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Oscar, 91st Academy Awards

por Diego Taborda

por Diego Taborda

Un año más, una ceremonia más.
No obstante, este año no logré tener lista la entrada en la noche misma de los premios, ni siquiera un mes después, principalmente porque no me había visto ni el diez por ciento de las piezas concursantes este año -en un balance formal, James Sofía se había visto más pelis que yo en todo el año-; entonces con calma logré tener el reporte tres meses larguitos después pero más vale tarde que nunca.

Los premios de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood no tuvieron anfitrión y esa fue la novedad de la noche. Se suponía que Kevin Hart iba a presentarlos pero a mitad de la semana de su nombramiento, aparecieron unos trinos tardíos de hacía un par de años atrás con un tono homofóbico, trinos que a la postre pusieron entre la espada y la pared a La Academia e, imagino, le pidieron que renunciara como si fuera idea suya, de la manera más elegante posible para no hacer más ruido del necesario en estos tiempos de inclusión y #MeToo‘s. Entonces, al principio de la velada se subieron a la tarima Maya Rudolph, Tina Fey y Amy Poehler a salvar el barco. No fue ni lo más desastroso ni lo más audaz finalmente pero funcionó.

Este año hubo ocho nominadas a Best Motion Picture of the Year y la ganadora fue Green Book. La pelea estaba entre la Roma de Cuarón y esta extraña pieza de Peter Farrelly. Últimamente, La Academia se ha venido acostumbrando a congraciarse con dos piezas en las cuales se encuentran indecisos y casi que si una peli gana mejor director, se descalifica para su impulso final como mejor del año (o por lo menos así sucedió en 2016, 2017, con excepción en 2018 y vuelve a suceder este año).

Siempre digo que no necesariamente la que gana esta categoría es la mejor pero personalmente, al igual que el año pasado, otra vez estoy bastante de acuerdo. También afirmo que dentro de las nominadas está escondida realmente la mejor -el año pasado Three Billboards y Get Out, antes Fences, Arrival, Mad Max, Whiplash, Her, Nebraska, Beasts, Drive, Black Swan y así hasta llegar a District 9, que fue con la que empecé esa impresión; todas, o casi todas finalmente involucradas en las categorías de mejor guión-, este año mi favorita es The Favourite aunque Cold War y Isle of Dogs son igualmente fantásticas y hermosas.

  • BlacKkKlansman
  • Bohemian Rhapsody
  • Roma
  • A Star Is Born
  • Black Panther
  • Vice
  • The Favourite

Best Performance by an Actor in a Leading Role para Rami Malek por Bohemian Rhapsody. Sufrí mucho esta categoría. Sin quitarle merecimientos a Malek, que logró desarrollar un personaje complicado tanto por la producción como por lo que significaba popularmente, mis esperanzas estaban puestas en Viggo Mortensen, un mostro que está siendo castigado por La Academia o por el azar; pero por una o por la otra, el de sangre gaucha y fanático del Ciclón aún no ha sido merecedor de su estatuilla siendo ya varias nominaciones al hilo. Bradley Cooper lo hace sorpresivamente muy bien con la carga de haber estado atrás en cámaras y empezando el proyecto desde el guión; Christian Bale vuelve a transformarse salvajemente en otra pieza interesante de Adam McKay; y el ramillete lo cierra una excelente actuación de Willem Dafoe en una tristísima y, personalmente, mediocre pieza del niño-no-tan-prodigio Julian Schnabel.

  • Viggo Mortensen por Green Book
  • Bradley Cooper por A Star Is Born
  • Christian Bale por Vice
  • Willem Dafoe por At Eternity’s Gate

Best Performance by an Actress in a Leading Role para Olivia Colman por The Favourite. Debo reconocer que no soy un ferviente admirador de la británica, la he visto aparecer aquí y allá pero realmente me dejó sin aliento en Tyrannosaur donde recuerdo pensar que gran actriz y reconocer que así sea drama o comedia, un papel de tres líneas o protagonista, siempre con ella hay garantía de un gran desempeño. Al lado de Colman, codo-a-codo peleaba Lady Gaga con no más que un gran empuje popular esperando ser la gran sorpresa de la noche pero sobresaliendo apenas con su bello rostro en pantalla, su maquillaje súper sobrio y demostrando que es también actriz, no sólo del escenario; Yalitza Aparicio es más una anécdota y producto de este evento, su desempeño es tan bueno, sorprendente y conmovedor como el de cualquier actor natural, me encanta, pero no me termina de convencer que si no es por la plataforma de un director laureado de pronto su rol habría pasado desapercibido completamente, habrá que ver si se anima a seguir en esta carrera y, si lo hace, cuáles son sus decisiones y cuáles sus desempeños; Glenn Close es absolutamente increíble en este thriller de suspenso, dueña y señora de los diálogos se apropia a pulso de la pantalla y logra someter a nada más y nada menos que Jonathan Pryce en su duelo;
la quinta alternativa fue Melissa McCarthy en tal vez el único papel serio que recuerde de ella, serio no porque no pueda tener un desempeño de seriedad sino que sus espectros se dan en comedias y no son valorados en este tipo de premios, una aventura que sin duda seguirá explorando de seguir atreviéndose a trabajar en paralelo el drama con la comedia de su cónyuge Ben Falcone.

Esta categoría, al igual que la de actriz de reparto, supongo fueron las de mayor impulso por La Academia en la noche; querían revalidar la posición de la mujer con un conjunto sólido, fuerte y heterogéneo. Repito, no se si había cabida para Aparicio o si más bien por ponerla quitaron espacio para alguien más por ejemplo Joanna Kulig la chica polaca de Cold War, Saoirse Ronan o la misma Margot Robbie con desempeños ejemplares en Mary Queen of Scots y completamente desaireadas, en un acto grosero por parte de Hollywood. Pero, y lo más grave, en años atrás la competencia era feroz, ¿acaso este año no había absolutamente nadie más? ¿O La Academia quiso que no pusiéramos los ojos más allá? ¿Qué tal Nicole Kidman en Destroyer, Sissy Spacek en The Old Man & The Gun o Paula Beer y Saskia Rosendahl en Werk ohne Autor? O ¿Eva Melander en Gräns? ¿Y Meryl Streep? ¿Mary Poppins Returns, Mamma Mia, Here We Go Again??? El año que más lo necesitó Hollywood parece que por lo menos ella si hubiese bajado la guardia un poco.

  • Lady Gaga por A Star Is Born
  • Yalitza Aparicio por Roma
  • Glenn Close por The Wife
  • Melissa McCarthy por Can You Ever Forgive Me?

Best Performance by an Actor in a Supporting Role para Mahershala Ali por Green Book. Para mí era absolutamente necesario que el actor demostrara en una gran pieza lo que no pudo demostrar el año antepasado con Moonlight, gran desenvolvimiento, apropiación del personaje y un desarrollo calmo y delicado hasta el final de la pieza (aunque hubiera tranquilamente haberse nominado a mejor actor principal, Viggo de reparto con estatuilla y todos felices, ¿no?). Con las opciones, esta categoría se decidía en dos alternativas, el anteriormente nombrado Ali y Richard E. Grant con un trabajo completo y un personaje rico en facetas, explotado al máximo por el británico; el resto son relleno de esta categoría, el querido Sam Rockwell muy con la inercia del año pasado, Adam Driver un papel promedio con algo de dirección pero no mucho desarrollo y Sam Elliott, de los tres, con un poco más de chispas de genialidad pero que se consumen rápidamente en la oscuridad.

  • Richard E. Grant por Melissa McCarthy por Can You Ever Forgive Me?
  • Sam Rockwell por Vice
  • Adam Driver por BlacKkKlansman
  • Sam Elliott por A Star Is Born

Best Performance by an Actress in a Supporting Role para Regina King por If Beale Street Could Talk. No hay queja alguna para el reconocimiento de esta actriz; eso sí, nunca me hubiera imaginado que la esposa de Will Smith en Enemy of the State de Tony Scott iba algún día a ser nominada y menos ganadora de la preciada estatuilla de Hollywood; su actuación como la corista de Ray de Taylor Hackford dejó huella pero coincido completamente que este era su año y que este era su papel; una madre dulce, con pruebas complejas en su proyecto de vida pero con una fortaleza establecida por el amor de sus hijas sin límite. Muy bien por la actriz. La categoría tiene ferocidad en su duelo realmente con las chicas de The Favourite que son geniales en su complemento a la Colman; tanto Emma Stone como Rachel Weisz presentaron un desempeño formidable en la pieza de Lanthimos, los personajes eran fuera de serie, sí, pero este par de chicas nos llevaron del jolgorio a la humillación, de la sevicia al drama y de la insensatez a lo inesperado; Amy Adams al igual que Rockwell en Vice, no desentona pero no parece merecedora de algún tipo extraordinario de reconocimiento; Marina de Tavira me parece que tiene un reto más interesante que Aparicio y sin embargo modesto; repito, King gran merecedora del premio y dentro de su competición hubiera sido más divertido las dos favoritas y las dos reinas de Mary Queen of Scots.

Best Achievement in Directing para Alfonso Cuarón por Roma. Aquí es cuando empiezo a tener problemas con las elecciones; por un lado, la fuerza mexicana se merece tener el reconocimiento de una industria que ya es suya. México hace rato dejó de ser una minoría latina más en Hollywood, desde hace mucho tiempo pelea de tú-a-tú en su tierra, en Norteamérica, la calidad es innegable y la producción una locura. Tengo los mismos problemas de El Quinto Elemento o El Paciente Inglés, son tan hermosas que me repelen. Spike Lee estaba contento con su estatuilla por guión y no le hubiera importado ceder esta categoría también (afirma que hubo equivocación del empire en dirección y mejor producción del año porque no ganó en ninguna de las dos); me parece que si La Academia hubiese descartado lo obvio (Lee y Cuarón) se hubiera metido en un lío grandísimo tratando de descifrar cuál era mejor entre la contestaria labor de Adam McKay, la romántica y excelsa visión de Pawel Pawlikowski y la pintoresca pero genial realización de Yorgos Lanthimos. Serio, retador, contundente, consistente, rico, no me canso de decir que el griego no me ha dejado atrás traicionado en ninguna de sus obras; dudé de si volcándose hacia el habla inglesa su picardía iba a desaparecer en nuestro parroquialismo y afortunadamente no fue así.

  • Spike Lee por BlacKkKlansman
  • Adam McKay por Vice
  • Pawel Pawlikowski por Zimna wojna
  • Yorgos Lanthimos por The Favourite

  • Best Writing, Screenplay Written Directly for the Screen para Green Book. Creo que Nick Vallelonga, Brian Hayes Currie y Peter Farrelly hacen un gran y merecido trabajo. No tengo nada que agregar a felicitaciones por esta gran peli y esta gran historia. ¿Era suficiente para ganar esta categoría? A Roma y First Reformed definitivamente. Hubiera preferido ver a John Ajvide Lindqvist por Gräns y a Roman Coppola, Jason Schwartzman, Kunichi Nomura en mi reconciliación con Wes Anderson con Isle of Dogs. No obstante la pelea hubiera sido dura entre Adam McKay con su pieza incendiaria, inteligente, muy bien escrita y Deborah Davis y Tony McNamara por The Favourite, primera pieza en la que Lanthimos no está en ese equipo de escritura y, sin embargo, logró encontrar una historia ridículamente particular a cualquiera de su ingenio.

    Best Writing, Screenplay Based on Material Previously Produced or Published para Charlie Wachtel, David Rabinowitz, Kevin Willmott y Spike Lee por BlacKkKlansman basado en la novela de Ron Stallworth. Un Spike Lee volviendo a las raíces de Do The Right Thing con un final que nos deja atónitos por la referencia a nuestra contemporaneidad y propia estupidez. No es la mejor pieza del maestro pero vale oro su estatuilla por todo el peso de su labor sin reconocimiento alguno. En esta categoría simplemente voy a nombrar el descache magnánimo de Los Hermanos Coen y su mustia, aunque también, tristísima y patética The Ballad of Buster Scruggs.

    • Eric Roth, Bradley Cooper y Will Fetters por A Star Is Born
    • Nicole Holofcener y Jeff Whitty por Can You Ever Forgive Me?
    • Barry Jenkins por If Beale Street Could Talk
    • Joel Coen y Ethan Coen por The Ballad of Buster Scruggs

    Best Achievement in Cinematography para Alfonso Cuarón por Roma. No sé si era la mejor para recibir esta estatuilla pero por lo menos si es súper merecida. La pieza, en general, no es de mi agrado; casi se volvió una pesadilla de cuatro o cinco intentos porque no es fácil de engancharse hasta que por fin la terminé de ver en Netflix y ahora cuando la veo referida en todas las categorías tengo una perspectiva aún más viciada pero puedo reconocer que a nivel de producción es impecable. También en blanco y negro, Lukasz Zal en Cold War nos muestra evolución de la Madre Patria Polonesa con una gran sensibilidad en el cuadro y su composición, rescata la belleza de lo crudo y lo rústico desde cuando el personaje de Joanna Kulig apenas era una chica campesina polaca hasta lo bohemio y refinado al convertirse en una gran «vedette» a completa usanza del término francés; una de las grandes injusticias de esta versión de Los Premios es la poca trascendencia que le imprimieron a Werk ohne Autor de Florian Henckel von Donnersmarck, un director fascinante que nos lleva del delirio de Das Leben der Anderen al completo aburrimiento con The Tourist pero que vuelve a una intrigante trama con la descripción del pensamiento artístico en la Posguerra Alemana, tanto de la Primera como de la Segunda Guerra Mundial; esta vez el alemán, recala en una nominación por la excelente fotografía de Caleb Deschanel y mejor peli extranjera pero son así de interesantes su música, su montaje, su dirección, el desempeño de su actor fetiche Sebastian Koch, en fin; Robbie Ryan aporta una nueva nominación para The Favourite, con un interesante juego de planos; Ryan entiende la dialéctica del director y de los guionistas y su picardía, sin ser algo extravagante (tipo encuadre de comix), llega a aportar sutileza, elegancia, lúdica para complementar la trama; finalmente, si hay algo hermoso y cuidado en A Star Is Born es la visión de Matthew Libatique para mostrar la belleza de Lady Gaga en cada toma y en cada expresión, esa es su función a lo largo de la pieza y lo logra a cabalidad.

    • Lukasz Zal por Cold War
    • Caleb Deschanel por Werk ohne Autor
    • Robbie Ryan por The Favourite
    • Matthew Libatique por A Star Is Born

    Best Achievement in Editing para John Ottman por Bohemian Rhapsody. No hay mucho que decir. Un gran montaje para una pieza entretenida y conmovedora; tal vez su único oponente haya sido Hank Corwin con el juego de tiempos de Vice pero ambas logran mantener la estructura; mentiras, he dicho mentiras, Barry Alexander Brown también hace un excelente trabajo en BlacKkKlansman, no es la mejor pieza del maestro, pero seguramente apoyado en un excelente guión técnico de Spike Lee, el dinamismo y la narrativa son muy buenas en esta pieza; Patrick J. Don Vito es el más clásico de los cinco en Green Book, se apoya en una buena cinematografía y destaca el desempeño de Mortensen; Yorgos Mavropsaridis extiende el juego, aporta oooootra nominación y permite sellar con broche de oro el montaje de The Favourite; aquí es cuando yo siempre empiezo a preguntarme, si La Academia reconoce la labor excelsa de una producción, no sólo en lo técnico (mejor montaje, mejor dirección de arte, mejor vestuario, mejor cinematografía) sino también las top5 (mejor actriz principal, mejores actrices de reparto, mejor guión), cuando alcanza la nominación a mejor director y mejor peli del año, ¿Cómo no se las lleva también? La respuesta para este año es que supuestamente las otras candidatas eran mejores pero viendo el resumen de la noche, unas definitivamente no estaban a la altura de la pieza de Lanthimos y las otras ganaron por un pelo de rana calva.

    • Barry Alexander Brown por BlacKkKlansman
    • Patrick J. Don Vito por Green Book
    • Hank Corwin por Vice
    • Yorgos Mavropsaridis por The Favourite

    Best Achievement in Production Design para Hannah Beachler y Jay Hart por el diseño de producción y la decoración del plató (respectivamente) en Black Panther. Es muy difícil ganarle a una megaproducción de Hollywood en esta categoría -es decir, fijo el próximo año va a estar nominada y será ganadora justificada Avengers: Endgame-. No hago comentarios sobre Mary Poppins Returns pues no la ví aún, pero hubo grandes competencias en la categoría con Nathan Crowley y Kathy Lucas en First Man, Fiona Crombie y Alice Felton por The Favourite e incluso Eugenio Caballero y Barbara Enriquez con Roma.

    • John Myhre y Gordon Sim por Mary Poppins Returns
    • Nathan Crowley y Kathy Lucas por First Man
    • Fiona Crombie y Alice Felton por The Favourite
    • Eugenio Caballero y Barbara Enriquez por Roma

    Best Achievement in Costume Design para Ruth E. Carter por Black Panther. Impresionante trabajo. Generalmente, esta categoría se da en piezas de época (como sus pares en la categoría) pero aquí la distancia es muy grande y desproporcionada; la producción se nota en el diseño de cada extra, de cada vestido principal y logran armonizar una muchedumbre orgánica así como un vestuario sobrio pero impactante para cada uno de sus personajes principales.

    • Sandy Powell por Mary Poppins Returns
    • Alexandra Byrne por Mary Queen of Scots
    • Mary Zophres por The Ballad of Buster Scruggs
    • Sandy Powell por The Favourite

    Best Achievement in Makeup and Hairstyling para Greg Cannom, Kate Biscoe y Patricia Dehaney por Vice. Este año en el ejercicio concienzudo de tomar cada una de las categorías y cada una de las nominadas (sólo me hizo falta Mary Poppins Returns) me topé con gratas sorpresas. La mayor de todas fue Björn Runge por The Wife pero digamos que estaba Glenn Close y Jonathan Pryce, había una alta probabilidad de que la viera. No obstante, si no hubiese sido por esta categoría no hubiera visto el gran trabajo de Ali Abbasi en Gräns. Decir algo es tirarse la peli, el maquillaje es impresionante pero es igualmente sutil; si no la han visto, les aseguro que el maquillaje es lo menos que recordarán y que la historia quedará dando vueltas en sus cabezas. Muy buena.

    • Jenny Shircore, Marc Pilcher y Jessica Brooks por Mary Queen of Scots
    • Göran Lundström y Pamela Goldammer por Gräns

    Best Foreign Language Film of the Year para Roma de Alfonso Cuarón (México). Ahora, he aquí, para mí, el robo de la noche. (1) El español no es una lengua extranjera en Estados Unidos o, mejor incluso, México hace parte ya de los países de Norteamérica, ¿por qué entonces empecinarse en seguir postulando pelis mexicanas en esta categoría? Esto aplica completamente también para las pelis canadienses así sean habladas en francés (2) ¿Es la mejor historia? Roma se enfrasca en los desenvolvimientos de las calamidades provistas a “Cleo” pero no se ve claramente un mensaje más allá de la pornomiseria. Sin duda la forma de enfocar una historia en la pobreza no tiene que ver sólo con esa ansiedad por mostrar desventura, desgracia, necesidad, penuria, falta de piedad; Capharnaüm ciertamente va al fondo del infierno y vuelve; Manbiki kazoku, la japonesa, tal vez, tenga esos «finales franceses» detestables, abiertos y sin sentido que más que albergar una posibilidad en el espectador de un desenlace alterno o despejado para otras variables, por el contrario, la sensación es de inconcluso, sin acabar y perezoso; sin embargo, esta pieza japonesa extrae de lo más esencial el sentido de familia, contrario a la sangre, la familia se crea alrededor de un valor clarísimo: el amparo, puede haber ropa, padre y madre, juguetes, y todos los caprichos materiales alrededor pero la sensación de pertenencia, a un techo o a un abrazo, sólo se logra con amor; Werk ohne Autor es diametralmente opuesta, curiosamente hay un rasgo familiar en la trama pero su enfoque es la exploración del sentido vital, qué nos hace ser lo que somos, qué podemos aportarle al mundo si estamos marginados, si estamos oprimidos, si no tenemos libertad de expresarnos, las respuestas están ahí, cerca, a la pasión, y seguirlas en la dirección que nos indican puede ser lo más revolucionario; entonces, cómo y porqué gana Roma es inexplicable.

    • Capharnaüm de Nadine Labaki (Líbano)
    • Manbiki kazoku de Hirokazu Koreeda (Japón)
    • Zimna wojna de Pawel Pawlikowski (Polonia)
    • Werk ohne Autor de Florian Henckel von Donnersmarck (Alemania)

    Best Animated Feature Film of the Year para Spider-Man: Into the Spider-Verse de Marvel y dirigida por Bob Persichetti y Peter Ramsey . Me encanta la vuelta de Wes Anderson con esas historias fantásticas, de heroísmo naïf y de tribulaciones acordes a la escala misma de la historia, esa sencillez tan drmaática que roba y quiebra el corazón con su ternura; me encanta la segunda versión de Los Increíbles con un protagonismo centrado en “Elastigirl” y donde el lado antagónico es una teoría de conspiración en contra de los queridos bienhechores; así mismo la segunda parte de Ralph me encantó y me quebró con esa relación padre-hija con “Vanellope“; toda esta categoría me encantó -aunque la japonesa me fue imposible verla o descargarla- pero sorpresivamente para mi gusto y mis posición, la de Marvel es imponentemente asombrosa.

    • Incredibles 2
    • Isle of Dogs
    • Mirai no Mirai
    • Ralph Breaks the Internet

    Best Documentary Feature para Free Solo dirigida por Jimmy Chin y Elizabeth Chai Vasarhelyi; una peli aterradora si uno sufre de vértigo; impresionante la capacidad de Alex Honnold de trepar esas paredes sin ninguna ayuda o respaldo (de ahí el nombre “free solo” que es la característica de esta forma de escalar) y más aún escalar El Capitan que es un monstruo de casi un kilómetro de alto, ubicado en Yosemite. De esta categoría me vi también RBG, la historia de Ruth Bader Ginsburg dirigida por Betsy West y Julie Cohen que en mi opinión es mucho más interesante.

    • Hale County This Morning, This Evening de RaMell Ross
    • Kinder des Kalifats de Talal Derki
    • Minding the Gap de Bing Liu
    • RBG de Betsy West y Julie Cohen

    La velada, finalmente, sin tanto adorno y chiste no requerido fue sobria y directa. Algo que apreciamos como espectadores y que de lo cual no tengo memoria de haber experimentado antes.

    De todo lo visto, me quedo con Isle of Dogs (primera princesa), Gräns (virreina) y The Favourite (como absoluta ganadora).

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    The Amazing Spider-Man 2

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    El fin de semana pasado se estrenó en Colombia The Amazing Spider-Man 2. La secuela llega con una alta dosis de expectativas pero así como lo dijimos en The Winter Soldier, Los Hermanos Russo le hicieron un gran daño a todo el Universo Cinemático de Marvel (MCU); ahora nos damos cuenta que la influencia no sólo hizo efecto en las series de pelis que se vienen desarrollando dentro de Buena Vista sino que a su vez, viendo esta ‘Venganza de Electro’, se evidencia que el daño es globalizado; está afectando a Sony y quién quita también puede llegar a hacer daño en FOX o incluso a DC/Warner Brothers, en sus también universos cinemáticos. Con este canon de comparación The Amazing Spider-Man 2 podría verse como una cinta promedio y apenas superior a su antecesora.

    Vayamos por partes.

    Hace no mucho tiempo atrás, Sony decidió que si quería seguirle sacando provecho a los derechos de explotación del Hombre-Araña, sobre Marvel, debía hacer algo al respecto sobre cómo quedó parada la franquicia después del descalabro de Sam Raimi en Spider-Man 3; optó por un rápido relanzamiento de la serie con un enlatado de origen, a cargo de Marc Webb y con Andrew Garfield como el arácnido; aunque muchos sintieron un alivio al ver refrescar la cara del enmascarado y de tener de vuelta todas las maromas del querido personaje, aquí en el blog quedamos descontentos porque al final terminaron haciendo la misma trama reemplazando actores y con muy poco material nuevo por rescatar. Había quedado evidenciado que el tema más que creativo o de dirección había sido una artimaña comercial.

    En un rápido uno a uno, los antagónicos tenían la misma naturaleza naíf que volcaban sus buenas intenciones a un profundo rencor, casi fortuito, sobre el Hombre-Araña y sus personalidades eran más caricaturas que otra cosa. A nivel de acción, las mejoras se dieron con cámaras mayormente más subjetivas y destellos del sentido arácnido con «tiempos-de-bala» pero la esencia era la misma que la de hace una década –incluso el criticado enmallado volvió calcado en esta segunda parte–. Y como decíamos anteriormente, a nivel de trama, el arco de origen varió muy poco con respecto a lo que nos prometieron de lo cual lo rescatable fue la química creada entre Gwen Stacy y Peter Parker gracias al trabajo de Emma Stone conjugándose con Andrew Garfield. En este sentido, esa toma de la telaraña volviéndose una mano que se estira e intenta alcanzar a Gwen cuando cae es lo más bonito de la peli.

    En este segundo capítulo, Peter Parker se enfrenta a la promesa que le hizo al papá de Gwen, el capitán George Stacy, en su lecho de muerte donde juraba protegerla y alejarla de cualquier peligro. Y tal como en la segunda parte también de Raimi, Peter duda de su relación con su novia para alejarse y reflexionar sobre el mejor camino para lo dos. La diferencia es que Marc Webb alcanzó un gran nivel de melodrama y la novela romántica entre ellos dos fue mucho más que aburrida. El resultado es una cinta de explotación, estrafalaria y con fundamentos de ciencia ficción muy barata. Lo bueno para los fanáticos es que The Amazing Spider-Man 2 es de las piezas mejor basada en los comics y como comedia conservó intacto su sentido del humor; el problema es que no fue un humor muy inteligente y sobrepasó el límite de lo ameno a lo insolente, y el desparpajo lo hizo quedar en ridículo, en varias ocasiones.

    Uno de los grandes miedos de los fanáticos y de la crítica, en general, es que Sony parecía volver a caer en su misma trampa desarrollando las bases de su universo cinemático; no le vastó con Spider-Man 3 y en su afán por fundar los cimientos del arco de los Sinister Six, recurrió a la introducción de tres de ellos en este capítulo que traen los malos recuerdos del desenlace de Raimi en su trilogía; son ellos Electro (Jamie Foxx), Green Goblin (Dane DeHaan) y Rhyno (Paul Giamatti) –Norman Osborn finalmente fue otro enganche comercial que trajo a Chris Cooper tan sólo para fanfarronear y matarlo en un momento efímero dentro de la cinta–; no obstante, Alex Kurtzman y Roberto Orci, guionistas, lograron desarrollar un esquema narrativo donde Electro fue el protagonista, Harry Osborn adopta todo el poder dramático y Rhino más que un villano hace un «cameo» dentro de la historia sin generar mucha distracción; a pesar de esta armonía inusitada, la aparición de este último lamentablemente más que ruidosa o escandalosa, fue terriblemente sobreactuada y molesta.

    The Amazing Spider-Man 2 no es una gran cinta. Es mucho mejor que su primera parte, pero eso lo único que demuestra es que, sin importar el éxito de taquilla que fue, la ‘Venganza de Electro’ hubiera funcionado mejor como apertura sin tantos bombos y platillos. Esta secuela ya pasó a la historia y quedó abierta la franquicia para que el misterioso hombre del sombrero, que se contactó en el pasado con el Doctor Connors, emprenda su iniciativa de traer a escena a Rhino, Volture, Octopus pero ¿qué pasará en el corazón de Peter Parker? ¿Será momento de que aparezca Mary Jane Watson? ¿Cómo manejará Sony su universo cinématico? ¿Por qué aún no hay un contrato con Marc Webb y con Andrew Garfield para una cuarta parte del arácnido? ¿Qué significan esos avances de X-Men: Days of Future Past? ¿Acaso vamos a presenciar pronto una conjunción de universos tal como se anunciaba para The Avengers?

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    Captain America: The Winter Soldier

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    La semana pasada publicamos la entrada de bienvenida a los estrenos de verano del 2014. En principio, iba a ser incluida la entrada de Captain America: The Winter Soldier pero en vista de lo particularmente atractiva que fue la pieza, es bueno decir que se merece una entrada aparte para hablar sobre ella.

    Steve Rogers (Chris Evans), después de Nueva York, intenta adaptarse al mundo que le es extraño; busca a Peggy (Hayley Atwell) y trata de serle fiel a su nuevo comando en S.H.I.E.L.D. pero las cosas no son tan fáciles como aparentan. Por un lado, las directrices de S.H.I.E.L.D. van en contra de los principios de Rogers y en su pérdida de fe, la organización entera es atacada por un poderoso enemigo del pasado.

    Marvel y Buena Vista han ido acertando golpes de suerte en su batalla en Hollywood por las taquillas y el dominio de las producciones basadas en comics. Básicamente, alentaron a Sony prematuramente a relanzar su franquicia del Hombre-Araña con The Amazing Spider-Man; un relanzamiento que parecía sólo hacer cambios en el fabuloso nombre del arácnido. Lo mismo pasó con Fox, que al igual que en Sony, está uniendo sus fuerzas creativas para armar universos cinemáticos independientes dentro de su reino.

    Pero decimos que Marvel y Buena Vista han acertado golpes de suerte porque a medida que avanzan Las Fases del Universo Cinemático de Marvel diseñado por Kevin Feige pareciera que todo es infinitamente más frágil.

    La gran ventaja de Marvel con respecto a DC es que desde su concepción fueron unificados en un mismo espacio y tiempo, Nueva York. DC y la mayoría de casas de comics, plantean sus héroes en la ficción y crean sus entornos como imaginarios; cuando por fin DC, en la crisis de los comics en los 80’s, decidió crear un sólo universo se vio en aprietos para explicar y hacerle entender a sus lectores fanáticos que Gotham, estaba al mismo nivel que Metropolis pero ahora eso parece irse tornando en una ventaja.

    Elaboremos.

    Marvel empezó sus intenciones de volverse un estudio productor de pelis sus propios comics allá en 2003 cuando estrenaron Hulk de Ang Lee y DareDevil de Mark Steven Johnson que fueron catalogados como grandes desastres de la industria del cine de comics.

    El joven Kevin Feige decidió emprender una estrategia más agresiva y no sólo hacer un filme exitoso que generara una franquicia sino más bien porqué mejor no pensar en unir todo el universo en un gran megaproyecto comercial; lo que requirió del apoyo de un socio como Buena Vista para lograrlo.

    En 2008, de la mano de Jon Favreau y Robert Downey Jr., el universo de Feige inició su Fase UNO con Iron Man; caló muy bien con la crítica, con los fanáticos y el renacer de Downey Jr. puso a Tony Stark como un líder natural dentro de Marvel; el as bajo la manga de Feige fueron los créditos finales que introdujeron a Samuel L. Jackson como Nick Fury presentándole a Stark La Iniciativa Avenger. Ese mismo año después de recuperar los derechos de Hulk, Marvel encamina a Louis Leterrier y Edward Norton (protagonista y guionista) en la realización del segundo filme de Marvel Studios con The Incredible Hulk; la fanaticada ruge fascinación por la interpretación de Norton como Bruce Banner; y Feige anota su segundo cuadrangular cuando al final de la cinta aparece Tony Stark hablando de La Iniciativa junto al General Ross.

    –A pesar de lo desastroso que fue Iron Man 2– parece que de ahí en adelante todo fuera una gran historia–. Iron Man 2 juega con apariciones sugeridas del Capitán América; los agentes de S.H.I.E.L.D., Coulson (Clark Gregg), Fury y Romanoff (Scarlett Johansson), toman protagonismo; y, de nuevo al cierre de la cinta, Coulson devela el Martillo de Thor. Subsecuentemente, vino Thor de Kenneth Branagh y toda la trama para introducir su mundo, su universo y a Loki (Tom Hiddleston) –hasta ahora el mejor antagónico de su universo cinemático–; los mundos siguen compartiendo personajes y no sólo aparece Coulson como eje de la trama, también lo hace el agente Clint Barton o Hawkeye (Jeremy Renner); al final de la cinta, Fury le presenta a Selvig (Stellan Skarsgård) el Tesseract –en una escena filmada por Joss Whedon–. ¿Pero qué era el Tesseract? Unos meses más tarde Captain America: The First Avenger de Joe Johnston hace un arco de origen con Steve Rogers, introduciendo a Chris Evans como el capitán, enfrentando a Red Skull (Hugo Weaving) en 1945 y la formación maligna H.Y.D.R.A.; Red Skull basaba su poderío en el ocultismo junto a su científico jefe Arnim Zola (Toby Jones) y fue justo cuando encontró el Tesseract, una forma primitiva de la mitología escandinava, que se hizo realmente poderoso y temible.

    Todo estaba en su sitio y Joss Whedon preparó el cierre de la Fase UNO con la reunión de The Avengers. Todo da frutos y en una sola cinta aparecen Tony Stark, Thor, Steve Rogers, Nick Fury, la agente Romanoff, Hawkeye, Coulson, por supuesto Bruce Banner y como base antagónica Loki y los Chitauri que termina siendo la peli más taquillera del año. El punto importante para resaltar es que Gwyneth Paltrow y su personaje Pepper Potts aparecen por la insistencia de Robert Downey Jr. pero Whedon no estaba convencido y da la siguiente razón: “uno necesita separar los personajes de sus sistemas de soporte en aras de crear el aislamiento que se necesita para funcionen en el equipo”. Suena como un gran entrenador y finalmente ese fue el puesto que obtuvo, dirigir globalmente todo el universo de Marvel en Buena Vista (MCU).

    Se gestiona la Fase DOS del MCU y llegan Iron Man 3, Thor: The Dark World, los Marvel’s Agents of S.H.I.E.L.D. y The Winter Soldier; se anuncian Black Panther, Doctor Strange, Ant-Man y Avengers 2: Age of Ultron; finalmente, se revelan las intenciones de la Fase TRES con Thanos como villano y Guardians of the Galaxy pero ¿por qué se siente que todo empieza a tambalear?

    La primera razón es una sensación sencilla y natural con lo que Marvel ha intentado a toda costa hacernos creer y es que todas sus piezas están unidas en un sólo universo; precisamente, eso que los ha hecho fuertes se ha vuelto su mayor vulnerabilidad. No es posible entender las cintas de Marvel independientemente y separar, las cintas autónomas de las cintas de ensamblaje. Es ridículo. No funciona. En parte, por eso la extensión de esta entrada.

    Empecemos por Iron Man 3, independiente de la buena calidad de su realización con Shane Black o el desencanto de la fanaticada de cómo usaron al Mandarin (Ben Kingsley) y a Aldrich Killian (Guy Pearce) el resultado fue desastroso; por un lado, surgieron preguntas como porqué si Stark se podía quitar el reactor no se lo había quitado antes o ahora que «ya no existe» Iron Man, cuál es la función de Stark dentro de S.H.I.E.L.D. o quién liderará los Avengers; por otro lado y sumado a esto, vienen otras inquietudes que no pueden ser sólo solventadas con simples nombramientos o cameos de personajes importantes, por ejemplo ¿The Avengers es un grupo tan frágil que para ese entonces ya se desintegró? Si Stark es atacado de la forma en que sucedió ¿dónde estaba Romanoff, Hawkeye, Fury o Steve Rogers? Compañeros de batalla, sellados en la amistad hecha más allá de una casualidad o ¿es que todo lo dicho no son más que una iteración de frases vacías? ¿Dónde estaba Bruce Banner? ¿Por qué sólo aparece al final de la cinta como un sicoanalista? ¿Acaso no es esta la mayor idiotez jamás escrita?.

    No. La mayor idiotez aún estaba por venir y en otro formato: Marvel’s Agents of S.H.I.E.L.D. Una serie de TV que ubica anacrónicamente un resguardo de agentes dentro de S.H.I.E.L.D. liderados por Phil Coulson; un equipo de desvalidos que tiene grandes potencias pero cero poderes sobrenaturales –por ahora–; a medida que avanza la serie sabemos que está ubicada después de Nueva York, después de The Dark World de Thor y antes de The Winter Soldier; la pregunta más obvia es la que sostiene la serie y es ¿cómo hicieron para revivir a Coulson? Pregunta que se responde al final de la temporada pero que deja un interrogante existencial clavado profundo dentro de las entrañas de Joss Whedon y que amenaza de muerte a Kevin Feige; con esa respuesta de cómo revivir a las personas ¿acaso alguien en este universo puede morir? Si no, apaque y vámonos.

    Luego de Marvel’s Agents of S.H.I.E.L.D. –con el nombre más largo y rídiculo que haya escuchado para una serie televisiva; Cuando quiero llorar no lloro o Por qué mataron a Betty si era tan buena muchacha, telenovelas colombianas, ya no parecen tan extravagantes–, llega Thor: The Dark World. Una cinta autónoma que retoma el arco romántico entre Jane Foster (Natalie Portman) y el dios del trueno; aunque Alan Taylor está al frente de una gran decisión al sacar la historia de la Tierra, no resuelve el tema de porqué Foster no apareció en Nueva York y se mete en un problema aún más grande que se esparce virulentamente a todo el universo de Marvel ¿existe realmente un enemigo aparte de Loki capaz de poner en jaque a algún integrante de la Iniciativa Avenger? Sabemos que la muerte no lo es; tampoco otro «dios asgardiano»; y menos una invasión de alienígenas con poderosas armas y tecnología mucho más avanzada.

    Esta última duda evidenciada en Thor 2, recurrente en toda la trilogía de Iron Man y el ensamblaje de The Avengers, se torna un absurdo y nos envuelve con un poco de frustración sumado a algo de desinterés, indiferencia y menosprecio.

    Los hermanos Russo, casi olvidados en nuestros archivos con pelis como You, Me and Dupree o Welcome to Collinwood, hicieron una gran labor con The Winter Soldier. Siguen fallando en el tema del universo continuo pero imaginamos es el puñal de Whedon hablando con su «aislamiento para que funcione el equipo»; ¿no es increíble que en el peor ataque de H.Y.D.R.A., en una crisis tan grande como la de Nueva York, no aparezca Iron Man, War Machine, Hawkeye o Bruce Banner?

    Sin embargo, y como ninguna otra cinta de Marvel, los Russo triunfan grandemente en varios aspectos.

    El primer punto, es que con The Winter Soldier hay un vuelco hacia la sorpresa, hacia la perplejidad de las revelaciones del giro dramático y, así sean dos o tres los giros, no es una serie de sorpresas que nos mandan de extremo a extremo sino más bien consecuencia del giro anterior, por eso al final quedamos sin aliento y tensos en el desenlace.

    Lo segundo es que por segunda vez, un villano es tratado con dignidad en la historia; ni siquiera en relación con la fidelidad a los comics, porque no hemos leído mucho acerca de los arcos del Soldado de Invierno, sino dignidad en el sentido que es una fuerza contraria e igualmente poderosa que amenaza el estatu quo del héroe y de sus compañeros. Lo que nos lleva al siguiente punto.

    Por primera vez, en el universo cinemático de Marvel, los personajes se relacionan con igual importancia en todo el universo; los agentes Fury, Hill (Cobie Smulders), Romanoff, Rogers se congregan de otras sagas y sienten amenazadas sus existencias. H.Y.D.R.A. renace como un gran grupo del mal tan pero tan importante que incluso es necesario un nuevo ensamble con los Avengers pero si es así repetimos ¿por qué no aparecieron?

    El cuarto punto, no sabemos si trabajaron posterior a las críticas de Man of Steel, pero The Winter Soldier aprendió a congeniar con los puntos que no gustaron en su opositora; partiendo del hecho que Man of Steel es una gran cinta, las críticas opacaron un poco su éxito injustamente; El Capitán toma ventaja de ahí y se hace fuerte con un héroe que no asesina a sangre fría a pesar de cualquier circunstancia; no acaba completamente con una ciudad y a los pocos días aparece con una sonrisa dibujada en la cara; es responsable de sus actos porque es la imagen pura de Estados Unidos; y, finalmente, siendo una secuela enlaza muy bien puntos de la anterior salida, y justifica el hecho de una segunda o tercera parte.

    A pesar de ciertos clichés, que realmente molestan en pequeños detalles de la historia, Los hermanos Russo, Marvel y Buena Vista lo hicieron realmente bien con The Winter Soldier pero desluce un poco lo ya hecho antes en la Fase UNO; no sabemos cómo vaya a atacar DC pero el hecho que la segunda parte de Superman involucre apariciones de Batman, Wonder Woman, Aquaman y otros de sus súperheroes podría ser un indicio de cómo aproximarían su propio ensamble y faltaría ver si en «las autónomas», como The Bat Man presupuestada para después del 2016, se cometen los mismos errores o se dan la libertad de hacer un relato anterior –en la línea de tiempo– de Superman para revisar estos temas con calma.

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    Bond 14: A View to a Kill

    [Continúa]
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    Siete veces actuó Roger Moore como el súper agente de inteligencia británica 007; siete episodios que empezaron con Live and Let Die y terminaron con esta A View To Kill; siete entregas que lo ponen como el actor que más veces interpretó a James Bond y que puso su rúbrica por encima de las intenciones de Albert R. Broccoli y EON Productions que sólo buscaban copiar lo propuesto por Sean Connery al principio de la franquicia. Curiosamente, y lo comentábamos en la reseña de Octopussy, parecía que Moore sólo había alcanzado magnificencia en su primera salida pero que con el paso del tiempo, de los escritores, de los directores y de las decisiones de producción, el 007 volvía de nuevo a ser ramplón, ordinario y vulgar, no obstante, A View To Kill es recordada como una gran despedida del londinense.

    Era el año 1985 y la aceptación de A View To Kill se da en parte gracias al desempeño de Christopher Walken que sin deformidades físicas acuñaba uno de los más recordados y clásicos villanos de Bond. Atrás había quedado la sofisticación del 007 y de 58 años Roger Moore -incluso 3 años más viejo que Sean Connery) se estaba cansando de la saga, al punto del hastío, después de 12 años de haber estado al frente de la producción. En palabras suyas, Moore se sentía incómodo en su papel de mujeriego y jugador cuando le tocaba encamarse con niñas que más parecían sus hijas.

    Aparte de Walken como Max Zorin, la pieza es recordada por la diferencia de sus chicas Bond; por un lado la ingenua Jenny Flex (Alison Doody) que se rinde a los encantos del súper agente y por el otro el contraste de la sexual Tanya Roberts encarnando a una dulce y frágil Stacey Sutton versus Grace Jones la ruda y visualmente ácida May Day que interpreta la mano derecha y siniestra perversión de Zorin.

    En el pasado ya habían asesinado a los agentes John Strangways, Dikko Henderson y 009 entre otros; esta vez el muerto es el agente 003 y Bond es enviado a investigar su asesinato en Siberia; allí encuentra un microchip ruso que Q analiza y devela como un producto de Zorin Industries; con esta pista, Bond se dirige al tradicional Ascot Racecourse en Inglaterra, un hipódromo donde el caballo de Zorin acostumbra correr. En los corredores del hipódromo se topa con Sir Godfrey Tibbett (Patrick Macnee actor británico que es reconocido por hacer dupla con la bellísima Dame Diana Riggen The Avengers) otro agente del MI6 que le informa sobre sospechas de dopaje en los caballos de Zorin; ambos investigan los establos pero May Day elimina sus contactos, atenta contra Bond y finiquita la vida de Tibbett, definitivamente uno de los momentos más duros de la franquicia incluso por encima de la muerte de la Contessa Teresa di Vicenzo en On Her Majesty’s Secret Service. En una jugada genial del argumento el General Gogol le reclama a Zorin la muerte sin permiso de estos agentes y se evidencia una doble cara del agente de la KGB que más o menos siempre se ha visto como un aliado del 007 y obviamente del MI6. Por fin se esclarece el plan completo de Max Zorin que depende de controlar el mercado y la manufactura de microchips en el mundo, un plan un poco infantil y desproporcionado pero que lleva con extrema delicadeza y finura este A View To Kill a los niveles de calidad de Goldfinger u On Her Majesty’s Secret Service.

    Después del fugaz éxito de su competencia con Never Say Never Again (con Sean Connery en 1983), EON aumenta el presupuesto de su producción también a 30 millones de dólares para obtener un recaudo neto de 152 millones. Esto le permite a James Bond ir a París, San Francisco, Oakland, Chantilly (de nuevo en Francia), el Lago Vatnajökull (en Islandia), West Sussex (en Inglaterra) y obviamente Londres. Pero la franquicia estaba herida, fraccionada y aumentar los presupuestos de la producción no iba a salvarla; Roger Moore estaba cansado, Lois Maxwell también se retiraría y la llegada de un nuevo actor para interpretar otro James Bond iba a ser más que suspicaz dentro de la fanaticada. Sobrevivirían Robert Brown como M, Desmond Llewelyn como Q y Walter Gotell como Gogol.

    El éxito se vio reflejado, no sólo en la calidad y tono de la cinta, sino en la recordación que Duran Duran aportaría a la pieza gracias a las múltiples nominaciones que lograron con John Barry así como las también numerosas versiones del tema central -entre mis favoritas la cantada por Skye, la ex-vocalista de Morcheeba-.

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    3D, Action, Adventure, Alan Taylor, Comic, Epic, Exploitation, Fantasia, Hollywood, James Gunn, Miguel Vaca, Movie, Romance, Sci-Fi, Vacacion, War

    Thor: The Dark World

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    Thor: The Dark World de Alan Taylor y James Gunn no es una peli que se pueda analizar independientemente.

    Es claro que desde Iron Man 3, la Segunda Fase del Universo Cinemático de Marvel (MCU) planteado por Kevin Feige (responsable y director de todas las pelis de Marvel Studios y productor de todo el nuevo MCU) ha comenzado. Por un lado, la primera fase trajo como consecuencia la reunión en Nueva York, lograda el año pasado a buen término en The Avengers; durante cinco entregas (Iron Man, The Incredible Hulk, Iron Man 2, Thor, Captain America: The First Avenger) Marvel quería encaminar sus historias hacia una franquicia más grande y aunque Feige era el conceptualizador de la idea, él mismo contrató a Joss Whedon para que la ejecutara, en una genial movida después de que Warner Brothers y DC Comics lo descartara para la realización del filme de Wonder Woman; Whedon entendió la gran perspectiva de Feige y aportó su estilo a estos cuatro súper-héroes que terminaron por darle un nuevo giro al negocio de hacer largometrajes en Hollywood.

    Primero fue Sam Raimi con Spider-Man en Sony que después de mucho tiempo sacaba una divertida cinta de súper-héroes y era éxito tanto en crítica como en taquilla; no mucho después Bryan Singer con X-Men en Fox lograba apuntalar una interpretación del comic acercándose de manera personal a cada uno de los personajes; y después vino Christopher Nolan con su Dark Knight que es una profunda interpretación (permitida por Warner/DC) de un personaje de historieta para volverlo un individuo de carne y hueso; mientras Sony aseguraba una medianamente buena trilogía con Raimi y Fox se diluía con la fuga de Singer, fue Nolan el que le puso cifras exorbitantes a las producciones y volcó la atención de todos a este nuevo negocio. En el pico más alto de Warner/DC (2005-2008), Feige se devanaba los sesos tratando de encontrar una salida y la fue encontrando con Robert Downey Jr./Iron Man, Nick Fury, el agente Phil Coulson, la agente Natasha Romanoff y el resto de agentes de S.H.I.E.L.D.

    Mientras Warner/DC descansaba en los regocijos de su billonaria franquicia (Batman de Nolan), Feige ya había desarrollado tres apuestas -entre ellas Thor– y sacaba el filo de su estocada; que finalmente se dió cuando convergieron todos las cuatro estrellas de Marvel/Buena Vista en The Avengers. La industria reaccionaba y no estaba preparada para el éxito Wheedon/Feige y empezaron desesperadamente a repetir la formula. Sin Raimi, Sony relanza Spider-Man y quiere desarrollar el arco de los Sinister Six; con Matthew Vaughn, Fox vuelve a mostrar los X-Men de una forma interesante y se prepara para reunir todos los repartos trayendo de vuelta a Singer para después tratar de sumarlo a los Fantastic Four -no obstante desconcertado perdió los derechos de Daredevil que regresaron a Marvel-; y finalizada la trilogía de Nolan, Warner/DC no quiere caer en el error de Sony e intenta desarrollar a Superman como un nuevo personaje tan fuerte como Batman y desencadenar todo su poder en la Liga de la Justicia.

    Thor: The Dark World no llega entonces sólo como la secuela de la shakespeareana pieza de Kenneth Branagh sino que es el resumen de cómo va la segunda fase del Universo Cinemático de Marvel, y de esa forma, es la heredera de todo el peso responsable de sostenerla ya que está bastante avanzada. Al lado del segundo capítulo de Thor, Iron Man 3 tuvo su propio desenlace dejando posiblemente a Tony Stark sólo como testigo de los Avengers en los siguientes episodios, la segunda parte de del Capitán America, The Winter Soldier y la unión de historias/promociones en la serie de TV Marvel’s Agents of S.H.I.E.L.D..

    Entonces siendo Thor consciente de su responsabilidad, desarrolla con gran eficacia una trama más madura, más organizada y con mayor desarrollo que su predecesora. Los encargados de su realización son Alan Taylor y James Gunn; en principio, creo que el encargado iba a ser Alan Taylor solo, director exitoso de TV dramática como Los Soprano, Mad Men y por supuesto Game Of Thrones -que seguramente le dió el pase de entrada en la producción-, pero para compensar su inexperiencia en la gran pantalla le pusieron al lado a Gunn que es un escritor experimentado y ya había debutado detrás de cámaras en Super.

    Esta vez, la historia se translada a Asgard donde la entereza del reino es amenazada por una legendaria raza de elfos oscuros, liderados por Malekith (Christopher Eccleston), que resurgen de su aprisionamiento gracias a una convergencia en los nueve reinos y la liberación de una gran y poderosa entidad conocida como “Aether“. Las investigaciones de la doctora Jane Foster en Londres sobre un extraño fenómeno de paralelaje y hoyos de gusano, la conducen directamente donde el Aether y esta por error lo absorbe en su organismo. Malekith vengador de su pueblo a causa de los asgardianos desiste de su misión y emprende la búsqueda de Foster, lo que alerta a Thor inmediatamente.

    Tres cosas queremos ver en esta cinta y son perfectamente expuestas: el regreso de Loki que se ha vuelto más que un antagónico un personaje fundamental en la trama asociada con Thor; las conexiones y explicaciones de Nueva York, Foster/Thor y ahora Londres que fue anunciado en Agents of S.H.I.E.L.D.; y la puesta en contexto del MCU.

    Cuatro cosas nos sorprenden: las múltiples caras de Loki que lo llevan a la traición y la vulnerabilidad; las muertes de protagonistas de primera línea; la historia de amor desenvuelta en un ambiente que no permite que sea melosa o aburrida; y la recolección de antiguos personajes como el profesor Erik Selvig que no fue olvidado en absoluto.

    Dos cosas para considerar: uno sabe que se ha vuelto costumbre que en las escenas posteriores a los créditos se desarrollen conexiones o adelantos con otras sagas pero escenas posteriores a las escenas posteriores es ridículo, es decir, en esta peli no se levante del asiento sino hasta que salga el simbolito de ©2013; la otra cosa es que la relación de Thor con sus antagónicos apenas pasó raspando en esta pieza, ya que, siendo un súper-héroe de gran fuerza y poseedor del poder del rayo en su martillo parece que cae en el mismo problema de Star Trek: Into Darkness donde Khan es inmortal, han agrandado tanto su persona que difícilmente nos imaginamos un villano de la talla de su poder, esto debe mejorar o en un futuro cercano las cintas se van a volver aburridas sin riesgo aparente.

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    The Wolverine

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    El auge de las pelis basadas en comics tiene su razón de ser en la codicia de los estudios cinematográficos que han tratado de explotar los derechos de las editoriales más populares de estas piezas gráficas; obvio desde hace casi un siglo ya, pero sobre todo con los recientes resultados alcanzados por los grandes estudios, se pone en la mira de los productores y directores este tipo de producciones. Sin duda los que mejor han logrado sus metas en taquilla son el triunvirato armado por Marvel Studios/Buena Vista/Disney Pictures por un lado y Warner Brothers/DC Comics por el otro.

    Fox, y Sony Pictures, se meten en la pelea al poseer los derechos exclusivos de explotación de una parte importante de estas grandes potencias editoriales del comic, y en parte, son los responsables de que Universos Cinemáticos más grandes no se hayan formado perfectamente aún. Fox poseía hasta finales del año pasado los derechos de los X-Men, Fantastic Four y DareDevil; sus salidas con estas dos últimas sagas no fueron las más exitosas posibles y fueron relegadas en los rincones del estudio -a tal punto que incluso les tocó devolver los derechos de DareDevil a Marvel porque no tuvieron cómo sacar una nueva producción antes de octubre del año pasado-.

    Fox ha visto mejores resultados en la explotación del microcosmos de los X-Men, con su primera trilogía pero logró decepcionar una gran parte de la crítica y la fanaticada precisamente con el cierre de la misma -gracias en parte a que Brett Ratner no supo interpretar lo que había construido Bryan Singer-. Luego el estudio intentó desarrollar subproductos de las mini-historias de los grandes favoritos y empezó con Wolverine pero de nuevo Gavin Hood se estrelló y apenas alcanzó un aceptable promedio en taquilla. El británico Matthew Vaughn dirigió X-Men: First Class y conquistó una taquilla similar pero logró lo que no había conseguido Fox hasta ahora, interés de la fanaticada en más piezas por venir.

    First Class es sin duda una de las mejores piezas de Fox logradas hasta ahora, incluso por sobre las primeras realizaciones de Singer. Plantea una precuela de la historia, describiendo el origen de la amistad profunda entre Magneto y el Profesor X, tácita en todas las demás tramas que se entrelazan entre ellos y, lo más importante, conectándose con los subproductos ya publicados. Después de First Class, Fox logra una luz de esperanza y se aventura de nuevo con Mark Bomback y Scott Frank en la creación de una nueva historia para Wolverine. En principio, el director encomendado era el súper oscuro realizador Darren Aronofsky pero su agenda se lo impidió; James Mangold asumió entonces la responsabilidad del proyecto y aunque podía lograr el tono independiente esperado, su trayectoria era poco consistente, donde la calidad de sus piezas se sacrifica por el entrenimiento prometido, lo cual de alguna forma era preocupante.

    The Wolverine finalmente sorprende con una madurez narrativa y una historia aislada de lo que veníamos viendo como espectadores sin tener que relanzar la franquicia o redefinir sus orígenes. Logan interpretado -ya seis veces- por Hugh Jackman se encuentra oculto y sumergido en los profundos bosques del medio oeste norteamericano, acosado por pesadillas en las que se ve envuelta su culpa por la muerte de Jean Grey (Famke Janssen). Hasta allá, va a buscarlo su destino encarnado en Yukio (Rila Fukushima), una joven espadachín asalariada de Yashida (Haruhiko Yamanouchi), viejo amigo de Nagasaki donde Wolverine salvó su vida; Yashida ha estado en la búsqueda de Logan porque quiere pagar su deuda de honor de esa época. Gracias a que Yukio puede ver el futuro, logra encontrar al Wolverine y transportarlo a Tokio. La acción se centra entonces en Japón, a donde viaja Logan en busca de su amigo; entran en acción samurais, yakusas, ronin, arqueros y espadachines, sin saturar la historia, y sobre todo dando un pulso interesante a otro eslabón de X-Men. Si esta peli es realmente entretenida, cadente y oscura al mando de Mangold, no puedo siquiera imaginar cómo hubiera sido si Aronofsky la hubiera dirigido.

    The Wolverine es el único que ha logrado darle redondez a Fox y se ha vuelto su personaje más preciado. En este capítulo se adapta perfectamente a la cultura japonesa y se enriquece con todo su folclor, su música, sus colores, sus paisajes y su arquitectura. Pero la madurez de la pieza también se da del aprendizaje logrado con First Class; The Wolverine trae a colación la detonación nuclear que Estados Unidos propició en Nagasaki, pero no es protagonista, tal cuál como el incidente de Bahía Cochinos en First Class, generando vínculo, credibilidad y congruencia en su propio Universo Cinemático. Hay dos o tres escenas tipo comic que son espectaculares para que le pongan atención; el ataque ninja, el despertar del samurai de adamantio y las flechas en la espalda de Wolverine; estas tres escenas, combinadas con la música original de Marco Beltrami y las cámaras de Ross Emery, logran darle el tono épico a la cinta y pagar la boleta. Igual esperen en sus sillas sentados, hay más historia en los créditos que nos prepara desde ya para Days of Future Past, el tan esperado regreso de Bryan Singer a la franquicia.

    Mientras Warner redondea los 3 millardos de dólares desde este auge de los comics en el cine, gracias en parte a la oscuridad que ha venido explotando de historias como Batman (Batman Begins, The Dark Knight, The Dark Knight Rises) y Superman (Man of Steel), Marvel no se queda atrás para nada con una mega cifra de 5 millardos de dólares con siete producciones (Iron Man I, II y III, Thor, Captain America, The Incredible Hulk, The Avengers) y aún quiere más. Contando las taquillas de Fantastic Four, Fox alcanza una respetable cifra de 2.300 millones de dólares con siete producciones y espera que, por primera vez, con The Wolverine puedan sobrepasar la marca de los 500 millones que ninguna de sus producciones ha logrado para soñar con la cifra neta de los 3 millardos, en su portafolio.

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    Man of Steel

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    Man of Steel llega a las carteleras colombianas y al igual que en el resto del mundo ya empezó a arrasar en taquilla. Las salas están llenas, las puntos de venta de boletería a reventar y la disponibilidad en reservas es absurdamente baja. Seguramente va a ser un éxito, sino el éxito de esta temporada.

    ¿Pero es tan buena como aparentaba ser? Es difícil lograr una respuesta corta sin pensar en el si, no, depende. Man of Steel no puede ser analizada como un fenómeno aislado, sin relación en el contexto económico en el que se está desarrollando. Por eso los factores deben medir cada una de sus variables y al final por promedio revisar de nuevo la pregunta.

    A nivel de expectativas prometidas y colmadas, Man of Steel está logrando lo que el verano pasado alcanzó The Avengers; la fórmula de Whedon fue repetida este año por Shane Black que lanzó el primer golpe al inicio de la temporada con Iron Man 3 y logró posicionarse por un buen tiempo como la primera del 2013; su reinado tiembla con el avasallador paso de Superman que, no sólo abre con una cifra significativa sino que pasado el primer fin de semana, los números la catalogan en la historia como la más grande en taquillas de junio. Esto quiere decir que en el voz a voz, la cosa está funcionando y el público está saliendo muy satisfecho de la cinta.

    A nivel de pelis basadas en comics, hay un grande detrás de Man of Steel que despierta todas nuestras grandes emociones en la pieza -y no es precisamente Christopher Nolan-. Desde que el equipo del Dark Knight se aseguró un puesto en la producción de Superman, todos los cinéfilos nos emocionamos al encontrar la promesa de una nueva cinta con el desarrollo de la historia de David S. Goyer y Christopher Nolan; tal vez nos pareció una decisión muy acertada de Warner Brothers, para asegurar la calidad de Batman, poner al frente a Nolan y su esposa Emma como el equipo de técnico responsable de solucionar reparto, música, cinematografía, edición e historia. De esa forma, llegó una mezcla heterogénea de recomendados de Warner así como otros por parte del matrimonio Nolan-Thomas; pero el grande en esta pieza es definitivamente Zack Snyder como su director. Snyder ha venido armando un portafolio consistentemente de adaptaciones del comic que lo catalogan como uno de los mejores -sino el mejor- entre una gran lista de artistas encabezada por Matthew Vaughn (Kick-Ass, X-Men: First Class), el mismo Nolan (The Dark Knight), Robert Rodriguez (Sin City), Bryan Singer (X-Men, X-Men II) y Sam Raimi (Spider-Man). El miedo de los fanáticos con Snyder era que había desarrollado una forma de contar sus historias abusando del recurso del tiempo-de-bala que hubiera sido desastroso en Man of Steel; pero no sólo no aparecieron las lentísimas cámaras sino que enfrentado a su más cercano pariente, como lo es Batman, Superman llega a nuestras pantallas con una agradable frescura. Se siente nuevo, humanizado y concatenado perfectamente en el universo de Nolan y su Dark Knight, que fue realmente lo más esperado en la pieza.

    Zack Snyder acaba siendo el director en una apuesta muy arriesgada, conciliada entre el estudio y Syncopy, gracias en primer plano a que Nolan no quería dirigir más comics y que el golpe ofrecido por Marvel con Joss Whedon en The Avengers causo demasiada mella. Para Warner no fue suficiente transformar las pelis basadas en comics, lograr la mejor trilogía en este campo y además volver ícono una de las figuras más importantes de DC y de los comics en general. Warner quería más, quería dominar taquillas y crear una franquicia sin límites de producción; crear un universo como el de Marvel y tener a su disposición toda una gama de historias increíbles cada una como un hito de producción versus las retribuciones de taquilla. Entre el éxito de Marvel y el río revuelto de sus derechos de explotación repartidos en tres estudios más, la respuesta era desarrollar la historia de Superman y buscar reunir una Liga de la Justicia a corto plazo. La dirección no podía ser una opción audaz, no podía ser tampoco una opción interesante, el director debía ser sólido, creativo e interesado a un plan a largo plazo. No había respuestas obvias y, sin embargo, Snyder resaltaba como la más sobresaliente.

    Snyder recibió perfectamente las indicaciones de Nolan como entrenador. En el último punto a analizar de Man of Steel, a nivel del universo de DC Comics, Snyder logró contarnos una historia de un niño adoptado, dividido entre sus diferencias y los valores aprendidos, en vez de la obvia historia de Kal-El como alienígena en La Tierra. Clark Kent (Henry Cavill) es un individuo en crisis, en búsqueda de su identidad, criado en un hogar lleno de amor y con la calidad de servicio presente en cada una de sus acciones; su vida en este sentido se enfrenta a golpes durísimos de confianza en el cual está involucrado su padre, Jonathan Kent (Kevin Costner). Por otro lado, es un fenómeno adaptándose a la sociedad que constantemente lo segrega; sus aparentes migrañas y su comportamiento lo apartan del estándar y lo vuelven blanco de burlas y rumores. Un evento desencadena su ira, su frustración y su desolación para terminar deambulando por el mundo tratando de olvidar su naturaleza. La narración de toda esta etapa es sencillamente magnífica, uno de los pilares de la pieza, sin duda.

    Snyder además desarrolló la pre-historia que no teníamos de Krypton, desenfundó varias raíces, creo contexto y le dio fuerza al General Zod como un personaje voluntarioso, estricto, recto y radical. Zod en esta ocasión es representado por el gran Michael Shannon, que gracias a este desenvolvimiento y en contraste con la interpretación de Terence Stamp (Superman II; 1980), no es un ser maligno, no es déspota per sé, por el contrario, se revela como un ser vigilante de su raza y preocupado de su eminente extinción. Aunque el fondo de Krypton parece ser un requerimiento de Snyder, tomar los antagónicos y demostrar sus vulnerabilidades o sus dobles intenciones, en aras de aceptarlos como seres en conflicto, ni buenos ni malos, es una característica primordial de Nolan y Goyer, y que en esta historia agradecemos porque Zod es un personaje increíble.

    Shannon no es el único destacado. El juego de relaciones entre los padres de Superman y Superman es soberbio gracias a Russell Crowe, Kevin Costner y Henry Cavill. Los tres conjugan un dinamismo importante y creíble para nuestros ojos gracias a las capacidades de sus actores, sobre todo de Costner que es el pilar dramático de la historia. Pueden afirmar que Cavill no es un gran actor por lo insípido de algunas partes de su desempeño mas es porque en parte está encarnando a un súper-héroe pero uno no siente una payasada o una ridiculez armada alrededor de él; además en los duros momentos emocionales sufrimos con su mirada, sus gritos y su tono -si un actor tiene tono y variaciones de él en sus líneas durante una peli, no es cualquier fulano insignificante, es un actor con fundamentos- . Al lado de estos cuatro actores, Amy Adams, Diane Lane, Laurence Fishburne completan la cosmogonía del Hombre de Acero y ¡vaya si lo hacen bien! . De esta forma, Snyder demuestra sus capacidades como director de actores que como hemos visto en el blog, en varias ocasiones, un actor no encuentra el balance de sus capacidades -sin importar si es novato o un monstruo- porque la dirección de sus líneas no fue completa o dicho de otra forma fue huérfana de rumbo.

    Cerrando un poco la entrada, de lo único que se puede renegar de Snyder es que si por un lado abandonó las cámaras en tiempo-de-bala (para bien) y las reemplazó con temblorosos encuadres, por el otro lado exageró con las colisiones, explosiones y destellos. Hans Zimmer es un gran artista, es un excelente compositor y tiene un refinado oído para determinar perfiles con sus fragmentos, algunas veces melodiosos, otras veces estridentes pero siempre característicos de los personajes. El exceso de bombazos y estallidos opacó por completo a Zimmer. Muchas personas alaban el trabajo del maestro en Man of Steel, para mi pasó sin pena ni gloria; sentí los momentos de acompañamiento de la música pero sencillamente me perdí todo el trabajo de Zimmer y es una lástima.

    Se vienen las decisiones duras para Warner y ojalá que la premura de ellas o el éxtasis del buen ejercicio con Superman no los enceguezcan. Snyder afirmó que si lo requerían para realizar una Liga de la Justicia primero se debía madurar un poco más el personaje de Superman; eso quiere decir que habrá una segunda parte de Man of Steel -improbable una tercera pero nunca se sabe- para después continuar con la congregación más esperada desde el anuncio del fin de la Trilogía del Caballero de la Noche. En la cinta hay que estar atentos a las referencias de Lex Luthor y Bruce Wayne que tácitamente aparecen en la historia por medio de sus corporaciones (LexCorp y Wayne Industries respectivamente). La sensación de sentirlos cerca es emocionante, sin embargo, las impertinencias del estudio puede hacerlos tropezar fuertemente. Warner quiere Liga de la Justicia para el 2015, un lapso prudente para una buena producción pero Snyder quiere una segunda parte lo cual no alteraría los planes de Warner si el realizador saca su pieza el próximo año -¿no es esto demasiado prematuro?- para después encargase de La Liga en un periodo demasiado corto. La única posible respuesta para una agenda tan apretada es que Snyder haga una «Peter-Jackson»; que previendo las decisiones de Warner haya grabado las dos partes de una vez, se dedique a posproducción el próximo año de la secuela y a preproducción y filmación de La Liga de la Justicia en los dos años siguientes.

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    Bond 6: On Her Majesty’s Secret Service

    [Continuación]
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    Bond 6 es crucial dentro de la genealogía de la franquicia. Era 1969 y Sean Connery había renunciado dos años atrás después de haber protagonizado cinco pelis como el súper agente 007. No sólo interpretó el personaje de ficción de Ian Fleming sino que lo caracterizó y lo hizo una figura pública. Hablar de James Bond es hablar en cierta forma de Sean Connery y cada actor que pase al frente va a ser juzgado con esa misma vara. Sumado a la salida de la estrella, las cintas no lograban romper taquillas de la forma deseada como sucedió en Goldfinger o la misma Thunderball y Eon Productions, productora de la multimillonaria empresa, cada vez veía más apretado el nudo aunque igual las cifras seguían siendo ridículas (se invertían nueve y se recibía un ciento millones de dólares, es decir, una retribución mayor al 1.000%). El caso es que On Her Majesty’s Secret Service fue la primera pieza sin Connery, recibió ingresos que no se veían desde 1964 y eso asustó a todo el mundo.

    Durante la búsqueda del reemplazo de Connery, Albert R. Broccoli y Harry Saltzman querían un sustituto exacto del escocés, que tuviera el atractivo de Laurence Olivier y la rudeza de Cary Grant. Tarea que no sólo iba a ser complicada sino que de alguna manera imposible por el gran carisma desplegado por el actor dentro y fuera de la pantalla. Sin embargo, el australiano George Lazenby acababa de filmar unos comerciales para una popular marca de chocolates donde con una impresionante sonrisa, vestido formalmente, cargaba un guacal de madera al hombro y lograba saludar a las chicas sin casi inmutarse. Eon se interesó en él y le pidió a su agente que lo llamara para una audición, la cual no dudó en traerlo de vuelta de unas vacaciones en París. Lazenby con una apariencia relajada quiso dar una buena impresión y lo primero que hizo cuando llegó a los estudios, fue buscar una barbería; pidió una meticulosa afeitada y de peinado un «Sean Connery». En ese mismo lugar se encontraba Broccoli y afirmó que este sería su siguiente estrella. Pero aún le faltaba mucho por recorrer al modelo australiano. Ambos, Broccoli y Saltzman, no lograban decidirse aún y teniendo parte del libreto pusieron a hacer pruebas a sus cinco mejor opcionados. A Lazenby, que no era actor, le tocó pelear con su coreógrafo de peleas y le rompió la cara. No saben si fue el golpe, la forma en que peleó o el hecho de que hubiera tumbado a una mole bielorrusa como lo era Yuri Borienko pero eso bastó para que ambos productores dieran la aprobación por el australiano.

    El primer error de la producción fue sentar en la silla del realizador a Peter Hunt. Aunque su producto final es de un promedio aceptable, los anteriores directores trataron de poner su punto de vista sobre los personajes de Fleming, al contrario de Hunt que se interesó por hacerle un homenaje a Terence Young -director de Dr. No, From Russia with Love y Thunderball que en lo personal hasta ahora es lo peor de la serie-. Peter Hunt había participado en todas las cintas de James Bond como editor, y en un par como asistente de dirección; era muy amigo de Albert R. Broccoli y rogaba por una oportunidad; al final, fue esta relación la que le permitió al editor emergente quedarse con el puesto y en su vacante dejar como responsable a John Glen. Por un lado, la cinta gana sinceridad al Hunt decidir que quería filmar al mínimo en estudio. No hay que dudarlo, las locaciones suizas y la fotografía de Michael Reed permiten menos montaje falseado en posproducción y unos bellísimos encuadres nunca antes vistos -incluso hoy en día hay escenas verdaderamente increíbles gracias al balance de dichas tomas aéreas con las secuencias filmadas por John Eaves, patinador profesional, que hizo la mayoría de las persecuciones a nivel de la nieve-.

    Hunt tuvo otro gran acierto. Al tenerse que demostrar frente al público y hacerse al nombre de Bond, el director le pidió a George Lazenby que hiciera todas sus escenas de acrobacias sin doble. Como habíamos dicho, el modelo australiano sin verdadera experiencia en el medio aceptó sin dudarlo. Lazenby no sólo ofrece un James Bond, más centrado, más humano, menos pendenciero sino que además lo presentó más humano -casi todas las características que le alabamos hoy en día al Bond de Daniel Craig-; Lazenby comprometido con su papel, lee y relee la novela y completamente conmovido llora. ¡James Bond por primera vez llora!. Lastimosamente esta escena pasa por el juicio de Eon y es retirada de la maqueta final. El resto del reparto también sufre modificaciones pero permanecen intactos Bernard Lee que sigue siendo M, Lois Maxwell como Moneypenny y Desmond Llewelyn no puede faltar siendo Q. Esta vez, Bond es forzado a retirarse del servicio porque durante dos años no ha tenido pistas sobre Ernst Blofeld; indignado empieza una operación personal y se topa con el Conde Balthazar de Bleuchamp quien quiere averiguar su linaje a través del profesor Sir Hilary Bray, genealogista del College of Arms de Londres. Bond sabe que es un truco de Blofeld y llega hasta su refugio ubicado en lo más alto de los Alpes Suizos y descubre su fachada: El Instituto para la Investigación de las Alergias Piz Gloria. El 007 debe entender el nuevo plan de Blofeld para dominar al mundo, revelarlo y acabar con él. De paso tratar de atrapar al Número Uno de SPECTRE.

    Antes de llegar a Piz Gloria, el 007 ha cortejado fielmente a su chica Bond, la Condesa Teresa di Vicenzo interpretada por Diana Rigg (Dama Real de la Corona de Elizabeth II, actriz de la serie de TV The Avengers y de la actual Game of Thrones). La condesa se vuelve el gran amor de Bond hasta el punto en que le propone matrimonio. Los arquetipos y preconcepciones sexistas vuelven a dañar la tónica de la relación pero la escena de la propuesta es bien lograda e impactante. Su desenlace es excelente.

    Esta vez Ernst Blofeld es interpretado por Telly Savalas pero con su aparición comienzan los grandes problemas de continuidad. Por un lado, en You Only Live Twice, el actor Donald Pleasence muestra por primera vez la cara del Número Uno. Un caucásico, de testa pelada y una horrible marca en su ojo derecho. Tenemos que ser condescendientes con el tema del actor y la renovación del reparto -que algo si afecta en credibilidad- pero ¿y la cicatriz? Blofeld en la última escena de You Only Live Twice conoce cara a cara a Bond ¿por qué aquí no cae en la cuenta de su presencia? La única solución que puedo llegar a comprender es que efectivamente Richard Maibaum (guionista) se aprovechó de una ligereza técnica de Fleming en la novela de Casino Royale donde hay más de un 007, por eso es posible que George Lazenby rompa la cuarta pared y nos hable al principio de la cinta de la forma que lo hace -pero igual no explica el problema de los rasgos de Blofeld-.

    Terminando de rematar la pieza, tanto Peter Hunt como John Glen trajeron de vuelta las payasadas y las volvieron protagonistas en muchas de las secuencias. No sólo decidieron volver a usar aceleración de los cuadros sino que además Hunt filmaba y filmaba tomas asegurando poder cuadrarlas todas en edición; el resultado es un masacote ininteligible con saltos de eje por doquier. La forma de referirse a todos esos errores es contado de manera anecdótica por John Glen y lo único que me permite pensar es que el Casino Royale con Peter Sellers, no estaba tan desfachatado después de todo.

    A pesar de Hunt, de Glen, de Maibaum, de Broccoli, de Saltzman y del mismo Maurice Binder que realiza para esta pieza la peor secuencia de títulos de la colección, On Her Majesty’s Secret Service sale aireante como una buena cinta Bond. Pareciera que todos conspiraron para que la peli fuera un fiasco pero Lazenby, Rigg y Savalas lograron ponerle el tono necesario para que fuera todo lo contrario e incluso los Globo de Oro por primera vez nominaron a un James Bond como promisoria estrella. La producción igual no rindió lo que se esperaba y el presidente de United Artists lo explica muy bien, “había que buscar un culpable y finalmente Lazenby fue el sacrificado“.

    Nota personal. Dicen que Eon Productions vio carisma y continuidad en George Lazenby y le ofrecieron un contrato para realizar siete piezas más; dicen que la agente del australiano le aconsejó que no tomara este contrato porque la franquicia estaba muerta y anticuada; dicen que Lazenby se creyó demasiado rápido el papel de estrella y se volvió arrogante en la producción y en la promoción de la cinta; dicen que Eon requería un personaje consistente dentro y fuera de la pantalla y Lazenby se negaba a cortarse el pelo y a afeitarse por fuera del estudio. Fuera lo que fuese, George Lazenby pasó a la historia y fue su primera y única vez como el súper agente 007. Fue por lo tanto muy pertinente escoger este afiche para ilustrar esta entrada porque es crucial no saber quién es el nuevo James Bond ni quién será, pues Sean Connery se había ido y Lazenby estuvo de paso.

    Una más curiosidad es que en la búsqueda de la locación del Piz Gloria, nombrado en la novela de Fleming, Hunt encuentra este restaurante rotatorio en las cercanías de Mürren, a medio terminar. Se acuerda con los dueños que la producción pagaría la finalización de la obra con tal de poderla utilizar a su antojo en la filmación. No sólo se terminó el restaurante sino que aún sobrevive con el mismo nombre de Piz Gloria con la capacidad de albergar a 400 comensales.

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    Star Trek: Into Darkness

    La siguiente entrada puede ofrecer contenido revelador que puede afectar la experiencia de la peli para aquel que no se la haya visto.

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    Por fin llega la segunda parte de una de las recientemente renovadas franquicias, alimentada inteligentemente por J.J. Abrams y su equipo de escritores de primera línea (Roberto Orci, Alex Kurtzman, Damon Lindelof). Afirmo «inteligentemente» porque su salida en 2009 con Star Trek le permitió reinterpretar la serie, hacerla suya, desarrollar una nueva visión muy personal y redefinir la dirección sin que se pudiera decir que era un relanzamiento, un enlatado o una versión de lo visto anteriormente. Abrams logró aportarle un balance al tema de la fidelidad de la historia con giros en el argumento y además alcanzó lo que parecía poco posible al hacer emocionante lo que se había vuelto un espacio muerto de culto entre fanáticos, requetesúper-fanáticos y algunos admiradores del tema. Tanto así que Star Trek es llamada la undécima salida de la saga y no el reinicio de la misma.

    Pero en Star Trek: Into Darkness, lejos de las innumerables incongruencias que la historia puede llegar a tener, Abrams fue víctima de su propia medicina, no pudo soportar todo el éxito de su primer episodio, su truco del «mistery box» resulta fatuo y se ve desdibujado en el desarrollo de su segunda edición.

    A decir verdad, creo que fui muy indulgente con Iron Man 3, por ser la primera de las candidatas en lanzarse al ruedo este año para que los espectadores la juzgáramos y creo que con Into Darkness es posible que se me haya ido un poco la mano y sea más drástico, pero dejando aparte el entusiasmo y la emoción al experimentar la cinta, creo que se comete un número considerable de errores que de pronto no dañan la experiencia de momento pero si a posteriori, al irla descifrando poco a poco (de pronto, en algún momento me pasó lo mismo con The Dark Knight Rises vs. Avengers vs. el Dark Knight o lo que en algún momento también me sucedió con Quantum of Solace vs. Casino Royale – ambas pelis, The Dark Knight Rises y Quantum of Solace, mejoraron notablemente su experiencia en segundas o terceras repasadas – pero pues esas son las subjetividades a las que uno se enfrenta cuando hay diferentes variables de momento, formato o estudio).

    Retomamos el buen curso de la historia cuando Kirk se hace a la silla del Capitán de la USS Enterprise y logra controlar el ímpetu de su Primer Oficial, Spock, que lo juzga por cada instrucción que imparte. Una rutina divertida para un par de personajes que apenas están desarrollando la mitología de su propia relación. Ahí se acaba Star Trek.

    En esta segunda salida, Abrams empieza la historia involucrando a Kirk y McCoy en una persecución en un planeta primitivo. Su intención es llamar la atención de sus habitantes para alejarlos de un volcán en erupción que va a destruirlos y salvarle de paso el pellejo a Spock que está dentro del cráter tratando de apaciguarlo. Para hacerlo, tiene oculta la nave debajo del agua y pasándose por alto la Directiva Principal -de no involucrarse fundamentalmente con otras culturas- hace emerger la USS Enterprise y rescatar a Spock. De vuelta a la Tierra, Kirk es destituído de su cargo, por haber alterado el curso de la historia de dicho planeta, al haber hecho evidente la presencia de una nave espacial en un lugar donde ni siquiera se han inventado la rueda. En principio, es alejado de la USS Enterprise, sin embargo, el Almirante Pike lo vuelve a reclutar como su primero al mando, un giro tedioso para volver a la misma dinámica de la primera parte. Mientras tanto, John Harrison, un ex-oficial de la Flota Interestelar, se apodera del pánico de nuestro planeta al volar la biblioteca de la Flota Interestelar y atacar a sus capitanes de más alto rango cuando se reúnen a discutir qué hacer al respecto. Pike muere en el atentado, Kirk logra aplacar el ataque y Spock vuelve a hacer equipo en la USS Enterprise gracias a que Kirk convence al Almirante Alexander Marcus de vengar a su amigo yendo tras el responsable. La misión esta vez es descubrir los motivos de Harrison para aterrorizar la Tierra y destruirlo en su guarida establecida en Kronos, un planeta desolado en un cuadrante prohibido y vigilado por Klingons.

    J.J. Abrams es un gran director de acción y logra cautivarnos con todas sus escenas centrales en esta pieza. No sólo es adrenalina pura, ambientación musical y escenas complicadas con dobles de acción, los colores son brillantes y el diseño de producción sumado al buen montaje generan resoluciones que nos inspiran a extasiarnos. Sin embargo su error más tonto fue subestimarnos y crear una atención demasiado grande en el rol de John Harrison. Debo reconocer que fui impresionado al descubrir que este personaje interpretado por Benedict Cumberbatch era en realidad Khan. Khan Noonien Singh, líder invasor, de humanidad mejorada que fue puesto en reclusión criogénica y despertado en una de las pocas pelis que me he visto de Star Trek, The Wrath of Khan. No puedo asegurarlo con claridad pero tengo entendido que Cumberbatch maneja fielmente el perfil original de Khan donde dominó la Tierra en las famosas Guerras Eugénicas de los 90’s. Al traer a colación a Khan, J.J. Abrams pervierte todo lo que había alcanzado en su primer capítulo y hace que Into Darkness se vuelva «un relanzamiento, un enlatado o una versión de lo visto anteriormente» en The Wrath of Khan. Con el agravante que Khan sintetiza quince años de historias y relaciones entre los personajes para revertirlas en un final sin duda «shakespeareno». Abrams de la manera más ingenua, se echa la soga al cuello, se permite la comparación con una de las cintas más interesantes de ciencia ficción que he visto y termina sufriendo la maldición de Total Recall de 2012 sobre Su Original.

    Es cierto, que Abrams juega con los fanáticos y les suelta regalitos de cuando en vez. No soy yo el más indicado para enumerarlos pero son bastantes y muy divertidos; sin embargo, creo que los traiciona, no con ocultarles la verdad sobre Khan -por eso siento que no es un comentario revelador o «spoiler»- sino con la falta de fidelidad al desenlace de The Wrath of Khan que hubiera hecho de esta peli una gran hazaña -incluso con la transposición de sus personajes-, sin importar que al final la hubiéramos catalogado como reencauche ya que sin duda hubiera sido una historia mejor elaborada. Más allá de la destrucción infantil de los perfiles logrados en la primera parte, del protagonismo exagerado de Uhura, de la repetición de Scotty como un personaje calcado de Mission: Imposible o la falta de equilibrio entre McCoy y Spock, el gran daño causado por los libretistas se ocasiona en la apresurada resolución de esta historia -en la serie original después de The Wrath of Khan se toman todo un capítulo llamado The Search for Spock para resolver el percance- que al final pareció un afán del director por abrazar su nuevo proyecto en Star Wars. Seguramente vamos a tener un tercer episodio de Star Trek -anunciado ya para 2016- con un nuevo director pero con el problema de cómo resolver el fiasco entregado por Abrams en Into Darkness.

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    Iron Man 3

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    Tan en boga hoy en día el tema de las trilogías que Iron Man no podía ser la excepción y llega su tan esperada tercera parte. Esta vez de la mano de Shane Black quien ya había dirigido a Robert Downey Jr. en el excelente film noir Kiss Kiss Bang Bang. No lo hace mal y a pesar de que Jon Favreau se apuntó uno de los cuadrangulares más importantes en la historia de la franquicia al escoger a Downey Jr. como el mujeriego y conquistador Tony Stark, la verdad es que su segunda parte tiene muchos desaciertos, así al final cumpla su cometido de diversión. Black es un escritor por excelencia y se siente más cómodo si está involucrado per sé en el equipo de escritura -en ese sentido ya es un logro teniendo en cuenta que después de Die Hard, Lethal Weapon es uno de los clásicos de la acción mejor calificados y él es el creador/colaborador de todas sus partes en la serie-.

    Al igual que Avengers el año pasado, Iron Man se lanza al ruedo de primeras para dar inicio a la temporada de grandes éxitos del verano en Hollywood. Al final, ser favorita es más difícil de lo que parece y no todas las piezas logran soportar dicha presión -como sucedió con Prometheus o el mismo Dark Knight Rises-. El tercer episodio logra hacer bien el ejercicio al colmar las expectativas que promete, ya es un éxito de taquilla redondeando los 950 millones de dólares recaudados y personalmente creo logra el mismo impacto espectacular de The Avengers el año pasado.

    Antes de analizar la peli hay varios antecedentes para tener en cuenta como por ejemplo que es la primera pieza después de la fase uno del Universo Cinemático de Marvel (MCU de su nombre en inglés). Pareciera no ser un gran tema pero siendo Black el guionista, y uno «no tan aficionado» a los comics, la responsabilidad es muy fuerte. Hay que decir que la gran ventaja que ha tenido Marvel, desde la crisis de los 80’s. es que sus historias se han mantenido, unidas, integradas y consistentes en un sólo universo, en un sólo plano unidimensional. En este Iron Man, no sólo no se evita sino que se abraza este concepto, se hacen alocuciones a los eventos de Nueva York del año pasado, lo que significó para Tony Stark estar envuelto en el asunto como un mortal ser humano y, así como tal, descubrir que detrás de toda esa aura pretenciosa, autosuficiente y segura está un hombre que es vulnerable en todo sentido.

    Black consigue lo que Sony Pictures en cuatro episodios no ha logrado con Spider-Man, un personaje cercano al espectador. Su Iron Man no tiene miedo de caer en los clichés por el contrario les saca partido cada vez que se aproximan, -en un gran resumen- es un melodrama que se enriquece con comedia sencilla de digerir y a la vez logra que Tony Stark sea carismático y simpático para cerrar con una frase genial para la serie, para Shane Black y para el mismo Robert Downey Jr.: “yo soy Iron Man“. Esa frase más que el culmen del argumento, es la perfecta sentencia de toda la franquicia y el negocio de las pelis basadas en este tipo de historias. En los comics, el héroe central de Marvel Comics es Spider-Man, después podrá venir todo el infinito cosmos de los X-Men, después los Avengers, y así el líder de estos últimos sea Tony Stark, como Iron Man, al final es un personaje sin mucha relevancia. Pero en el cine se ha demostrado exactamente lo contrario, los derechos de producción y explotación de los personajes de Marvel se han repartido en varios estudios. Fox tiene Silver Surfer, Galactus a los X-Men y los Fantastic Four, Sony Pictures a Spider-Man y aunque poco a poco Marvel Studios ha ido recobrando derechos de personajes como DareDevil aún está todo muy atomizado y ninguno tiene un liderazgo claro. Sin embargo, el éxito de Iron Man permitió pensar en Thor, en el Capitán America y los mismos Avengers. Antes del Iron Man de Jon Favreau, los personajes de Marvel sólo habían tenido un gran éxito con la trilogía de X-Men pero precisamente su tercera parte eliminó fogosidad y los humos se calmaron demasiado. De resto, no lograban buenas taquillas, las historias se reiniciaban constantemente con nuevos repartos y nada parecía tener consistencia.

    «Yo soy Iron Man» pone en vilo que Robert Downey Jr. dice que después de llegar a sus cincuenta años no quiere seguir haciendo el papel de Tony Stark pero a la vez que si no es él, no lo es nadie. Lo pone en una posición muy ventajosa, porque en Marvel son inteligentes y saben que no pueden dejar ir a su mejor complemento; esta semana escuché incluso que Downey Jr. ofreció seguir en el MCU si y solo si le ofrecían 100 millones de dólares. La decisión está en Marvel y Disney, y si lo aceptan vendrán nuevas conjeturas de cómo podría seguir apareciendo después de lo sucedido en esta peli.

    Hablando de la cinta en general, los avances de la trama nos trajeron a colación al Mandarín interpretado genialmente por el gran Ben Kingsley. Este personaje es un gran contrincante de Iron Man y precisamente con él es donde se pone capcioso el guión. De pronto, los refanáticos de Iron Man podrían estar esperando el enfrentamiento que estos dos personajes tuvieron en las páginas del comic, ala Bane vs. Batman en Dark Knight Rises, pero este es otro de los adoctrinamientos que recibimos de Shane Black con sus licencias como guionista. En vez de poner a aprender Kung-Fu de la nada a Tony Stark, Black amenaza su persona de la manera más terrenal posible, hace enlaces en la cosmogonía de Stark que no conocíamos, desarrolla un impresionante antagónico con Guy Pierce y le da redondez a cada uno de los personajes con un desarrollo medido -para que no parezca una coral- y con un sentido único -para que se justifique su aparición-. Lo más bonito es que a pesar que existe un aire de traición al comic, lo revierte con la aparición de personajes clásicos en la historieta como Bambi, Ellen Brandt, el mismo Mandarín y Rescue en lo que me parece un gran desenlace para la historia de amor detrás de la gran hazaña épica que es Iron Man 3.

    -Una gran lección de escritura si entendemos los grandes problemas que tuvimos con el personaje de Gary Oldman en Lawless-.

    Lo más divertido de todo es que gracias a Shane Black el cuadro de explotación que es una cinta de comic se siente evolucionada por la combinación de dos géneros cinematográficos. Iron Man 3 es por un lado un western donde Tony Stark desafía a sus contrincantes a un duelo en medio del pueblo y debe aceptar las consecuencias de sus actos. Y por el otro es una road-movie desde Tennesse hasta California donde aprende a perdonarse, a conocerse y sanar sus más profundas heridas. Al final disfruté mucho la peli aunque me dejó un profundo y agridulce sinsabor. Para los que fuimos a ver las escenas después de los créditos hubo una gran decepción al no aparecer las tan anunciadas escenas de Ant-Man dirigidas por Edgar Wright y siguiente proyecto dentro de los Avengers después de finalizar su trilogía de Blood and Ice Cream con Simon Pegg y Nick Frost. A cambio obtuvimos un dato adicional, los ataques de pánico de Tony Stark no se eliminaron así como así en el enfrentamiento de sus miedos, necesitaron de terapia y que mejor para darla que el mismísimo doctor Banner 😉

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