La primera vez que me topé con David Mackenzie fue en una peli de Netflix llamada Starred Up; llegué a ella porque era protagonizada por Ben Mendelsohn y la verdad yo veo todo en lo que actúe este prodigio australiano desde que vi Animal Kingdom; Starred Up tiene la connotación de “subir de categoría” o “ascenso” y la lógica de este nombre es porque la trama de la peli trata sobre un niño que estaba en detención juvenil y es llevado a una cárcel de adultos por cumplir su mayoría de edad; en realidad es un niño muy peligroso y violento, su llegada a esa cárcel tiene todo menos ser fortuita, su padre cumple condena perpetua y la única forma de acercarse a él fue a través de su carrera criminal. Súper recomendada. Aún está en el catálogo de Netflix de este mes para los interesados.
Asi es que después de investigar un poco, Hell or High Water no es el primer rodeo del escocés.
Y se nota. Las actuaciones en Starred Up son muy buenas y la producción, en general, de Hell or High Water es de muy alto nivel.
Hell or High Water es un «western» contemporáneo, con muy buen trabajo del director sobre por Chris Pine, Ben Foster y Jeff Bridges que incluso logró nominación como mejor actor de reparto. Y, aunque no ganó nada en la noche de los Oscar, la peli estuvo también estuvo nominada a mejor producción del año, mejor montaje y mejor guión original.
La historia está contextualizada en lo profundo de Texas. El desierto –aunque hay locaciones físicas obvias– se evoca en la desolación de la recesión económica que tiene a sus habitantes con la soga hasta el cuello. Los bancos son los que están aprovechando el festín que queda, parece que estuvieran pescando con dinamita en el sentido que están arrasando con los recursos sin importar quién sobrevive. Estos, los bancos, se encargan de hacer préstamos, pequeños o grandes, no importa, lo que importa es que el ranchero se aferre a una deuda que con unos intereses altísimos, no sea capaz de pagar y así hipotecadas las propiedades se pierdan en el resultado del préstamo. Es allí cuando aparecen Toby (Chris Pine) y Tanner (Ben Foster) Howard, un par de hermanos herederos de un gran rancho, cuya madre dejó caer en hipóteca mediante un préstamo miserable al Texas Midland Bank; dicho préstamo está a punto de expirar y de no cancelarse en una fecha límite y próxima van a perder todo; este par de hermanos, cobrando justicia poética, empiezan a asaltar las sucursales del Texas Midland Bank en pueblos de bajos recursos, baja población y bajo perfil. Los conciudadanos, ni los apoyan, ni los delatan, les parece cómico que le estén robando plata como en otrora y a usanza del Lejano Oeste a estas víboras chupasangres. El plan funciona a la perfección porque la ley, no llega hasta estos confines, sin embargo, un empedernido comisario se siente desafiado, entiende el plan, el cronograma y se sienta a esperarlos en una locación que prevé es el siguiente golpe.
Las leyes del «western» empiezan a aflorar en cada acto de la pieza. El banco, los ladrones, el comisario, el «saloon», el duelo al mediodía, los habitantes del pueblo fantasma y de nuevo el desierto. Es una historia bien narradita, emocionante, tirante, graciosa y con una actuación impecable de Bridges; para mi este actor había tenido mejores actuaciones que la de Crazy Heart e incluso su desempeño mejoró después de haber alcanzado la estatuilla, destacando aquellas en las que el género es el de vaqueros y condenando definitivamente R.I.P.D. que es un huesazo.