3D, Action, Adventure, Epic, Exploitation, Fantasia, Folk, Hollywood, Melodrama, Michael Bay, Miguel Vaca, Movie, Romance, Sci-Fi, Serie B, Vacacion, War

Transformers: Age of Extinction

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El mundial, mi hija, el trabajo, todo se había interpuesto entre mi pasión favorita y mis posibilidades de escribir sobre ella. Estoy profundamente atrasado pero espero poder adelantarme poco a poco. Una gran motivación puede ser la celebración de cinco años de estar escribiendo, casi, ininterrumpidamente. A ustedes, gracias por tenerme paciencia, tomarse el tiempo de leer estas líneas desordenadas y atreverse a dejar un comentario sobre sus propias experiencias… Ah! Que no se me olvide #eraGolDeYepes

Aunque aún me falta por escribir sobre The Lego Movie, Bad Grandpa o Muppets Most Wanted, empezaré por uno de los poderosos taquilleros de este verano, Transformers: Age of Extinction de Michael Bay.

Más allá de Transformers, Shia LaBeouf como héroe o a pesar del mismísimo Michael Bay, la franquicia de Paramount y Hasbro había logrado la no despreciable suma de dos mil setecientos millones de dólares recolectados mundialmente, hasta la fecha. Ni las pésimas críticas, ni las pésimas actuaciones lograron minar la confianza de la pésima dirección de Bay en esta serie de ciento por ciento explotación; incluso sus efectos fueron meritorios de nominación en toda la sección técnica de los Oscar. La verdad, tarde que temprano, y sin mucha sorpresa, se nos avecinaba una cuarta exposición de peleas de gigantes robots destruyendo de nuevo Chicago y, de nuevo, en honor a la verdad Bay logró desarrollar un relanzamiento de la historia apuntándole a un éxito taquillero impresionante, que ya suma 900 millones de dólares alrededor del mundo.

Esta vez ‘Marky MarkWahlberg es el encargado de llevar el liderazgo de la cinta de acción como un padre de familia en Texas, desesperado por sacar adelante a su hija mediante su taller de eléctricos y robótica. En su afán por buscar materia prima se topa con un autobot, Optimus Prime, que encuentra abandonado, casi destruido y olvidado bajo capas de polvo causadas por batallas de otrora. Wahlberg se involucra con la causa del autobot y persiste hasta poder encontrar la fuerza maligna del gobierno que está destruyendo tanto decepticons como autobots, a diestra y siniestra.

La peli obviamente está cargada de mucha acción, buen humor pero sobre todo una mejor química entre Wahlberg y el público –100 puntos a Michael Bay por liberarse de Shia LaBeouf que hacía menos que creíble su historia ridícula–. Como decía anteriormente, es un relanzamiento de la franquicia, no obstante no vuelve a los orígenes de la narración para poder justificarla y logra su cometido en un capítulo donde pasamos la hoja con la anterior trilogía y nos preparamos para otra, ojalá completamente diferente. No es una gran cinta de todas formas; uno se divierte hasta donde Bay se lo permite; los lugares comunes, los giros ridículos y la explotación desmesurada de todos los clichés siguen presentes pero logra adaptarse para construir algo mejor. La disculpa de este episodio es la aparición de Galvatron como fuerza antagónica y el adiestramiento de los dinobots como nuevos refuerzos de los autobots pero no le alcanzó el tiempo para desarrollar mejor estos personajes y son incluidos dentro de la trama con un forcejeo realmente desagradable.

Wahlberg ya había trabajado con Michael Bay en Pain & Gain, en un estilo completamente diferente del director, sin embargo le permitió conocer a Wahlberg e imaginárselo como el nuevo héroe de esta serie de ciencia ficción, melodrama y mucha serie B.

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Nymphomaniac: Volume II

[Continúa]
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Es preferible que si no han visto la primera parte de Nymphomaniac, no vean la segunda parte –mejor aún que ni siquiera lean esta entrada en absoluto–. A diferencia de muchas otras secuelas, Von Trier realmente pensó su pieza como un todo y no como un juego de volúmenes más fácilmente comerciable. Esto da pie para que la peli abra con una exculpación o un descargo de responsabilidad bastante peculiar que, por lo anteriormente explicado, puede ser tomado como una justificación comercial del distribuidor o una simple jugada de manipulación de Von Trier.

Joe (Charlotte Gainsbourg) nos ha venido relatando la historia de su vida, en un afán por confesar sus pecados y absolver sus culpas; Joe es una mujer entrada en sus cuarenta años que desde muy joven experimentó una vertiginosa serie de aventuras sexuales que profusas fueron desencadenando una patología y evidenciando un síndrome. La patología es la de convertirse en hipersexual y el síndrome el de la pérdida total de sus orgasmos.

El desenlace de la obra se autodivide también en tres capítulos “The Eastern and the Western Church (The Silent Duck)”, “The Mirror” y “The Gun”.

La trama continúa con el matrimonio en conflicto que sobrellevan Joe y Jerôme (Shia LaBeouf), quienes se definen enamorados, voraces en apetito sexual y embarazados de Marcel, un hijo completamente inesperado para Joe quien a su vez experimenta una insatisfacción sexual por la desconexión de sus órganos sexuales con su libido; Jerôme más que preocupado por la insatisfacción de su mujer le sugiere que busque experimentar con otros hombres que la ayuden en la búsqueda y consecución de esa satisfacción; de esa forma se topa con K (Jamie Bell), una especie de terapeuta conocido por sus tratamientos altamente violentos y de alguna forma juzgados como sadomasoquistas. K logra despertar sensaciones perdidas pero también su relación también destruye el matrimonio, el trabajo y el estatu quo de Joe, una metáfora del maltrato que también empieza a recibir su vagina.

La historia en este segundo volumen se desenvuelve hacia la madurez de Joe, define los antecedentes del callejón donde fue violentamente asaltada y donde subsecuentemente fue recogida por Seligman (Stellan Skarsgård). La historia no es tan apasionante y creativa como en el primer volumen y es consecuencia directa de la larga pausa en el entreacto –que tomó cerca de un mes–; ciertamente hay una pérdida en el ritmo de la narración –visual y textual–, y el mismo Von Trier es consciente cuando Seligman y sus pausas ya no son tan divertidos, expresamente identificado en una de las líneas de Joe cuando se refiere a los nudos de K, en una de sus sesiones; sea cual fuere la razón, agradecemos que de todas formas, de principio a fin, las figuras cinematográficas y literarias, que aparecen constantemente en el diálogo de Joe y Seligman, sean explicadas por el autor y no son parte de un discurso posterior e intelectualoide donde se descifra cada uno de sus semas bajo la interpretación personal. Es cierto, para mentes inexpertas e inocentes de filosofía, como la mía por ejemplo, la secuencia lacaniana que aleja el sexo de Joe de su éxtasis, pasa tan frugal e inadvertida, que tan sólo deja clara la genialidad de Lars Von Trier, demandante de un análisis mucho más profundo de cada una de las capas de su pieza y mucho más estudiado que el humilde punto de vista de un fanático del cine, como cualquiera de nosotros en el blog. Nosotros nos quedamos con un cierre de la pieza un tanto torpe pero con la aparición de L (Willem Dafoe) y la alegoría a la introducción de Antichrist cuando Marcel se asoma al balcón.

Lars con Trier es, sin duda, uno de esos pocos autores que permite referirnos a sus obras como piezas de arte; un arte moribundo, casi extinto, consecuencia de la feroz existencia y voraz competencia de Hollywood en nuestras carteleras. Nos permite además detenernos a estudiar muchas complejidades dentro de su discurso, algunas veces existencialista, otras veces dialéctico, fundamentalista y quien sabe que más corrientes filosóficas puedan ser exploradas en él. Nymphomaniac es una declaración de su insolente pensamiento, una demostración de que ser denominado persona non grata es tan sólo una vía para desencadenar una serie de imágenes provocativas y alucinantes como combustible y disparador de su intelecto.

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Nymphomaniac: Volume I

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La última creación de Lars von Trier llega a nuestras salas en una inusitada eficiencia por parte de los distribuidores. Mucho antes que en otros países –incluido Estados Unidos–, la extensa pieza llega partida en dos partes cuyo primer volumen ya está rotando en nuestras salas.

La historia es sobre Joe, una niña que descubre sus genitales precozmente e investiga sobre ellos, en una especie de lúdico aprendizaje hasta que entrada su adolescencia explota el placer que estos le generan, desencadenando una serie de aventuras sexuales que desenfrenan una patología, sólo revelada en el desenlace de este volumen. Su historia es relatada en su madurez a través de una mujer agobiada por sus experiencias en un manto de arrepentimiento, culpa y un fuerte juicio propio; dicho relato le es contado a un hombre maduro que la recoge de la calle, cuando yacía quebrada en el adoquinado.

Joe es interpretada por cinco actrices; a sus dos años por Ronja Rissmann; a sus siete años por Maja Arsovic; a sus diez años por Ananya Berg; en su adolescencia y su temprana juventud por Stacy Martin; y en su madurez por Charlotte Gainsbourg. Es precisamente Charlotte la que le cuenta sus vívidas experiencias a Seligman, el hombre que la recoge y que es interpretado por Stellan Skarsgård.

En Nymphomaniac hay un juego entre el relato de Lars von Trier y nosotros como espectadores donde la expectativa juega un papel importante en la tensión; por un lado, discutiblemente el título de la obra es «Ninfómana» pero este término es problemático porque siempre es tomado como un prejuicio sobre la sexualidad abierta o liberal de una mujer, mientras que ‘ninfómano‘ no es de uso común o por lo menos no se conoce como comportamiento negativo de un hombre. Investigando un poco el término médico correcto es «hipersexualidad» y por lo tanto la cinta debería traducirse como «Hipersexual»; esta condición se conoce cuando hay un aumento repentino del apetito y la actividad sexual pero aunque se asocia a medicamentos o problemas médicos su causa es mayormente desconocida.

Trastornos en la salud mental, como el desdoblamiento bipolar, el alto consumo de alcohol o narcóticos pueden resultar como disparadores de esta condición. Joe al no estar expuesta a ninguna de estas circunstancias, se hace una apuesta general en la que su inquietud exacerbada termina provocando la situación de pulsión imnanejable a través de un comportamiento sexual errático. La posición de Seligman se siente como la de un psicoterapista y no condena los supuestos síntomas que han acarreado una moral socavada en Joe; mientras ella bajo una mirada judeo-cristiana interpreta su búsqueda hedonista como pecado, culpa y deformación de su alma. Es un diálogo interesante el de Seligman y Joe, no obstante un poco acartonado cuando se empieza a volver predecible.

El primer volumen de la historia se reparte en cinco capítulos: “The Compleat Angler”, “Jerôme”, “Mrs. H”, “Delirium” y “The Little Organ School”; sin embargo, en ritmo cada media hora, independiente a los capítulos, la pieza va denotando una estructura particular donde cada 20 minutos aproximadamente se cuenta una historia completa (inicio, nudo, desenlace) y es comentada por los dos interlocutores principales; esto hace que la sesión de dos horas sea entretenida, no pierda tensión ni interés aunque, ahora en retrospectiva, pueda que no se diferencie mucho del diálogo que pudo haber entre Sylvia Kristel (Emmanuelle) y George Lazenby (On Her Majesty’s Secret Service) en Emmanuelle’s Love.

En fin, el volumen uno de esta extensa obra que es Nymphomaniac define los dos primeros actos de la historia hasta el punto del giro narrativo que devela el nudo de la trama; como siempre Lars von Trier se toma su tiempo y lo hace tan bien que no nos preguntamos si hubiera sido necesario partir la historia en tantos capítulos o extenderla tan vastamente. La única comparación que se me viene a la cabeza de una obra parecida es Il Decameron de Pier Paolo Pasolini pero la vi hace tanto que no valdría la pena la referencia; la otra es Kill Bill de Quentin Tarantino una extensa y caprichosa historia de venganza que se pierde precisamente dentro de la longitud de su narración; obviamente para terminar de dar un juicio de Nymphomaniac es necesario atender su desenlace y ver si las expectativas se cumplen o se descarrilan en su impulso.

Una de las trampas en las que uno cae, y lo sugeríamos previamente en la entrada, es que el título Nymphomaniac, sumado al espíritu provocador de Von Trier y la campaña propagandística que se hizo alrededor del sexo no simulado en la peli hace que esperemos una pieza cruda, descarnada, grotesca pero que al final es un ejercicio dialéctico, un poco subido de tono y si muy pícaro; me pasó lo mismo en Brokeback Mountain de Ang Lee cuando en la escena del campamento, Heath Ledger aviva la fogata y en un plano muy posterior, muy desenfocado, sale Jake Gyllenhaal desnudo por ahí; uno piensa que se avecina una escena fuerte de cine rosa candela pero al final Gyllenhaal se mete a la carpa y no sucede nada, dejándonos una sensación inquieta de que los prejuiciosos, perversos y morbosos somos nosotros como espectadores. Tal cual es la sensación de esta primera parte, un tanteamiento de la situación, un humor sofisticado y una recurrente analogía de la sexualidad de la mujer con la pesca profesional de río.

El chileno Manuel Alberto Claro repite equipo con el danés, después de haber trabajado juntos en Melancholia ratificando el buen estado de la producción austral; al lado de Claro también repiten varios actores así como Simone Grau en el arte y obviamente Molly Marlene Stensgaard su llave en el montaje de sus piezas; hay un recurso inédito en esta cinta y es el diseño de los títulos, la infografía y el diseño gráfico, aún no he descubierto de quién es pero espero saberlo pronto porque es un punto destacado dentro de la producción. La segunda parte llega en marzo y ya nos tiene muy ansiosos.

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Lawless

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Por fin llegó Lawless a Colombia. Una cinta que venía esperando desde agosto o septiembre del año pasado por ser el siguiente proyecto de John Hillcoat después de The Road, una sorprendente, emotiva y conmovedora peli de ciencia ficción que nos dio a conocer al director australiano, de buena trayectoria en su tierra natal. Lawless debutó primero en Cannes, con una acogida impresionante del público, gracias a que los tres actores que la protagonizan son las estrellas más brillantes de Hollywood en el momento –Shia LaBeouf con Transformers, Tom Hardy con Bane y Jessica Chastain con The Tree of Life, The Help o incluso Zero Dark Thirty, que para ese entonces ya sonaba como una de las favoritas del Oscar-.

Esta situación crea emociones cruzadas pero igual las expectativas eran increíbles.

Lawless narra la historia de los tres hermanos Bondurant, establecidos en los profundos caminos de Virginia y dedicados al negocio de destilar whiskey en la época de la prohibición de Estados Unidos (aprox. 1920 a 1933). Los Bondurant eran una leyenda viviente en el sur. La cinta, escrita por el músico australiano Nick Cave, está basada en hechos reales y en la novela The Wettest County in the World escrita por uno de sus descendientes, Matthew Bondurant. Se les reconocía como inmortales, nada los afectaba y estaban más allá del bien y del mal porque la ley nunca los tocaba. Su inmortalidad se ve cuestionada cuando, no recién culminado el primer acto, Forrest (Tom Hardy) es prácticamente degollado frente a nuestros ojos en una profunda y escabrosa imagen.

Lawless es costumbrista y cálidamente ambientada en los sonidos del sur gracias a la excelsa sensibilidad de Cave que también participó en la producción de la banda sonora, así como, la composición de la partitura original. Aunque es sobria, limpia y entretenida tengo muchos problemas con los personajes, desde su selección como reparto hasta el desarrollo de sus papeles. Empecemos, por ejemplo, con Floyd Banner, interpretado por Gary Oldman. Un personaje muy fuerte visualmente y muy vistoso; aparece tres veces en la cinta pero se roba nuestra atención desde el primer momento que lo vemos al igual que la de Jack Bondurant (Shia LaBeouf); esperamos mucho más del personaje y aunque se justifica su inclusión en la historia porque es el que atrae al FBI a la guarida de los Bondurant, hubiera sido un toque sencillo de autocontrol por parte de Hillcoat para decidir no usar definitivamente el rol y ajustar el guión o encontrar un actor menos llamativo. Otro ejemplo en una dirección contraria, puede ser el planteamiento oscuro y seductor del personaje de Maggie Beauford (Jessica Chastain) donde el director se toma todas sus libertades para evocar todo un aura de misterio en su pasado de Chicago, desde el color de su piel y su pelo, hasta el minucioso detalle de su vestimenta; es uno de los personajes que más me gusta como se desenvuelve en la historia pero su desnudo es más que innecesario o por lo menos no es equilibrado -hubiera tenido un mejor balance si se hubiera contrastado visualmente con sus experiencias de violación, por mi parte lo hubiera quitado completamente y hubiera seguido con el juego del director de sugerir e insinuar aspectos del personaje-.

Eso a nivel de desarrollo de personajes, por el lado del reparto, vuelve a haber aciertos y desaciertos. Chastain, Jason Clarke, Mia Wasikowska, Dane DeHaan son muy bien escogidos y cuadran muy bien en la historia. Los hermanos Bondurant cada uno por su lado no están mal pero no se sienten sureños y tampoco se sienten hermanos. Tom Hardy es un monstruo y está descompensado completamente al lado de LaBeouf -el mismo caso de Gary Oldman, hubiera sido mejor haber buscado más bien otro par de actores hubiera funcionado muchísimo mejor. El espectador siente que hay demasiadas caras donde poner la atención y la historia se siente atomizada. Un ejercicio puede ser revisar Hatfields & McCoys, el reparto está balanceado entre conocidos y casi anónimos pero todos están de alguna forma disfrazados de la misma forma extrañamente irreconocibles y funciona muy bien. Es más, es un muy ejercicio de comparación, ambas producciones describen situaciones de vaqueros del Este, con su grado ignorancia, rusticidad y modales.

La pausa, finalmente, se hace con Guy Pearce. Si hay algo bueno, genial y sobresaliente en Lawless es el australiano como antagónico. Un director del FBI personificado como alguien repulsivo, agrio, letal, oscuro, podrido y depravado. Charlie Rakes está tan bien estudiado que hay momentos en la cinta donde sólo vemos parte de su cuello y su oreja entrar a cuadro, e incomoda profundamente. Apesta. Es molesto, inquietante, perturbador y paga completamente la boleta. Estoy profundamente sorprendido por el completo desinterés por su papel. Ni una voz de reconocimiento en uno de los mejores roles de Pearce que sigue escogiendo muy bien sus papeles y sacando oro de ellos. Quedé boquiabierto.

Lawless, en general, me pareció muy promedio, inconsistente y con demasiados altibajos. Hillcoat no logra lo alcanzado con The Road y defrauda. Es posible que funcione mejor con otro tipo de proyectos pero de alguna forma en esta producción se siente excedido y sin límites. Tiene cosas positivas como el entendimiento de sus personajes y sus relaciones en la historia, así como, la exquisita dirección de personajes donde ninguno de sus actores se sobreactúa o se sale de la condición necesaria para hacerlo. Hillcoat es un gran director y siento a Lawless como un traspiés pero espero su siguiente proyecto con ansias.

Llama la atención el estudio de producción de la cinta, Annapurna Pictures. Megan Ellison se arriesgó con Los Coen en True Grit y la retribución por su osadía fue muy buena taquilla y reconocimiento de la crítica. Desde entonces sus proyectos tienen un delicado toque independiente, muy atractivo y poderosamente fuerte en los premios (2012: Zero Dark Thirty, The Master, Lawless). Escuchar su nombre es sinómimo de interesante, este año aún esperamos Killing Them Softly, nos promete el segundo proyecto de Harmony Korine, Spring Breakers, también el regreso de Wong Kar-wai con The Grandmaster y de pronto lo más interesante que he escuchado en lo corrido del año el cuarto proyecto de Spike Jonze, Her.

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Savages

Por un instante, sentí un poco de alegría cuando vi que Oliver Stone, volvía al ruedo de los largometrajes argumentales con una excusa menos ociosa que la pésima secuela de algún trabajo suyo, de cuando era genial y divertido, o algún trabajo lastimero emancipando su orgullo estadounidense. En cualquiera de los dos casos se sentía demasiado falso.

World Trade Center fue un triste homenaje a los bomberos en los eventos del 11 de Septiembre que no fue nada más que eso: triste. Estuvo demasiado tiempo involucrado en sus proyectos personales -documentales explorando la izquierda socialista de América Latina– y fue bien. El problema es que haya querido volver a los argumentales como el chico malo de los 80’s y principios de los 90’s donde ganaba Oscares como director y escritor porque eso no iba a pasar. No sólo no iba a pasar sino que esos primeros títulos podrían haber sido más desastrosamente mediocres, cursis y faltos de originalidad. Vino Wall Street 2 que fue tan malo como hubiera sido una segunda parte de Any Given Sunday, Natural Born Killers o Platoon. La gran diferencia es que de ninguna forma la historia le ayudó mucho.

Savages es entonces su primer trabajo argumental original en seis años -y aceptable en casi once años-, con un enfoque diferente a W., World Trade Center o Sourh Border. Es la historia de los líderes de la producción de marihuana en la mitad de California que trataron de llevar los negocios con calma, buena onda y mucho más equilibrio que las mafias italianas con toda su filosofía de venganza. Su problema es que las mafias mexicanas, no son fáciles, no son estables, no son calmadas. Los choques internos entre sus carteles sacan chispas y dejan muertos en toda Baja y Alta California y de una u otra forma los iba a alcanzar.

Stone hace lo suyo y dirige un reparto no tan espectacular para sacar oro y diamantes impecables. Del trío de protagosnistas, siempre me ha gustado Blake Lively -no sólo por su físico-, desde The Town me sorprendió con ese papel de basura blanca bostoniana completamente transformada de su papel en Gossip Girl, aquí interpreta a una típica californiana con su pelo pintado, preocupada por su alimentación, sin muchas ataduras morales y viviendo el presente día a día; Taylor Kitsch es un actor joven que está buscando su identidad en Hollywood y ha tenido grandes oportunidades que no han resultado en los éxitos de taquilla esperados como Gambito en X-Men o el vaquero perdido en Marte de John Carter, en Savages interpreta a un ex-infante de marina a cargo de la seguridad de la operación muy diferente a sus papeles anteriores y de un desempeño aceptable; Aaron Johnson es el más impresionante de los tres, de su papel de Kick-Ass ha crecido mucho y es prácticamente irreconocible en físico y en actitud.

Pero el gran trabajo de actuación lo da el respaldo de actores secundarios y antagónicos. Por un lado John Travolta, corrupto, áspero, tosco maneja la dualidad del federal con una fluidez impresionante. Su antagónico Benicio Del Toro, aparece la primera vez en pantalla y recorre un escalofrío profundo por nuestras espaldas, ¡da mucho miedo! El reparto lo cierra grandiosamente Salma Hayek quien embebida en papeles ligeros y cómicos nunca ha tenido retos demasiado grandes y este podría ser el trabajo dramático de su carrera.

Vengo de una racha maldita de películas pero no puedo decir que odié Savages, no le auguro un buen futuro y será otra bala salva de Taylor Kitsch pero disfrute a lo largo de la cinta la estética «stoniana», que anhelaba hace un tiempo, gracias al trabajo de montaje de Joe Hutshing, Stuart Levy y Alex Marquez y la cinematografía de Daniel Mindel. Yo no se si le pagaría boleta pero la banda sonora -que incluye El Patrón de Systema Solar-, la fotografía y Salma Hayek valdrían el esfuerzo. Detesto los dobles finales, detesto la falta de coraje de un escritor o un director para imponer una idea sola, de pronto no lo odio tanto como un final francés pero me parece falta de convicción y generalmente el regusto no es bueno.

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Transformers: Dark of the Moon

No se si alcance para una cuarta versión pero pues estamos hablando de Hollywood que ya está pensando en la quinta parte de Pirates of the Caribean así que no sería de sorprendernos. Debo decir que si no fuera por Shia LaBeouf esta peli podría perfectamente encajar con los recuerdos que tengo de chiquito de la serie animada de Transformers. Rosie Huntington-Whiteley no me hizo extrañar a Megan Fox quien según los rumores fue apartada del proyecto directamente por Steven Spielberg (vaya uno a saber porqué).

Por lo mismo no hay mucho que añadir, es una peli para niños que les encantan los robots gigantes, que no se pongan a pensar en la credibilidad de la historia y que se fascinen por los efectos especiales al ver estos robots chocando unos contra otros sin cesar. En mis recuerdos Optimus Prime muere y es reemplazado por su sobrino Rodimus Prime quien lidera los Autobots contra los Decepticons que también sufren un cambio de liderazgo a manos de Galvatron por la muerte y desaparición de Megatron. Así como siempre he querido ver a los centinelas de X-Men en cine, me parece que Michael Bay pudiera complacer un poco a los veteranos fanáticos que somos de esta serie con Omega Supreme, Ultra Magnus o estos monstruosos robots que alcanzaron a hacernos un guiño en la segunda parte cuando apareció mi robot favorito: Devastator.

No me gustó pero me divertí. Odio a LaBeouf así como lo odié en la primera y segunda parte pero aquí su sobreactuación y su antipatía desagradan al ciento por ciento. No creo que le aporte nada a la historia (si es que la hay). Aunque las escenas de acción abundan en la peli por doquier, no siento que el RealD haya sido verdaderamente aprovechado, no fue el tono, no fue la luz, simplemente no parecía ser una peli hecha en esta tecnología.

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Wall Street: Money Never Sleeps

Wall Street: Money Never Sleeps es el resultado de volver una peli de los 80’s como Wall Street en franquicia. De nuevo dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Michael Douglas es el clamor de toda una generación de economistas que tomaron demasiado en serio las directrices de Gordon Gekko y las volvieron motores propios en sus rutinas diarias, según palabras del mismo Douglas en Cannes.

Me gustaba pensar en los 80’s y los 90’s que Stone era un director independiente, muchas de sus pelis se volvieron mis favoritas por su tono político, desafiante, auténtico y con un profundo sentido de la estética cienematográfica. Entre nos creo que se volvió viejo y le pasó la batuta al nuevo chico malo de Hollywood: Quentin Tarantino (de pronto se sintió culpable por la pataleta de este cuando de alguna forma empezó a modificar el guión de Natural Born Killers sin consultárselo).

En fin, mientras Tarantino cada vez madura su estilo casi iconoclasta en Hollywood los últimos proyectos de Stone cada vez son más esporádicos, desabridos y hasta pusilánimes.

No me pareció adecuada esta segunda parte de la historia, no le encuentro aún sentido y en aras de seguir con el mismo discurso de los 80’s tiene un tufillo pretencioso de mal gusto. Igual no esperaba mucho de la peli entonces no hubo problema.

Un reparto de lujo acompañando a Douglas como Susan Sarandon, Frank Langella, Josh Brolin y Eli Wallach. No logro adaptarme a Shia LeBeouf sin embargo puede que haya logrado en esta peli su mejor desempeño en su carrera. Aquí definitivamente hay que seguirle aplaudiendo a Stone su inmenso carisma como director de actores.

No le repruebo más la calificación a esta peli por tres factores importantes, la verdad dos importantes uno es muy personal; el primero es que las cámaras y fotografía a cargo de Rodrigo Prieto muestran una ciudad hermosa como lo es Nueva York, eso si lo dejaron muy claro en la peli es una ciudad posterrorismo; lo segundo David Byrne con su melodiosa voz y su tono folclórico le dieron una ambientación cálida y casi inusual al referirse a un tema como Wall Street o Nueva York; finalmente, lo que paga la peli es la actuación de Carey Mulligan, una actriz que tiene mucha madera para quemar. Ya la habíamos visto en An Education donde se ganó con creces la nominación al Oscar como mejor actriz principal y fugazmente en Public Enemies, también la empezamos a ver en muchos cortos de Hollywood y de seguro si nos sigue mostrando esas habilidades la seguiremos viendo protagonizando las ceremonias de grandes premios incluso podría estar de nuevo en las listas de los Globo de Oro o los Oscar del próximo año.

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