Después de ver esta peli lo más interesante para mi es el director.
Julio Medem fue desde joven un interesado en el cine y armó, desde 1977, cortometrajes en formato Super8 con una cámara que le había regalado su padre. Empezó a estudiar psiquiatría y logró su acreditación como doctor a los veintisiete años, sin embargo, siguió inquieto en el cine y posteriormente después de conseguir un premio por otro de sus cortometrajes decide hacerse profesional.
A sus treinta y cuatro años de edad, filma Vacas, con un éxito inusitado en el medio independiente, siendo destacados Turín, Tokio, Montreal, San Sebastián y Londres. Yo lo vengo a conocer en el Festival de Cine de Bogotá en 1994 cuando ganó el Disco Precolombino como mejor película en ópera prima.
Me encantó y seguí su trabajo hasta que me fui desinteresando poco a poco gracias a que se me fue volviendo predecible su trabajo.
Debo ser honesto, esta peli lastimosamente requiere de un bagaje político que no tengo. La carga de contenido social e histórico es más fuerte que la trama misma y por lo mismo me convertí en un espectador pasivo. Voy a intentar mi opinión de lo que pueden significar Las Vacas en esta peli pero si hay alguien que nos pueda aclarar mejor el tema, lo agradecería en el alma.
Medem es oriundo del País Vasco, una zona en disyunción constante de España como república. Esta zona ha estado en constante pelea por su independencia pero España no lo ha permitido y ha hecho de esta pelea un hecho cotidiano de cientos de años.
Las Guerras Carlistas son las guerras que denominan los enfrentamientos entre los partidiarios y descendientes de Carlos María Isidro de Borbón y los liberales partidiarios y descendientes de Isabel II de España. Hubo tres guerras carlistas pero en la última fue donde se involucró por primera vez el País Vasco. Los carlistas se caracterizaban por boinas rojas que el mismo Carlos VII usaba.
La peli entonces narra las incidencias de los enfrentamientos de dos familias vascas que se extiende desde las guerras carlistas hasta la guerra civil española, un simil de la situación que vivían los mismos habitantes del País Vasco que se veían a si mismos polarizados por creer en la indepencia de su territorio o el apoyo a la unificación falangista; o los que apoyaban la izquierda de los liberales o la derecha de los franquistas.
Las vacas aparecen entonces como metáfora misma del pueblo vasco que se ve entre el fuego cruzado de estas dos familias durante tres generaciones, volviéndose literalmente en una carnicería de la locura generada por esta ignominia. Carmelo Gómez que interpreta tres facciones de las generaciones de esta historia, primero pertenece a la familia de los liberales como el abuelo, después el padre como el “hachero” y después al bastardo que sobrevive a la guerra de ambos.
La intensa semiótica de la peli, a mi parecer, no permite disfrutarla completamente. Y las actuaciones atraviesan la ingenuidad del neonato director y sucumben en sobreactuaciones y teatralidades que no le añaden mucho, ni a la historia, ni al producto mismo.
Es divertido los ejercicios con los encuadres y las cámaras que usa para acentuar momentos importantes de la historia; la secuencia que más recuerdo es el seguimiento de una astilla, de un madero recien cortado, que los actores siguen con la mirada, luego la cámara la sigue en plano detalle y, finalmente, se deposita en un bolsillo de Ana Torrent quien se siente excitada de ese pedazo de madera tan cerca de su vagina. La metáfora se completa cuando Gómez afecta sexualmente a la Torrent en medio del bosque y da origen al bastardo.
Me va tocar estudiar más la situación política de la España a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, para revisar después la peli y poder reevaluar mi calificación, que muy seguramente es injusta.