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First Man

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Una historia sobre el Apollo XI, en Hollywood, generalmente nos lleva a los datos técnicos, a la tensión de los errores, a la audacia de los astronautas para lograr su objetivo, a la fortaleza de sus personalidades para lograr la última meta. First Man cuenta lo mismo, y sin embargo, es una historia de amor.

¿Se acuerdan de esa peli con Charlize Theron y Johnny Depp? ¿Esa en la que el foco de la historia era la esposa sintiendo que su esposo era un alienígena? Bueno, lo impresionante del enfoque de Damien Chazelle para esta First Man es que Ryan Gosling, encarnando a Neil Amstrong -y repitiendo con Chazelle-, es un aliénigena en La Tierra. Tantos y tantos errores de la misión Gemini, pasando por los errores de la Apollo, no son en vano en esta historia. Cada desacierto fue un muerto, cada falta fue una mortandad, para que al final, el espectador pueda sumar 2 + 2 y pueda entender que cada misión fue una masacre, en pro de lograr una carrera para vencer al escarpado comunismo soviético que había ganado con creces cada uno de sus retos. Pero más importante, que Amstrong es el sobreviviente a cada una de estas misiones, sobreviviente a toda esta matanza -literalmente vemos una fila de actores reconocidos despidiéndose en cámara para darle paso al siguiente suicida-.

No es fácil entender la muerte como un paso hacia algo sencillo y designado. Incluso para un científico o un ingeniero, cuando las personas se esfuman como cerillas de fósforo, no es sencillo explicar porqué se sobrevive a cada prueba en la odisea. Amstrong es un mortal cualquiera. Ni siquiera es Ulises y ni siquiera es una persona -demasiado- sensible a los temas espirituales y mundanos pero el hecho de ver morir colegas como figuritas de un juego de mesa cambia la perspectiva del más racional.

First Man no relata la trama del primer hombre en tocar la faz de La Luna. First Man es la historia de la mujer que lo soporta. De sus hijos que no entienden qué pasa con su padre fantasmagórico, que haciendo presencia, no está. De los muertos que le dan un consejo pero se van, que le brindan un gramo de vitalidad y se esfuman. First Man no se trata del primer hombre en dar un paso en La Luna, se trata del primer hombre que sobrevivió a todas las equivocaciones previas de NASA y que su destino era ir y volver del mundo de los dioses, ese espacio negado para los mortales en su carcel de aire y gravedad. Neil Amstrong es un semidiós a la altura de Heracles o Perseo o Prometeo. No mató a la Hydra, no robó el fuego, ni redujo el Kraken a piedra pero si dió un paso en ese satélite que vemos todas las noches en nuestros horizontes y lejos de llevarse por el inmenso momento de su gran hazaña, logra con humildad describir su corazón. Un corazón que anhelaba librarse de las ataduras de su destino y volver a ser un mortal, después de honrar a sus héroes -sus colegas- para ser un esposo y ser un padre. Nada deseaba más.

La historia del cine casi que empieza con Georges Méliès con su Voyage dans la Lune (1902); al mismo tiempo, el hombre en La Tierra, como lo afina Gosling en una de sus líneas, aprendía a volar; ese mismo hombre que era condenado por sus errores y por sobrevivirlos se daba cuenta que en ese salto de despegarse del suelo y tratar de llegar a La Luna sólo habian pasado 60 años. Chazelle da un giro enriquecedor a la épica, nos aleja de Hollywood y su Apollo XIII, y nos adentra a una nueva mitología haciendo honor al semidiós y volviendo a la sensibilidad fantástica de 2001: A Space Odyssey, de la atrocidad que es estar en el espacio exterior para sobrevivir a ella.

Ryan Gosling… Meh!
Damien Chazelle, armonioso.
Las nominaciones de La Academia, bien. Pero creo que se les escapó mejor actriz de reparto, dirección y guión.

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Wristcutters

Wristcutters: A Love Story es una retorcida y muy interesante comedia romántica de 2006. Su director es el croata Goran Dukic que, aparte de sus cuatro cortometrajes, nos presenta su primer largo con la producción completa de Hollywood.

La historia se centra en Zia, un joven que desesperado por un desamor corta sus muñecas. Después de este momento de catarsis, no digamos su vida sino la forma de experimentar su existencia da un giro completo; conoce a Eugene y su completamente rusa familia, consigue un trabajo en Kamakaze Pizza y hasta conoce una nueva amiga llamada Mikal. Sin embargo, se entera que Desiree, ese infortunado amor, anda cerca y buscándolo entonces emprende una empresa con Eugene y Mikal para determinar su paradero. En su aventura se empiezan a encontrar con unos fabulescos personajes, incluído Raife Kneller un desconectado personaje que busca su perro perdido.

Decir más, es dañar la historia pero no verla es perderse una gran historia muy cercana al estilo balcánico al que nos tiene acostumbrados Kusturica, no sólo por su costumbrismo y sus personajes también por su humor y por sus entrañables bandas sonoras -esta vez Joy Division, Tom Waits y obvio Gogol Bordello credenciales suficientes para una imperdible velada-. Lo interesante es que con Kusturica sentimos sus historias circunscritas en una idiosincrasia determinada a esa particular geografía bosnioherzegovina; con Dukic, a pesar de los rebuscados nombres, pareciera más un cuento del medio oeste norteamericano y con cercanías a los desiertos de Nevada o Colorado aunque la historia es anacrónica y abstraída de cualquier referente geográfico.

Su reparto está conformado por grandes artistas independientes como el mismísimo Tom Waits, o John Hawkes además de Patrick Fugit como Zia, Shea Whigham como Eugene y Shannyn Sossamon como Mikal; Fugit arma su portafolio combinando -como dicen los gringos- su trabajo de día con sus pelis independientes y sus logros han sido importantes. Aunque su desempeño en este filme me parece bueno no deja de parecerse a su William Miller en Almost Famous de Cameron Crowe en 2000. La misma sensación me deja el ejercicio de Shannyn Sossamon que aparece muy bella en pantalla pero sus decisiones cinematográficas no tienen mayores retos a nivel histriónico, casi siempre encontramos en sus papeles a la chica linda, medio alternativa y algo punk que se le escabulle al protagonista de una u otra forma; aquí no es muy diferente por eso no impresiona demasiado. El que si me pareció sorprendente, y me quito el sombrero, fue Shea Whigham un papel secundario pero de gran soporte en la historia. No tuvo mayor desarrollo pero su perfil y su acento de algún lado de Europa del Este me parece estuvo bien logrado y sobre todo para nada parecido a las fuertes características de su papel de inmigrante irlandés en la serie de HBO, Boardwalk Empire.

Dukic fascina con esta comedia de humor negro pero entristece, al mismo tiempo, que desde 2006 no se le conoce ningún proyecto venidero. Wristcutters es una peli que muy entretenida que me atrajo por su afiche, una pieza muy cercana a la de Saul Bass en The Arm with The Golden Arm, excelente peli de Otto Preminger pero que igual no tiene nada que ver con esta alocada historia de amor.

Nota personal. Escuchaba la música de los créditos finales y ¡oh sorpresa!, Azazel Jacobs, director que relacionamos hace poco en Terri, apareció como extra en la pizzeria, si no estoy mal detrás de la barra como una figura oscura con gafas oscuras pero tendría que ver la peli de nuevo para estar completamente seguro.

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