Argo es la última producción de Ben Affleck y créanme fuerte favorita para varios premios importantes a principios del próximo año. No sería raro verla rondando las categorías de mejor guión adaptado, cinematografía, diseño de producción, dirección e incluso mejor actor principal. La historia otorga un grado de madurez al joven director que se ve desde el manejo y dirección de cada uno de sus personajes hasta cada una de sus batallas personales que casi se vuelven grandes capítulos durante la peli.
El tono de la fotografía de Rodrigo Prieto (Biutiful, Brokeback Mountain, Los abrazos rotos) y la dirección de reparto de Lora Kennedy pasando por el diseño de producción de Sharon Seymour logran enmarcar una historia con una fidelidad absoluta a cada uno de los referentes del archivo que fue sacado a la luz por Bill Clinton para poder hacer pública la gestión heroica de Tony Mendez. Es realmente impresionante y loable como cada una de las tomas estaba basado en una fotografía, en un archivo o un nombre específico -el compromiso de Affleck con Warner Brothers es que está interesado sólo en proyectos donde él pueda actuar y dirigir, y digamos que por lo mismo él es el único que no tuvo que pasar el filtro de reparto donde él es el único que no se parece tanto a su referente histórico; un Jeffrey Wright hubiera funcionado mil veces mejor fisionómicamente-.
Mendez, interpretado por Affleck, es un agente de la CIA durante el climax de La Guerra Fría que se especializó en extraer testigos, norteamericanos o agentes de importante valor en posiciones estratégicas, en lugares donde la situación estaba álgida o el estatu quo se derrumbaba. Por mi parte, entro en conflicto con la trama de la cinta que es una oda a este tipo de intervenciones ilegales de los Estados Unidos en países cuyos intereses se ven afectados. Digamos que aquí están tratando de liberar a seis personas “inocentes” de una horda que es ciega, irascible, sorda y estridente. Pero que no se nos olviden las demás, las ignominiosas, las horribles, las apestosas, las de Chile, Argentina, o Timor Oriental. Si podemos de algnua forma apartarnos de esa situación política y trivializar un poco el transfondo de la peli podemos llegar a disfrutarla mucho. No hay un segundo en la trama donde el ritmo se caiga, no hay un momento en la historia donde no estemos aferrados a nuestras sillas sufriendo con cada uno de los personajes, no hay un sólo momento de la peli que uno pueda predecir a menos claro que haya conocido de antemano el incidente. La cinta es hermosa y consistente en muchos sentidos. Me encanta que Affleck gracias a Warner se haya unido a Grant Heslov y George Clooney que como productores se deleitan haciendo piezas independientes y un poco contestarias. Seguramente, si esta relación es fructífera y se desarrolla con buenas taquillas, el futuro de este actor-escritor-director será mucho más que deslumbrante.