Colombia, Folk, Latin, Luis Fernando Bottia, Miguel Vaca, Movie, Storytelling, Vacacion, World

El Faro en @FICBAQ

El_faro

Hemos ido dejando lo mejor para lo último, y entre esas piezas una colombiana. No sólo porque dentro del festival hay una categoría especial para ella y toca nombrar una sino porque en realidad sobrepasa cualquier expectativa y se hace grande en su nobleza.

El Faro de Luis Fernando Bottia concursa en el FICBAQ por mejor peli colombiana. Es una producción de RCN y Ennovva, que determina de facto que no es una producción independiente aunque sea de bajo presupuesto. Esto es importantísimo, y que haya salido tan bien, es ya un gran motivo de alabanza.

La historia envuelve a Ángel Porras, interpretado por Roger Perea, como el guardafaro en el Morro de Santa Marta; un octogenario de raza negra, siempre bien puesto, elegante, juicioso, fiel a sus horarios, flaco pero no desnutrido de comer patacón y café todos los días de su vida; está casado pero su mujer, Petrona Martínez, vive en Santa Marta y trabaja en un convento como jefe de cocina; ella odia la labor de su marido y odia cocinar pescado. La vida entre estos dos personajes ha transcurrido así por años pero la vieja se cansó y se fue, ella quería una casa propia lejos del faro. Un día una pareja, llega a las playas del Morro, zozobrantes de algún fatal destino; exhaustos, tal vez de nadar con todas sus fuerzas, duermen rendidos y es cuando Ángel los acoge. Él, Andrés Castañeda (El Páramo); ella, Karent Hinestroza (Chocó); parece que él le ha hecho la misma promesa a ella, una promesa que parece repetirse con el paso del tiempo y que queda saldada con el accionar de este faro en medio de la nada de este hermoso mar samario.

Al divisar ese montículo en cualquiera de nuestras vacaciones a Santa Marta y ver el faro funcionar pocas veces nos quedamos a pensar que una persona vive su vida aislado en ese islote y que debe amar su trabajo con tanta pasión como para someterse a un encarcelamiento de esta índole voluntariamente; sin embargo, esa es la vida de Ángel –y por lo que entendimos del mismo Roger Perea que es un actor natural–.

La música es un tanto pasada de melodrama; el diseño de sonido, ese que debe ser sutil, ambientador y delicado, es todo lo contrario; no obstante la belleza de las tomas, la naturaleza de los paisajes y la sinceridad de la historia sobresalen por encima de los errores técnicos y del dolor de ver como en el relato unos pocos aún piensan que son dueños de lo que no les pertenece.

Gran cinta que esperamos pronto ruede en cartelera comercial regularmente. Dedicada póstumamente a Roger Perea.

WP_20140324_008

afiche

Standard
Biopic, Colombia, Epochal, Exploitation, Folk, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Vacacion, World

Roa

roa

Con Roa yo no empezaría diciendo -como lo hacen sus afiches- que es dirigida por la misma persona que hizo La cara oculta, una peli mediocre que muestra el crecimiento como realizador de Andi Baiz -como se hacía conocer el director- después de Satanás y ya. No, para mi, Andrés Baiz -como se hace llamar ahora- tiene un inicio fresco de ceros con Roa y está lejos de parecerse a su antecesora.

Roa es una peli comercial que demuestra una gran y moderna producción. Una inmejorable fotografía retratando melancólicamente esa Bogota hermosa de los años 40’s, con una paleta cálida, a veces tirando a los ocres tostados, otras veces a los rojos intensos. Su responsable es Guillermo Nieto un experimentado director de fotografía argentino que logró encontrar una emotividad acorde a ese lema, casi lastimero de, “los perdedores también escriben la historia” para transformarlo en algo más humano y cercano. Varias veces quedé gratamente sorprendido frente a su sensibilidad y su aguda mirada. Definitivamente un gran acierto en la producción. Otro factor loable en Roa es el diseño de producción y la acuciosa dirección de arte, ambas responsabilidades de Diana Trujillo. Un gran trabajo ambientando delicadamente la vida de este personaje humilde en una idiosincracia casi de pueblo, en los barrios populares de esa Bogotá. Seguramente y de la mano de los directores de vestuario, de escenografía y de locaciones lograron darle el marco perfecto de desarrollo para que todos los actores se transladaran a otra época y fuera más fácil su desempeño.

Finalmente, y lo que definitivamente podría terminar de pagar la boleta es Mauricio Puentes, protagonista de la historia e intérprete de Juan Roa Sierra. Puentes es una cara desconocida en nuestro medio pero encontré en Vive.in que logró incursionar en la TV a los 11 años en un programa llamado Reporteritos -si mal no estoy los sábados o domingos a las 7AM hace como veinte años atrás-; se aprendía los diálogos de las telenovelas y terminó interesándose por el teatro. Buscó su oportunidad en el Teatro Libre de Bogotá pero finalmente terminó trabajando con Fabio Rubiano, antes de dedicarse a ser doble de películas y series de TV. En IMDb aparece un perfil vacío pero trabajó en un papel pequeño de La Virgen de los sicarios de Barbet Schroeder hasta que conoció a Baiz y encarnó a un indigente en Satanás. Para Roa, Baiz cogió a Puentes, lo sermoneó, le dio terapia por un buen tiempo y lo convenció de ser su protagonista porque el actor no creía que podía lograr semejante responsabilidad. A fuerza de pura entrega y motivación, Mauricio Puentes logra un papel desgarrador, muy conmovedor y muy bien desarrollado. Afirma que si esta es su última peli se sentiría igual muy orgulloso, la evolución de ser un extra o un doble a inmediatamente ser protagonista lo tiene completamente anonadado. Ojalá tengamos más noticias de este joven actor.

Pero no todo es color de rosa en Roa. Grandes errores se cometen en la producción y terminan dañando el buen promedio de la cinta.

Por un lado la historia. Roa debió haber sido la historia del hombre humilde que vivió en la época del Bogotazo y que terminó linchado por la turbamulta enardecida. Su relación con Gaitán debió ser más anecdótica y circunscrita dentro del magnicidio. Por el contrario, se establece un paralelo innecesario entre la vida de Jorge Eliécer Gaitán y Roa Sierra. Una comparación odiosa, melindrosa y con un tufillo de envidia que nada bien le hace a la trama. Muchas veces hemos hablado en este blog que a Colombia le hacen falta relatos sencillos, del día a día -no importa si son de guerra, del narcotráfico o la violencia- que tengan una carga de humanidad o sean drama cotidianos y de cercanía con nuestra cultura. El motor de Roa en el magnicidio no debió ser su anhelo de ser como el caudillo sino la profunda impotencia de no ser más que un mantenido por su esposa y de no poderle ofrecer un futuro a su hija -con un epílogo de sus familiares huyendo y desapareciendo de la faz de la tierra por temor a ser vinculados en la muerte de Gaitán-. Pedro Adrián Zuluaga define a Roa como “una estetización abyecta de la pobreza y de la violencia” en vez de una narración entorno a “…dos excluidos, dos hermosos derrotados, que mediante un crimen espectacular intentaron ingresar en las corrientes de la historia, cada uno a su manera y con móviles distintos” (refiriéndose a Juan Roa Sierra y Campo Elías Delgado). Tal vez eso fue lo que se le escapó a Baiz en su guión, tal vez su perspectiva se vio obnubilada por el asesinato de la figura pública y se le olvidó que su historia trataba más sobre el perdedor.

Y remata Baiz con sus malas decisiones técnicas. La más grave de todas, vincular a Santiago Rodríguez como representante de Jorge Eliécer Gaitán. El director afirma que vio en Rodríguez una cercanía muy fuerte al fenotipo del líder liberal. Su error tal vez fue de confianza porque intentó hacer lo mismo de Puentes y tomó por sorpresa al comediante, que no acostumbra a hacer papeles dramáticos. Le contó de su parecido físico y de lo que él podría llegar a ser. Rodríguez no estaba convencido pero escuchó al director y emprendió semejante empresa con la diferencia que su actuación fue infame y terminó siendo una caricatura más de este bufón que tiene todas las carencias posibles en el desempeño histriónico. No tuvo desarrollo de personaje, no articuló el tono y lo peor sus discursos enmarcaban una mueca de carcajada que nunca se pudo quitar y su expresión se vio seriamente afectada. Algo que debe entender Baiz es que el parecido no hace al personaje, debería estudiar Nixon de Oliver Stone o Hitchcock de Sacha Gervasi para que entienda que sin parecerse demasiado Anthony Hopkins nos deja con la sensación de que ningún otro actor hubiera podido responsabilizarse por su papel.

El último golpe de credibilidad es menos grave pero igualmente doloso que con Rodríguez y fue escoger a Catalina Sandino para interpretar a María, la esposa de Roa Sierra. Imaginamos que en esta decisión tuvo más que ver el estudio que vio de pronto la posibilidad de comercializar mejor la pieza en otros mercados. El caso es que Sandino no se ha destacado en su posición por grandes actuaciones o grandes desempeños sino más bien, buenas decisiones en muy buenos momentos. Es mucho mejor que Martina García -una especie de actriz zombi- pero sus papeles son igualmente planos, monótonos, aburridos y con la sensación de siempre interpretar a una bogotana en una situación particular. En Roa no es diferente. Sandino en vez de ser una mujer abnegada, luchadora y rebuscadora se comporta como una mujer de mediana clase, que no tiene mayores problemas, que su marido está un poquito loco de la cabeza pero que con descanso y cuidado se le pasa. Un vacío argumental fuerte por donde también se le escapó el drama al realizador.

Si, Baiz advierte un progreso en su técnica y en su factura. Logra dirigir mejor a sus actores, sobre todo los naturales, pero descuida a los otros, supuestamente profesionales, y es donde su confianza pervierte la cinta. Además aunque está mejor narrada, Roa tiene serios problemas de guión que la hacen inverosímil y en algunos casos excesiva o sobreactuada. Baiz debería experimentar un poco con las mieles independientes y desarrollar historias menos pretenciosas. De pronto descubre un par de Mauricios Puentes que logren contar mejor sus historias y darle una mayor redondez a toda la trama.

Standard
Action, Actor, Colombia, Comedy, Exploitation, Latin, Miguel Vaca, Movie, Riccardo Gabrielli, Serie B, Vacacion

La Lectora

Esta producción de Riccardo Gabrielli resultó ser inverosímil, forzada y predecible. Una producción altísima para un thriller serie B que no genera tensión o suspenso. Vuelvo a tomar las palabras de Jhonny Hendrix Hinestroza (Chocó), que usé en Sofía y el Terco, cuando un director toma la decisión de contar su historia con un actor reconocido tiene que lidiar con una mentira innata y se supera sólo si ese actor es de una categoría altísima. Sólo Carolina Gómez superó esta prueba con suficiencia y demostró que si hubiera tenido un mejor maquillaje y un guión más apropiado hubiera desarrollado mejor su personaje, seguro hubiéramos visto un desempeño deslumbrante en pantalla. De resto sólo tres actores apenas superaron el mismo reto, Luis Eduardo Arango, César Mora y Oscar Borda, su problema es que se le evidenció la falta de dirección actoral y por momentos se perdieron en sus propias sobreactuaciones. El resto del reparto es una payasada. Una lista de actores reconocidos, sacados directamente de nuestras pantallas de TV, con papeles acartonados y cero creíbles. Una vergüenza.

No me divertí y sentí que odiaba en mi silla los chistes y la mala actuación que reinaba. Gabrielli pareció escudarse en los altos presupuestos para ocultar sus errores (de continuidad, de mezcla de sonido, de composición musical, de desempeño actoral). No es una buena peli. No es un buen thriller y no se dejen engañar por la ramplonería, los huecos en la historia son demasiado vastos como para ocultarlos en un final abierto muy mediocre.

Standard
Action, Colombia, Coral, Exploitation, Folk, Juan Sebastián Valencia, Latin, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Romance, Serie B, Thriller, Vacacion, World

Poker

Espero que ya hayan visto Póker, la primera peli del realizador colombiano Juan Sebastián Valencia porque no sólo es el tema de la boleta, nuestros realizadores necesitan retroalimentación, necesitan de crítica y todos necesitamos que se haga industria. Póker es un thriller de suspenso que enmarca el juego de cuatro colombianos envueltos cada uno en unos dilemas gigantes. Cada uno carga su cruz y asume que esa cruz es la más pesada de la mesa. Por eso el juego es voraz, por eso cada mano es una carnicería. Tiene un juego de tiempos divertido donde rápidamente nos damos cuenta que el realizador ha empezado la historia en algún momento ad portas al desenlace.

Se cometieron muchos errores en la producción de esta pieza que esperamos se resuelvan a futuro en los subsiguientes proyectos del director. Son pasables porque es su primera peli pero ojalá pueda escucharlos porque sería muy reprobable si los siguiera cometiendo a futuro ya que son igual errores vitales para el éxito de una peli (y no hablo comercialmente, seguramente RCN se encargará de recoger una buena taquilla), hablo de aspectos graves, de técnica, de fundamento que son la base de cualquier proyecto cinametográfico.

Empecemos por el guión. Es interesante el vuelco del cine colombiano hacia el thriller y en este caso hacia el thriller de acción, Valencia como escritor nos somete a una historia coral donde los protagonistas convergen en una mesa de póker para resolver sus problemas. Se dice que ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre, el escritor y director no puede asumir que debemos entender todo ni tampoco explicarnos todo al detalle para entregarnos súper masticadas las escenas. De eso se trata el cine, de unir tomas y que esas tomas nos conduzcan a otro lado y que por continuidad todo permanezca coherente y fluído. Póker parece un queso suizo lleno de huecos por doquier a lo largo de la trama, cómo Apolo logra conseguir la plata para sentarse en la mesa o cómo a una mesa VIP de un casino pudieron llegar armas cargadas sobrepasando cualquier tipo de seguridad ordinaria. En fin parecerían actos propios de la inexperiencia pero después muy al final las escenas (que en este momento no puedo nombrarlas porque me tiro el desenlace de la peli) se hacen sobredescriptivas, lo que nos deja una sóla conclusión y es que el guión fue desordenado y poco minucioso. Su ritmo es bueno al inicio pero no dura mucho. El ir y venir, constantemente, una y otra vez, durante toda la peli, hacen que la narrativa se vuelva mecánica, artificial y que tristemente el espectador quede abandonado en sus propias inquietudes.

Ahora bien la peli se llama póker y es precisamente lo que esencialmente le hace falta. De nuevo, las comparaciones son ociosas pero recordemos el juego de Le Chiffre y Bond en Casino Royale de Martin Campbell. Las cartas son protagonistas, uno sabe qué le puede ganar a qué, cómo están los jugadores y la tensión en cada uno de ellos. Eso es póker lo que vimos en la peli pudo haber sido Veintiuna, Tute o Canasta de no ser por los forzosos nombres en inglés de cada una de las jugadas que los protagonistas anunciaban.

Le he escuchado a muchos directores que el reparto es vital en un proyecto cinematográfico, saberlo seleccionar y hacerlo interactuar de la forma debida da una ventaja de casi la mitad lograda. Obtener un buen reparto, a veces no es de ni siquiera buenos actores sino de personas generando química a una audiencia mediante la proyección de una cinta y en este blog hemos visto buenos directores dañando actuaciones de muy buenos actores, así que de nuevo es de balance. El reparto en esta ocasión es demasiado elaborado, Rafael Novoa, Juan Sebastián Aragón, Manuel José Chávez y Luis Fernando Hoyos parecen perfectamente confeccionados y siendo el caso más grave Novoa, no logran convencer en absoluto. Curiosamente los subvalorados Javier Ortiz y Angélica Prieto son los que mejor se desempeñaron y fueron los que le lograron aportar sinceridad y sentimiento a la cinta

El primer paso al hacer cine es duro, me refiero a las tres pelis de una ópera prima, sólo muy pocos lo hacen como maestros. Muchos de estos maestros palidecen después y no logran esa luz a lo largo de sus carreras; es más probable que los que tropiezan, se levanten más fuertes. Ojalá sea este el caso de Valencia, director que le deseo mucha suerte de aquí en adelante.

La verdad me alegra mucho encontrarme con cintas colombianas en cartelera. Mi sensación es que hubo muchos estrenos en 2010 y 2011. Las cifras lo soportan, el público ha ido más a salas en estos dos últimos años y al final eso incentiva a que las producciones se empiecen a notar en gran número. Obviamente el trabajo no es sólo de este periodo, a diferencia de La vida Era en serio, que se hizo en dos años, la mayoría de estas pelis son de hace cuatro o cinco años entonces el proceso ha sido más bien largo y hasta ahora estamos viendo sus resultados.

Standard
Action, Auteur, Colombia, Exploitation, Folk, Indie, Juan Sebastián Valencia, Latin, Melodrama, Miguel Vaca, Serie B, Suspense, Thriller, Trailer, Vacacion, World

Poker

Anoche estuve en una de las experiencias cinematográficas más bonitas del año. Tuve la oportunidad de escuchar en vivo la música compuesta por Alejandro Ramírez en la premier de Póker, ópera prima del colombiano Juan Sebastian Valencia.

Hablando con Alejandro no sólo fue una acción de tomar los pedazos de su composición y montarlos en una sesión, me comentaba que tener la oportunidad de tocar en vivo con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia era un chance entre pocos y que su gran carrera hacia la premier fue reescribir algunos pedazos para darles énfasis diferentes y que el público sintiera emociones más marcadas. Se apagaron las luces y en serio la recreación de momentos genéricos de una peli cualquiera empezaron a brotar; romance, ternura, suspenso, tensión, vértigo, alegría, tristeza, todos en pequeños segmentos que esperaba no se acabaran. Tal vez mi único comentario de la cinta por ahora es que la mezcla ensordeció esta magia de una manera fulminante. Los micrófonos del doblaje estaban demasiado altos o la mezcla en serio priorizó mal los personajes pero la música se perdió. Nosotros que estuvimos allá y que tuvimos ante esa magnífica presentación, hicimos un gran esfuerzo pero el hecho es que una persona de a pie, en la sala no la va a sentir, se le va a hacer imperceptible.

El evento fue fastuoso, creo que demasiado. Un concierto a la entrada del Teatro Jorge Eliécer Gaitán con The Hall Effect (que aportaron canciones a la banda sonora), la presentación de Alejandro, prensa y casi dos mil espectadores. Puede ser un arma de doble filo, le puede costar mucha taquilla a la peli pero también por el otro lado el evento mismo y que igual es un thriller de acción y suspenso puede llegar a marcar un nuevo camino en la industria colombiana. Los dejo con el corto avance de la peli y espero poder tener la reseña muy pronto. Se estrena en salas el próximo viernes 30 de septiembre y creo que es una obligación ir a apoyarla.

Rafael Novoa (Enrique)
Juan Sebastián Aragón (Rafael Mitos)
Javier Ortiz (Apolo Ramirez)
Luis Fernando Hoyos (Santiago)
Angelica Prieto (Camila Saldaña)

Standard
Auteur, Colombia, Comedy, Exploitation, Folk, Indie, Latin, Mónica Borda, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Romance, Vacacion, World

La vida Era en serio

La vida Era en serio es una peli de la colombiana Mónica Borda que no puede ser descalificada de primerazo pero que siendo honestos es una comedia en la cual no me reí un sólo momento. Hay que alabar que sea la primera pieza de su ópera prima, hay que alabar que es una producción importante y que siempre me asombra que se logre mediana calidad en un primer intento de hacer cine en Colombia. Cine comercial, sí. Pero es el cine que precisamente hay que apoyar para que el otro cine, el alternativo, empiece a experimentar y a hacer lo suyo.

A mi parecer todo muy bonito en papel, la mujer de hoy en día sobrecogida con tantas tareas, envuelta en un sinfín de responsabilidades y lo que pensamos es el desarrollo de su individualidad o su persona termina siendo un peso más que ha ido heredando de la liberación femenina. Borda intenta despejar la duda de si una mujer debiera reflexionar o no, en este sentido y dedicarse a su familia o a su trabajo; la apuesta es que debe escoger entre uno u otro camino para no tratar de equivocarse en ambos y al final perder su escencia. El tema es que la frivolidad y la superficialidad con la que es abordada la peli termina destruyendo todo el discurso. La peli en vez de ser sencilla se vuelve simple y nos somete a una inquietud, al igual que X-Files, The Simpsons, The Flintstones o demás programas de TV que han pasado a la pantalla grande sin mayor trascendencia, por ser un capítulo más ¿qué nos motiva a ver una telenovela más en pantalla? ¿Cuál es aliciente? ¿Qué marca la diferencia? La respuesta lamentablemente no la tengo.

En una ópera prima se cometen varios errores, el principal de Borda es que perdió el ritmo en el planteamiento de la historia, las actuaciones no le ayudaron, sus actores se empezaron a sobreactuar y la credibilidad se fue al piso. Una gran responsable, aparte de Borda como directora de sus actores es Sylvia Amaya, directora de reparto; su escogencia no fue buena y aunque rescato mucho la participación de Patricia Castañeda y de Juan Pablo Gamboa que fueron los que sacaron la cara en el filme no puedo decir lo mismo del resto. Detesté el desempeño de Jimmy Vásquez, no su personaje. A lo largo de su aparición en la peli, Vásquez le quitó esa cercanía tan necesaría entre el público y el filme para que sea creíble, sobreactuado, sin peso dramático me pareció una farsa.

Está bien no hablar de violencia o guerra o tráfico de estupefacientes o traquetos o paramilitares y guerrilla en el cine. El género no es fácil. Hablar de la cotidianidad no es para nada fácil y por un momento sentí que Borda lo estaba logrando pero se perdió. Ya lo había intentado Gabriel Rojas Vera en Karen llora en un bus y también siento se quedó corto. A los dos, a Borda y a Rojas Vera, les recomiendo mucho Historias Mínimas de Carlos Sorín o Whisky de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, tal vez esta última, la mejor peli sobre cotidinidad que he visto en la vida.

Se quedan muchas ideas en el tintero pero espero podamos controvertirlas después de que la vayan a ver en salas.

Nota personal 1. Escuché decir a la directora que Cristina Umaña estaba pasada de kilos después de unas vacaciones de la primera temporada de Capadocia y que le dijo que no los bajara porque necesitaba ese toque natural para que la historia se hiciera creíble. Punto para la directora pero extrañamente Umaña no estaba gordita, por el contrario muy bella y con un contextura espectacular.
Nota personal 2. Alejandro Ramírez participa como compositor de la música original y lo hace bien. No es su mejor trabajo pero tampoco siento que estuviera cómodo. No se si él o la directora, decidieron en algunos apartes abandonar la ambientación pero fue un error más, la música debió haber estado presente y ser amparo de la historia, al final la edición musical se siente cortada, segmentada y sin equilibrio.

Standard