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Bond 15: The Living Daylights

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Pasaron sólo dos años para que EON pudiera volver a renovar la cara de James Bond. En 1962 el escocés Sean Connery definía el 007 como mujeriego, jugador y sofisticado; en 1969 el australiano George Lazenby tomaba el testimonio con un agente menos torpe, más audaz, que hacía sus escenas de acción sin doble aunque fue el más vulnerable sentimentalmente al casarse y trágicamente perder a su esposa (Tracy), la producción no congenió con él y rápidamente sería relevado otra vez por Connery en 1971, quien sin embargo, a pesar de los ruegos, volvería a abandonar el barco para que en 1973 Roger Moore lo retomara por siete episodios; Moore definiría al 007 como juguetón, coqueto y mucho más gracioso hasta 1985, cuando muy cansado renunció a la franquicia.

Dentro de este pequeño resumen, Roger Moore es un gran héroe al sobreponerse a Albert R. Brocolli y su perspectiva de que la única forma de interpretar a James Bond es la ofrecida por Sean Connery. Moore desde el principio afirmó que aceptaba el papel sólo si le era permitido aportarle su visión personal lo cual era una espada y una pared para Broccoli que, si o si, debía aceptarlo en aras de sacar adelante su producto.

En 1987 el encargado de comandar la franquicia fue Timothy Dalton. Un galés de 43 años que se aventuró a desarrollar The Living Daylights bajo una nueva producción que incluía a Broccoli, el ya posicionado Michael G. Wilson y por primera vez su hermana Barbara Broccoli -estrenándose en el puesto-. La producción partió de los 30 millones de dólares y la recepción fue muy buena con un recaudo de 192 millones, un fenómeno que seguramente no se esperaban los de EON que siempre que cambiaron de protagonista la taquilla se resintió fuertemente.

El británico John Glenn dirige The Living Daylights; Richard Maibaum y Michael G. Wilson de nuevo son los únicos encargados del guión; y aunque el título es tomado de una historia corta de Ian Fleming, su excusa es sólo para la introducción de la pieza y ya no se volverían a usar títulos de novelas por lo menos en veinte años. Al igual que en las anteriores presentaciones, de los otros actores, Timothy Dalton está oculto en medio de una escena de acción que desconocemos, los acordes de John Barry suenan de fondo y su rostro se revela en pantalla -imaginamos hubo una ovación en los teatros-; poco a poco vamos descubriendo que es un entrenamiento especial para agentes Doble Cero del MI6 pero algo sale mal y el agente 004 muere y leemos «Smiert Spionam», y el galés remata diciendo “Bond, James Bond”, mientras se enreda en los brazos de una morena, y A-ha entona su versión de The Living Daylights para los créditos iniciales. A pesar de que el autor de esos créditos es Maurice Binder, el mismo que estuvo durante años al frente de su diseño, por primera vez en veinticinco años las mujeres de esas tomas salen vestidas 😕

El argumento de la peli empieza cuando James Bond, como agente 007, es encargado de vigilar la deserción del General Georgi Koskov, oficial de la KGB interpretado por el neerlandés Jeroen Krabbé, durante el intermedio de una presentación en Bratislava; hay un agente oficialista encargada de impedir el intercambio, una francotiradora a la que Bond tiene que eliminar pero al darse cuenta que es una hermosa chelista, refuta la orden y simplemente la inhabilita; Koskov sano y salvo informa que hay una nueva política revivida dentro de la KGB que es la de muerte a los espías (Smiert Spionam) a cargo del General Leonid Pushkin (John Rhys-Davies); Koskov es entonces secuestrado y se asume que ha sido devuelto a Moscú, mientras tanto Bond emprende un viaje a Tánger en busca de Pushkin para eliminarlo, finalizar su orden de muerte a más espías y así evitar un escalamiento entre las tensiones de la Unión Soviética y todo Occidente.

A este punto de la franquicia, el análisis se vuelve súper interesante -por no decir ñoño- porque pasaron los ya nombrados actores, es la pieza XV entre veintitrés -más de la mitad-, son veinticinco años de crecimiento de la producción y las referencias a las pelis del pasado se vuelve el pasatiempo favorito. Sobreviven Desmond Llewelyn como Q, Robert Brown como M, Geoffrey Keen como Sir Frederick Gray (Minister of Defence) y Walter Gotell como el General Anatol Gogol; The Living Daylights traería consigo a John Terry como Felix Leiter y a Caroline Bliss como Moneypenny. Jeroen Krabbé más que un villano interpreta a un gran antofonista y su desempeño grabaría su imagen siniestra en otras pelis de Hollywood como The Fugitive e Immortal Beloved; las chicas Bond -igual a los créditos iniciales- tienen un cambio radical al dejar de tener nombres sugestivos y así Maryam d’Abo es la hermosa chelista Kara Milovy -aunque la regla es absoluta y con un perfil más bajo Virginia Hey interpreta a Rubavitch. Al lado de Koskov aparece una figura oscura y sureña, el oficial retirado Brad Whitaker interpretado por Joe Don Baker, una recreación maligna del bufonesco Sheriff J.W. Pepper (Live and Let Die, The Man with The Golden Gun) que interpreto Clifton James. Hay que tener muy en cuenta a este Joe Don Baker, porque jugará un papel parecido -pero invertido- a Charles Gray quien en You Only Live Twice interpreta al agente aliado Dikko Henderson para después en Diamonds Are Forever ser el mismísimo Ernst Stavro Blofeld. Como lo expusimos antes casi nada está expuesto al azar y todo puede ser referido a capítulos en el pasado del 007.

El logro más grande de este capítulo es que permite refrescar la franquicia y se olvida de la ramplonería de Moore y de Connery -aunque de nuevo Broccoli haya presentado a Timothy Dalton como el preciso para representar esa juventud de Connery que tan le hizo bien a la franquicia-; The Living Daylights transformó la comedia que era James Bond en un thriller, si de bajo presupuesto, pero el giro es vasto y expreso. El súper agente, sigue tomándose sus martinis secos, mezclados pero no revueltos, de nuevo es un mujeriego, tiene un par de líneas graciosas pero es serio y oscuro. Las escenas de acción son más osadas y el desarrollo de la narrativa es concisa, bien hilada y lo mejor al convertirse en thriller la acción conlleva tensión y suspenso. Esta fue la primera vez, que EON tuvo la intensión de desarrollar una peli como precuela de toda la serie, al final decidieron continuar y mejor referirse a ella como un perfil del personaje.

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Bond 13: Octopussy

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Después de haber logrado una muy buena cinta en Live and Let Die de Guy Hamilton, que definía el Bond que Roger Moore quería ser, la franquicia se fue desmoronando y nunca logró convencer completamente en su calidad; a pesar del éxito taquillero, James Bond volvía a ser una serie de pelis ramplonas y a veces de muy mal gusto; su identidad se perdía y el mismo Moore se hacía viejo.

En la décimo tercera salida de James Bond, Octopussy de 1983, regresa el británico John Glenn como director. De nuevo EON le apuesta a una gran producción con un presupuesto inicial de 27 millones para que al cabo de más o menos catorce semanas la cinta recibiera 187 alrededor del mundo.

George MacDonald Fraser, Richard Maibaum y Michael G. Wilson son los encargados de darle vida a una historia corta de Ian Fleming dentro de la colección Octopussy and The Living Daylights. Bajo la sospecha de que agentes soviéticos están tras el asesinato del 009, James Bond es enviado a investigar. Dicho agente fue encontrado muerto con un huevo Fabergé falso en su poder, entonces Bond sigue la pista de una subasta de un Fabergé original y logra intercambiarlos; en la misma subasta se sumerge en una disputa por el huevo con un príncipe afgano llamado Kamal Khan (Louis Jourdan) para después seguirlo hasta su palacio en India; es allá que descubre que Khan trabaja para el General Orlov (Steven Berkoff) quien quiere expander los límites de la Unión Soviética en Europa, sin embargo Magda (Kristina Wayborn), una de sus secuaces tatuada con un pulpo azul, le roba el huevo original; tratando de recuperar el huevo, el agente del MI6 llega a otro palacio, esta vez en Udaipur, dirigido por Octopussy (Maud Adams) la adinerada líder del culto del pulpo a cuyo séquito pertenece Magda; Bond logra esclarecer el plan completo de Orlov apoderándose de antiguos tesoros rusos cambiándolos por réplicas pero en un giro, un tanto más que ridículo, se da cuenta además que dichas réplicas contienen una ojiva nuclear que planea explotar en un espectáculo de exposición de los tesores dentro de una base aérea norteamericana para así desacreditar su plan armamentístico, desencadenar un desarme mundial y así apoderarse de las tierras abandonadas.

Las hitorias del súper agente cada vez se han vuelto más rebuscadas y los giros en la trama rayan en la ridiculez y el absurdo. Como decíamos antes se desdibuja la esencia que había desarrollado Roger Moore para desarrollar un personaje infantil, sin mucho desarrollo y de nuevo el 007 vuelve a sus rondas de mujeriego, teniendo relaciones sexuales con dos o tres chicas Bond por peli; por ejemplo, en este episodio una dupla de suecas; lo que resulta más molesto es el llamado exagerado e innecesario de atención hacia una de ellas en el título como objeto de mercadeo.

Después de un periodo de duelo (For Your Eyes Only), M vuelve al ruedo encarnado por Robert Brown; lo acompaña obviamente Desmond Llewelyn (Q), Lois Maxwell (Moneypenny) y los ya reconocidos Geoffrey Keen (Sir Fredrick Gray, Minister of Defence) y Walter Gotell (General Gogol).

La gran curiosidad, sin embargo, fue que ese mismo año, Sean Connery vuelve como el agente secreto del MI6 a sus 53 años, en una producción paralela, gracias a que el escritor Kevin McClory se había quedado con los derechos de la historia de Thunderball y con los personajes de S.P.E.C.T.R.E. -por esa razón nunca más volvimos a saber de Ernst Stavro Blofeld —- sin embargo, en la novela For Special Services aparece una señorita Nena Bismaquer que resulta ser su hija y se rumora que de esa forma se puede concretar el regreso en los Blofeld a los Bond de Daniel Craig-; McClory como productor invierte 36 millones de dólares y recibe 160; uno podría pensar y porqué entonces no continuó desarrollando historias del 007, sencillamente porque sólo tenía los derechos de Thunderball y no podía usar una sola historia más de Fleming; el nombre de la cinta fue Never Say Never Again, de la cual haremos reseña al final de toda la producción de EON, y tiene relación a la frase del mismísimo Connery al final de la producción de Diamonds Are Forever cuando sentenciaba que “nunca más” volvería a interpretar al 007.

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Bond 12: For Your Eyes Only

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La escocesa Sheena Easton con su melodiosa voz, su tema For Your Eyes Only y las siluetas de las clásicas sirenas de Maurice Binder introducen a James Bond en una nueva década de la franquicia. El año es 1981, Roger Moore interpreta su quinto Bond y el director es John Glenn; un viejo conocido de la serie que empezó su carrera filmográfica como director de la segunda unidad en On Her Majesty’s Secret Service, debutó en esta pieza y terminó haciendo cuatro pelis más de la saga -superando a Guy Hamilton que logró la no despreciable cifra de cuatro episodios-.

Una particularidad de esta cinta es que Michael G. Wilson no se limitó a producir solamente al lado de su padre sino que además en esta, al lado de Richard Maibaum, colaboró en el desarrollo del guión. La confianza fue alta y la producción aporta 28 millones de dólares de presupuesto para que se desarrolle la décimo segunda aventura del súper agente que al final recuperó 195 millones, cerrando otro buen negocio para EON. La entrada de Glenn a la dirección, sin embargo, es el peor deterioro que le pudo pasar a James Bond; no sólo no supo sortear la personalidad adquirida de Moore sobre el 007 sino que cuando este se aparta de la saga, Glenn tampoco supo conectarse con Timothy Dalton en lo que terminó siendo el fondo del espía británico.

Una baja sensible en el reparto fue Bernard Lee que después de varios quebrantos importantes de salud a causa de un cáncer estomacal fallece justo después de estrenar Moonraker; la producción toma la decisión de no reemplazarlo en For Your Eyes Only en honor a M, el jefe del 007 durante once capítulos, y complementa su vacío con el uso de los personajes del General Anatol Gogol (Walter Gotell) y Sir Frederick Gray, Ministro de Defensa (Geoffrey Keen) además obviamente de Miss Moneypenny (Lois Maxwell) y Q (Desmond Llewelyn).

For Your Eyes Only está basada en el mismo título de la serie de cuentos cortos de Fleming -cinco en total y que también incluye Quantum of Solace– pero en la trama específica de uno de ellos, Risico. Bond es informado por el Ministro de Defensa que el bote St. Georges ha sido hundido y que contiene el ATAC (Automatic Targeting Attack Communicator) importante dispositivo de defensa británico que coordina y comunica la escuadra de submarinos Polaris; Bond debería rescatarlo con premura porque los rusos también estarían interesados en el dispositivo que tiene la capacidad de activar los misiles del resto de submarinos. Mientras tanto el General Gogol ya ha informado a su contacto en Grecia donde supuestamente se hundió el St. Georges. En un juego del gato y el ratón, MI6 contrata al arqueólogo marino Sir Timothy Havelock para encontrar el St. Georges pero este es asesinado por un sicario cubano llamado Hector Gonzales a quien Bond sigue hasta España para encontrar al autor intelectual pero de nuevo el sicario es asesinado por un tercero; esta vez es Melina Havelock, hija del profesor quien toma venganza de la muerte de su padre por sus propias manos. Con la ayuda de Q y el recuerdo de los hombres que rodeaban a Gonzales, Bond sigue a Emile Leopold Locque, otro sicario, hasta Italia que lo lleva a Luigi Ferrara y que finalmente lo conduce al nombre de Milos Columbo. Un par de giros y otro par de traiciones finalmente desencadenan un final a buen término, un poco rebuscado, un poco aburrido.

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Bond 3: Goldfinger

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En tiempo record y después de haber comenzado la serie en 1962, cada año se dedicaron a sacar una pieza del 007, tan programadas cada una que al final de los créditos aparece un anuncio de la siguiente pieza. De las hasta ahora vistas, la tercera parte de la franquicia de Bond es la mejor estructurada y podría deberse al hecho de que después de tres años trabajando en el proyecto, Goldfinger hereda la madurez de los productores, un mejor estudio y un nuevo director, el francés Guy Hamilton.

Hamilton hace pequeños ajustes. A nivel de escritura remplaza a Johanna Harwood y Berkely Mather por Paul Dehn y repite con Richard Maibaum. El par de guionistas llevan la acción a Estados Unidos y por eso vuelve a aparecer Felix Leiter esta vez interpretado por Cec Linder. De resto todo permanece inmutable Sean Connery como James Bond, Bernard Lee como M, Lois Maxwell como Moneypenny y, como habíamos acotado en From Russia with Love, Desmond Llewelyn adopta oficialmente su personaje de Q.

Auric Goldfinger es un magnate que tuvo su primer enfrentamiento con James Bond en Miami, cuando este lo expuso en un juego amañado de cartas de Gin. Como consecuencia de su alevosía, Goldfinger mata a su cómplice Jill Masterson (Shirley Eaton) en una de las formas más icónicas de la serie. Masterson yace en la cama de Bond, completamente desnuda y con su cuerpo cubierto de una pintura dorada que le provocó asfixia de piel.

En Goldfinger no se nombra a SPECTRE y pareciera que Auric trabaja independientemente y paralelo a esta organización del mal. Su plan macabro es enredar al 007 y poder atacar el Fort Knox donde se encuentra toda la reserva federal de oro de Estados Unidos. Bond persigue a Goldfinger hasta Ginebra y descubre su plan maestro “Operation Grand Slam” pero es capturado y puesto en la vigilancia de Pussy Galore (Honor Blackman). Es llevado hasta Kentucky donde Auric quiere que sea víctima del ataque.

Goldfinger será recordada como la primera de cuatro pelis que dirigió el francés y la primera de la serie que rompió taquillas al invertir el presupuesto combinado de sus predecesoras y un recaudo de 124 millones de dólares mundialmente. Tres personajes para recordar en esta salida de la franquicia Auric Goldfinger un icónico villano -que curiosamente no tiene deformidades o incapacidades-, Pussy Galore como la tercera chica Bond -con un juego de palabras parecido a Honey Ryder de Dr. No– y Oddjob el asistente más vil y famoso de toda la serie gracias a su mudez y su sombrero afilado.

Nota personal. Robert Brownjohn hizo los créditos de From Russia with Love con unas proyecciones un poco torpes de los títulos sobre cuerpos de mujeres que a veces se veía interesante, otras veces simplemente no había lectura; en Goldfinger no sólo repite Brownjohn como encargado de los títulos sino que lo hace de nuevo con proyecciones, esta vez sobre un cuerpo de una mujer dorada, evocando la muerte de Shirley Eaton y definitivamente con un mejor resultado.

Nota personal 2. Un dato importante es que por primera vez aparece el clásico Aston Martin DB5 de placas “BMT 216A“. En Ginebra, hace uso de la silla eyectora del pasajero tal cual como el juguete clásico:

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