Tengo dos sentimientos fuertes y muy encontrados con esta peli de Wim Wenders. La primera sensación es que es una pieza hermosa, delicada y estudiada hasta el último detalle. La segunda sensación es que el maestro se equivocó en su formato que poco o nada le aportan a su documental.
Digamos que en algunos apartes, donde las danzas se practicaban al aire libre, la profundidad de campo en el fondo se conjugaba muy bien con la técnica usada y la perspectiva tenía un grado interesante de observación pero es un detalle muy pequeño que no es dominante en el homenaje y que personalmente se vuelve más un distractor. Herzog por el contrario en su Cave of Forgotten Dreams nos incluye en una expedición a una cueva donde nunca más un civil va a poder entrar y la técnica del RealD es supremamente apropiada para mostrarnos las curvas y las perspectivas de este gran acontecimiento.
Superado el tema de las gafitas, Wenders se adentra en el discurso de Pina Bausch y su compañía de baile el Tanztheater Wuppertal. Una figura del baile contemporáneo que instruyó, motivó y guió a dos generaciones de bailarines de todos los orígenes del mundo y de todas las ascendencias culturales. Un discurso ecléctico que se vuelve repetitivo y percusor de una técnica donde se valora el conocimiento personal y su perfección cuando se comparte en un grupo más grande. El documental quiere dar a conocer la vida y obra de la bailarina pero ella súbitamente muere durante la filmación, acto que perturba al realizador y abandona el proyecto completamente. Los demás bailarines del Tanztheater Wuppertal lo convencen de reanudar la filmación y es entonces que la pieza se vuelve una introspección de cómo Pina cambió sus vidas en la danza.
“Tanzt, tanzt sonst sind wir verloren” …Baila, baila de lo contrario estamos perdidos. Este es uno de tantos consejos que Bausch sembró en sus discípulos, algunos más aterrizados que otros, algunos más distantes y asertivos que otros pero siempre con una capacidad de transformar sus mentes y sus cuerpos para lograr lo que a la postre era una gran pintura en su cabeza. El ejercicio de repetición no sólo reflejaba la nulidad de la improvisación en el acto sino además una profunda disciplina para ejecutar perfectamente cada unos de los movimientos, cada vez más rápido y sin un rasgo de fallo. De las piezas mostradas me encantó el Café Müller y Kontakthof. La primera un espacio lleno de sillas vacías donde varios personajes se aman a pesar de la incomodidad de la escenografía y la segunda un espacio, una corte del contacto. Tal vez más interesante que las coreografías mismas fue la forma com Wenders logró hacer el montaje para cine. Por ejemplo, Kontakthof es una pieza coreografiada para quinceañeros, adultos y tercera edad, Wenders la montó en una sóla pieza con una agudeza genial contrastando los gestos y el paso del tiempo de una forma más directa.
Wenders logró grandes éxitos con esta cinta en la Berlinale del año pasado, que incluyeron mejor documental y fue nominado para mejor director. Ganó mejor documental en los European e igualmente fue nominado en Chicago, los British Independent, los BAFTA’s y en los Oscar. Finalmente, llega a Colombia después de mucho anhelarla. Lástima lo de las gafitas pero estando ya en el cine lo mejor es sentarse a disfrutarla hasta el máximo.