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Nymphomaniac: Volume I

nymphomaniac

La última creación de Lars von Trier llega a nuestras salas en una inusitada eficiencia por parte de los distribuidores. Mucho antes que en otros países –incluido Estados Unidos–, la extensa pieza llega partida en dos partes cuyo primer volumen ya está rotando en nuestras salas.

La historia es sobre Joe, una niña que descubre sus genitales precozmente e investiga sobre ellos, en una especie de lúdico aprendizaje hasta que entrada su adolescencia explota el placer que estos le generan, desencadenando una serie de aventuras sexuales que desenfrenan una patología, sólo revelada en el desenlace de este volumen. Su historia es relatada en su madurez a través de una mujer agobiada por sus experiencias en un manto de arrepentimiento, culpa y un fuerte juicio propio; dicho relato le es contado a un hombre maduro que la recoge de la calle, cuando yacía quebrada en el adoquinado.

Joe es interpretada por cinco actrices; a sus dos años por Ronja Rissmann; a sus siete años por Maja Arsovic; a sus diez años por Ananya Berg; en su adolescencia y su temprana juventud por Stacy Martin; y en su madurez por Charlotte Gainsbourg. Es precisamente Charlotte la que le cuenta sus vívidas experiencias a Seligman, el hombre que la recoge y que es interpretado por Stellan Skarsgård.

En Nymphomaniac hay un juego entre el relato de Lars von Trier y nosotros como espectadores donde la expectativa juega un papel importante en la tensión; por un lado, discutiblemente el título de la obra es «Ninfómana» pero este término es problemático porque siempre es tomado como un prejuicio sobre la sexualidad abierta o liberal de una mujer, mientras que ‘ninfómano‘ no es de uso común o por lo menos no se conoce como comportamiento negativo de un hombre. Investigando un poco el término médico correcto es «hipersexualidad» y por lo tanto la cinta debería traducirse como «Hipersexual»; esta condición se conoce cuando hay un aumento repentino del apetito y la actividad sexual pero aunque se asocia a medicamentos o problemas médicos su causa es mayormente desconocida.

Trastornos en la salud mental, como el desdoblamiento bipolar, el alto consumo de alcohol o narcóticos pueden resultar como disparadores de esta condición. Joe al no estar expuesta a ninguna de estas circunstancias, se hace una apuesta general en la que su inquietud exacerbada termina provocando la situación de pulsión imnanejable a través de un comportamiento sexual errático. La posición de Seligman se siente como la de un psicoterapista y no condena los supuestos síntomas que han acarreado una moral socavada en Joe; mientras ella bajo una mirada judeo-cristiana interpreta su búsqueda hedonista como pecado, culpa y deformación de su alma. Es un diálogo interesante el de Seligman y Joe, no obstante un poco acartonado cuando se empieza a volver predecible.

El primer volumen de la historia se reparte en cinco capítulos: “The Compleat Angler”, “Jerôme”, “Mrs. H”, “Delirium” y “The Little Organ School”; sin embargo, en ritmo cada media hora, independiente a los capítulos, la pieza va denotando una estructura particular donde cada 20 minutos aproximadamente se cuenta una historia completa (inicio, nudo, desenlace) y es comentada por los dos interlocutores principales; esto hace que la sesión de dos horas sea entretenida, no pierda tensión ni interés aunque, ahora en retrospectiva, pueda que no se diferencie mucho del diálogo que pudo haber entre Sylvia Kristel (Emmanuelle) y George Lazenby (On Her Majesty’s Secret Service) en Emmanuelle’s Love.

En fin, el volumen uno de esta extensa obra que es Nymphomaniac define los dos primeros actos de la historia hasta el punto del giro narrativo que devela el nudo de la trama; como siempre Lars von Trier se toma su tiempo y lo hace tan bien que no nos preguntamos si hubiera sido necesario partir la historia en tantos capítulos o extenderla tan vastamente. La única comparación que se me viene a la cabeza de una obra parecida es Il Decameron de Pier Paolo Pasolini pero la vi hace tanto que no valdría la pena la referencia; la otra es Kill Bill de Quentin Tarantino una extensa y caprichosa historia de venganza que se pierde precisamente dentro de la longitud de su narración; obviamente para terminar de dar un juicio de Nymphomaniac es necesario atender su desenlace y ver si las expectativas se cumplen o se descarrilan en su impulso.

Una de las trampas en las que uno cae, y lo sugeríamos previamente en la entrada, es que el título Nymphomaniac, sumado al espíritu provocador de Von Trier y la campaña propagandística que se hizo alrededor del sexo no simulado en la peli hace que esperemos una pieza cruda, descarnada, grotesca pero que al final es un ejercicio dialéctico, un poco subido de tono y si muy pícaro; me pasó lo mismo en Brokeback Mountain de Ang Lee cuando en la escena del campamento, Heath Ledger aviva la fogata y en un plano muy posterior, muy desenfocado, sale Jake Gyllenhaal desnudo por ahí; uno piensa que se avecina una escena fuerte de cine rosa candela pero al final Gyllenhaal se mete a la carpa y no sucede nada, dejándonos una sensación inquieta de que los prejuiciosos, perversos y morbosos somos nosotros como espectadores. Tal cual es la sensación de esta primera parte, un tanteamiento de la situación, un humor sofisticado y una recurrente analogía de la sexualidad de la mujer con la pesca profesional de río.

El chileno Manuel Alberto Claro repite equipo con el danés, después de haber trabajado juntos en Melancholia ratificando el buen estado de la producción austral; al lado de Claro también repiten varios actores así como Simone Grau en el arte y obviamente Molly Marlene Stensgaard su llave en el montaje de sus piezas; hay un recurso inédito en esta cinta y es el diseño de los títulos, la infografía y el diseño gráfico, aún no he descubierto de quién es pero espero saberlo pronto porque es un punto destacado dentro de la producción. La segunda parte llega en marzo y ya nos tiene muy ansiosos.

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Auteur, Drama, Epochal, Folk, Giorgos Lanthimos, Indie, Ελληνικό Κινηματογράφο, Miguel Vaca, Movie, Strong Sexual Content, Thriller, Vacacion, World

Kynodontas

Kynodontas es una peli del griego Giorgios Lanthinos que si uno está atento puede ver en Cinemax (ya la pasaron el año pasado pero muy seguramente la repitan por esta época gracias a su nominación en los Oscar como mejor peli extranjera). Rara como ella sóla, la trama nos refiere al cine de autor de David Lynch, Stanley Kubrick o Pier Paolo Pasolini; me sorprende mucho, para bien, que La Academia haya siquiera aceptado poner en sus nominados una peli tan dura en concepto, con fuerte contenido sexual y, en general, tan fuera de sus estándares.

La peli compite con Hævnen en la categoría de mejor película extranjera pero con la diferencia que la danesa viene con el contundente favoritismo de haber ganado en los Globo de Oro y eso pesa en La Academia.

Producida en 2009 pero con un toque ochentero melancólico, casi de vendimia, como si hubiera sido filmada con fotos de una Kodak Instamatic, la peli nos traslada a un lugar de la suburbia griega donde una familia conformada por un padre, una madre, una hermana mayor, una hermana menor y un hijo nos cuentan su idiosincrasia y cotidianidad. Una cotidianidad perturbadora y extravagante donde estos niños se enfrentan a una educación conductista, controladora y absoluta por parte de sus padres que no sabemos si evitan perderlos o quieren sobreprotegerlos del mundo exterior, manipulando sus inocentes mentes con deconstrucción de ese medio. Así pues, son sometidos a escuchar clases de lingüística donde conceptos amenazantes como «mar», «teléfono» o «autopista» son trucados hábilmente en significado por palabras-concepto controladas como «poltrona», «salero» o «tapete», respectivamente. Como si eso fuera poco tienen acceso a libros académicos o música en inglés pero de nuevo con los significados distorcionados.

El resultado son un trio de hermanos, viviendo felices y sin mayores preocupaciones, donde todas sus necesidades son satisfechas; el gran problema es que la madurez es una etapa en la formación humana dada por contrastes, prueba y error; estos niños parecen no madurar y su pensamiento parece congelado en el tiempo. Sus padres han logrado postergar su inocencia que aún parece inmaculada y cristalina. El planteamiento por lo tanto es espectacular pero lo es aún más el giro que toma la historia cuando pequeños engranajes se salen del sistema y amenazan con la estabilidad de todo el estatu quo. «Kynodontas» o «colmillo» es la palabra-concepto que toma la hermana mayor como promesa de sus padres para ir a explorar el mundo exterior; si retorcida asimilación desencadena todo el desenlace de la historia.

Cautivante, excitante y completamente embebidos en la historia, se nos presenta el final de manera amenazante, inesperada y chocante. Así como el uso amañado de la semiótica en este ambiente social, surgen muchas inquietudes al respecto de esta pieza que uno generalmente no se hace con otra peli normal pero por la misma disyuntiva del planteamiento, se manifiestan como puntadas inquietantes dentro del desenlace de la trama, ¿son estos “hijos” interpretación de actores que desempeñan el papel de quinceañeros o realmente son hombres de edad avanzada que son niños en edad intelectual bajo el ambiente proporcionado por sus padres? ¿son estos niños realmente hijos de esta pareja o será también algún tipo de manipulación que lograron a través de alguna adopción?

Finalmente, y creo lo más bonito de todo el planteamiento, con base en los cinco primeros minutos de la peli donde se entiende que el significado de cada significante ha sido trucado o manipulado, Kynodontas o ‘Diente Canino‘, no tiene un significado obvio, se vuelve la metáfora de algo más ideal, un significante tan claro como poltrona, salero o tapete pero con una esencia mucho más elevada, más trascendental.

El joven director Giorgos Lanthimos, con el final de su ópera prima (tan sólo tres largometrajes y un corto) logra entrar duro y contundentemente en el mundo global del cine. Su obra, se vuelve un clásico inmediato del cine de autor y ojalá no altere su discurso y siga su contenido contestario.

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The Last Temptation of Christ

The Last Temptation of Christ es una peli que pensé no me había visto pero a medida que pasaba me resultaba demasiado familiar. Aún no tengo claro en qué momento lo hice pero estoy completamente seguro que no fue ayer mi primera vez. Cuando se estrenó en Colombia, yo tenía once años y mi mamá trabajaba como voluntaria en la Universidad Nacional cuidando el acceso a su proyección; tantos tabúes se habían roto con la peli que generó una ansiedad enorme además comercialmente había sido censurada, tanto, que el día de su estreno mi mamá me contó que se aglomeró la gente y practicamente pasaron por encima de ella y toda la gente en la taquilla. Se decidió presentarla porque de no hacerlo el vandalismo hubiera reinado.

Martin Scorsese no tan joven no tan viejo basó su peli en la novela de Nikos Kazantzakis y se cura en salud diciendo que es una interpretación de esa novela y que por ningún motivo se ha basado en los evangelios.

Cuando era chiquito me encantaba verme las pelis italianas que hablaban de la pasión de Cristo; el porqué no lo sé, me imagino que el sosiego del descanso de Semana Santa, el pescadito cocinado a usanza casera o simplemente porque eran pelis con una característica especial me llamaban mucho la atención. Me parece muy extraño que Scorsese hubiera hecho una peli de este calibre pero ya viéndola es mucho más claro el porqué. Scorsese ha basado su estética, su narrativa, su estilo en maestros del cine como Fellini, Antonioni, Brass, De Sica, Vsiconti y hasta Pasolini. Tal vez influenciado por lo controvertido de este último se arriesgó a hablar de las humanidades de este personaje histórico y describirlo como una persona débil, inseguro y hasta sexualmente ansioso.

La peli maneja toda la estética de esas pelis clásicas de las que hablaba pero se le suma la narrativa y las cámaras tan características de Scorsese. Al final es una divertida mezcla que nos muestra una pieza subversivamente controvertida. Las actuaciones son regularmente buenas, ni pésimas ni sobresalientes; un Willem Dafoe joven e histriónico, un Harvey Keitel haciendo el papel de un Judas extraño, muy cercano a la religión católica, de mano fuerte y fiel seguidor de Jesús no como siempre lo hemos conocido, una joven hermosa Barbara Hershey que se empotró en un papel bien delicado pero que lo sobrellevó con gran altura (le valió una nominación a los Globo de ese año), un joven muy joven Harry Dean Stanton y un misterioso en las penumbras que para sorpresa no fue nada más ni nadie menos que David Bowie como Poncio Pilatos.

El afiche, increíblemente bonito, Scorsese sumaba su segunda nominación en los Oscar como mejor director y lograba su primer premio en Venecia.

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