The Last Temptation of Christ es una peli que pensé no me había visto pero a medida que pasaba me resultaba demasiado familiar. Aún no tengo claro en qué momento lo hice pero estoy completamente seguro que no fue ayer mi primera vez. Cuando se estrenó en Colombia, yo tenía once años y mi mamá trabajaba como voluntaria en la Universidad Nacional cuidando el acceso a su proyección; tantos tabúes se habían roto con la peli que generó una ansiedad enorme además comercialmente había sido censurada, tanto, que el día de su estreno mi mamá me contó que se aglomeró la gente y practicamente pasaron por encima de ella y toda la gente en la taquilla. Se decidió presentarla porque de no hacerlo el vandalismo hubiera reinado.
Martin Scorsese no tan joven no tan viejo basó su peli en la novela de Nikos Kazantzakis y se cura en salud diciendo que es una interpretación de esa novela y que por ningún motivo se ha basado en los evangelios.
Cuando era chiquito me encantaba verme las pelis italianas que hablaban de la pasión de Cristo; el porqué no lo sé, me imagino que el sosiego del descanso de Semana Santa, el pescadito cocinado a usanza casera o simplemente porque eran pelis con una característica especial me llamaban mucho la atención. Me parece muy extraño que Scorsese hubiera hecho una peli de este calibre pero ya viéndola es mucho más claro el porqué. Scorsese ha basado su estética, su narrativa, su estilo en maestros del cine como Fellini, Antonioni, Brass, De Sica, Vsiconti y hasta Pasolini. Tal vez influenciado por lo controvertido de este último se arriesgó a hablar de las humanidades de este personaje histórico y describirlo como una persona débil, inseguro y hasta sexualmente ansioso.
La peli maneja toda la estética de esas pelis clásicas de las que hablaba pero se le suma la narrativa y las cámaras tan características de Scorsese. Al final es una divertida mezcla que nos muestra una pieza subversivamente controvertida. Las actuaciones son regularmente buenas, ni pésimas ni sobresalientes; un Willem Dafoe joven e histriónico, un Harvey Keitel haciendo el papel de un Judas extraño, muy cercano a la religión católica, de mano fuerte y fiel seguidor de Jesús no como siempre lo hemos conocido, una joven hermosa Barbara Hershey que se empotró en un papel bien delicado pero que lo sobrellevó con gran altura (le valió una nominación a los Globo de ese año), un joven muy joven Harry Dean Stanton y un misterioso en las penumbras que para sorpresa no fue nada más ni nadie menos que David Bowie como Poncio Pilatos.
El afiche, increíblemente bonito, Scorsese sumaba su segunda nominación en los Oscar como mejor director y lograba su primer premio en Venecia.