Actor, Auteur, D.W. Griffith, Drama, Emo, Epic, Epochal, Exploitation, Folk, Hollywood, Indie, Internet, Miguel Vaca, Movie, Nate Parker, Remake, Storytelling, Thriller, Vacacion, War

The Birth of a Nation

Nate Parker, decide en 2016 lanzar públicamente un proyecto llamado The Birth of a Nation. Largometraje. La preexistencia de un título en 1915 no le importó a la Motion Picture Association of America (MPAA) para abogar por originalidad creativa. Y tampoco le importó que ambas piezas fueran una representación de los brotes que llevó a Estados Unidos a una profunda Guerra Civil en el siglo XIX.

Cuando Paul Haggis lanzó su peli ganadora de Oscar, Crash, lo único que pude pensar fue que estaría pensando David Cronenberg de que le hubiera robado el título. Efectivamente, estaba que volaba de la piedra y no era para menos. De la misma forma que el darle nombre y apellidos a un recién nacido, un director, sus productores y su equipo de escritura se toman el tiempo necesario para responder a las necesidades particulares de un proyecto y dedicarle un nombre. Una identidad. Cuando llega otra persona y se lo roba, lo único que queda en el aire es injusticia y una innegable afán, por parte del espectador, de comparar los dos proyectos.

Lo curioso es que no hay una ley o un protocolo al respecto. Después de todas las reclamaciones negadas de Cronenberg, hubo dos pelis llamadas Crash. La genial y la infame. Cuando Lee Daniels quiso por el contrario llamar su pieza The Butler, Hollywood de la mano de la MPAA se le vino encima por un proyecto que en 1900 y pico ya estaba registrado. Esta vez no hubo reparos en decir que era una violación a los derechos de propiedad y creación original del estudio. The Weinstein Company llamó en definitiva la peli: Lee Daniels’ The Butler (*aquí en el blog nos seguimos refiriendo a ella como simplemente The Butler).

En estos dos casos, la temática de cada historia parece ser bien diferente entre las dos. Entre Cronenberg y Haggis hay millas y millas de oscuridad, perversidad y grandes actuaciones que diferencian las historias. Entre Lee Daniels y el cortometraje que alegaba la Warner Brothers como original no sólo hay diferencias temáticas sino técnicas y diametralmente opuestas de producción por la definición misma de un largometraje y un cortometraje.

La osadía de Nate Parker con su proyecto no se limita a mancillar el título original. Hay que aclarar que sin defender los ideales esclavistas y la perspectiva racista de D. W. Griffith en los Estados Unidos de la Posguerra de Cesesión, el autor es un eje creativo y una guía de la narrativa contemporánea de todos los audiovisuales. Desde el uso y creación del primer plano como herramienta dramática, pasando por la impecable secuencia de planos para armar una historia, hasta la producción y creación misma del «travelling» como plano estético (y de nuevo, narrativo). Independiente de su reprochable ideología Griffith es parte de la historia fílmica. Un genio productor que aparece en todas las referencias de la historia del cine. Y pues aparece Parker con todo su legado afrodescendiente y el disgusto heredado durante décadas que ha visto cómo se vanagloria una historia tan perversamente distorsionada. Y es entendible su accionar al pensar que puede darle una nueva perspectiva a la historia de Griffith. Tiene excelente fotografía y momentos de sencilla genialidad. Tiene una gran partitura. Tiene actuaciones desgarradoras incluyendo la suya propia. Tiene una fuerza dramática innegable. Tiene efectos especiales crudos que reafirman el hilo narrativo. Pero sin miedo a equivocarse se puede decir que si Parker le hubiera puesto cualquier otro título a su pieza, no sería nada más que eso, otra historia de la esclavitud negra en Estados Unidos del siglo XIX. Tal vez los escándalos previos en relación a una violación de una compañera de campus y su posterior suicidio hubieran levantado algo de publicidad. Pero no se inventó nada y sus estallidos de genialidad no le llegan al motor cinematográfico que fue la original de D. W. Griffith.

Por eso para mi hay sólo una Crash y es la de Cronenberg, una sola The Butler y, después de revisar ambas cintas, sólo hay una Birth of a Nation y es la de D. W. Griffith.

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Drama, Exploitation, Folk, Hollywood, Indie, John Wells, Melodrama, Miguel Vaca, Movie, Storytelling, Vacacion

August: Osage County

august osage county

Podríamos decir muchas cosas de esta pieza pero deberíamos empezar por el principio ¿qué sabemos realmente de August: Osage County antes de ir a verla en cines?

A menos que hayamos visto The Company Men, su director John Wells parecerá un completo desconocido; de pronto no lo mismo con sus productores Grant Heslov, George Clooney y ambos hermanos Weinstein; también sabemos que actúan Julia Roberts, Abigail Breslin, Ewan McGregor, Meryl Streep, Sam Shepard, Chris Cooper, Margo Martindale, Juliette Lewis, Dermot Mulroney, Julianne Nicholson y Benedict Cumberbatch; aunque en realidad lo que sabemos es que actúan Julia Roberts y Meryl Streep por sus nominaciones como mejor actriz de reparto y mejor actriz principal, respectivamente, en los Oscar de este año, el resto de actores puede ser una revisión del afiche, una ojeada a su ficha técnica en IMDb o simplemente el conteo de personalidades que van apareciendo sucesivamente en la historia.

August: Osage County está descrita dentro de una casa en el medio oeste norteamericano, en un condado escondido dentro de Oklahoma, en los días más calurosos del verano de agosto. En esa casa vive la recién viuda Violet Weston que es anfitriona en el funeral de su esposo de sus tres hijas, con sus respectivas familias, al igual que de la familia de su hermana. En una clara dinámica de relaciones disfuncionales, Violet se comporta como una leona celosa y vil en la manada atacando sin cesar a sus invitados, en gran medida, gracias al coctel de antidepresivos que se viene automedicando –el resto la herencia de su madre–. Con un gran despliegue de drama, en parte, por estar basado en la obra de Tracy Letts, la pieza se desenvuelve con grandes actuaciones de todo su reparto hasta entrar en terribles grietas del pasado que boicotean a todos los personajes de la historia.

La cinta así podría parecer una excelente opción para disfrutar en cine pero realmente August: Osage County aunque no podríamos decir que es una gran decepción si tiene su desencanto y no necesariamente es tan sobresaliente; refleja un poco su situación en la vísperas de las ceremonias y debería sentirse tranquila ya con sus numerosas nominaciones.

Meryl Streep es una gran actriz y Julia Roberts no se queda atrás; en esta pieza, Roberts se desenvuelve muy bien respondiéndole los retos histriónicos a Streep, en una constante batalla, tanto así que, personalmente, siento que las nominaciones están equivocadas y deberían estar invertidas y Julia Roberts con su gran desempeño es mucho más que su colega en pantalla. Los personajes están bien desarrollados y son fuertes en caracterización pero la situación es aburrida y no lleva a ningún lado. Siendo muy parecidas en situación, Festen de Thomas Vinterberg es mucho más rica en tensiones y ritmo. August: Osage County apenas es un buen promedio de la industria.

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Bully

bully

Bully es una forma de intimidación hacia los otros que se ha hecho ordinaria entre los niños y adolescentes en las escuelas, así como en universidades y ambientes de trabajo. En Colombia se le dió espacio a su discusión debido al eco de las noticias recientes sobre la alta rata de suicidios norteamericanos que escandalizó a los padres y las escuelas.

El nombre acotado en Colombia para el bullying es «matoneo».

Bully de Lee Hirsch es un crudo documental con casos reales de niños víctimas de la intimidación de otros niños. Casi 13 millones de niños en Estados Unidos son matoneados en la escuela, sus rutas escolares, sus cuadras, sus viviendas, sus celulares y sus páginas personales de internet, convirtiéndose en la forma más común de violencia infantil. Lo más difícil de aceptar es que la impotencia en algunos casos o la negligencia de los adultos en otros, desencadene acciones de violencia más atroces como asalto a mano armada, secuestro o en sus casos más graves suicidios de la víctima.

Las historias son desgarradoras y conmovedoras, sin embargo, no dejan de ser un tanto amarillistas en el sentido que no se construye nada alrededor de la problemática. El centro del documental son los duros testimonios de los afectados, la impotencia de los padres que no pudieron evitar que sus hijos fueran encarcelados o de aquellos que los vieron morir frente a sus narices. No hubo una sola perspectiva que reconstruyera el camino del «bully» como tal. Hay un niño que da fe de haber humillado a otros niños tres años atrás, al siguiente año perder interés en el tema y al siguiente ser consciente de que lo que estaba haciendo era erróneo pero nunca se adentró o se aprovechó mejor ese caso para evidenciar los problemas disfuncionales de su familia, la violencia intrafamiliar o las profundas vulnerabildiades de un niño que lo motivan a desencadenar un matoneo.

Aunque el documental se pierde en esa reiteración constante, es de alabar que el tema es crítico y que la MPAA estaba tratando de censurarla fuertemente pero fue más recia la maquinaria de una compañía como la Weinstein Company que se apropió de ella y la puso a circular en todo Estados Unidos. Gracias a ello la peli logra reconocimiento en varios círculos independientes y se hace su camino como voz de todos los niños que han sido maltratados de esa forma.

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Andrew Dominik, Auteur, Exploitation, Film Noir, Gangster, Indie, Miguel Vaca, Movie, New Zealand Cinema, Serie B, Storytelling, Thriller, Vacacion, World

Killing Them Softly

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Tenía unas expectativas mixtas con esta cinta. Su director, el neozelandés Andrew Dominik, me sorprendió gratamente con The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, una cinta exquisita gracias a la fotografía de Roger Deakins y de una narración bastante peculiar desarrollando dos personajes muy fuertes al mismo tiempo, el héroe y su antagónico.

Para muchos -yo incluido-, The Assassination of Jesse James pondría en un lugar muy alto a Dominik pero la verdad es que su primera pieza, Chopper protagonizada por Eric Bana, fue la que lo hizo arrasar todos los premios oficiales e independientes en Australia. The Assassination of Jesse James le significó estar nominado a dos Oscar, Globos de Oro, concursar en Chicago, Londres, Venecia con gran fuerza y de pronto se le puede referir como su cúspide más alta hasta ahora pero Chopper fue la que le dio la confianza en la industria, le permitió contratar a Deakins y a manejar estrellas de la talla de Casey Affleck o Brad Pitt -tranquilamente su mejor papel en los últimos diez años y de pronto su mejor desempeño tan sólo superado por el gitano de Snatch-.

Aunque Dominik ha manejado en sus historias, tramas sobre crimen y criminales tan sólo Killing Them Softly se puede considerar una peli del género de gángster, ya que, Chopper entra dentro de la clasificación de biopic y The Assassination of Jesse James es un buen y chapado a la antigua western. Killing Them Softly ubicada en una tácita Louisiana refleja el mal rato que está pasando Estados Unidos, de cómo esto afecta hasta los círculos más exclusivos del hampa norteamericana pero sobretodo cómo Barack Obama es la respuesta precisa, articulada y muy bien orquestada para dar la sensación de cambio a las golpeadas calles de la recesión. En este contexto, los grandes bandidos, los famosos cobradores y los delincuentes de cuello blanco se dedican a filosofar mientras esperan que la situación mejore. Mientras tanto ladrones de poca monta tratan de aprovechar el momento y exponen lo ingenuos, improvisados, inexpertos y descuidados que pueden llegar a ser. Por ejemplo, Markie Trattman (Ray Liotta) maneja una casa de apuestas, la roba, recibe una paliza y sale ileso, no obstante, su lengua un día se suelta para contar y jactarse en frente de todos de su osada picardía. El problema no es su abierta confesión, el problema con Trattman es que pone en evidencia que hay un vacío de autoridad y dos ladronzuelos interpretados por Scoot McNairy y Ben Mendelsohn intentan copiar el disparate.

Killing Them Softly no es una historia épica de paladines y temerarios, no hay héroes ni extremas odiseas. Killing Them Softly protagonizada por Brad Pitt, Richard Jenkins, Ray Liotta, Scoot McNairy, Ben Mendelsohn y James Gandolfini es una opereta del crimen ambientada en uno de los estados más golpeados por las inclemencias del clima y el gobierno de Bush gracias a su sutil trasfondo político. Brad Pitt vuelve a hacer pareja con Dominik y recrea un sentimiento de cheveritud y frescura muy bien elaborado en la pieza, sin embargo, su personaje no se desarrolla y se queda en un planteamiento cerrado de principio a fin. Jenkins y Gandolfini son dos pesos pesados que interpretan muy bien sus líneas y le aportan condimento a la presencia de Pitt pero lo mismo, no hay mayor desarrollo de sus papeles. El peso dramático recae entonces sobre los tres perdedores: Liotta, McNairy y Mendelsohn. Aunque los tres sobrellevan esta carga relativamente bien Ray Liotta muestra su lado vulnerable en el género y Ben Mendelsohn se edifica como una gran figura en la pantalla. Sus matices son amplios y desquiciadamente diferentes. Voraz y predador en Animal Kingdom, sofisticado y oscuro en The Dark Knight Rises y ahora grasiento, imbécil, descuidado y aturdido por tanta heroína en su ser. Un actor para tener en cuenta.

Desarrollada dentro del estudio de Annapurna y distribuida por la Weinstein Company, las promesas sobre Killing Them Softly eran altas. Concursaba en Cannes por la Palma de Oro y de no haber sido abandonada por los Weinstein es muy posible que los Oscar le hubieran sonreído con un par de nominaciones. Al final pasó sin pena ni gloria por todos los círculos independientes y, sin decir que es mala, uno disfruta la estética de la pieza que es hermosa en cámaras y secuencias pero nada más. Dominik y George V. Higgins no logran evolucionar sus personajes y la historia al final no es nada más que una gran burbuja. Una verdadera lástima.

Nota personal. La pieza está llena de versiones, grandes versiones, de su afiche promocional. Muy recomendado echarle una ojeadita a cada uno de ellos.

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The Master

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El maestro Paul Thomas Anderson nos tuvo en vilo durante cinco años después de, la que sigue pareciéndonos su obra maestra, There Will Be Blood, para traernos esta gran pieza que es The Master. En aquella ocasión fue nominado a seis premios de La Academia (incluidos mejor dirección, guión adaptado y peli del año) y logró Oscar para Daniel Day-Lewis como mejor actor principal y mejor cinematografía para Robert Elswit.

Joaquin Phoenix interpreta a Freddie Quell en The Master, un borracho perdido en su falta de autoestima y sus propias desgracias. Parece lógico pensar que la situación de Freddie Quell es el resultado de sus trágicas, excesivas, indignas y múltiples experiencias en La Segunda Guerra Mundial. Anderson enfatiza que a bordo de un acorazado naviero, Freddie Quell desperdicia sus años tomando unos brebajes que él mismo fabrica, profundamente intoxicantes y nocivos para la consciencia. No sabemos nada de este marinero tan sólo que se sonrió cuando le preguntaron que si era aceitador y que si había trabajado antes en eso, obviamente, su cabeza dio tres giros, y encontró la receta de algún coctel que contenía algún tipo de aceite de motor. Freddie Quell le está huyendo al mundo, está haciendo tiempo y los que lo acompañan terminan envenenados, pervertidos y saturados. Esa misma sensación de escape la experimenta en el cultivo de repollos, en el centro comercial tomando fotos y en el abordaje como polizón en el barco que había alquilado la familia Dodd.

Philip Seymour Hoffman interpreta a Lancaster Dodd, un guía espiritual que debate su vida entre las quejas, las querellas y la doctrina que está fundando en un ambiente sectario denominado La Causa. Lancaster Dodd no tiene mucho tiempo para relajarse ni para escribir sus artículos pero cuando Quell se filtra en su barco, logra ver en él algo que lo inspira. No sabemos si a Lancaster Dodd le gusta el menjurge que Quell tenía en su bolsillo o si simplemente lo consume con avidez de manera complaciente para poder entrar al mundo de este estrafalario personaje. Dicen que Lancaster Dodd es una referencia directa a L. Ron Hubbard, creador de la Dianética y posteriormente fundador de la Iglesia de la Cienciología, pero no es relevante ni viene al caso. Anderson quiere definir el camino de un orador, sus vulnerabilidades, su intimidad pero sobre todo sus agendas internas. Es posible que Lancaster Dodd sea Hubbard, todo implica que así sea y que el periodo que explora Anderson es aquel previo a la definición de La Dianética y que cuando Quell se enfrenta por última vez en Londres a Lancaster Dodd, este ya tiene montada La Iglesia, pero no es relevante ni viene al caso. Es más importante para Anderson, como autor, recalcar el hecho de que después de la marejada de La Segunda Guerra Mundial hubo miles de sectas que trataron de pescar todo este cardumen de mentes lesionadas o con profundos trastornos por estrés postraumático para su propio beneficio.

Amy Adams interpreta a Peggy Dodd, la esposa supuestamente silente, abnegada y servicial de Lancaster Dodd. Contrario a su imagen, Peggy Dodd es obstinada, acérrima y recia. La codicia de su esposo es la misma suya; el sufrimiento de su esposo es el mismo suyo; la humillación de su esposo es la misma suya. Cada vez que en público aparece Dodd como líder, Peggy Dodd se conserva a su lado sosteniendo los vientos y conduciendo la marea. Un mástil, eso es Peggy Dodd para Lancaster Dodd, para La Causa pero cuando intenta serlo para Freddie Quell y falla, se siente traicionada, quebrada, su sangre hierve, su mirada se torna fría al igual que su seno que se vuelve un témpano y le da la espalda.

Con Adams se cierra la trilogía espiritual de La Causa -la misma que La Academia reconoció como destacados en actuación en los Oscar-. Él como la cabeza y líder, Ella como el soporte y la precaución, y Quell como el perrito que quieren domesticar para mostrarlo al mundo como su hijo cautivo, rejuvenecido y salvado. De los tres, la actuación de Joaquin Phoenix es la más destacada y gloriosa. Su repertorio está elaborado de grandes contrastes como de múltiples y pequeñísimas sutilezas. Su gesto perturbador nos acompaña como termómetro de su psique, de su estado de ánimo e incluso del nivel de intoxicación que tenga en ese momento. Phoenix me parece un gran actor de carácter. Después de I’m Still Here, y su profunda crítica a Hollywood, no pensé que pudiera renacer en el mismo ambiente pero sólo con este papel y de la mano de este gran escritor-director se lograron combinar este tipo fuerzas de manera alucinante. El papel de Freddie Quell es lo máximo que le he visto a Phoenix en toda su carrera y aunque no iba a pasar, si había verdadera competencia en los Oscar, en la categoría de mejor actor, el único capaz de eclipsar a Daniel Day-Lewis en su papel de Lincoln iba a ser Phoenix, que no está para nada lejos de ser genial.

The Master fue estrenada en septiembre del año pasado. Fue promovida con ahínco por el grupo Weinstein por un buen tiempo hasta que otra de las suyas, que se estrenaría en diciembre, entró en conflicto y decidieron hacerle fuerza sólo a una para no desviar la atención de La Academia. Al final, The Master se bastó con sus tres nominaciones al Oscar y Los hermanos Weinstein no se fueron con las manos vacías logrando dos estatuillas significativas gracias a toda su gestión.

Lastimosamente, la distribución de la peli si afectó nuestra experiencia en cartelera. Las cintas que llegaron al país lo hicieron en muy mal estado -suponemos que le dieron la vuelta una y otra vez a toda Hispanoamérica hasta que por fin arribaron a Colombia-. La cinta necesita mucha concentración y el maltrato al celuloide es un gran distractor, lamentablemente. Por esta razón, y que la historia necesita revisarse unas dos veces -como mínimo-, recomiendo verla en la comodidad de un reproductor digital.

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La cinta tiene una larga y exquisita serie de versiones de grandes afiches. El primero que pongo en esta entrada es el que más me encanta pero hay otro par de Mondo aprovechando las pruebas de Rorschach que también son muy buenos. Este segundo que aparece aquí es el oficial. Ahora bien, gracias al amigo Rodrigo Bastidas, utilizo esta excusa del afiche para adentrarme en el significado de la peli, en una segunda parte de la entrada.

Atención, a continuación material revelador de la pieza

¿Qué entiendo por The Master y su final?
Repito que el papel de Philip Seymour Hoffman sea o no la interpretación de L. Ron Hubbard es poco o nada relevante. La historia se centra sobre este animalito salvaje que es Freddie Quell. Una persona que quiere borrar su memoria, que se siente completamente abrumada por su consciencia y no necesariamente por los horrores de La Guerra, más bien por los horrores de su casa cuando descubrimos que su padre es ausente y su madre está recluida en un sanatorio -si no estoy mal por psicosis-.

¿Qué pudo haberle pasado a este niño como para que quiera huir de su verdad? ¿Qué lo llevó a consumir alcohol en esas cantidades? ¿Qué implicaciones morales y éticas le atañen cuando en sus resacas se descubre encamado con un pariente cercano como su tía? ¿En qué tipo de familia se encuentra que el episodio se consuma varias veces?

Las anteriores preguntas no se resuelven, apenas se plantean en la historia pero son el centro de gravedad de la mente de Quell. Son las preguntas que nos deja rondando en la cabeza Anderson de manera magistral, como siempre, y son las bases que redondean el fetiche en la mente del escritor y director sobre las relaciones inconclusas entre padres e hijos. Con The Master, Paul Thomas Anderson desarrolla dos relaciones paternales. La primera con el padre original que desencadena la mayor parte del desequilibrio mental del joven; y la segunda, con Dodd. Aunque se siente realmente querido y apoyado en su segunda relación, los extraños métodos de tire y afloje, de libre albedrío y castigo, terminan apresurando una emancipación prematura de Quell. El ejercicio de soltarse e ir en moto hacia el punto más distante y volver, es la oportunidad que tiene el marinero para demostrarle a su padre que ya está listo pero contrario a lo que he escuchado, no está huyendo, cree que se está liberando de todos sus males, de todas sus penas y no vuelve. Este evento es precedido por una autoflagelación que se hace Quell cuando reprende al editor del libro 2 de su maestro en Phoenix; entiende que aún sigue cometiendo los mismos errores y que no ha logrado salvarse de todas sus culpas ni tampoco autorregularse; cuando Dodd le da la moto pierde la cabeza, pierde su centro y quiere hacer el mejor desempeño en el ejercicio que le pone en marcha su maestro y se pierde en el horizonte.

Más cercano al final, después de haber pasado unos años, evidenciamos por primera vez una de las alucinaciones de Quell en un teatro de cine. Uno de los empleados le alcanza un teléfono y este se comunica con Dodd quien le afirma que ha descubierto el vínculo entre ellos en el pasado, que lo busque en Inglaterra. Sin dar una explicación más precisa al hecho, Quell se embarca por última vez al encuentro de su padre, más que nada para pedir perdón para que lo vuelva a aceptar en su regazo. Vemos por segunda vez a Peddy Dodd tomando las riendas de la situación -la primera vez fue la masturbación provista a Lancaster Dodd en el lavamanos del baño-. Inclemente, impávida y muy fría sentencia a Quell de desconsiderado, negligente y desinteresado por La Causa, para luego abandonar el cuarto. Lo acontece a continuación es la despedida de estos dos personajes. Por su lado Quell dice que no va a volver al régimen de La Causa, Dodd le afirma que si no está con él está contra él y trata disuadirlo con la tonada de ‘On a Slow Boat to China‘ que simplemente conmueve a Quell hasta las lágrimas porque reconoce que es la única persona que lo entiende pero que La Causa lo sobrepasa. Las lágrimas son una demonstración de impotencia y a la vez de cariño.

Quell vuelve a sus andadas, recoge una mujer en un bar local de Londres y trata de aplicarle el proceso de La Causa mientras están tirando. Ella ríe, le confirma que esta no es su vida y que si se lo preguntara ella estaría más que dispuesta a creer en la teoría de la reencarnación. Él, aunque pareciera que se burla, trata de recordar el proceso con su padre, de emularlo pero contrario a eso le sale una disparatada ocurrencia. Se besan y se soportan. Si hilamos fino, pareciera que Paul Thomas Anderson con este último guiño quisiera decirnos que a Hubbard pudo haberlo sucedido, un loco, un borracho o un crítico ¿A qué persona se referiría Quell en la historia? Las respuestas son diversas si le echamos una ojeada a Wikipedia -se los dejo de tarea ;)-.

La narración de The Master es extraña. Una síncope de eventos que no está naturalmente montada en un ritmo ni lineal ni sólido. Para mi es la versión de la mente intoxicada de Freddie Quell. Si se ahonda un poco en el tema podremos encontrar que el narrador/cámara está muchas veces en primera persona y esa persona no es nadie diferente a Quell. Una mente nublada por los alcoholes de repollo, los aceites de motor, los diluyentes y los mismos químicos de fotografía. Cuánto daño se habrá hecho este hombre y cómo puede aún estar en pie. Su tez cansada, sus dientes oscurecidos, su lesión facial y las manos en jarras son evidencia de ello. Valga la pena así sea al final de esta reseña rescatar el profundo y delicado trabajo de Mihai Malaimare Jr. en la fotografía de esta cinta. Sus encuadres y su tono son grandiosas herramientas para la narración de Anderson. Hay varias que me gustaría resaltar pero me quedo con dos. Quell huye en Shanghai en un arado después de haber cosechado repollos, el sembrado se pierde hasta el horizonte y hacia allá corre Quell para evitar ser linchado. Pero más especial es el plano secuencia de Quell, aún huyendo, cuando divisa una fiesta en un barco, decide que va a colarse, espera el momento oportuno y se introduce en el barco y casi que inmediatamente en un camarote (lo increíble de la toma es que logra cortar a planos con tan sólo el foco del lente, volverse subjetivo y después una armoniosa coreografía donde Joaquin Phoenix se separa del eje de la cámara, salta la barandilla del barco, sube un personaje de la tripulación, la celebración continúa arriba y él logra descansar).

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Django Unchained

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No podría empezar esta entrada sin hacerle justicia a la peor injusticia de este año, en todos los premios relacionados con Hollywood. Todo el mundo habla del robo de La Academia a Leonardo DiCaprio (que ni siquiera lo nominó como mejor actor de reparto) pero nadie habla de Samuel L. Jackson.

Hay que decir que Jackson es el actor más inconsistente que conocemos en la industria. Un día puede estar aceptando un papel para The Incredibles y desarrollar un gran personaje para después aceptar participar en la triste secuela del agente xXx: State of Union; puede recuperar toda su popularidad muy rápido con Star Wars: Episode III Revenge of the Sith y después aprovecharse de esa “cheveridad” para promover Snakes on a Plane como el gran hito de su carrera. Eso no niega que, si no es el actor fetiche de Tarantino por lo menos está dentro de sus favoritos y definitivamente con Django Unchained vemos la cúspide de su carrera.

Stephen, el papel que interpreta en Django Unchained, es lo que se conoce como un «Uncle Tom». Una clase de negro que apoya, soporta y defiende la esclavitud. El término es acuñado mucho tiempo después de la época en la que Tarantino centra su historia cuando, después de abolida la esclavitud, existen ciertos grupos que gracias a la fuerte represión y la inercia de la sociedad autoperpetúan su yugo como animales domesticados. La actuación de Samuel L. Jackson es abominable, despreciable, escalofriante y a la vez genial. Sus ojos en la pantalla rechinan como cuando una tiza se desliza incorrectamente en un pizarrón y destempla los dientes. La única razón que me queda para la ignominiosa omisión es que es tan perfecto su desempeño que logró levantar llagas y causar verdadera repulsión; pero si esta es la causa de su privación ¿no se debería calificar precisamente ese esfuerzo? ¿No es precisamente Jackson bastante digno para recibir un gran reconocimiento? Aún no lo entiendo.

Tarantino después de Los Basterdos encontró que su verdadero fetiche era reciclar los géneros cinematográficos que tanto le encantaban, las novelas «pulp», el cine negro, las «vendettas», las peli de nazis y las de explotación. Mucho se había especulado sobre el siguiente proyecto del realizador y aunque casi era seguro que iba a ser una reinterpretación de Faster, Pussycat! Kill! Kill! de Russ Meyer, al final, la vuelta terminó siendo un spaghetti western. Este subgénero en el cine acopla cientos de producciones filmadas en Italia y México y fueron la adoración de la generación que vio nacer a Clint Eastwood en los desiertos de Andalucía. Con el sólo nombre, Django recoge en su haber más de 30 títulos y todos nacen de la cinta que protagonizó Franco Nero en 1966. Su director fue Sergio Corbucci y causó una grata impresión que a la postre casi se vuelve una fijación en el género. Quentin Tarantino tuvo su primer acercamiento a este tipo de pelis como productor de Takashi Miike con una sátira del subgénero llamada Sukiyaki Western Django. Investiga a Corbucci y por supuesto La Trilogía de los Dólares de Sergio Leone para desatar esta Django Unchained mezcla de esclavitud, vendettas y vaqueros cazarecompensas.

Si seguimos con las actuaciones, Leonardo DiCaprio es para mi el segundo en la lista. Aunque Christoph Waltz es el que ha sido reconocido como el pilar de la cinta, fue DiCaprio quien convenció a Tarantino de que su papel de Monsieur Calvin Candie podía ser ejercido por él. Originalmente el dueño de la Gran Plantación de Candyland iba a ser un hombre mayor, poderoso y agrio. Al lado de Tarantino, DiCaprio desarrolló un personaje más sangriento, descabellado, torturador y maligno que a los ojos del mismo escritor-director, no sólo le pareció genial sino que a su vez no ve ahora cómo hubiera podido ser de otra forma. Si aceptamos que Waltz está recreando muy cercanamente su Coronel Hans Landa de Los Basterdos y si el papel de Leonardo DiCaprio es tan genial y él mismo ayuda a desarrollarlo -en una pieza que está nominada como mejor guión original– ¿no es acaso injusto también el silencio de La Academia en su nominación?

La aparición del mismísimo Franco Nero en una pelea de mandingos es genial en dos sentidos; el primero es que Nero y Jamie Foxx parafrasean el diálogo original de 1966 de cómo la “D” en Django es muda; y lo segundo la brutalidad de la misma pelea de los mandingos trae a colación muchas más cintas de western como por ejemplo la misma Mandingo de 1975 dirigida por Richard Fleischer. Pero Nero no es tan genial como el pequeño papel de Big Daddy interpretado por Don Johnson, dueño de una plantación; casi irreconocible, con su corte de barba y bigote y su pegadizo acento sureño hace notable la situación del latifundista sureño.

En este sentido, Django Unchained es rico en muchísimas más particularidades del reparto dentro de toda la pieza.

Tarantino se sale de nuevo con la suya y ofrece un divertimento de casi 3 horas bastante entretenido y muy apegado al género que lo inspiró. Esta pieza hay que verla definitivamente en cine para disfrutar la fotografía y las cámaras de Robert Richardson, el montaje de Fred Raskin y el diseño de producción de J. Michael Riva. La peli sin embargo está muy por debajo de Los Basterdos o la misma Jackie Brown. Si me lo permiten, Tarantino es verdugo de si mismo y eludiendo el “pastiche” que tanto quiere evitar sigue en ese juego iconoclasta de ultraviolencia y música atemporal que tanto afectan la credibilidad de su trama -en Los Basterdos hay una ligera excepción y es por eso que es tan genial-. Ahora bien, está nominada la cinta a cinco nominaciones al Oscar, si me lo preguntan creo que el Oscar de Waltz está cantado y asegurado, el Globo de Oro puede empujar el Oscar a mejor guión original -aunque el gremio de escritores lo haya descalificado ya- y con el músculo de la Weinstein Company es posible que sea la sorpresa de la noche arrebatándole a Lincoln mejor peli -pero sabemos que es demasiado descabellado-.

Nota personal. Encontré la lista original de las 31 pelis que evocan un Django siendo la original la de Sergio Corbucci en 1966 protagonizada por Franco Nero y Django – Il grande ritorno (Django Strikes Again) de 1987 que es aceptada como la única secuela oficial de la epónima secuencia también con Nero de protagonista.

  • Django (1966)
  • Few Dollars for Django (1966)
  • Django Shoots First (1966)
  • Two Sons of Ringo (1966)
  • The Last Killer (1967)
  • Django Kill (If You Live, Shoot!) (1967)
  • Don’t Wait, Django! Shoot! (1967)
  • Son of Django (1967)
  • 10,000 Dollars for a Massacre (1967)
  • Any Gun Can Play (1967)
  • Two Faces of the Dollar (1967)
  • Man, Pride, Revenge (1967)
  • If You Want to Live… Shoot! (1968)
  • Django Kills Slowly (1968)
  • Preparati la bara! (1968)
  • Django Does Not Forgive (1969)
  • Hanging for Django (1969)
  • Gallows Rope for Django (1969)
  • False Django (1969)
  • Django the Bastard (1969)
  • One Damned Day at Dawn… Django Meets Sartana! (1969)
  • Django Against Sartana (1970)
  • Django Meets Sartana (1970)
  • Django and Sartana are Coming… It’s the End! (1970)
  • Sartana’s Here…Trade Your Pistol for a Coffin (1970)
  • Django defies Sartana (1971)
  • Django is always No. 2 (1971)
  • Django’s Cut Price Corpses (1971)
  • A Ballad of Django (1971)
  • A Pistol for Django (1971)
  • A Man Called Django (1971)
  • Gunman of One Hundred Crosses (1971)
  • Shoot, Django! Shoot First! (1971)
  • Death Is Sweet from the Soldier of God (1972)
  • Down with Your Hands… You Scum! (1972)
  • Django… Adios! (1972)
  • Long Live Django! (1972)
  • Django Strikes Again (1987)
  • Sukiyaki Western Django (2007)
  • Django Unchained (2012)
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The Artist

¿Y cómo no hablar de The Artist de Michel Hazanavicius? Una peli que me vi la semana antepasada, que arrasó con diez nominaciones en los Oscar de este año y que a la postre se llevó importantes estatuillas (cinco) entre las cuales se destacan mejor actor principal, mejor director y mejor película.

Aunque disfruté la pieza al final de su proyección, después de los Oscar no dejó de molestarme su gran favoritismo en la ceremonia. Pelis demasiado galardonadas como Titanic, Slumdog Millionaire, The Lord of the Rings: The Return of the King o The English Pacient al final son prototipos de cine hechos para ganar este galardón y no terminan por gustarme del todo. The Artist podría no ser la excepción.

La actuación de Dujardin es buena, por encima de sus competidores… No estoy tan seguro. Pero su perfil encantador, sus miradas llenas de gracia y su papel empalagoso cabe perfectamente dentro de la intención de Hazanavicius y La Academia lo condecora por su ocurrente sobreactuación. Un desempeño aparatoso que ayuda a darle forma a esta melancólica comedia. Al lado de Dujardin un comodín como el perro ayuda a enternecer la audiencia; Uggie nombrado con el “collar de oro” en Cannes simplemente demuestra que Hollywood se derrite con estas mascotas y se ofende en demasía cuando en la pantalla se las maltrata, aquí por supuesto es el alma de la fiesta.

La nominación de Bérénice Bejo es tan accidental como su papel protagónico en la pieza. Su desempeño al igual que Dujardin es exagerado y desmesurado pero a diferencia de su compañero tan sólo logra cautivar en un par de escenas quedándose corta en su gracia. Su parte es agradecida por el mismo realizador que se llena de alagos por su esposa y compañera, en la noche de la ceremonia, pero de no tener esta carta de invitación seguro hubiera podido ser otra actriz la que hubiera reemplazado sin problema su rol. De nuevo muy por debajo de sus competidoras.

Hay una escena que paga la boleta de la peli y es la pesadilla de su protagonista. Es sencillamente genial. Una mezcla de tono, tiempo, buena actuación y excelente desarrollo. De resto se premia más la odisea de una realización épica de una pieza muda en una era ad portas de lo digital. La Academia promoviendo el siguiente paso, casi con apesadumbrada culpa, premia una pieza hecha para los medios y todos los que nos permitimos ciertas licencias a la hora de ir a cine pero seamos sinceros, The Artist iba a ser filmada completamente a color, ¿hubiera tenido el mismo impacto y el mismo ruido en los círculos cinematográficos? O mejor aún estuvo apadrinada de Harvey Weinstein, al final del proceso de cabildeo en los premios, ¿hubiera sido lo mismo si hubiera llegado con perfil independiente o es The Weinstein Company la verdadera responsable de este éxito así como lo fue el año pasado conThe King’s Speech?

No hay que ser demasiado duros con ella. No es una peli promedio pero tampoco el rimbombante y pomposo ruido con la que han ido metiendo en nuestras salas es justo. Vale la pena por su acuciosa ejecución musical y la cinematografía que en dos o tres partes tiene sus destellos de genialidad.

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