
Lisbon Story fue escrita y dirigida por Wim Wenders en 1994, uno de mis directores favoritos. En teoría, Michelangelo Antonioni acababa de sufrir una apoplejía que le impedía continuar su trabajo (valdría la pena confirmarlo), eso o el hecho que Federico Fellini acababa de fallecer hicieron que Wenders desarrollara un verdadero tributo al Séptimo Arte (en honor para Antonioni o Fellini no importa).
Muchas cosas pueden decirse e interpretarse de una peli de Wenders, particualarmente, siento que gracias al Neoexpresionismo Alemán trato yo de sacar tantos significados como escenas hay en una peli que veo. Y es que ver planos eternos, inconclusos y completamente descriptivos dejan en el espectador una sensación absurda de que “aquí” debe estar sucediendo algo realmente diferente, que sí uno se sentase a pensar definitivamente en la historia, le peli no describiría una simple banalidad, describiría una fuerte filosofía del mundo.
A Wenders no lo veía desde la universidad (ya veremos que pensaba yo de él en esa época), me encantaba explorar sus planos, sus diálogos, sus personajes. En esta peli en particular, hago referencia a lo que se ha vuelto recurrente, un director inmerso en el cine posmodernista. Tal vez, nadie como Wenders ha interpretado la pluralidad de culturas y el desasosiego de nuestra era. Un acertijo grande en nuestras vidas que nos ha venido atropellando en estos últimos años. La peli empieza con una Europa sin fronteras, o la filosofía de La Comunidad Europea, que es una afiliación económica donde varios países europeos se han reúnido bajo las mismas reglas financieras, la misma moneda pero sin abandonar completamente su cultura; Wenders lo asocia magníficamente con el dial de un babélico radio, cuyas frases cambian abruptamente a medida que se recorre el trayecto desde Berlín hacia Lisboa.
Aparece un rostro conocido, un rostro amigo, un fetiche en las pelis de Wenders, Rüdiger Vogler, un excelente actor que por ahora lo recuerdo en The Goalie’s Anxiety at the Penalty Kick (Die Angst des Tormanns beim Elfmeter) de 1971, The Scarlet Letter (Der scharlachrote Buchstabe) de 1973, Kings Of The Road (Im Lauf der Zeit) de 1976 o Until The End Of The World (Bis ans Ende der Welt) de 1991 pero de seguro ha actuado en muchas más pelis. Vogler interpreta a Phillip Winter, un ingeniero de sonido que acude al llamado de un director amigo. Es con Winter que recorremos Europa hasta llegar a Lisboa. Una ciudad ensoñadora que personalmente he venido anhelando desde Antonio Lobo Antunes y mis viajes a Brasil. Lisboa, un puerto de tejaditos de arcilla, encumbrada en una loma, con un paisaje marino, con hermosos acueductos, arcos ojivales y sus paredes de colores intensos y descarapelados por la sal del mar, sal que alcanza a llegarnos en las profundas bocanadas de aire fresco que toma Winter diariamente.
Se logra entender después que Winter es ingeniero de sonido y es cuando estos toman otro protagonismo; el foley o diseño de sonido se hace explícito, Madredeus que son los encargados de la banda sonora se hacen también expresos, incluso la belleza de la voz de Teresa Salgueiro se encarna en una delicada mujer de cejas profundas y tez blanquísima. Todo el cinema está presente, incluso la imagen pura en movimiento sin audio, sin color, está presente. La trama de un thriller de suspenso con carácter Hitchcockiano, está presente. Es una oda completa al cine, a sus protagonistas, a sus amantes.
Finalmente, hace su aparición Patrick Bauchau a quien recuerdo por el Ciego-Vidente de Carnivale una serie de HBO y su actuación de reparto en Panic Room de David Fincher de 2002. El último de los carácteres que hace que el cine es lo que es: El Director. Una divertida caricatura de un ser ensimismado, algo loco, algo neurótico, algo egocéntrico, tan pequeño que puede caber en un compacto BMW pero tan grande como un alemán en traje de lino caminando por las calles de Lisboa.
Para tener en cuenta, “La poesía de Fernando Nadie”, “Friedrich Nada”, son realmente puntos aislados? Realmente no significa nada para nosotros La poesía de Nadie o Federico Nichts? Para mi son el punto neurálgico de un análisis existencialista y metafórico que hace Wenders como interpretación de la tragedia sobre la partida de un maestro como afirmación del resto de camino que debemos recorrer sólos, la orfandad del cine sin su Federico Fellini.
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