Auteur, Drama, Epochal, Folk, Indie, Miguel Vaca, Movie, Robert Eggers, Storytelling, Suspense, Thriller, Vacacion

The Lighthouse

Hay algo particularmente romántico de las historias de faros que de manera simple nos hipnotizan. Puede ser esa posición en donde el personaje principal está huyendo de alguien o aquella en la que termina aislado de algo; en algunos casos es comparable a un «western» y en otros a una «road-movie» pero son muy interesantes -rápidamente se me vienen a la cabeza la colombiana El Faro de Luis Fernando Bottía, The Light Between Oceans de Derek Cianfrance y la referencia misma del faro en The Lovely Bones de Peter Jackson-.

En este caso, otra peli costumbrista que involucra a Willem Dafoe como el farero, acompañado de un extenuado y casi camaleónico Robert Pattinson como operarios de un atalaya casi abandonada. Robert Eggers escribe y dirige esta obra armándose camino en Hollywood como una promesa de culto. The Lighthouse tiene una fotografía impecable en blanco y negro de alto contraste, directamente filmada en 35mm casi termina siendo una pieza alusiva estéticamente a la época del Acorazado Potenkim de 1925, sin embargo, obviamente las líneas de diálogo casi «shakespearianas» la diferencian en su totalidad. Sus tomas y cuadros están rigurosamente calculados, se vuelven intrigantes secuencias de una retorcida razón a la vez que son cómplices con sus escorzos de la monstruosidad de la isla. Un acierto de La Academia en su nominación como mejor fotografía (Jarin Blaschke).

Dafoe se ha vuelto un actor con un gusto exquisito y delicado a la hora de escoger últimamente sus papeles. At Eternity’s Gate como Van Gogh, la bellísima The Florida Project como el casero Booby, sus diversos trabajos con Wes Anderson y hasta un oscuro papel con Lars Von Trier en Nymphomaniac: Vol. II. Thomas WakeThomas despierto juego de palabras insinuando tal vez que él es el consciente- es un solitario farero, borracho, severo y demente por la sugestiva, recurrente y cíclica luz del destartalado faro en Saint Elmo. Por su lado, Pattinson ha tratado de quitarse la etiqueta de Twilight en un esfuerzo sobrehumano. Su primer trabajo reconocido después de Edward Cullen fue Bel Ami todavía muy arraigado al macho conquistador y altivo, luego vino Cosmopolis de la mano de El Duque pero personalmente no me agradó en absoluto aunque la crítica habló muy bien de él y sólo fue hasta The Rover donde realmente vimos un desempeño sobresaliente. Su trayectoria ha tratado de manejar un perfil bajo para no cometer el mismo error de encasillarse aunque las cosas vuelven a ponerse truculentas para el británico al aceptar un papel de notoriedad como el Bruce Wayne de Matt Reeves. En The Lighthouse interpreta un hombre desarraigado, de pasado borroso, apesadumbrado y con la culpa de posiblemente haber sucumbido al alcohol; todas prevenciones sin piso porque en realidad el personaje se desarrolla y se deja conocer con el paso de la trama.

En este faro, ambos actores derrochan y se sumergen en sus habilidades histriónicas codo a codo; yo diría que Dafoe es el actor principal pero la narrativa nos contradice poniéndolo a Pattinson en su lugar. Al inicio del tercer acto, sumergidos en lo más profundo de su propia cotidianidad, no sabemos realmente quién es Thomas, quién persigue a su psique o quién persigue su destino ¿Es acaso Thomas una versión adulta de Ephraim?. Esta pequeña introducción para demostrar que si Willem Dafoe fuera el principal estaría a la altura de Joaquin Phoenix o Adam Driver en la categoría de mejor actor y que Pattinson se hubiera ganado un puesto indudablemente por encima de las presentaciones de Al Pacino y Anthony Hopkins de este año incluso con posibilidad de estatuilla peleándosela contra Brad Pitt como mejor actor de reparto; si fuera al contrario Pattinson habría descalificado o a Antonio Banderas o a Jonathan Pryce y agradecería esta nominación a la altura de DiCaprio, no tendría cabida entre Driver y Phoenix, mientras que Dafoe sería rotundo ganador de la categoría de mejor actor de reparto por encima de todos.

…y sin embargo ninguno fue nominado.

Nota personal. Si hablamos de belleza en la cinematografía de esta peli, me fue muy difícil escoger entre los afiches que encontré para promocionarla. Se refrenda el buen gusto de la fotografía en unas piezas hermosas que parecen pliegos ampliados de una cámara de ojo exquisito.

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The King

Nunca fui un gran admirador o fanático de Timothée Chalamet y su Call Me by Your Name; al final lo que hice fue seguir mi tarea para los Oscar y descubrir porqué había sido nominada para mejor guión, mejor desempeño para actor principal, mejor canción original y mejor peli del año. Era imposible no verla. ¿Era una obligación amarla? Absolutamente no, y no lo hice. Me pareció un flan súper insípido rodeado de un almíbar exageradamente dulce que dañaba la experiencia entera.

Después pudo haber venido Lady Bird de la querida Greta Gerwig pero el regusto que siempre me quedaba es el de la estrellita divina que se va haciendo camino en Hollywood.

Bueno, empecé a leer buenas críticas de The King. No empecé a leerlas por él mismo sino porque estoy en un periodo de inquietud por lo que se viene con Batman y Robert Pattinson ha sido alabado en varios papeles, incluidos Cosmopolis (mal) y The Rover (muy bien); una nueva crítica positiva me interesaba mucho; no importa tanto si era un papel secundario, Tommy Lee Jones sacó adelante una pieza de acción y la llevó al máximo explendor con su desempeño en 1993 con The Fugitive al igual que Mahershala Ali en Green Book, Sam Rockwell en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, Mark Rylance por Bridges of Spies o pordiós J.K. Simmons por Whiplash. Todos realzando una pieza desde una parte muy pequeña, el actor de reparto, pero tan grandiosamente que permitía explorar capas y capas de la historia central que sin ellos no eran más que otro flan.

The King fue la última reseña que leí de Pattinson. Un antagonista despreciable. Humillativo. Soberbio. ¿Era posible ver estas facetas en el galán de las señoritas de Twilight? Pues sí. No lo hizo mal. ¿Lo odié? Un poquito, no mucho, eso demeritó su desempeño. Y es que he venido afilando mi criterio sobre el villano en la historia; no hay una buena historia si no hay un buen villano y sin revelar demasiado la sorpresa fue que el villano no fue Pattinson, sino uno genialmente mayor y salvo la peli; no por el mal desempeño del ex-vampiro porque realmente lo hizo bien; la salvó porque fundamentar la catarsis en un personaje tan simple y tan ‘negro’, tan plano, tan malo porque-sí hubiera sido una gran desilusión.

The King basa su historia en la coronación de Henry V como rey de Inglaterra y su pelea frente a Francia a mediados del siglo XIV. La vi por Netflix pero me llamó la atención que su director fuera mi loado David Michôd, también eso me ayudó a bajar la guardia un poco; después viendo como secundario a Ben Mendelsohn y a Joel Edgerton (además de escritor con Michôd), me hizo fantasear que el realizador había reunido a su «dreamteam» para crear algo fabuloso.

Realmente no fue ni comparado con Animal Kingdom, pero si cuando Chalamet, al principio del tercer acto, hubiera dicho “Kill ’em all” y hubiera sonado Metallica de otra cosa estaríamos hablando (para eso hubiéramos necesitado que en diseño de banda sonora hubiera estado Atticus Ross y Trent Reznor, como fabulosamente lo hacen en Watchmen)

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The Rover

rover

Si hay alguien de quién esperaba ver su siguiente proyecto con ansiedad era David Michôd; aquel australiano que triunfó en Sundance con su magnífica y maravillosa Animal Kingdom.

A diferencia de la mencionada pieza, Michôd lanza The Rover y aún no tiene el impacto de su antecesora. Fue selección oficial de Cannes –que me acabo de dar cuenta no tengo reseña– y se presentó en Sídney para lograr sólo una nominación en esta última. La busqué por cielo y tierra para poder vérmela lo antes posible y puedo afirmar que para los que vieron Animal Kingdom y les gustó, con The Rover no hay pierde, no hay decepción; es áspera, ruda, contundente, muy bien realizada y qué buena es la música que acompaña todo el relato.

Tan borroso como el significante del título de Michôd, la historia nos envuelve en una anacrónica anécdota de un apesadumbrado viajero que para en un rincón del desierto para tomarse un trago. La tristeza lo envuelve y parece que sólo cargara encima la ropa que lleva puesta, unos cuantos dólares australianos y su carro. Michôd que también es el escritor de la pieza nos introduce a este peregrino tan sólo con “Australia diez años después del colapso“. El desierto la escasez de gasolina, el requerimiento de los tenderos de sólo aceptar dólares norteamericanos, las patrullas de «rangers» y la aridez de sus habitantes nos hablan de dos posibilidades temporales; o es una historia en nuestra época en lo más remoto de las profundidades australianas; o es una historia de ciencia ficción, alá Mad Max, en un futuro postapocalíptico. Cualquiera de las dos opciones es válida y muy acertada, haciendo rica la pieza en vertientes, perspectivas, de nuevo significados y significantes, referentes y asociaciones. Lo que no queda claro es el ‘colapso‘ en sí; pareciera la introducción de un relato distópico, lo cual nos pone a pensar en guerras, sistemas democráticos colapsados o incluso una bomba atómica; pero también hay pistas en las líneas de Michôd que nos guían a un colapso nervioso del protagonista, una serie de eventos desafortunados con conclusiones violentas que de pronto determinaron su eterno andar, su peregrinaje sin rumbo y sin acompañantes, el judío errante. El caso es que el viajero, parqueado en este fin del mundo, se encuentra atónito cuando ve como una pandilla de malandros en frente de sus narices roba su carro, cuando el suyo propio ha dado vueltas y queda atascado en unos escombros; es entonces cuando trata de recuperarlo a toda costa; la primera opción es desatascar el vehículo en el que venían y perseguirlos en él mismo pero enfrentarlos no será suficiente; la otra opción llega de la nada, con un joven herido que dice conocer a los que robaron su carro y es cuando su odisea a través del desierto australiano empieza.

Lo interesante de ciertas palabras en inglés, como «rover», es que tienen muchas connotaciones; a veces, no basta sólo con el contexto porque incluso en el mismo entorno pueden seguir nombrando cosas muy distintas. Uno empezaría a atar cabos en esta cinta desde el título pero «rover» puede referir un carro, un vagabundo, un andariego, un nómada, un trotamundos, un perro callejero o incluso un boleto abierto. Pero reunir todos esos significados es lo que finalmente nos da la idea de trama de esta intrincada y compleja «road-movie», donde de nuevo Guy Pearce es protagonista con una gran actuación y sin dudarlo la sorpresa es Robert Pattinson que se comporta a la altura de este gran actor, con un tremendo desempeño como un joven con una ligera lesión cerebral.

Nota personal. Esta es mi primera reseña desde que nació #JAMEsSofía ❤

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The Rover

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David Michôd, el director australiano de la increíble peli Animal Kingdom, nos trae un thriller de suspenso protagonizado por Robert Pattinson y Guy Pearce que repite con el realizador.

En una salvaje venganza, el personaje de Guy Pearce obliga a Robert Pattinson para que lo ayude a ratrear el resto de la pandilla que robó su carro. En esta desesperada introducción el personaje de Pearce parece que no tiene nada que perder y por eso desencadena esta agresiva venganza.

Muy buen regreso de Michôd.

Guy Pearce (Eric)
Robert Pattinson (Reynolds)
Scoot McNairy (Henry)
Nash Edgerton (Soldado)
Anthony Hayes (Sargento Rickofferson)
David Field (Archie)

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Cosmopolis

cosmopolis

El maestro David Cronenberg vuelve a la serie B, en un cuasi thriller de ciencia ficción e independiente. Centrados anacrónicamente en Nueva York, Cronenberg y sus canadienses amigos –Howard Shore, Peter Suschitzky y Ronald Sanders– nos cuentan la historia de un distópico futuro donde un joven empresario ha logrado descifrar mediante un método profundamente acertado y millonésicamente detallado del sistema de la economía del mundo.

Cosmopolis es una larga y oscura carrera hacia ningún lado, donde no pasa nada y donde lo único interesante es la visión del Duque. Cada vez que se escucha de una producción que lo involucre me lleno de ansiedad y espero una pieza maestra pero últimamente siento que no llena mis expectativas, o peor que está perdiendo el toque. Sálvemos al maestro y digamos que no comprendí completamente la pieza, al igual que A Dangerous Method y Naked Lunch. Digamos que es un poco inconsistente, y así como realiza pelis geniales como Eastern Promises o A History of Violence, a veces sus versiones son tan personales que sólo él las entiende. Me gusta cuando en sus historias algo sucede, un hombre ve afectado su estatu quo cuando se revela su pasado, un hombre abandona su implacable actuación cuando se involucran inocentes en su fuego vengador o un hombre acepta su destino cuando su cuerpo se transforma en una mosca.

La primera vez que supe de Cosmopolis fue en el Hollywood News Report, en agosto del año pasado, mucho después de Cannes, y aparecía Robert Pattinson diciendo que cuando obtuvo el libreto, tuvo esa rara sensación de no poder dejar de leerlo y quiso participar a toda costa. Cronenberg, por su cuenta, no habló mucho de la relación entre él, la peli y Pattinson pero seguro le pareció divertido tener alguien que empujara comercialmente el proyecto. Uno de mis grandes problemas con Cosmopolis, muy diferente a A Dangerous Method, es que no hay liderazgo en la actuación de Pattinson. Este joven actor pertenece a la generación de Kristen Stewart, Taylor Lautner, Alex Pettyfer o inclsuo Las gemelas Olsen; no sabe actuar, se aprende sus líneas rigurosamente pero no ofrece tono en sus personajes y lo más grave daña todo a su alrededor. En Cosmopolis, Pattinson está rodeado de grandes actores que devuelven grandes desempeños: Juliette Binoche, Samantha Morton y Paul Giamatti. Jay Baruchel comparte una escena con él, y en serio, se siente más apatía, confusión y desesperación que en todo lo recitado por el británico. En algún momento me dió la sensación que El Duque se burlaba del jovencito de manera muy pícara; parecía una broma pesada para que todo aquel que pasaba frente a él, elaborara un excelente ejercicio, le diera una lección de histrionismo y desapareciera. El mismo Kevin Durand que es un peón de las producciones de bajo presupuesto, no lo estaba haciendo mal pero cuando logra su pico de actuación –¡bum!– desaparece. Es como que Cronenberg le estuviera diciendo: «¡Usted es muy mal actor! ¡Reivindíquese! ¡Aprenda!».

Cosmopolis es como un cuerpo de un paciente comatoso que entra en «línea mortal» y necesita reanimación con electrochoques. Finalmente, justo a la hora de estar viendo la peli llega la anhelada conmoción y parece que todo mejora pero -extendiendo la metáfora del comatoso- el pulso recuperado es débil y es innegable su muerte. La crítica afirma que Cronenberg es increíblemente fiel a la novela de Don DeLillo, el problema dicen es que la novela es pésima y no se explican para que pierde su tiempo y energías elucubrando alrededor de ella. Yo no le pierdo fe al maestro y sus capacidades de dirección, su narración es muy buena y sus temas increíbles. Con esta yo pasaría la página esperando su próximo proyecto y me llevaría la cita del poeta polaco, Zbigniew Herbert, como lo más rescatable de la pieza.

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Warm Bodies

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Warm Bodies es una peli de la cual uno es reticente de ir a verla en la cartelera actual. No porque sea mala per sé sino por el hecho de entrar en un terreno fangoso, el del romance entre zombis. Si, Warm Bodies de Jonathan Levine es una comedia romántica entre un zombi y una humana.

Esta peli supera de tajo cualquier pieza de George Romero, una aseveración demasiado fuerte pero dentro de la evolución normal de los zombis romerianos, los muertos vivientes no pueden coordinar sus pasos, difícilmente articular más allá de un gruñido y su apetito por carne fresca y cerebros es voraz. Siempre el zombi persigue al humano instintivamente. Después de Night of the Living Dead y de Dawn of the Dead, Romero en Land of the Dead, por primera vez hace que los humanos capturen un par de zombis y puedan convivir con ellos. Los zombis son usados como gallos de pelea que entrenan los humanos para ser sacrificados en rondas de apuestas, entre ellos mismos o con otros humanos usados como tortura; el líder de esos zombis es un negro que logra dirigir un grupo de zombis hacia la ciudad, disparar armas y pensar tácticamente -si se puede llamar de esa forma-. En Diary of the Dead se podría afirmar que los muertos vivientes piensan, donde Romero los compara con humanos y los pone por encima de algunos de ellos.

Muchas versiones de zombis han salido de esta evolución romeriana, unos se han vuelto más ágiles, otros se han vuelto más violentos pero casi ninguno había sobrepasado su naturaleza y más bien eran torpes entidades deambulando por ahí. Levine se anota un gran punto al poner, la narración en manos de ellos, buscando sus pensamientos y reflexiones, como piensan y que sienten cuando comen sesos, una idea realmente fascinante y porqué no, muy divertida.

Siendo sincero la peli me gustó. La clave está en las expectativas y la mente abierta. Por un lado, ir pensando que es una muy mala pieza ayuda a revelar lo que Warm Bodies en realidad puede aportar al universo zombi; por otro lado, Teresa Palmer y Nicholas Hoult son realmente actores y lejos están de sabotear el subgénero zombi como en algún momento lo hicieron Kristen Stewart y Robert Pattinson con los vampiros. Los «skinnies» o «bonies» son zombis evolucionados que han perdido hasta su propia carne, son espantosos y logran balancear como antagónicos la melosa relación entre R y Julie que refieren de facto la historia legendaria del amor prohibido entre Romeo Capuleto y Julieta de Montesco. Abrazando esta nueva versión del relato «shakespeariano» se hace muy divertida su experiencia tragicómica y melodramática.

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3D, Action, Bill Condon, Emo, Epic, Exploitation, Fantasia, Gore, Hollywood, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Romance, Serie B, Thriller, Vacacion, War

The Twilight Saga: Breaking Dawn – Part 2

El fin de semana pasado me fui a ver Breaking Dawn, la segunda parte.

No hace mucho en MovieCity estaban rotando The Twilight Saga: Breaking Dawn – Part 1. Llámenlo morbo o precaución si simplemente me animaba a ver la segunda parte en salas pero me la ví para asegurar no perderme ninguna parte de la serie.

Alguna vez dije en este blog que la saga de Twilight apostándole al romanticismo, a la cursilería y el sofisticado -pero ya trillado- tema del vampirismo habían logrado cautivar un público objetivo quinceañero, que encantado podría ver sin chistar cualquiera de las piezas que Stephanie Meyer había creado para él. También me pareció que aunque la primera versión de la saga fue más bien sosa, New Moon, su segunda parte, lograba pagar la boleta por los licántropos o Quileutes que descendían de los lobos como hijos. No estuve nunca muy emocionado por la serie y para su tercera parte Eclipse decidí volver a verla en TV desencantándome completamente del tema.

Pensé en algún momento que ese era el fin de la pesadilla pero apareció Breaking Dawn y alargó un poco la pena. Estaba completamente decidido a ver la segunda parte en TV, porque no había nada en absoluto que me hiciera cambiar de opinión, pero era el desenlace, era el final, ya me había visto todas las demás, porqué no darle su último adios en cine para el enfrentamiento con los Volturi.

La verdad es que Bill Condon no es un mal director y en 2011 cuando sacó The Twilight Saga: Breaking Dawn – Part 1 quedé un poco decepcionado pero algo me decía que la serie no debió haberse partido en dos partes. Además era un poco desatinado que si la primera parte fue tan mala para qué repetir de director en la segunda. Al verme el final de la serie, queda claro que la división fue más una imposición, que una decisión propia y que el extremo y ridículo sentimentalismo de la primera parte se debía a un forzado alargue exigido por el estudio para sacarle el máximo provecho a todo el jugo del cierre.

Tengo entendido que no hay más, que este es el fin y se acabó -pero ya lo había pensado en el pasado y surgió una nueva continuación-. Por ahora se podría afirmar que fue un gran final. Hay muchos factores en los que la peli falló con ganas, como el uso exagerado de imágenes por computador, Renesmee manipulada miedosamente en el cuerpo de bebé y de adulta, la acartonada relación de Edward y Bella o las pésimas actuaciones, entre otras muchas de, de Kristen Stewart y Robert Pattinson -si no saben darse un beso no entiendo como en primer lugar pudieron haber tenido una hija-. Sin embargo la cinta se hace fuerte en otros aspectos que son asombrosos. En serio disfruté esta pieza. La adaptación de Bella a sus nuevos poderes, con unas cámaras interesantes, el clímax de la historia en su máxima potencia, las actuaciones equilibrantes de Billy Burke y Michael Sheen pero sobre todo la batalla. Una de las más cruentas, sangrientes, gráficas y escalofriantes batallas en la historia de lo que he visto en cine.

Lo demás quítenlo. Todo es promedio o pésimo pero la batalla envuelve, asusta y conmueve. Me quito el sombrero frente a Condon que se sacó su espinita y le permitió a Twilight irse con dignidad. The Twilight Saga: Breaking Dawn – Part 2 sin duda la mejor de la serie -aunque en su balance general, apenas pase raspando su calificación-.

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Water for Elephants

Anoche fui a la premiere de Water for Elephants gracias a Ana La Enana que de antemano agradezco, no sólo por lo divertido que es ver una peli anticipadamente, por el parche que armamos sino también por la experiencia bonita de ver a las fanáticas de Robert Pattinson en pleno.

El reparto lo conforma Robert Pattinson actuando como siempre, enloqueciendo a sus fanáticas pero con guiños y gestos muy acartonados al final con un desempeño desafortunado, Reese Witherspoon que pudo tener una mejor actuación pero a nivel de reparto creo que está muy madura para este muchachito o este muchachito está muy joven para esta señora y quien se lleva todos los aplausos es Christoph Waltz. Increíble como se roba los encuadres y como la cámara lo adora, un personaje siniestro, antagónico de Pattinson que no desarrolla el personaje sino más bien juega a develarlo en una actuación intachable.

La fotografía, muy pulcra con una que otra toma interesante pero mucho más clásica en la gran mayoría de la peli, estuvo a cargo de Rodrigo Prieto, mejicano del equipo indiscutible de González Iñarritú. Me parece que sucedió lo mismo con el gran James Newton Howard que logró sorprendernos en algunos momentos pero la mayoría de su composición fue sin muchos riesgos.

En principio, uno va a una peli de estas y no puede esperar que sea el filme que trascienda en la vida de todos nosotros, si uno empieza la función asumiendo otra cosa, esa platica se pierde. Esta peli es cine de masas, es comercial y como tal tiene unos estándares bien definidos que pueden llegar a afectar parte de la experiencia, es bien predecible, romanticona y muy sentimentalera. El director es Francis Lawrence un director joven pero bien interesante con I Am Legend y Constantine dos cintas que en lo personal me encantan. Muy «hollywoodense», este austriaco nos presenta una historia de época entre los años 30’s y 40’s sobre un circo y sus trajines diarios al mando de una sombría gerencia. La historia está basada en una novela de Sara Gruen, apoyada por el New York Times y vuelta guión por Richard LaGravenese.

No es muy recomendable, las fanáticas de Pattinson no suspiraron tanto como en Crepúsculo pero siento que la gran maravilla, y que puede llegar a pagar la boleta, son los animales sumado a la visión de ese circo melancólico. Para mi, aparte de Waltz, Tai, la elefante es la que se roba los suspiros y los asombros, además el ritmo que le provee Lawrence a su personaje en serio emocionan y llenan la pantalla.

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The Twilight Saga: New Moon

Me arriesgué a ir a cine a ver el segundo acto de La Saga y sorpresivamente me fue mejor que con el primero. Antes que nada, Hollywood le apostó a un director de más experiencia y eso se notó bastísimo en la peli. New Moon fue dirigida por Chris Weitz a quien recordamos por The Golden Compass de 2007, About a Boy de 2002 y su ópera prima la éxitosa American Pie de 1999 (que dirigió de manera anónima con Paul, su hermano).

Lo segundo, el melodrama entre Robert Pattinson y Kristen Stewart pasó a un segundo plano y se abordó la leyenda de los Quileutes que descendían de los lobos como hijos pero que en esta peli actúan como licántropos u hombres lobo.

Finalmente, si se sigue abordando el tema el tema el vampirismo con cursilería barata cuando vuelve a aparecer Pattinson y los Cullen, tal vez es salvada, si se puede decir eso, con el tema de los Volturi o nobleza de vampiros, en Volterra una hermosa ciudad italiana, quienes le añaden sofisticación a la historia. Rescato el hecho de Michael Sheen como el nuevo Christopher Lee o el mítico Bela Lugosi quienes dedicaron su vida artística a rehacer papeles y papeles de vampiros. Sheen ya ostenta cuatro pelis de vampiros y está en negociación la quinta.

Sin embargo, la peli vuelve a la cadencia romanticona y jarta terminando como empezó.

La peli paga la boleta por los licántropos. Realmente me emocioné con sus enfrentamientos y sus rápidas transformaciones. Aspiro en la tercera versión de la franquicia, se mantengan tanto estos como Sheen porque pedirle a Pattinson que actue mejor, que la Stewart deje de ser tan soberbia o que la historia se desenvuelva de una forma creativa y más sofisticada no va a suceder.

Nota personal: Juemichica!! Cómo ha crecido Dakota Fanning. Si no es por IMDb no logro darme cuenta que ella actua en esta peli. Obviamente, va a tener un papel más protagónico en el tercer acto.

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