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Antiviral

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En 2012, el hijo del Duque del Gore presenta su primera apuesta cinematográfica y lo hace como alguien que pertenece a la elite y a sus títulos, nada más y nada menos que en Toronto y Cannes, donde finalmente fue nominado en la categoría de Un certain regard. Brandon, el hijo de David Cronenberg, es el realizador de Antiviral, una pieza cercana al horror y al gore que tanto fascinaron al padre y que de alguna forma lo hicieron famoso.

Centrados en un futuro distópico, Cronenberg narra la historia de un agente comercial en una empresa llamada Lucas Clinic que se encarga de vender virus de celebridades a fanáticos que están dispuestos a inyectárselos interesados en vivir sus enfermedades como parte de una conexión con sus ídolos. Este vendedor, interpretado por Caleb Landry Jones, logra tener altos índices de ventas y su avaricia lo lleva a traficar los virus fuera de la empresa a través de su propio torrente sanguíneo. Jones en una plataforma robada de la clínica saca las traficadas cepas y las vende a un tercero que en un escalonado absurdo las desarrolla como proteína en forma de carne para consumo humano en un restaurante.

El conflicto comienza cuando al extraer un virus de Hannah Geist (Sarah Gadon), este reacciona de forma inadecuada y empieza a consumir su cuerpo. Jones descubre una conspiración que ha tratado de mantener oculta la situación de Geist con noticias inconexas a la prensa amarillista para perpetruar el mito de su persona y subir el precio del virus que se concentra en el mercado negro como una joya. De allí al desenlace la historia se queda corta en muchas posibilidades para desarrollar la trama. Personalmente, siento que el director escogió el melodrama como su peor salida escapatoria.

Sin duda Antiviral es una pieza de buena factura. Un thriller de ciencia ficción que plantea una inquietud, un tanto inverosímil, sobre la comercialización biológica de contaminantes emotivos pero que a la larga siendo la primera pieza y el primer guión del realizador es digno de alabanza. Por otro lado, es clara la influencia de David Cronenberg en la cinta en sus gustos virulentos, secrecionales y patológicos; dicha relación es cercana a eXistenZ y Naked Lunch, pero mucho más gore y con una pequeña salida hiperhigiénica en la escenografía y cinematografía de Antiviral, que sería más que inusual en cualquiera de las pelis del padre. Sin embargo -y parafraseando a Cronenberg en The Fly a través de los diálogos de Seth Brundle– pareciera que la retroalimentación que tuvo Brandon del material y herencia de su padre fue asimilada sintéticamente; el paso de la carne por el telepodo que instaló Brandon en Antiviral sabe a plástico, no ha codificado aún la naturaleza de lo que está manipulando.

Hay muchos temas por corregir en la labor de Brandon Cronenberg como director. La principal es su dirección de actores. Acometiendo un punto tan alto en la producción de Antiviral es realmente triste como Caleb Landry Jones no fue dirigido en absoluto y sus constantes sobreactuaciones terminaron por hacer insostenible su credibilidad en el papel. Otros temas como la pérdida de ritmo en la narración con demasiadas situaciones inconexas pueden llegar a corregirse con el paso del ejercicio pero el tono teatral de los personajes puede convertirse en un pantano esnobista del que el mismo David Cronenberg esta siendo víctima en sus últimas piezas -como por ejemplo Cosmopolis-. Debo reconocer que Karim Hussain como director de fotografía logró poner una rúbrica importante que determina un estilo, aún difícil de definir como propio, pero por lo menos si claro de aquí en adelante en la carrera de Brandon y si algo debe aprender del Duque es a armar un equipo de gente inquieta, creativa y muy talentosa.

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On the Road

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On the Road es la peli a basada en la novela homónima de Jack Kerouac sobre sus multiples travesías a través de Estados Unidos, de punta a punta, acompañado de sus dos amigos Dean Moriarty y Carlo Marx; siendo la novela autobiográfica y deduciendo que Sal Paradise, interpretado por Sam Riley, es Kerouac por su ascendencia franco-canadiense, fácilmente se distingue a Allen Ginsberg de Marx y Neal Cassady de Moriarty.

El brazuca Walter Salles es el encargado de esta gran empresa. Lo último que habíamos visto del brasilero fue Dark Water, reenlatado de la japonesa de terror Honogurai mizu no soko kara original de Hideo Nakata y más allá de esta infortunada entrada a Hollywood, Diarios de Motocicleta. Es decir, un periodo largo de 7 años sin una pieza decente en el mercado.

Kerouac es al lado de Ginsberg y William S. Burroughs los pilares de lo que se conoció como la Beat Generation; un grupo de escritores de la posguerra que tomaron impulso en los 50’s e inspiraron un centenar de diferentes artistas posteriormente gracias a lo que documentaron y la forma en la que lo hicieron. La Beat Generation -peyorativamente conocidos por la prensa como los «beatniks»- son característicos desde su nombre por la apatía a lo establecido y sus estándares; mayormente novelistas innovaron en estilo, experimentaron con drogas, exploraron los límites de su sexualidad, controvirtieron la religión occidental comparándola y abrazando la oriental, repudiaron el reduccionismo material de muchos filósofos contemporáneos así como retratos simplistas de la condición humana. Howl de Allen Ginsberg, Naked Lunch de William S. Burroughs y On the Road de Kerouac son reconocidos como los picos de la literatura Beat. En lo que le compete a este blog, Howl recientemente tuvo un homenaje bajo la realización de Rob Epstein y Jeffrey Friedman, la muy buena actuación de James Franco como Ginsberg y una excelente narración animada producto del ingenio de Eric Drooker; Naked Lunch tuvo su referencia gracias al duque David Cronenberg en una pastosa, confusa y densa psicodelia.

Por su lado Salles, nos permite un acercamiento a la novela de Keoruac con una exquisita y delicada interpretación. Podemos caer erróneamente en la categorización de la pieza como una road-movie pero el epónimo personaje más que darnos una etiqueta de clasificación es un protagonista silente en la obra. Kristen Stewart en algún momento de la cinta, afirma que «ya no hay más camino para ella y que se devuelve a Denver», una figura para referirse al camino como el motor de la aventura, el socio que los acompaña calladamente durante sus viajes y el medio para que se desarrollen. No habría de hacer falta la compañía o la presencia tangible de los tres viajeros iniciales, después se incorporarían Stewart, Danny Morgan, Elisabeth Moss como su esposa o incluso Viggo Mortensen y Amy Adams (compañeros de parada) pero nunca podía faltar ni el lápiz, ni el papel, ni el camino. Además las road-movies se caracterizan por el regreso a casa y en este caso de vuelta en vuelta, el hogar se nubla y las moralejas se esfuman.

On the Road es una entretenida novela con un intricado mapa de relaciones. A nivel de actuaciones es importante destacar el desempeño de Garrett Hedlund (Tron Legacy), Viggo Mortensen (como Old Bull Lee en referencia a William S. Burroughs) y la, aunque ínfima pero grandiosa, participación de Amy Adams. Es más que justo reconocerle a Salles su gran esfuerzo por sacarle algo de histrionismo a Kristen Stewart porque al final esta cinta tiene más picos de actuación que cualquiera de las otras piezas en todo su repertorio «hollywoodense».

Salles y su pieza logran nominación a la Palma de Oro en Cannes y reconocimiento oficial en Sídney pero sobre todo vuelve a poner al realizador en un buen estado de la balanza para proyectarse en Hollywood con un nuevo impulso y de pronto encontrar su nicho así como ya lo hizo su compatriota Meirelles.

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Cosmopolis

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El maestro David Cronenberg vuelve a la serie B, en un cuasi thriller de ciencia ficción e independiente. Centrados anacrónicamente en Nueva York, Cronenberg y sus canadienses amigos –Howard Shore, Peter Suschitzky y Ronald Sanders– nos cuentan la historia de un distópico futuro donde un joven empresario ha logrado descifrar mediante un método profundamente acertado y millonésicamente detallado del sistema de la economía del mundo.

Cosmopolis es una larga y oscura carrera hacia ningún lado, donde no pasa nada y donde lo único interesante es la visión del Duque. Cada vez que se escucha de una producción que lo involucre me lleno de ansiedad y espero una pieza maestra pero últimamente siento que no llena mis expectativas, o peor que está perdiendo el toque. Sálvemos al maestro y digamos que no comprendí completamente la pieza, al igual que A Dangerous Method y Naked Lunch. Digamos que es un poco inconsistente, y así como realiza pelis geniales como Eastern Promises o A History of Violence, a veces sus versiones son tan personales que sólo él las entiende. Me gusta cuando en sus historias algo sucede, un hombre ve afectado su estatu quo cuando se revela su pasado, un hombre abandona su implacable actuación cuando se involucran inocentes en su fuego vengador o un hombre acepta su destino cuando su cuerpo se transforma en una mosca.

La primera vez que supe de Cosmopolis fue en el Hollywood News Report, en agosto del año pasado, mucho después de Cannes, y aparecía Robert Pattinson diciendo que cuando obtuvo el libreto, tuvo esa rara sensación de no poder dejar de leerlo y quiso participar a toda costa. Cronenberg, por su cuenta, no habló mucho de la relación entre él, la peli y Pattinson pero seguro le pareció divertido tener alguien que empujara comercialmente el proyecto. Uno de mis grandes problemas con Cosmopolis, muy diferente a A Dangerous Method, es que no hay liderazgo en la actuación de Pattinson. Este joven actor pertenece a la generación de Kristen Stewart, Taylor Lautner, Alex Pettyfer o inclsuo Las gemelas Olsen; no sabe actuar, se aprende sus líneas rigurosamente pero no ofrece tono en sus personajes y lo más grave daña todo a su alrededor. En Cosmopolis, Pattinson está rodeado de grandes actores que devuelven grandes desempeños: Juliette Binoche, Samantha Morton y Paul Giamatti. Jay Baruchel comparte una escena con él, y en serio, se siente más apatía, confusión y desesperación que en todo lo recitado por el británico. En algún momento me dió la sensación que El Duque se burlaba del jovencito de manera muy pícara; parecía una broma pesada para que todo aquel que pasaba frente a él, elaborara un excelente ejercicio, le diera una lección de histrionismo y desapareciera. El mismo Kevin Durand que es un peón de las producciones de bajo presupuesto, no lo estaba haciendo mal pero cuando logra su pico de actuación –¡bum!– desaparece. Es como que Cronenberg le estuviera diciendo: «¡Usted es muy mal actor! ¡Reivindíquese! ¡Aprenda!».

Cosmopolis es como un cuerpo de un paciente comatoso que entra en «línea mortal» y necesita reanimación con electrochoques. Finalmente, justo a la hora de estar viendo la peli llega la anhelada conmoción y parece que todo mejora pero -extendiendo la metáfora del comatoso- el pulso recuperado es débil y es innegable su muerte. La crítica afirma que Cronenberg es increíblemente fiel a la novela de Don DeLillo, el problema dicen es que la novela es pésima y no se explican para que pierde su tiempo y energías elucubrando alrededor de ella. Yo no le pierdo fe al maestro y sus capacidades de dirección, su narración es muy buena y sus temas increíbles. Con esta yo pasaría la página esperando su próximo proyecto y me llevaría la cita del poeta polaco, Zbigniew Herbert, como lo más rescatable de la pieza.

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A Dangerous Method

Hace ya tres semanas que fui a ver A Dangerous Method de David Cronenberg en cine y aún la están rotando en ciertas salas de la ciudad. La estuve esperando demasiado y creo que debo reconocer que después de mucho pensarla, después de mucho analizarla, no la entendí.

No digamos que quedé «plop», como dicen mis amigos chilenos, pero no estoy muy seguro esta vez de las intenciones del maestro y me pierdo en su retórica casi como cuando vi Naked Lunch

La producción se puede jactar de las interpretaciones de sus protagonistas que son bastante buenas. Sin embargo, Viggo Mortensen nos ofrece un papel sencillo que no reta demasiado sus capacidades, casi secundario, y que al contrario parece resaltar sus anteriores ejecuciones al lado de Cronenberg, con esta por debajo de sus estándares. Keira Knightley tuvo por el contrario un desafío muy vasto al tener que esforzarse para demostrarse frente a cámaras como una mujer con una patología obsesa por el sexo, además ser creíble en su neurosis y su manía para luego ir mitigando su condición hasta volverse una par de sus mentores; es creíble y su reto frente al espectador es cumplido con creces. Michael Fassbender cierra el triángulo, casi erótico entre estos tres personajes.

De nuevo vemos a un Fassbender absolutamente mimetizado en otro papel súper diferente interpretando a Carl Jung, un colega de Sigmund Freud que lo sobrevivió y se volvió a su vez pilar del psicoanálisis. Fassbender aparece muy emperifollado con un acento estilizado, una forma de comportarse bastante hermética e igual así desaforado, frenético y lujurioso con un deseo indomable por el personaje de Knightley, muy diferente al David de Prometheus, Brandon de Shame, Magneto de First Class o Bobby Sands de Hunger.

Howard Shore y Peter Suschitzky impecables siempre en equipo con el maestro.

Pero Cronenberg, aparte de la soberbia dirección de actores que desarrolló en esta pieza, no lo veo en su esencia más allá del conflicto paternal entre Jung y Freud o la mitigación de la ninfomanía de Spielrein hacia su ilustre personalidad como ya habíamos dicho. No me llenó y de pronto lo que necesito, al igual que sucedió con Naked Lunch, son sesiones de repaso, una y otra vez. Cronenberg esta vez se basó en dos obras para descifrar el guión; una fue la novela de John Kerr A Most Dangerous Method y la obra de teatro The Talking Cure de Christopher Hampton. A mi parecer se pierde en la definición del psicoanálisis y termina con una interesante pero estándar historia de amor de época.

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A Dangerous Method

Un gran suceso para los seguidores de este blog se logró a mediados de la semana pasada, nuestro querido David Cronemberg (The Fly, Dead Ringers, Naked Lunch) lanza el corto de su nuevo proyecto, A Dangerous Method. Una historia basada en la novela de John Kerr y que Christopher Hampton volvió obra de teatro. El mismo Hampton se encarga del guión de la peli y es la primera vez en mucho tiempo que Cronenberg cede esta responsabilidad, por lo que obviamente no veremos en pantalla una historia de serie B sino otra cosa. Esa otra cosa es el conflicto de Freud y Jung en el tratamiento de una hermosa paciente con un desequilibrio emocional grave. ¿Se acuerdan que dicho conflicto fue abordado muy entretenidamente por Jan Švankmajer en Přežít svůj život, bueno esta vez parece estar rodeado de una trama amorosa pero no estaremos completamente seguros hasta no ver la peli completa.

El equipo «cronenberguiano» está compuesto por Howard Shore, Peter Suschitzky, Ronald Sanders y el póker se completa con su actor fetiche Viggo Mortensen quien de nuevo adopta un acento foráneo y lo interpreta con una naturalidad impresionante. El reparto se completa con Keira Knightley, Vincent Cassel y Michael Fassbender quien obviamente debe aportar todo su ingenio histriónico pero a diferencia de Mortensen su acento simplemente se hace más británico.

Viggo Mortensen (Sigmund Freud)
Michael Fassbender (Carl Jung)
Keira Knightley (Sabina Spielrein)
Vincent Cassel (Otto Gross)

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Naked Lunch

Hay pelis extrañas de David Cronenberg y esta Naked Lunch. Una historia llena de trucos, giros y alucinaciones que descompensa cualquier brote de cordura de los espectadores. Voy a necesitar mucha ayuda de quien la quiera proveer, la baja puntuación de esta peli tan sólo puede ser comparada con la ignorancia mía sobre el tema. Mis más sinceras disculpas pero pues la peli está basada en la novela homónima de William S. Burroughs que no he leído, que a su vez fue la pieza que demarcó el estilo de este autor y su afiliación al movimiento «Beatnik» que no conozco mucho tampoco. Lo que pude averiguar es que Jack Kerouac le ayudó a Burroughs con el nombre y Allen Ginsberg en la compilación del texto (ambos motores de este movimiento) y se refiere el autor a la descripción más cruda y simple del acto de comer.

En fin, William Lee (que es es el seudónimo de Burroughs) es un exterminador de bichos que descubre que su esposa empieza a agotar sus existencias de material pesticida mediante su consumo exagerado como droga alucinógena Este primer contacto en la historia con los personajes y su adicción al veneno de cucarachas es chocante pero no tanto como la subsecuente alucinación casi «kafkiana» de bichos, artrópodos y coleópteros. La historia continúa y el nivel de paranoia aumenta, los bichos empiezan a abundar y sus formas son cada vez más fálicas, más rectales, más absurdas por lo mismo más interesante.

Peter Weller interpreta a Lee que se deja cautivar por los narcóticos y se involucra en una conspiración surrealista; conspiración que lo incita a jugar con la vida de su esposa, donde los bichos lo empiezan a presionar hasta la locura y donde Ian Holm se vuelve parte de la contra-conspiración en un juego interesante de diálogos, realidades paralelas y de nuevo el uso de los doppelgänger donde Judy Davis interpreta a la esposa de Weller y a la esposa de Holm.

Cronenberg logra muy buena aceptación con esta peli. Su equipo de los cuatro fantásticos (Shore, Suschitzky, Sanders, Cronenberg) recogen también sus reconocimientos. Logran nominación al Oso de Oro de Berlín, mejor guión para Cronenberg en Boston, Londres, Nueva York y arrasaron en los Genie. Sería demasiado impertinente por parte de mi ignorancia no recomendarla.

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