Cuando salieron los nominados a todos los premios de Hollywood -quiero decir los Globo de Oro, los gremios y los Oscar mismos-, el juego que se hace siempre es pensar quién faltó y a quién le robaron reconocimiento. Una de las que salieron a relucir por su ausencia, pero con gran aceptación por parte de la crítica, fue Ann Dowd en su papel de administradora de un punto de comida rápida en Compliance.
Compliance, que traduce literalmente “conformidad“, es una peli basada en hechos de la vida real que se puede analizar como un espejo en el que se vieron plasmados muchos estadounidenses, víctimas de una serie de llamadas que muchas veces terminaron en abusos sexuales. También es el reflejo de la ingenuidad de esa persona del común que le hace falta malicia para entender que algunas cosas se salen de la norma y hay que estar preparados. La idea de todas formas no es «macartizar» a nadie sino alertar del fenómeno ya que denunciados hubo setenta casos en todo el país.
La pieza fue estrenada en Cannes el año pasado con reacciones diversas. Por un lado, parte del público pensó que era una herramienta viable para hacer este tipo de críticas y por el otro, otra facción pensó que era provocadora, fría y sin sentido.
Su director es Craig Zobel, un joven realizador independiente que vio la necesidad de denunciar el caso. Lo maravilloso de la peli (además de la desgarradora actuación de Dowd nominada incluso para un Spirit) es la narración que logra Zobel con el juego de cámaras de Adam Stone y el montaje de Jane Rizzo. Desarrolla un aire de tensión inusitado y una sensación de inconformidad absoluta. El hecho que su duración sea de 90 minutos la hace fácilmente digerible y cumplir su función principal de comunicación.