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The Birth of a Nation

Nate Parker, decide en 2016 lanzar públicamente un proyecto llamado The Birth of a Nation. Largometraje. La preexistencia de un título en 1915 no le importó a la Motion Picture Association of America (MPAA) para abogar por originalidad creativa. Y tampoco le importó que ambas piezas fueran una representación de los brotes que llevó a Estados Unidos a una profunda Guerra Civil en el siglo XIX.

Cuando Paul Haggis lanzó su peli ganadora de Oscar, Crash, lo único que pude pensar fue que estaría pensando David Cronenberg de que le hubiera robado el título. Efectivamente, estaba que volaba de la piedra y no era para menos. De la misma forma que el darle nombre y apellidos a un recién nacido, un director, sus productores y su equipo de escritura se toman el tiempo necesario para responder a las necesidades particulares de un proyecto y dedicarle un nombre. Una identidad. Cuando llega otra persona y se lo roba, lo único que queda en el aire es injusticia y una innegable afán, por parte del espectador, de comparar los dos proyectos.

Lo curioso es que no hay una ley o un protocolo al respecto. Después de todas las reclamaciones negadas de Cronenberg, hubo dos pelis llamadas Crash. La genial y la infame. Cuando Lee Daniels quiso por el contrario llamar su pieza The Butler, Hollywood de la mano de la MPAA se le vino encima por un proyecto que en 1900 y pico ya estaba registrado. Esta vez no hubo reparos en decir que era una violación a los derechos de propiedad y creación original del estudio. The Weinstein Company llamó en definitiva la peli: Lee Daniels’ The Butler (*aquí en el blog nos seguimos refiriendo a ella como simplemente The Butler).

En estos dos casos, la temática de cada historia parece ser bien diferente entre las dos. Entre Cronenberg y Haggis hay millas y millas de oscuridad, perversidad y grandes actuaciones que diferencian las historias. Entre Lee Daniels y el cortometraje que alegaba la Warner Brothers como original no sólo hay diferencias temáticas sino técnicas y diametralmente opuestas de producción por la definición misma de un largometraje y un cortometraje.

La osadía de Nate Parker con su proyecto no se limita a mancillar el título original. Hay que aclarar que sin defender los ideales esclavistas y la perspectiva racista de D. W. Griffith en los Estados Unidos de la Posguerra de Cesesión, el autor es un eje creativo y una guía de la narrativa contemporánea de todos los audiovisuales. Desde el uso y creación del primer plano como herramienta dramática, pasando por la impecable secuencia de planos para armar una historia, hasta la producción y creación misma del «travelling» como plano estético (y de nuevo, narrativo). Independiente de su reprochable ideología Griffith es parte de la historia fílmica. Un genio productor que aparece en todas las referencias de la historia del cine. Y pues aparece Parker con todo su legado afrodescendiente y el disgusto heredado durante décadas que ha visto cómo se vanagloria una historia tan perversamente distorsionada. Y es entendible su accionar al pensar que puede darle una nueva perspectiva a la historia de Griffith. Tiene excelente fotografía y momentos de sencilla genialidad. Tiene una gran partitura. Tiene actuaciones desgarradoras incluyendo la suya propia. Tiene una fuerza dramática innegable. Tiene efectos especiales crudos que reafirman el hilo narrativo. Pero sin miedo a equivocarse se puede decir que si Parker le hubiera puesto cualquier otro título a su pieza, no sería nada más que eso, otra historia de la esclavitud negra en Estados Unidos del siglo XIX. Tal vez los escándalos previos en relación a una violación de una compañera de campus y su posterior suicidio hubieran levantado algo de publicidad. Pero no se inventó nada y sus estallidos de genialidad no le llegan al motor cinematográfico que fue la original de D. W. Griffith.

Por eso para mi hay sólo una Crash y es la de Cronenberg, una sola The Butler y, después de revisar ambas cintas, sólo hay una Birth of a Nation y es la de D. W. Griffith.

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Arbitrage

arbitrage

El poder es la mejor coartada

Así abre este afiche sobre Arbitrage, la más reciente pieza y cierre de la ópera prima del joven director Nicholas Jarecki. Un impresionante y apasionado thriller de suspenso envuelto en lo más profundo de la nobleza neoyorquina donde la corrupción absorbe todo a su paso.

Llama la atención la pieza por cómo la crítica abrazaba el desempeño de Richard Gere aquí en esta peli. Nominación al Globo de Oro y una ligera indignación por no haber logrado aunque sea otra nominación en los Spirit. Cuando la empecé a ver pensé a los 10 minutos que era una típica cinta de Gere, ostentoso, lujurioso y de alguna forma emproblemado. Susan Sarandon hace su aparición haciendo de su esposa y fue una grata sorpresa porque sinceramente no la esperaba. Por la que si aguardaba era por Brit Marling, aunque pasaron otros 10 minutos y no entendía que hacía ella acompañando a Gere en una historia tan poco extraordinaria. Pero, finalmente, al terminar el primer acto empecé a notar como cada una de las piezas empezaba a encajar y como alrededor de su protagonista se establecían unos soportes impresionantes, no sólo eran Sarandon y Marling, también estaban Tim Roth, Nate Parker -que al final fue el que se llevó la gloria en dos de los círculos independientes donde participó la cinta- y el resto del reparto que es bastante bueno.

Richard Gere interpreta a Robert Miller, ad portas de la tercera edad celebrando sus sesenta años. Apuesto, exitoso, un gran orador, casado con una estupenda mujer y padre de dos hijos. Uno de ellos es Brooke interpretada por Marling, abnegada empleada que trabaja en la firma como jefe de operaciones financieras. No sabemos nada del pasado de Robert Miller, sólo que debe 200 millones de dólares y va a pagarlos con la firma de un contrato de adquisición a una firma bancaria que está interesada en tener su negocio, como sinónimo de solidez en su portafolio. Todo se le empieza a complicar por temas ajenos a su dominio y empieza a sacar lo peor de si para no quedar en la calle. La duda que nos deja Jarecki es si efectivamente por fuerzas de las circunstancias Miller se vuelve así de torcido o es la constante dentro de su quehacer con la que ha estructurado su imperio.

La argumento del thriller es sencillo, y como buen indie lo desarrolló el mismo Jarecki. La fotografía (Yorick Le Saux) y demás elementos de ambientación son moderados destacándose de pronto la partitura original del admirado Cliff Martinez. La verdad es que el nivel de actuación de Richard Gere en la cinta si levantó mucho su promedio normal pero en dos o tres ocasiones que se enfrentó a Susan Sarandon o a Brit Marling se nota que su nivel está por debajo del de ellas. Me impresionó la forma en que se manejaron un par de planos de Sarandon que con completa elocuencia demuestra frustración, desdén o apatía.

Gran cinta y se está rotando en cartelera comercial en este momento. Hay que tenerle el ojo muy encima a este joven realizador neoyorquino. Seguramente vamos a tener un par de sorpresas en un futuro cercano.

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