man 3, la Segunda Fase del Universo Cinemático de Marvel (MCU) planteado por Kevin Feige (responsable y director de todas las pelis de Marvel Studios y productor de todo el nuevo MCU) ha comenzado. Por un lado, la primera fase trajo como consecuencia la reunión en Nueva York, lograda el año pasado a buen término en The Avengers; durante cinco entregas (Iron Man, The Incredible Hulk, Iron Man 2, Thor, Captain America: The First Avenger) Marvel quería encaminar sus historias hacia una franquicia más grande y aunque Feige era el conceptualizador de la idea, él mismo contrató a Joss Whedon para que la ejecutara, en una genial movida después de que Warner Brothers y DC Comics lo descartara para la realización del filme de Wonder Woman; Whedon entendió la gran perspectiva de Feige y aportó su estilo a estos cuatro súper-héroes que terminaron por darle un nuevo giro al negocio de hacer largometrajes en Hollywood.

Primero fue Sam Raimi con Spider-Man en Sony que después de mucho tiempo sacaba una divertida cinta de súper-héroes y era éxito tanto en crítica como en taquilla; no mucho después Bryan Singer con X-Men en Fox lograba apuntalar una interpretación del comic acercándose de manera personal a cada uno de los personajes; y después vino Christopher Nolan con su Dark Knight que es una profunda interpretación (permitida por Warner/DC) de un personaje de historieta para volverlo un individuo de carne y hueso; mientras Sony aseguraba una medianamente buena trilogía con Raimi y Fox se diluía con la fuga de Singer, fue Nolan el que le puso cifras exorbitantes a las producciones y volcó la atención de todos a este nuevo negocio. En el pico más alto de Warner/DC (2005-2008), Feige se devanaba los sesos tratando de encontrar una salida y la fue encontrando con Robert Downey Jr./Iron Man, Nick Fury, el agente Phil Coulson, la agente Natasha Romanoff y el resto de agentes de S.H.I.E.L.D.

Mientras Warner/DC descansaba en los regocijos de su billonaria franquicia (Batman de Nolan), Feige ya había desarrollado tres apuestas -entre ellas Thor– y sacaba el filo de su estocada; que finalmente se dió cuando convergieron todos las cuatro estrellas de Marvel/Buena Vista en The Avengers. La industria reaccionaba y no estaba preparada para el éxito Wheedon/Feige y empezaron desesperadamente a repetir la formula. Sin Raimi, Sony relanza Spider-Man y quiere desarrollar el arco de los Sinister Six; con Matthew Vaughn, Fox vuelve a mostrar los X-Men de una forma interesante y se prepara para reunir todos los repartos trayendo de vuelta a Singer para después tratar de sumarlo a los Fantastic Four -no obstante desconcertado perdió los derechos de Daredevil que regresaron a Marvel-; y finalizada la trilogía de Nolan, Warner/DC no quiere caer en el error de Sony e intenta desarrollar a Superman como un nuevo personaje tan fuerte como Batman y desencadenar todo su poder en la Liga de la Justicia.

Thor: The Dark World no llega entonces sólo como la secuela de la shakespeareana pieza de Kenneth Branagh sino que es el resumen de cómo va la segunda fase del Universo Cinemático de Marvel, y de esa forma, es la heredera de todo el peso responsable de sostenerla ya que está bastante avanzada. Al lado del segundo capítulo de Thor, Iron Man 3 tuvo su propio desenlace dejando posiblemente a Tony Stark sólo como testigo de los Avengers en los siguientes episodios, la segunda parte de del Capitán America, The Winter Soldier y la unión de historias/promociones en la serie de TV Marvel’s Agents of S.H.I.E.L.D..

Entonces siendo Thor consciente de su responsabilidad, desarrolla con gran eficacia una trama más madura, más organizada y con mayor desarrollo que su predecesora. Los encargados de su realización son Alan Taylor y James Gunn; en principio, creo que el encargado iba a ser Alan Taylor solo, director exitoso de TV dramática como Los Soprano, Mad Men y por supuesto Game Of Thrones -que seguramente le dió el pase de entrada en la producción-, pero para compensar su inexperiencia en la gran pantalla le pusieron al lado a Gunn que es un escritor experimentado y ya había debutado detrás de cámaras en Super.

Esta vez, la historia se translada a Asgard donde la entereza del reino es amenazada por una legendaria raza de elfos oscuros, liderados por Malekith (Christopher Eccleston), que resurgen de su aprisionamiento gracias a una convergencia en los nueve reinos y la liberación de una gran y poderosa entidad conocida como “Aether“. Las investigaciones de la doctora Jane Foster en Londres sobre un extraño fenómeno de paralelaje y hoyos de gusano, la conducen directamente donde el Aether y esta por error lo absorbe en su organismo. Malekith vengador de su pueblo a causa de los asgardianos desiste de su misión y emprende la búsqueda de Foster, lo que alerta a Thor inmediatamente.

Tres cosas queremos ver en esta cinta y son perfectamente expuestas: el regreso de Loki que se ha vuelto más que un antagónico un personaje fundamental en la trama asociada con Thor; las conexiones y explicaciones de Nueva York, Foster/Thor y ahora Londres que fue anunciado en Agents of S.H.I.E.L.D.; y la puesta en contexto del MCU.

Cuatro cosas nos sorprenden: las múltiples caras de Loki que lo llevan a la traición y la vulnerabilidad; las muertes de protagonistas de primera línea; la historia de amor desenvuelta en un ambiente que no permite que sea melosa o aburrida; y la recolección de antiguos personajes como el profesor Erik Selvig que no fue olvidado en absoluto.

Dos cosas para considerar: uno sabe que se ha vuelto costumbre que en las escenas posteriores a los créditos se desarrollen conexiones o adelantos con otras sagas pero escenas posteriores a las escenas posteriores es ridículo, es decir, en esta peli no se levante del asiento sino hasta que salga el simbolito de ©2013; la otra cosa es que la relación de Thor con sus antagónicos apenas pasó raspando en esta pieza, ya que, siendo un súper-héroe de gran fuerza y poseedor del poder del rayo en su martillo parece que cae en el mismo problema de Star Trek: Into Darkness donde Khan es inmortal, han agrandado tanto su persona que difícilmente nos imaginamos un villano de la talla de su poder, esto debe mejorar o en un futuro cercano las cintas se van a volver aburridas sin riesgo aparente.

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Iron Man 3

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Tan en boga hoy en día el tema de las trilogías que Iron Man no podía ser la excepción y llega su tan esperada tercera parte. Esta vez de la mano de Shane Black quien ya había dirigido a Robert Downey Jr. en el excelente film noir Kiss Kiss Bang Bang. No lo hace mal y a pesar de que Jon Favreau se apuntó uno de los cuadrangulares más importantes en la historia de la franquicia al escoger a Downey Jr. como el mujeriego y conquistador Tony Stark, la verdad es que su segunda parte tiene muchos desaciertos, así al final cumpla su cometido de diversión. Black es un escritor por excelencia y se siente más cómodo si está involucrado per sé en el equipo de escritura -en ese sentido ya es un logro teniendo en cuenta que después de Die Hard, Lethal Weapon es uno de los clásicos de la acción mejor calificados y él es el creador/colaborador de todas sus partes en la serie-.

Al igual que Avengers el año pasado, Iron Man se lanza al ruedo de primeras para dar inicio a la temporada de grandes éxitos del verano en Hollywood. Al final, ser favorita es más difícil de lo que parece y no todas las piezas logran soportar dicha presión -como sucedió con Prometheus o el mismo Dark Knight Rises-. El tercer episodio logra hacer bien el ejercicio al colmar las expectativas que promete, ya es un éxito de taquilla redondeando los 950 millones de dólares recaudados y personalmente creo logra el mismo impacto espectacular de The Avengers el año pasado.

Antes de analizar la peli hay varios antecedentes para tener en cuenta como por ejemplo que es la primera pieza después de la fase uno del Universo Cinemático de Marvel (MCU de su nombre en inglés). Pareciera no ser un gran tema pero siendo Black el guionista, y uno «no tan aficionado» a los comics, la responsabilidad es muy fuerte. Hay que decir que la gran ventaja que ha tenido Marvel, desde la crisis de los 80’s. es que sus historias se han mantenido, unidas, integradas y consistentes en un sólo universo, en un sólo plano unidimensional. En este Iron Man, no sólo no se evita sino que se abraza este concepto, se hacen alocuciones a los eventos de Nueva York del año pasado, lo que significó para Tony Stark estar envuelto en el asunto como un mortal ser humano y, así como tal, descubrir que detrás de toda esa aura pretenciosa, autosuficiente y segura está un hombre que es vulnerable en todo sentido.

Black consigue lo que Sony Pictures en cuatro episodios no ha logrado con Spider-Man, un personaje cercano al espectador. Su Iron Man no tiene miedo de caer en los clichés por el contrario les saca partido cada vez que se aproximan, -en un gran resumen- es un melodrama que se enriquece con comedia sencilla de digerir y a la vez logra que Tony Stark sea carismático y simpático para cerrar con una frase genial para la serie, para Shane Black y para el mismo Robert Downey Jr.: “yo soy Iron Man“. Esa frase más que el culmen del argumento, es la perfecta sentencia de toda la franquicia y el negocio de las pelis basadas en este tipo de historias. En los comics, el héroe central de Marvel Comics es Spider-Man, después podrá venir todo el infinito cosmos de los X-Men, después los Avengers, y así el líder de estos últimos sea Tony Stark, como Iron Man, al final es un personaje sin mucha relevancia. Pero en el cine se ha demostrado exactamente lo contrario, los derechos de producción y explotación de los personajes de Marvel se han repartido en varios estudios. Fox tiene Silver Surfer, Galactus a los X-Men y los Fantastic Four, Sony Pictures a Spider-Man y aunque poco a poco Marvel Studios ha ido recobrando derechos de personajes como DareDevil aún está todo muy atomizado y ninguno tiene un liderazgo claro. Sin embargo, el éxito de Iron Man permitió pensar en Thor, en el Capitán America y los mismos Avengers. Antes del Iron Man de Jon Favreau, los personajes de Marvel sólo habían tenido un gran éxito con la trilogía de X-Men pero precisamente su tercera parte eliminó fogosidad y los humos se calmaron demasiado. De resto, no lograban buenas taquillas, las historias se reiniciaban constantemente con nuevos repartos y nada parecía tener consistencia.

«Yo soy Iron Man» pone en vilo que Robert Downey Jr. dice que después de llegar a sus cincuenta años no quiere seguir haciendo el papel de Tony Stark pero a la vez que si no es él, no lo es nadie. Lo pone en una posición muy ventajosa, porque en Marvel son inteligentes y saben que no pueden dejar ir a su mejor complemento; esta semana escuché incluso que Downey Jr. ofreció seguir en el MCU si y solo si le ofrecían 100 millones de dólares. La decisión está en Marvel y Disney, y si lo aceptan vendrán nuevas conjeturas de cómo podría seguir apareciendo después de lo sucedido en esta peli.

Hablando de la cinta en general, los avances de la trama nos trajeron a colación al Mandarín interpretado genialmente por el gran Ben Kingsley. Este personaje es un gran contrincante de Iron Man y precisamente con él es donde se pone capcioso el guión. De pronto, los refanáticos de Iron Man podrían estar esperando el enfrentamiento que estos dos personajes tuvieron en las páginas del comic, ala Bane vs. Batman en Dark Knight Rises, pero este es otro de los adoctrinamientos que recibimos de Shane Black con sus licencias como guionista. En vez de poner a aprender Kung-Fu de la nada a Tony Stark, Black amenaza su persona de la manera más terrenal posible, hace enlaces en la cosmogonía de Stark que no conocíamos, desarrolla un impresionante antagónico con Guy Pierce y le da redondez a cada uno de los personajes con un desarrollo medido -para que no parezca una coral- y con un sentido único -para que se justifique su aparición-. Lo más bonito es que a pesar que existe un aire de traición al comic, lo revierte con la aparición de personajes clásicos en la historieta como Bambi, Ellen Brandt, el mismo Mandarín y Rescue en lo que me parece un gran desenlace para la historia de amor detrás de la gran hazaña épica que es Iron Man 3.

-Una gran lección de escritura si entendemos los grandes problemas que tuvimos con el personaje de Gary Oldman en Lawless-.

Lo más divertido de todo es que gracias a Shane Black el cuadro de explotación que es una cinta de comic se siente evolucionada por la combinación de dos géneros cinematográficos. Iron Man 3 es por un lado un western donde Tony Stark desafía a sus contrincantes a un duelo en medio del pueblo y debe aceptar las consecuencias de sus actos. Y por el otro es una road-movie desde Tennesse hasta California donde aprende a perdonarse, a conocerse y sanar sus más profundas heridas. Al final disfruté mucho la peli aunque me dejó un profundo y agridulce sinsabor. Para los que fuimos a ver las escenas después de los créditos hubo una gran decepción al no aparecer las tan anunciadas escenas de Ant-Man dirigidas por Edgar Wright y siguiente proyecto dentro de los Avengers después de finalizar su trilogía de Blood and Ice Cream con Simon Pegg y Nick Frost. A cambio obtuvimos un dato adicional, los ataques de pánico de Tony Stark no se eliminaron así como así en el enfrentamiento de sus miedos, necesitaron de terapia y que mejor para darla que el mismísimo doctor Banner 😉

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