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Doctor Sleep

No se si entré predispuesto a ver esta peli pero hacer una secuela de un clásico tan importante como de The Shining después de tantos años, me parecía un exabrupto. Podemos entender que Steven Spielberg haya dicho que, el recién fallecido, Kubrick le había comentado de un proyecto que la tecnología no le permitía desarrollar en su momento; era una trama de ciencia ficción y siempre discutimos que aunque bien hecha, le faltaba el picante del maestro para editar y terminar la historia; al final siempre pareció una pieza de Spielberg. Una trampa de taquilla bien ejecutada.

Doctor Sleep es una buena idea mal ejecutada. Reconozco que hay cosas interesantes al rememorar los corredores del Overlook Hotel pero todo el tema de los personajes con otros actores quita algo de mística; hubiera sido bonito toda la recreación con perfiles escondidos o sugeridos, con personajes insinuados y no una sensación barata de que no había el presupuesto para trabajar con los actores originales. De la misma idea, pasar de una delicada pieza de suspenso a una de terror y horror somete las herramientas, a clichés y hacia otra dirección; por no decir más, da mucha pena ajena con Ewan McGregor en los pedazos que su única salida fue la sobreactuación para solventar un duelo futil entre el bien y el mal, aterriza The Shining de una forma simplista y maniqueista que no tenía originalmente. Y finalmente, masticar toda la obra de Stephen King para explicar los detalles de la peli original creo que fue un disparo en el pie.

Rarísimo que le haya ido tan bien en crítica pero parece que no soy el único que piensa diferente; el descalabro en la taquilla es un recordatorio que no todos los reenlatados son buenos, que hay cosas que es mejor dejarlas en la estantería para recordarlas con el placer de la maestría con la que fueron ejecutadas. Sobre todo si son hechas por ese gran genio que fue Stanley Kubrick.

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J’ai perdu mon corps

Cuando era universitario, venía de haber ahorrado en mi casa meses y meses para poder comprarme mi primer estéreo (AIWA) y para poder pagarme TV Cable. En mi cuarto había una cama sencilla, un armario con poca ropa, un par de colecciones, mis libros del colegio y en algún momento hubo una batería pero esa idea nunca maduró porque nunca tuve oído para la música. Cuando me fuí a vivir solo, prácticamente ese esquema se mantuvo -sin la batería que ya había vendido-. El apartamento donde vivía, en ese entonces era mucho más grande que mi casa de bachiller completa pero sólo ocupaba dos cuartos, la cocina y un baño; el resto no se usaba; en un cuarto auxiliar estaba mi cama y mi ropa, en el cuarto principal el TV con el baño que usaba, y estaban sin dueño, otro auxiliar, dos baños, la mayoría de los closets y la sala-comedor. Era gigante. Sólo me hubiera gustado tener una poltrona como la tengo hoy para ver mi cable; de resto no me hacía falta nada. Además de ver MTV y Cinemax, el canal que más me gustaba y del que guardaba mucho material era Locomotion. No se de dónde era, pero creería que era mayormente canadiense pues muchos de los cortos que pasaban eran tesis y proyectos de algún colegiado que ya no recuerdo pero que tenía la hojita roja de arce en la identidad.

Por ese entonces, veía Cartoon, Nickelodeon y MTV para ver Ren & Stimpy así como, Cow & Chicken, Courage The Cowardly Dog, Cat Dog, Two Stupid Dogs, Angry Beavers y, mi favorito, Rocko’s Modern Life. Y, sin embargo, me quedaba horas y horas viendo Locomotion, un canal de animación para adultos -que no tenían sexo o porno- con contenidos más profundos y psicológicos e.g. los bucles de Bill Plymton que descubrí no sólo hacía la rutina de los presidentes que tanto pasaban en MTV.

Algo de eso debió marcar mi estándar y el objetivo de la animación que quería producir. Igualmente la animación siempre me ha llamado mucho la atención. Cuando chiquito veía la Televisión Educativa y Cultural de Inravisión donde pasaban cortos animados de Checoslovaquia, Yugoslavia, la Unión Sovietica, Bélgica y Alemania. Los temas eran tan diversos como la técnica de sus animaciones; la «stop-motion» era lo que mayormente me atontaba y de la animación tradicional veía Oggy y Las cucarachas de Marc Du Pontavice.

No sé. Pasaron algo casi como 30 o 35 años desde que no escuchaba ese nombre: Marc Du Pontavice
¿Quién es?

Es el productor de J’ai perdu mon corps, una de las nominadas este año para mejor peli animada en Los Oscar y que podemos encontrar directamente en Netflix -así como The Irishman, The Two Popes, Klaus y Marriage Story– (y sí, le estoy haciendo algo de propaganda a Netflix porque gracias a ellos cada vez es más fácil de estar al día con todas las nominadas).

J’ai perdu mon corp
s es una peli existencialista:

– Puedes escuchar la lluvia?
– No, no puedo escuchar la lluvia. Desde aquí arriba sólo se escucha el viento

Este es parte de un diálogo entre dos personajes de la historia, su diálogo es evocación de sonido, de altura, de estratificación. Él en un primer piso es un repartidor; ella en un piso 35 es la cliente. Él un huérfano que ha sabido sobrevivir en el sistema, que quería ser astronauta de pequeño y ella enigmática, compleja y molesta. Los separa el azar y miles de metros y pisos de clase social ¿La pieza es una historia de amor? Absolutamente no. El héroe es una mano. Es un thriller épico sobre una mano. No sabemos de quién. Su autor y realizador, Jérémy Clapin, nos lleva a través de la historia en un juego de tiempos no-lineales. ¿Será la mano de Raouf, del padre, de la madre, de Naoufel? Sabemos que tiene un lunar y sus proporciones nos dicen que no es Naoufel bebé o niño ¿Quién es y por qué el énfasis con esta familia musulmana? Se nombra el destino y que somos esclavos de él ¿Cómo se repele el destino? Con una locura sacada de los cabellos que pueda llevarnos de un lado a otro sin plan y sin remordimientos. Se hace corto a plano medio, donde la mano está pegada a un cuerpo, nos sorprendemos porque ya estamos acostumbrados a verla sin antebrazo y siendo independiente, no la parte de un miembro que a su vez es parte de un organismo que seguimos sin descifrar. Avanza. Su fortuna depende de esquivar la muerte, es una locura que esté andando sin cuerpo pero logró repelerlo porque hizo una locura. La llevó a un lugar insospechado pero no hay remordimiento, está sobreviviendo y está escapando del destino. Hay momentos muy bravos en los que uno se deja llevar por la trama. Imagínense -no sucedió- pero imagínense que uno esté por ahí, tranquilamente y pummmm se encuentra una puta mano en la tina -tina, balde, olla, lavaplatos, cualquier recipiente con agua donde esta mano hubiera querido descansar-. O si uno se pone del lado de la mano, la escena de las ratas para mi es de T.E.R.R.O.R. absoluto.

Clapin nos sigue mandando pistas. La mano se sigue buscando y hay un letrero que dice “je suis lá” -yo estoy allá-. Dónde quedan los deseos, qué son los deseos, son las ideas que rodean esta escena. El vértigo de saber que se está acabando la historia porque se está definiendo la trama es increíble.

La animación es un sistema de comunicación súper diferente al cine o a la TV. No hay, para mí, uno superior al otro -dentro de cada campo, hay mediocridad, bastardismo, mezquindad-. Pero así como en el cine, uno se enamora de las secuencias, en el TV del ritmo y de la narración, en la animación están los detalles. Dentro de los que me enseñaron a ser animador -intercalador de racamandaca-, siempre me decían que en la animación no hay imposibles, todo es posible dentro de la animación y por eso mismo, los detalles son lo que hacen la animación tan especial. Una conjugación de las imágenes rústicas con el audio que les da vida; suena a cualquier descripción audiovisual pero, en serio, un buen diseño de sonido hace que la animación sea buena o sea sobresaliente o sea simplemente genial. J’ai perdu mon corps es genial. Me recuerda mucho a Evangelion; los encuadres buscando más el detalle que el plano descriptivo medio, el audio siendo protagonista, los planos donde no hay mucha acción, largos suspensos entre toma y toma versus unas escenas de acción súper descriptivas y agobiantes.

El suicida es como un héroe. Sin miedo a la muerte, se atreve a cumplir una misión auto destructiva. Si tiene éxito, se muere. Pero si no, es posible que alcance una hazaña. La única mierda de esta peli es que es francesa y su hijueputa final es abierto. Indescifrable. Inconcluso. NO tiene sentido.

#odioElFinalFrancés

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The House That Jack Built

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La triste historia de Lars Von Trier es que, desde su metida de patas en Cannes de 2011, ahora parece un chiquillo, un pendejo, un culicagao, tratando de llamar la atención y no lo consigue.

Esta “Casa que construyó Jack” está muy lejos de sus obras en la década de los 90’s (Breaking the Waves, Idioterne) o los 2K’s (Dancer, Dogville, Antichrist) -que personalmente es mi época favorita-. Tal vez, si somos más precisos, Jack podría encajar muy bien con Manderlay; una extraña versión de Dogville reeditando esa maravillosa figura del escenario teatral «cuasi-becket-iano» pero con una historia forzada, de narrativa repetitiva, pobre y ciertamente nada especial; ese lapso del creador que repite sus pasos para poder tomar impulso y tratar de desenredar el nudo o de dar reversa para salir del callejón sin salida le funcionó en 2006 y dió a luz su bellísima Antichrist o incluso Melancholia; en 2018 esperamos no sea un paso en falso y en vez de controvertir por controvertir, de enlodarse en lo iconoclasta de su propio discurso, tengamos luces de algo más interesante de ver.

Jack es un arquitecto que ha empezado un proyecto de construir su propia residencia. Un proyecto que llama la atención en esta ocupación pues, en diseño, los intereses del autor a veces sólo se dan rienda suelta (1) cuando se está estudiando en la academia pero generalmente nunca se aprovechan esas oportunidades o (2) cuando alejados de los proyectos de la rutina laboral, se encuentra un espacio y presupuesto para dedicarse a un proyecto personal.

Este es un planteamiento bien bonito para la metáfora de su génesis como asesino en serie. La metáfora toma giros, se extiende y se va desarrollando pero con el error que el ritmo se va perdiendo, la emoción de tener a Bruno Ganz como narrador en «off» se diluye y los demás artistas conforman un mosaico -como su casa- bastante grotesco y no en el buen sentido.

Es raro ver ese lado maniqueista católico apostólico en el realizador. Me tomó por sorpresa y de la nada. Sin estructuración. Sin desarrollo. Sin fundamento. Como peli, lo mejor es el marca de la casita -hablando de cine y lo más rescatable es un comentario de diseño-. En serio, la locomotora del cine danés pasó y lo arrolló a Lars: !Pobrecito¡

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The Act of Killing

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Cuando Anwar Congo y Adi Zulkadry, los protagonistas de este documental, eran jóvenes se dedicaban a vender boletas de cine en el mercado negro y con eso sobrevivían. En el año 1965 sucedían muchas cosas en Indonesia, la principal de ellas, era que después de muchas ocupaciones, lograban una independencia total y consistente de neerlandeses y japoneses, y se alzaba en el poder el Presidente Sukarno; su gobierno fue autoritario y su éxito fue el balance de los poderes opuestos del Ejercito Nacional y el Partido Comunista de Indonesia (PKI); pero después de un intento de golpe de estado por parte de los comunistas, el Estado en manos del General, y también proclamado Presidente en 1968, Suharto endureció su posición y emprendió una campaña de exterminio en contra de ellos; inmediatamente Anwar Congo y Adi Zulkadry lideraron la Pemuda Pancasila (Juventud Pancasilia), un movimiento de ultra derecha y paramilitar encargado de semejante misión.

Se habla que durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial, la ONU emitió un reporte que databa un millón de indonesios muertos por su causa; el gobierno de Sukarno culpó a los comunistas de medio de millón de ciudadanos que murieron dentro de su intento de golpe pero The Act of Killing nos cuenta que durante el exterminio de los comunistas y los habitantes de ascendencia china la cifra llegó a dos millones y medio, donde Anwar Congo fue responsable directo de más de cien mil individuos y fue reconocido como héroe nacional por sus atrocidades.

De las provincias de Sumatra y Timor hemos escuchado muchas historias y hemos tratado de documentar en este blog algunas de ellas, sobre todo aquellas que la propaganda capitalista occidental ha tratado de ocultar gracias a su feroz imperialismo que durante muchos años estuvo dirigido por Henry Kissinger, dirigiendo magnicidios o patrocinando masacres impresionantes como la de Timor Oriental; pero hasta Kissinger tenía un límite y se le dió con la Guerra de Vietnam cuando al no lograr una victoria clara, aconsejó al Presidente Nixon de una retirada honrosa no sin antes fulminantemente incendiar todas sus selvas con Agente Napalm.

La libertad de este pequeño paréntesis es sólo para entender que este par de agentes del mal, como lo son Anwar Congo y Adi Zulkadry, no son los únicos a los que la ONU ha escondido bajo su silencio sino que otros tan impunes como ellos también descansan (o descansaron, como Augusto Pinochet) en sus moradas -ojalá- viviendo las pesadillas de las memorias que los cautivan.

Parte de la leyenda del documental narra que su director Joshua Oppenheimer estaba documentando otros intereses en Sumatra cuando se empezó a enterar de las monstruosidades de la época del Nuevo Orden de Suharto; investigando logró toparse con Anwar Congo y seducirlo para contar frente a la cámara todas sus proezas mediante los géneros que más le gustaban del cine, como los musicales, los westerns y las pelis de Gangsters; fue entonces que se unió al proyecto Christine Cynn y un director anónimo -suponemos algún realizador indonesio que teme por su vida y quiere proteger su identidad frente a la respuesta y revelación del documento que se ha generado en el mundo entero-.

La demencia y las atrocidades que se documentan en las escenas de este filme no son aptas para todo público. Yo acostumbro a ver pelis en mi descanso de almuerzo y confieso que veo desde comedia romántica hollywoodesca hasta fuertes escenas de gore, como por ejemplo The Full Sequence de The Human Sentipede II; esta peli me pareció crudísima, asfixiante, perturbadora y en algunas ocasiones me quitó el apetito, debiendo tomar una pausa en mi comida para continuar con el hipnotizante discurso de la pieza. Obviamente, lo que más afecta es el acto de impunidad sobre todos los líderes paramilitares y perpetradores de las matanzas que desfilan como si nada frente a las cámaras; es tal su descaro que algunos de ellos sin notas de remordimiento o arrepentimiento afirman que no tienen pesar en sus conciencias porque son hombres felices que ni siquiera han sido juzgados, que la guerra define los crímenes y son los victoriosos los que definen las injusticias; desafiantes, incluso afirman que estarían dispuestos a atestiguar en una corte internacional sobre la violación de todas las leyes de la Convención de Ginebra.

La pieza es rica como documento y también como evidencia del desparpajo de estos monstruos. Los directores se encargan de documentar fielmente el discurso de las ignominiosas y escandalosas gestas de estos supuestos héroes aunque al mismo tiempo retratan la asquerosidad y brutalidad de estos personajes que se jactan de no haber cursado niveles elementales de primaria, comer como cerdos, despotricar vulgaridades cada vez que están frente a una joven de apariencia agradable y por supuesto congraciarse de que gracias a ellos se exterminaron los comunistas de su país; su sudor, su aliento, su baba y su ser hieden en la pantalla no importa que usen colonias carísimas como alegan algunos.

Es increíble ver una sociedad que ha sucumbido al miedo, que vive en paralelo con un ejercito, una policía y una fuerza paramilitar auspiciadas todas por el gobierno, las dos primeras par dictar orden, la última para ajusticiar, extorsionar y eliminar a los indeseados; en algunos momentos recordé a Kynodontas del griego Giorgos Lanthimos donde sus personajes protegiendo a sus hijos cambian el significado de las palabras y quiebran el sentido de libertad; en The Act of Killing esta sensación se da en el poder mercenario de la Pemuda Pancasila que dice y pregona que el término “gangster” viene de la raíz inglesa “free-men”, «hombres libres» y que ellos son libres y procuran la libertad; es tal el descaro de estos personajes y tan evangelizado en toda la pieza que me hicieron dudar y me tocó buscar porque contrario a lo que difunden, la palabra “gangster” se descompone en “gang“, pandilla, y el sufijo “-ster” del inglés primitivo “-stere” que significa “asociado o relativo a“; estos mafiosos son capaces de corregir una disputa en una calle así como cobrar dádivas de seguridad para que ellos mismos, de nuevo el descaro, no causen daños a sus extorsionados; no hay una suma legal, cobran por cliente y exigen que se les pague lo que piden, a lo que los extorsionados responden sin musitar palabra y con mucho mucho miedo. No es raro entonces relacionarlos con los gángsters de Coppola, Scorsese, De Palma o Sergio Leone porque si se jactan del término que los define muy seguramente han aprendido de las pelis sus maniobras y su forma de actuar.

Es muy difícil catalogar la pieza; más allá de su carácter documental, gracias a los géneros en los que se balancea su argumento, la peli puede tener tonos de western, gangster, gore, terror pero el experimento alcanzado por sus directores más o menos ala sweded de Michel Gondry en Be Kind Rewind, logra recrear todos géneros con bajísimo presupuesto y una gran carga de sarcasmo. El ejercicio se detiene cuando Anwar no puede continuar con una escena donde actúa como una víctima, se quiebra y es sobrecogido por los recuerdos, las pesadillas y su propia conciencia (sin justificarlo, el suspiro de esperanza es que ese ser que tuvimos en frente por casi dos horas tiene rasgos de ser humano y puede ser juzgado por sus crímenes con su consecuente arrepentimiento).

Muy parecido a Searching for Sugar Man, The Act of Killing está ganando todo en lo que se presenta casi que sistemáticamente; la diferencia es que contrario a la humareda divergente que generó la pieza de Malik Bendjelloul, el filme, de este par de texanos y un indonesio, tiene una posición política más clara y por supuesto un sentido de comunicación menos de explotación tratando exponer todos los hechos ocurridos en tres décadas de exterminio y masacres.

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Comedy, Emo, Exploitation, Gore, Hollywood, Jonathan Levine, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Romance, Serie B, Storytelling, Terror, Vacacion, World

Warm Bodies

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Warm Bodies es una peli de la cual uno es reticente de ir a verla en la cartelera actual. No porque sea mala per sé sino por el hecho de entrar en un terreno fangoso, el del romance entre zombis. Si, Warm Bodies de Jonathan Levine es una comedia romántica entre un zombi y una humana.

Esta peli supera de tajo cualquier pieza de George Romero, una aseveración demasiado fuerte pero dentro de la evolución normal de los zombis romerianos, los muertos vivientes no pueden coordinar sus pasos, difícilmente articular más allá de un gruñido y su apetito por carne fresca y cerebros es voraz. Siempre el zombi persigue al humano instintivamente. Después de Night of the Living Dead y de Dawn of the Dead, Romero en Land of the Dead, por primera vez hace que los humanos capturen un par de zombis y puedan convivir con ellos. Los zombis son usados como gallos de pelea que entrenan los humanos para ser sacrificados en rondas de apuestas, entre ellos mismos o con otros humanos usados como tortura; el líder de esos zombis es un negro que logra dirigir un grupo de zombis hacia la ciudad, disparar armas y pensar tácticamente -si se puede llamar de esa forma-. En Diary of the Dead se podría afirmar que los muertos vivientes piensan, donde Romero los compara con humanos y los pone por encima de algunos de ellos.

Muchas versiones de zombis han salido de esta evolución romeriana, unos se han vuelto más ágiles, otros se han vuelto más violentos pero casi ninguno había sobrepasado su naturaleza y más bien eran torpes entidades deambulando por ahí. Levine se anota un gran punto al poner, la narración en manos de ellos, buscando sus pensamientos y reflexiones, como piensan y que sienten cuando comen sesos, una idea realmente fascinante y porqué no, muy divertida.

Siendo sincero la peli me gustó. La clave está en las expectativas y la mente abierta. Por un lado, ir pensando que es una muy mala pieza ayuda a revelar lo que Warm Bodies en realidad puede aportar al universo zombi; por otro lado, Teresa Palmer y Nicholas Hoult son realmente actores y lejos están de sabotear el subgénero zombi como en algún momento lo hicieron Kristen Stewart y Robert Pattinson con los vampiros. Los «skinnies» o «bonies» son zombis evolucionados que han perdido hasta su propia carne, son espantosos y logran balancear como antagónicos la melosa relación entre R y Julie que refieren de facto la historia legendaria del amor prohibido entre Romeo Capuleto y Julieta de Montesco. Abrazando esta nueva versión del relato «shakespeariano» se hace muy divertida su experiencia tragicómica y melodramática.

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House at the End of the Street

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Jennifer Lawrence es la actriz del momento en Hollywood. Está en la disposición y capacidad para hacer pelis independientes, así como producciones convencionales de corte muy comercial -como una de terror, por ejemplo-, y de alguna forma logra sacar productos muy buenos o por lo menos aceptables. El año pasado hizo cuatro cintas en total, The Hunger Games súper taquillera, Silver Linings Playbook independiente que le valió toda clase de nominaciones, Devil You Know y House at the End of the Street. Una agenda muy apretada pero bastante prolífica.

No hay mucho que decir. Hollywood adora las pelis de terror porque le salen baratas, la gente las adora y paga por ellas su boleta y, generalmente, por lo mismo, a las estrellas les gusta hacerlas para cuadrar caja y poder seguir con su carrera. House at the End of the Street de Mark Tonderai es una típica cinta de suspenso, con un esquema cerrado y una historia muy trillada. Tanto que al final del primer acto es demasiado predecible el rumbo de la trama -y casi que el desenlace mismo-, cuando Ryan (Max Thieriot) cuenta su historia. Si el espectador es cuidadoso de un sólo golpe entiende el giro de la historia y la definición de los antagónicos en el argumento. Se le aporta de todas formas a David Loucka, escritor de la peli, que previendo esto trata de matizar el final creándole un contexto más amplio y desarrollando mejor los perfiles tanto de los protagonistas como de los personajes secundarios.

La cinta cumple su cometido, nos entretiene, nos sacude de la silla un par de veces, Lawrence financia su carrera y al final todos contentos. No es una cinta memorable de no ser por la misma Lawrence que aparece hermosa en todas las escenas de persecución. También la acompañan Elisabeth Shue que se la nota un poco acabada y Gil Bellows con un gran desempeño como actor secundario.

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The Awakening

Tarde a nuestras carteleras de cine nos llega The Awakening, el primer largometraje de Nick Murphy, un productor, escritor y director de piezas para TV.

La única excusa para ver esta cinta es ser fanático seguidor de Rebecca Hall; esta excelente y hermosísima actriz, en esta peli es protagonista de un intrincado thriller de suspenso que al final es lo único atractivo que ofrece esta mediocre pieza. The Awakening -al igual que The Raven– es la respuesta de la industria británica a la franquicia de Sherlock Holmes. El problema es que Murphy a pesar de la gran producción deja ver su inexperiencia al proponer una obra demasiado parecida a Sleepy Hollow, El orfanato, The Others y The Sixth Sense y tan fraccionada que parece un salpicón de historias inconexas, demasiado predecibles, sin sorpresas en los giros.

Aunque llegó tarde, The Awakening al final es un desatino de los distribuidores que en realidad nunca debieron haberla traído en un principio.

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Series más Destacadas 2012 (II)

[Continúa]

La siguiente categoría recoge todas Las series que ya están aterrizando en sus temporadas finales. Hubo muchas el año pasado pero al parecer todas siguen su rumbo por ahora a no ser por 30 Rock. Tina Fey, Alec Baldwin, Tracy Morgan, Jane Krakowski, Judah Friedlander y Jack McBrayer se despiden de nuestra televisión en su séptima temporada con la pieza más genial desde Seinfeld. Fresca divertida, mordaz, audaz y muy entretenida. Una idea original de Tina Fey, producida por Lorne Michaels, que demostró los grandes dotes de escritora de la Fey y que a la postre le labró un camino hasta la cumbre de Hollywood -así haya sido como una sólida actriz de comedia-. Muy posiblemente, en un futuro no muy lejano, podamos ver a la gran Kristen Wiig haciendo equipo con Tina Fey, no sólo actuando, sino escribiendo como ambas saben hacerlo. Wiig ya incursionó haciendo guiones para comedias e incluso estuvo nominada al Oscar (mejor guión original por Bridesmaids) -nada mal- su éxito apresuró su salida de Saturday Night Live que de alguna forma también podemos ver como en fin de una era.

Pero por favor continuemos con las series nuevas.

2012 nos trajo mucha variedad, muchas novedades en series de los canales HBO, Cinemax, Fox o incluso el mismo internet. Girls, House of Lies, Newsroom, This is not my life, Veep, Comedians In Cars Getting Coffee y como el año pasado no hablamos de ella para este año es nueva también American Horror Story.

Empecemos por Girls. Del mismo corte indie de Bored to Death de Jonathan Ames, llega la más atrevida, original y honesta serie de TV de mujeres, sobre mujeres e interesante para todas las personas que quieran recibir una desmedida cachetada de frescura sin importar sus inclinaciones sexuales. Mi definición de la serie es Sex and The City pero real. Lena Dunham se ha vuelto una de mis personas más interesantes. No tengo que estar de acuerdo con ella, incluso es medio goda, pero la forma de mostrar el mundo que ve y los que la relacionan demuestran verdad y autenticidad en su discurso. Puede que uno se moleste con ciertas de sus actitudes o de su personaje pero, en tonos de grises, es muy fácil identificarse con ella. Dunham, es una locura, además de protagonizar la serie, la escribe, la dirige, la produce y la edita. Si al final, lo que finalmente recibe el telespectador es una pieza de una calidad altísima, es súper loable cada una de sus labores como una actividad muy profesional. Girls, súper, súper recomendada -y si les cae bien la Durham búsquenla en Instagram es muy divertida-.

Debo reconocer que Don Cheadle no es mi actor favorito y cuando llegó House of Lies a HBO me sentí precavido. Me cautivó la narrativa de la serie y lo descarado de los perfiles de cada uno de los personajes. No es de todo mi agrado pero tiene bastantes aciertos. Es cruda, ruda y dura sólo media hora haciéndola fácil de digerir. El final de la temporada corresponde a lo mostrado a lo largo de los capítulos y si uno se deja llevar puede quedar boquiabierto. Un proyecto interesante de Matthew Carnahan.

Jeff Daniels para mi toda la vida fue un actor con papeles de segundón hasta Dumb and Dumber con Jim Carrey; de ahí en adelante o era segundón o era comediante pero no lo tomaba muy en serio. Sin embargo, apareció The Hours y algo cambió en mi percepción de él. Después vino The Squid and the Whale y Good Night, and Good Luck y obvio se notó que Daniels tomó otra dirección en su carrera; ahora puede ser una personalidad muy confiable en una pieza seria como Howl o un excelente mafioso en una peli de ciencia ficción como Looper. Dumb and Dumber To la segunda parte de la cómica franquicia -que se ha venido negociando con el mismísimo Jim Carrey y los Farrelly– hace evidente su demostración de una actitud osada y atrevida, abierto a cualquier proyecto que sea potencial de un reto histriónico. Newsroom, así como la personalidad de Daniels, es osada, audaz y retadora. Siendo Aaron Sorkin su creador y libretista además la serie se vuelve contestaria. Daniels interpreta a un director de noticias que es líder de opinión en Nueva York, de pensamiento conservador pero que quiere revolucionar a sus colegas votantes que últimamente se han visto como borregos, caminando ciegamente en manada. Levantando tapas de ollas podridas empieza a descubrir nuevos opositores, nuevos aliados pero sobre todo nuevos enemigos. Muy buena. Su lema podría ser que no hay que comer entero, ni de los medios de comunicación, ni de esta serie misma pero por lo menos algo le abre a uno los ojos, si uno lo mira en perspectiva en nuestro propio contexto.

This Is Not My Life es una serie neozelandesa creada por Gavin Strawhan de ciencia ficción, que están rotando en Cinemax y que precisamente me atrapó por su tema. No hay actores reconocidos en el reparto a excepción de Charles Mesure (V: The Final Battle) o Tania Nolan (Spartacus). Si uno es capaz de perdonar ciertas actuaciones y algunos errores de narración la serie puede ser muy divertida. Igual no hay que hacer mucho esfuerzo, está muy bien hecha y el tema es interesante. Alec Ross, esquizoide, se despierta después de un golpe en la cabeza y no recuerda mucho de su vida. Su amnesia temporal es atribuida al accidente pero, poco a poco, Ross va encontrando pistas sobre un mundo en el que habita pero que no es el suyo. Excelente 😉

Veep es otra comedia de Julia Louis-Dreyfus donde actúa como una desubicada mujer entrando a su mediana edad. En principio, puede ser un papel igual al de Christine de The New Adventures of Old Christine con la diferencia que ahora ella es la vicepresidente de los Estados Unidos. No es fácil. Podría tranquilamente pertenecer a las series que nunca fueron pero con dos oportunidades que se le de, se puede uno dar cuenta que puede tener matices que HBO le permite y que definitivamente Warner no quiso explotar. El final de The New Adventures of Old Christine fue prematuro y por eso no culpo a Julia Louis-Dreyfus de repetirse un poco en el papel, más bien alabo que siga explotando el rol y que le de un giro divertido y políticamente incorrecto. Eso si, la presentación es de lo más barato y perezoso que he visto en TV.

Jerry Seinfeld es un hombre audaz, inteligente y muy cómico. Nunca ha querido valerse 100% de su fama de Seinfeld para extender su carrera como si lo hicieron en algún momento Michael Richards y Jason Alexander estrellándose fuertemente con cancelaciones de sus programas en sus primeras temporadas. Tanto Julia Louis-Dreyfus con su Christine o Larry David con Curb Your Enthusiasm, lograron desprenderse de esa fuerte herencia y hacer otras cosas igualmente divertidas. Aunque no tocó de nuevo su personaje, seguía haciendo sus rutinas de comedia, comerciales de TV de gran impacto, especiales en largometrajes y participaba de algunas pelis como Bee Movie producida por Steven Spielberg. Sólo hasta este año apareció Comedians In Cars Getting Coffee, una serie cómica de rotación en internet mediante wepisodios de pocos minutos donde Seinfeld invita a sus amigos comediantes a tomar un café. Analiza primero al invitado, le propone un paseo en un carro especial y simplemente lo escucha. Un gana-gana, para todos. El segmento es divertido, Seinfeld recupera algo de frescura y los comediantes invitados algo de publicidad. Debo reconocer que hace rato no los veo pero los primeros capítulos con Ricky Gervais, Alec Baldwin y Larry David fueron de una excelencia impecable. Después vinieron Louis C.K. y Michael Richards que no me han llamado mucho la atención pero estando tan a la mano seguramente les doy una oportunidad en cualquier momento. La serie se puede ver aquí: Comedians In Cars Getting Coffee

Cerramos esta entrada con American Horror Story. La serie va en su segunda temporada, después de una exitosa colección de doce episodios en su primera salida. Además de ser una serie inusual por su temática de suspenso, la primera temporada de American Horror Story nos sorprendió gratamente por dos importantísimos factores. Uno, Jessica Lange, señora actriz que no conforme con sus dos Oscar, ahora empieza su poder en la TV con su Emmy y su Globo de Oro como mejor actriz de reparto gracias a un desempeño escalofriante como la hermana Jude en el asilo. Lo segundo interesante es que después de los doce capítulos en su primera temporada, hay un principio y un final de un cuento. Su segunda temporada es una historia diferente que esperamos también finalice al final de la presentación de los doce capítulos regulares. En la primera sesión, todo gira en torno a una casa de principios del siglo XX cuyo dueño era un doctor ginecobstetra y de cómo una progresión de eventualidades son heredadas por sus nuevos dueños hoy en día. Esta temporada es un asilo mental, ambientado en los años 50’s. Repiten por ahora Jessica Lange, Evan Peters y Zachary Quinto pero además aparecen Lily Rabe y James Cromwell aportando un par de historias increíblemente retorcidas y macabras.

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Trabalhar Cansa

Marco Dutra y Juliana Rojas nos traen una peli extraña, oscura, independiente, de género que raya en el gore y el suspenso pero a su vez costumbrista y apesadumbrada. Siento que no logré entenderla del todo porque al final quedé con un regusto de que no pasó mucho y que la historia no tenía mucho desarrollo.

Helena (Helena Arbergaria) es una ama de casa que decide emprender un negocio de barrio para mejorar sus entradas y ocupar su tiempo en algo productivo por fuera del hogar. Otávio (Marat Descartes), su esposo, acaba de perder su trabajo de diez años y hace que las decisiones sean más críticas y difíciles de tomar. Los préstamos son arriesgados porque no hay ningún soporte y pueden quedar literalmente en la calle.

Por un lado, parece que la compra y abastecimiento del mercado tiene demasiadas pruebas por superar, como los robos en el inventario, los mantenimientos del local, la rotación de material perecedero, etc. Si a eso se suma el desempleo del marido, los servicios públicos, la manutención de su hija que incluye a Paula (Naloana Lima) como niñera y empleada de la casa pues el miedo por el fracaso del mercado es grande.

Como crítica del sistema es una pieza valiosa, como cinta de terror es nula, como peli de horror tiene o dos confrontaciones con el espectador pero no se generan mayores situaciones de miedo y tensión. Se hace lenta, plana y con una narrativa demasiado sencilla.

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Abraham Lincoln: Vampire Hunter

Abraham Lincoln: Vampire Hunter es el título de la última cinta del realizador kazajo Timur Bekmanbetov que se estrenó apenas hace unos días en Colombia. Las expectativas con un título como Abraham Lincoln: Vampire Hunter deben ser limitadas, más aún teniendo en perspectiva The Big Book of Porn, How to Survive a Horror Movie, Pardon My President y Pride and Prejudice and Zombies, todas obras del escritor Seth Grahame-Smith reconocido autor que ha cultivado la cultura popular editorial con extraños y estrafalarios «mashups».

Por un lado, Abraham Lincoln: Vampire Hunter parece ser un gran título para una cinta de gore, serie B y mucha acción; por otro lado, Bekmanbetov es un director que gusta de la cultura popular y las pelis de serie B como Wanted y esta biopic fantástica de Abraham Lincoln podría decirse que cumpliría con puros fines de entretenimiento, acción y contenido superficial -lo cual no está del todo desatinado -.

Como lo decíamos en The Conspirator, hace tres años se cumplieron doscientos años del natalicio de Abraham Lincoln. No sólo se estrenó la última cinta de Robert Redford por esta razón, también esta de Timur Bekmanbetov y pronto dará luz Lincoln de Steven Spielberg. Lo que afirma Seth Grahame-Smith es que hace unos años los anaqueles de las librerías estaban colmados de biografías de Abraham Lincoln y de la serie de Twilight, su mente actuó de inmediato, las mezcló, propuso el tema en la editorial y todo el mundo se enamoró del proyecto. La verdad es que la historia en la peli en ese sentido es hasta interesante, viendo el vampirismo con un doble sentido de la esclavitud y los asentamientos de las plantaciones en el sur de Estados Unidos. El hilo de la trama recoge los datos más importantes de la vida de Lincoln y los va justificando de forma armónica en la peli. Grahame-Smith ya había trabajado con Tim Burton en Dark Shadows y fue fácil vincularlo a este proyecto donde Burton hace de productor.

La cinta tiene un reparto agradable y balanceado con Benjamin Walker, Mary Elizabeth Winstead, Dominic Cooper y Rufus Sewell sin embargo se excede en material generado por computador que falsean las tomas y atenta contra la credibilidad de la historia, Lincoln termina perdiendo su noción de ser humano y se vuelve, de un momento a otro, un hombre con súper poderes descontextualizado del diario personal y haciendo de Abraham Lincoln: Vampire Hunter incongruente e inverosímil.

Yo la ví en 3D y no valió la pena, es posible que unos años después -si el mundo no se acaba- sea un buen plan para ver el domingo de desparche pero no es un consejo garantizado.

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