Auteur, Drama, Folk, François Truffaut, French Cinema, Miguel Vaca, Movie, Storytelling, Thriller, Vacacion, World

Les quatre cents coups

Así como hay campo para las novedades, también hay campo para los clásicos de todo género. Por eso, nos hemos encontrado en el blog con The Little Shop of Horrors, Attack of the 50 Foot Woman, The 300 Spartans o incluso pelis de culto como 12 Angry Men, Network y Fahrenheit 451.

Esta ocasión el turno es de nuevo para Truffaut y sus cuatrocientos golpes de 1959. Hay mucho cine que me hace falta por ver pero no hay afán, siempre habrá un domingo de arrunche, un lunes de desparche o simplemente un día cualquiera con ganas cinéfilas para ponerse al día en tanta historia que hay por estudiar.

Lo primero que llama la atención de esta notable historia es que sea autobigráfica. Truffaut entre planos y secuencias explota su niñez problemática y llena de apuros. Una dura realidad para el gamincito francés que a finales de los ’50 experimentaba el debacle de la sociedad moderna donde los padres tenían dos o tres trabajos, la educación no era motivante y sin más recursos que los llamados de atención porque no se animaban a reconvenir físicamente a los muchachos; esta juventud simplemente se les escapaba de las manos como un puñado de arena. Es triste ver como la crítica de Truffaut se adapta perfectamente a nuestra sociedad actual y descubrimos que podríamos enfrentarnos a una delincuencia infantil sin precedentes porque la dura economía, los argumentos de que una persona no es pobre si logra conseguir en el mes un sexto del salario mínimo, el mal estado de la educación donde se la busca volverla un negocio y, finalmente, la ignorancia de los padres más por inocencia de su prematura juventud que por otra cosa, nos lleva a la conclusión que así como Antoine Doinel tendremos unos tantos Jeffersons, Harveys, Wilsons, Mateo Albertos o Miguel Ernestos perdidos en la jungla de las calles de nuestras grandes ciudades sin mucho más que la contemplación de los responsables y la incapacidad de los más preocupados. La historia es mucho más que conmovedora y un gran aporte a la cinematografía donde seguramente no había escuelas de actores tan sofisticadas como ahora y la mayoría de su reparto eran actores naturales. Actores que como Jean-Pierre Léaud quien interpreta a Antoine Doinel con una madurez avasalladora se convierte en una gran estrella de cine que incluso hoy en día mantiene su carrera del lado independiente y de autor con Aki Kaurismäki en su más reciente Le Havre.

Ya habíamos dicho que los ritmos y la forma en sí de narrar antiguamente no necesariamente debía ser atractiva para los ojos contemporáneos. En el caso de los cuatrocientos golpes, no sólo son particularmente graciosos sino que dejen comparar esa inocencia del niño con la misma inocencia del realizador y sus trucos un tanto torpes a la hora del diseño de sonido o el mismo montaje -recordemos que esta pieza es el final de la ópera prima del autor-. Se siente el placer del realizador, experimentando en cada secuencia tal vez la más reveladora, entre muchas otras, es la escena del teatrino, donde se explaya en las sonrisas de los niños que se divierten en una obra de títeres; niños que como repetimos son inocentes de las grandes culpas y responsabilidades de la sociedad que sin más ni más se enfrentarán en un momento dado a un juez que les proferirá un castigo arbitrario en un centro de observación para jóvenes, centros de descomposición más que de corrección. Jacque Fresco, si recordamos Future by Design nos recuerda que el sometimiento de algunos ciudadanos a la cárcel o a las instituciones mentales como métodos correctivos deslucen de nuestra definición de civilización, apartar el problema en vez de enfrentarlo y solucionarlo es parte de los errores con los que vivimos hoy en día.

La peli me gustó mucho tanto por la sobriedad del tema llevado muy bien en planteamiento, nudo y desenlace. Una forma clásica de concebir el cine pero una forma de la cual todos deberíamos aprender un poco para entender que en las historias sencillas, se encuentra la gracia de nuestros contadores de historias. Les quatre cents coups de François Truffaut lejos de ser pretenciosa esclarece y testifica una forma de hacer cine, una forma de interpretar la vida y una idea de hacer crítica a través de un arte que se ha vuelto de entretenimiento pero que lejos del esnobismo intelectual puede llegar a ser atractiva, intensa y muy interesante.

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Comedy, Exploitation, Folk, Hollywood, Indie, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Musical, Roger Corman, Romance, Sci-Fi, Serie B, Vacacion

The Little Shop of Horrors

En 1986 me ví con mi papá en cine, un musical súper extraño con Rick Moranis, Ellen Greene y Steve Martin sobre una planta carnívora que crecía desproporcionadamente en una pequeña tiendita, sino estoy mal en Brooklyn. Se alimentaba de humanos y entre más crecía sus canciones ricas en soul y rythm & blues se hacían más interesantes y divertidas.

Tenía poco menos de diez años cuando me la vi y refrescó la infancia que venía retorciéndose con The Hunger y Cat People. Unos años más tarde me enteré que esa peli de 1986 era una versión de otra realizada en 1960 y es recordada como una de los primeros trabajos de Jack Nicholson que interpretaba al desquiciado odontólogo. No pude más que llenarme de ansiedad e intriga por esa rara pieza, si la de de 1986 fue fascinante -volví a verla recientemente y es maravillosamente entretenida- la de 1960 debía ser una locura. Después me enteré que la pieza musical era un éxito en Broadway con innumerables ediciones y presentaciones. La traigo a colación por el pequeño ciclo que armamos de la vida en los objetos inanimados.

Gracias a la programación de Cinemax -sobre todo de Max Prime– logré ver las dos versiones. Y la verdad, fue un poquito decepcionante que la pieza en blanco y negro, de 1960 dirigida por Roger Corman, fuera tan errática, con tantos vacíos en la trama y en la actuación. Sin embargo, hay que entender que igual era de bajo presupuesto, que aunque no podemos afirmar que sea un completo grindhouse si fue una de las tantas pelis que rotaron los norteamericanos en los autocinemas y no se tenía por lo tanto altos estándares por cumplir. Respeto mucho las versiones originales porque es esa primera idea la que causa impacto, en un momento específico de la historia sobre todo porque es posible que mediante modernismos y ciertas florituras, los reenlatados nos parezcan de mejor calidad pero al final pueden ser simplemente trucos y espejismos que con el paso de los años caemos en la cuenta que fueron simples ejercicios de la moda, pasajeros y efímeros. Repito, logré ver las dos versiones hace poco, y la cinta de 1986, dirigida nada más y nada menos que por Frank Oz, es un clásico espectacular basado en una idea grandiosa de Charles B. Griffith y vuelta musical gracias a la composición de Howard Ashman. La pieza de 1960 es un requerimiento para los amantes del cine aunque su calidad no sea la más grandiosa.

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Auteur, Comedy, Experimental, Exploitation, Folk, French Cinema, Gore, Indie, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Quentin Dupieux, Road Movie, Romance, Serie B, Terror, Thriller, Vacacion, World

Rubber

Artist: Olly Moss

Me vi tres pelis que pueden armar un pequeño ciclo llamado la vida en los objetos inanimados: Rubber, The Little Shop of Horrors y Reflexões de um Liquidificador. Tres cintas que contemplan el alma en objetos que generalmente son naturalezas muertas, bodegones en la vida real pero que gracias a la creatividad de los realizadores se vuelven protagonistas de historias cinematográficas.

Rubber de Quentin Dupieux es una peli interesante que nos aterriza en una hipótesis sobre el sinsentido en el cine. Como primer deber, Dupieux se dirige al público, en general, y al público espectador para aseverar que la cinta que vamos a observar es un homenaje a todos los giros cinematográficos que sin razón alguna dan dirección, estructura y fundamento a cualquier pieza en el cine. Hablo de dos públicos porque la historia está dirigida per sé a todos los que estamos al otro lado de la cámara pero también a un grupo de personas testigos de la historia que se está narrando y que son denominados, así mismo, la audiencia.

Dicho esto y dispuestos todos los protagonistas en escena, Rubber se centra en la historia de un neumático que despierta en un desierto y tambaleante emprende camino hacia su destino. Descubre la necesidad de sobreponerse sobre sus semejantes y en este acto desarrolla una especie de telequinesis cuando se enfrenta a la frustración de seres que no son fáciles de pisotear o dominar. Conejos, cuervos y seres humanos encabezan una lista de víctimas a las que vemos sus cabezas estallar frente a la pantalla. Una delicia para los amantes del horror.

La temática «gore» y el absurdo de las pelis de bajo presupuesto es abordado de una forma genial a nivel de crítica tanto hacia el espectáculo como tal, así como también para la audiencia que se comporta de manera morbosa e insensible frente a los eventos en pantalla. Rubber no es entonces la historia de una llanta asesina, esto la haría tan sólo una peli más del género, un tanto aburrida y que podría archivarse fácilmente con el resto de sus semejantes. Rubber es una peli, si de bajo presupuesto, con una temática típica de la serie B, con algo de horror, gore y suspenso pero es más un proyecto con una cinematografía impecable, unas actuaciones propias del género y una excusa divertida. Es un tanto pretensiosa pero el juego del sinsentido es inagotable hasta el último cuadro.

Dupieux es mejor conocido como DJ bajo el alias de Mr. Oizo y él mismo es el encargado de hacer la ambientación y la composición de música original para la peli. Al ser un músico el encargado de esta función -y no un ingeniero, por ejemplo- el diseño de sonido es impecable, y muy elocuente por cierto, una combinación que logra un elemento extraordinario que no veíamos tan claro posiblemente desde Star Wars el tema que acompaña la figura maligna; en Rubber, Dupieux es evidente que compone un estribillo para la figura antagónica que aporta desarrollo al carácter del protagonista. Es extraño, estoy hablando de una llanta y sin embargo el escritor-director logra aportarle esa personalidad a este elemento inanimado de tantas formas posibles que hace muy interesante el resto de la pieza si uno logra alejarse de la obviedad comercial de su naturaleza. Su lanzamiento fue nada más y nada menos que en Cannes de 2010, fue fiel a su origen y tanto su temática base como su cartel espantaron a los críticos pero es hora de darle una oportunidad justo cuando empiezan a rotarla en los ciclos independientes de Cinemax.

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