La verdad me pareció muy triste que mientras una peli como El levantamiento del Planeta de los Simios hace ocho días tenía casi la sala llena, antenoche que fui a ver Pequeñas Voces estaba solo en la sala. Fue tal el desagravio que ni siquiera la querían poner, si no voy a reclamar casi me embuten Final Destination 5. En serio, cero chévere y muy reprochable desde cualquier punto de vista.
La peli es un documento que se hace grande al ser escuchado, a mi parecer tiene un error táctico importante a nivel de distribución. Siendo un tema delicado y serio la población de audiencia se limita demasiado y si a eso se le suma que el 3D es dos veces más caro pues casi que se pone en riesgo todo el proyecto a nivel comercial; pero siendo sinceros, después de un fuerte dolor de cabeza y ojos por el estravismo poco natural acaecido por la esteroscopía (en la que evidentemente aún somos novatos, inexpertos y aprendices) ¿tiene sentido poner esta traba porque si? Hay detalles conmovedores resaltados en los planos 3D, al igual que en muchos momentos me tocó quitarme las gafas porque su exceso me saturaba y cuando lo hacía, en serio, la técnica dejaba de ser protagonista, y así estuviera borrosa la pantalla, le ofrecía a la narración su verdadera posición de jerarquía. En algunas partes de nuestra incipiente industria seguimos haciendo artesanía, y está bien. Gracias a ello vamos a seguir experimentando, vamos a aprender mucho más y vamos a tener el suficiente criterio para saber cuándo hay excesos, cuándo necesitamos las herramientas a nuestro alcance para resaltar un factor y cuándo esa herramienta se está llevando la parte por el todo para hacerse protagonista.
Jairo Eduardo Carrillo y Oscar Andrade son los directores de la pieza, Karolina Villarraga (Migrópolis) es la diseñadora de personajes, Juan Felipe Orozco (Al final del espectro, Saluda al diablo de mi parte) hizo el montaje y un grupo de niños aportaron sus testimonios de manera coral para lograr el imaginario de violencia y guerra que vive nuestro país, que lamentan nuestras pequeñas voces. Carrillo vive el peor de los síndromes y es el de la autosuficiencia, puede ser por presupuesto o por prepotencia, pero tiene un crédito en cada área importante del largometraje. Aunque su dirección es buena, el equipo de producción ideal y los personajes encontrados en sus narradores están bien desarrollados, su investigación se queda corta y muestra demasiado una sóla cara de la moneda, es súper delicado la empresa del periodismo porque se puede caer muy fácilmente en el amarillismo si no se dan más visos de la multilateralidad del conflicto. Se intenta satanizar la versión de la guerrilla, se suspira que así como ellos existen fuerzas igualmente perversas pero sólo uno de los niños es capaz de afirmar algo bien importante y que para mi es la verdadera moraleja de la peli: “…cualquier hombre alzado en armas genera terror, sea guerrillero, militar o paramilitar“.