Llegada la franquicia a un punto muy alto con la dupla Paul Greengrass/Matt Damon y Bourne Ultimatum, las acciones no parecían muy fáciles para la producción que quería seguirle sacando resultados a las series de Robert Ludlum. Los acordes de ‘Extreme Ways‘ de Moby sonaron, nos serpenteó un escalofrío por toda la espalda y pensamos en ese justo momento que habíamos sido testigos del final de una gran serie de pelis de acción que de alguna forma marcarían un hito en la historia del cine. Y así fue. Los héroes de Hollywood ya no fueron musculosos tanques que no se despeinaban, no salían heridos, no tenían confrontaciones psicológicas y sus líneas de diálogo se extenderían por escena en más de “una”. Las tramas no se basarían en satanizar gobiernos tercermundistas que atentaran contra la democracia, el nuevo enemigo sería interno y la acción no se mediría más en balas. Por decirlo de alguna forma, los «expendables» Sylvester Stallone, Jean-Claude Van Damme, Arnold Schwarzenegger, Steven Seagal, ya no tuvieron cabida y la industria le abrió camino a otros personajes y otras historias.
¿Cómo se podría recuperar ese margen de ventaja que dió esta franquicia pero que se cerraba cinco años atrás? Sin duda alargando la historia un poco más. La producción pensó en Tony Gilroy que no sólo es un director con la credibilidad de Michael Clayton y Duplicity (ambos thillers de conspiración -uno más pintoresco que el otro- pero de buen éxito en taquillas y por lo menos Michael Clayton muy bien reconocido por la crítica) sino que además Gilroy estuvo detrás de todo el proyecto Bourne como el escritor de los tres guiones. Si el neoyorquino no era la solución entonces la franquicia no tendría esperanza en absoluto.
Al final, The Bourne Legacy es una cinta de entretenimiento que preparó la saga para más capítulos de forma exitosa. Jeremy Renner es un gran Bourne, un excelente actor y por más que lo queramos comparar con Damon hizo un gran esfuerzo por diferenciarse y lo logró. Unos dicen que este Aaron Cross es más sensible, otros que tiene una sensación de tristeza en la cara inocultable y otros dicen que su historia es forzada. Puedo estar de acuerdo en las primeras dos sentencias sobre el desempeño de este nuevo Bourne pero si algo tiene esta pieza es consistencia. Gilroy trajo para este capítulo a Edward Norton como gran antagonista de Cross (bueno en realidad lo trajo Ellen Chenoweth, su directora de reparto) para desencadenar una nueva rama en la conspiración alrededor de él y fue una excelente opción. Sacrificó acción para darle más peso a la intrincada maroma que estaba preparando y el resultado es una trama de conspiración muy bien develada frente a nuestros ojos. Se le critica la continua referencia a Blackbriar, Threadstone y Jason Bourne pero la intención más fina fue arreglada con pequeñas florituras que justificaban todo el giro y la continuidad del andamiaje. Se le critica la poca presencia de Pamela Landy (Joan Allen) y del doctor Albert Hirsch (Albert Finney) pero de nuevo los usó de la forma precisa y necesaria en su orquestación.
Sinceramente, tal vez su única falencia es la acción. No porque haya sido muy poca, de nuevo The Bourne Legacy se siente como el paso necesario que se debió dar para perdurar la serie fortaleciendo los fundamentos y para eso requirió de más tiempo armando el contexto. Su falla es más hacía la falta de entendimiento de la acción misma. Cross salta, patea, maneja, hace acrobacias pero llega un punto en su coreografía, o mejor, llega un punto en que las cámaras terminan no siguiendo su coreografía y quedamos perdidos. Aparece la solución del movimiento como un acto de magia. No es que no le creamos es que no lo entendemos y aquí cabe una pequeña comparación, Greengrass nos tenía acostumbrados a mucha acción pero con un perfecto entendimiento de todo el movimiento. No tenía que desplazarse demasiado, o dar mil giros con la cámara o ser demasiado preciso con un cuchillo, la verdadera magia de Greengrass radica en ponernos casi cinco minutos, dentro de un baño -después de haber atravesado una fachada en medio de Marruecos– y apunta de jabonazos o cabezazos contra la mampostería mantenernos en vilo en una pelea absurdamente excitante y que finaliza con un estrangulamiento tan tensionante que cuando Bourne respira, nosotros como espectadores lo hacemos al mismo tiempo.
Tal vez, Outcome, Blackbriar, Threadstone o ahora LARX aparezcan en el futuro, tal vez vuelva Cross o su nueva novia la doctora Marta Shearing (Rachel Weisz), es posible que los rumores sean ciertos y en una quinta versión se unan Bourne y Cross pero definitivamente es mejor que Gilroy siga siendo el guionista -que lo hace muy bien- y si va a dirigir se prepare realizando un par de ejercicios previos o que el estudio contrate un director experimentado, no en complejas tramas sino en pura acción coreografiada.