Una de las cosas que más detesto en las pelis para niños son las canciones cerrando una idea y su grandiosa cantidad en cada una de ellas. Es tan absurdo el tema que en Moana uno de los protagonistas insta a que no se haga más; realmente es un tema avasallador.
Pero…
Tratemos de separar esta gran piedra en el zapato y revisemos rápidamente Frozen I.
En una linealidad académica, Frozen desarrolla una historia épica. El nacimiento del héroe, su debacle existencialista, su temor crece así como su poder y en el momento crítico reversa su historia hacia una dirección coordinada con sus seres queridos o estimados. El posible gran giro, el héroe es una heroína.
Todobién hasta allí. Una cruzada de “estimados” tratan de salvarla de su desorden emocional y tratan de hacerla entender que para ellos es especial y no esperan que cambie en absoluto su esencia. Seguimos bien hasta aquí y podríamos haber terminado bien hasta y fueron felices y comieron perdices pero a los directores (Chris Buck y Jennifer Lee) a última hora y para lograr encaminar en la historia romántica a los cruzados, se inventan un antagonista de la nada que con un monólogo refuta toda su presencia en la historia de la peli. Estamos hablando del triángulo amoroso entre Anna, Kristoff y Hans, siendo este último el desafortunado villano improvisado.
Este error narrativo es tan terrible como la carga de adoración que recibió la pieza.
Reprochable hasta más no poder.
Su segunda parte tenía algo de esperanza por el escándalo acaecido con la figura de Elsa, la heroína. Obviamente, lo blandengue de Anna y Kristoff iba a perpetuarse pero lo que si no me esperaba es que la historia estuviera ausente de una figura antagónica siquiera villanesca (a no ser claro por ese instante revelador que hizo pelear a las dos comunidades, en el Bosque Encantado). Empezando por el principio, los fanáticos de Frozen habían interpretado el desarrollo de Elsa como una figura idealizada de una lesbiana que está inquieta con su realidad, no quiere herir a nadie y se condena al aislamiento. Salir a relucir como es ella es un acto heroíco y se aupaba que si había algo de seriedad en Disney debía desarrollarse una segunda parte donde ella encontrara una novia -seriamente, no entiendo cómo alguien puede exigirle semejante nivel de empatía y humanidad a una corporación que se ha creado y sostenido sobre la censura, los correctos valores de la familia y la xenofobia-. En fin. Frozen II. Una voz femenina, una sirena se revela ante Elsa y por un segundo creo que la valentía de Jennifer Lee, co-directora, escritora, creadora de la historia, iba a llegar hasta un punto donde pudiera conciliar el deseo de los fanáticos… Que nunca pasó.
Un poco de aquí y un poco de allá, la historia se desinfla en un monótono ritmo debido al desbalance de los personajes frente a un polo sin fuerza y sin villano -o sea, se fueron para el otro lado y lo quitaron completamente-, la ilusión de una figura romántica para Elsa se encharcó a medio camino y se tornó desconcertante al revelarse el Complejo de Elektra.
Nada más.
De nuevo, sólo un grandioso Josh Gad logró realzar la franquicia y el único capaz de sacar la cara con orgullo de esta hecatombe, que seguro va a forrar de nuevo a Disney en megamilones, que al final lograrán ocultar los vacíos tan terribles en este par de pelis en la franquicia… Eso y que además ya no queda esperanza para una nueva e intrigante tercera parte.
Una de las pelis que desde el principio censuré para #JAMEsSofía fue Dumbo de Walt Disney. Una peli animada, estrenada en el contexto de los años 40, con un fuerte contenido de burla, humillación y matoneo.
Cuando Disney Pictures, en su corriente de rehacer todos sus clásicos «live action», anuncia el lanzamiento de la pieza del elefantito de orejas grandes pues obviamente tampoco quería que se le mostrara esta a mi hija. Estábamos hablando con Tomás Cerón que también tiene un par de hijos de la edad de #JAMEsSofía y me dijo que tenía que verme Dumbo, que esa peli era dirigida por Tim Burton y que yo era fan de Tim Burton y que no había lógica en no verla.
Bueno, pues Robert Stromberg había hecho una gran labor con La Bella Durmiente de Maleficient en 2014, qué peli buena esa; en 2016 la actualización que hace Jon Favreau de The Jungle Book, sin giros simplemente sumando los poderes de Bill Murray como Baloo, Ben Kingsley como Bagheera, Idris Elba como Shere Khan además de Lupita Nyong’o, Scarlett Johansson, Giancarlo Esposito pero sobre todo Christopher Walken como el King Louie y su magnífica canción ‘I Wanna Be Like You‘:
Hubo otras como La Bella y La Bestia de Bill Condon en 2017, que no pude empezarla con tanto cancionero, La Sirenita de Blake Harris y Chris Bouchard en 2018 que está en Netflix pero que me dan cero ganas de ver y Cenicienta que aunque la empezó Mark Romanek, la terminó finalmente Kenneth Branagh en 2015 y es la historia que más me aburre dentro del portafolio de Disney por el contenido machista y el perfil súper anticuado de la princesa. Hasta ahora caigo en la cuenta que Burton ya había trabajado en Disney con Alicia que sin ser mala, se empantana en el ingenio del realizador que no define bien si quiere adaptar o quiere enriquecer la historia.
Sin embargo, de nuevo a la charla con Tomás, le contaba que había visto King Arthur: Legend of the Sword -ya no le dedico tantas horas a saber de los proyectos de los directores que me divierten- y me sorprendió primero que la dirigía Guy Ritchie y segundo lo fresco que estaba, en la suya, con una historia tan alejada a lo que hace pero con una cultura londinense que amoldó perfectamente a sus zapatos; luego se arriesgó a hacer Aladdin y la sacó del estadio, en serio, una excelente apuesta de Will Smith como El Genio, Jazmín saliéndose del esquema de Princesa Disney y una narración, controlada, pero sin duda àla Ritchie.
Me animé.
Puse Dumbo de 1941 de un lado mientras veía la Dumbo de Burton del otro ¡Pucha! Recordé cada momento con ese elefantito animado. Qué horror. Por un lado las intrigantes e hipócritas compañeras de la Señora Jumbo que si les permitían el chisme eran las mejores amigas pero si se les ponían los puntos sobre las íes desplegaban sus lenguas viperinas y llenas de odio; después la burla del público en el escenario y en las jaulas el mote de Dumbo (en inglés Tontón, Estupidito o incluso aún más fuerte si entendemos que Dumb puede ser un calificativo para una persona muda, el hijo de la Señora Jumbo no habla porque es muy tímido, es ‘recién nacido‘ y se mofan de su posición de discapacidad¿?), el único aliado era un ratoncito que le enseñó a aprovechar sus condiciones y volar como ninguno.
La peli de Burton es una locura de ambientación. Me explico. No parece muy grande que Tim Burton el niño-no tan niño- genio de lo oscuro y lo excéntrico pero que se refiera a la peli original, que es de los años 40, y desarrolle una pieza en un estilo completo del Art Decó, que podía ir desde la imaginería de los carteles de la época al futurismo casi de los 50 es increíblemente bonito. Para esto es vital su inmortal compañero Danny Elfman que en la música me gusta decir que a Burton le ofrece un oscurantismo mágico, y en esta temática de circo, fanfarria.
Lo segundo que hay que apreciar es su reparto que desde Dark Shadows ya no tiene presente a Johnny Depp ni a Helena Bonham Carter -siendo indulgentes y asumiendo que la segunda parte de Alicia en 2016, Through The Looking Glass no es suya aunque prácticamente es una copia de la primera parte, ayudado en gran parte por su rol de productor en la pieza-; dicho reparto ha venido rotando unas veces con Amy Adams, Christoph Waltz, Danny Huston, Krysten Ritten y resaltando como es su costumbre leyendas del cine como Martin Landau, Terence Stamp o Judi Dench; en Dumbo, vuelve a trabajar con Susie Figgis quien trae un reparto con el que él se sienta más cómodo, que se sienta reconocido y fértil como con Danny DeVito, Michael Keaton, la misma Eva Green que es la única que uno alcanza a dilucidar como el satélite en estos siete años y experimentando por primera vez con Colin Farrell; al lado de ellos sus figuras de reconocimiento incluso pueden ser los mismos Danny DeVito y Michael Keaton pero creo que en esta oportunidad es Alan Arkin el homenajeado.
¿Qué hace tan especial Dumbo de Tim Burton? A diferencia de Alicia, que fue un proyecto creado para que él lo dirigiera y lo que se sintió fue un efecto iconoclasta, el ambiente circense y de «freaks», por el contrarrio, es un caldo primigenio para el realizador. No es un ambiente predispuesto para él, está controlado, está medido, se divierte en las sutilezas, no es superlativo como Bettlejuice y eso lo hace genial en la historia.
Dumbo es un golpe de madurez para su audiencia. Los niños no llegan al mundo por un acto de la cigüeña sino porque una madre queda embarazada y tienen trabajo de parto; los animales no hablan, pero si intentan comunicarse, son frenéticos, sufren y reaccionan frente nuestro trato con ellos; mientras en la historia del 41, la burla se toma casi dos tercios de la pieza, aquí es indudable que el nombre del elefantito debe entrar de alguna forma y que la mofa debe caber de otra pero es superado rápidamente, se nota que Ehren Kruger (guionista) quiere pasar esta página rápidamente; finalmente, el ratoncito Timothy Q. Mouse -interpretado en 1941 por Edward Brophy– es la figura redentora, es el sostén del héroe y amplifica su confianza para que supere sus miedos, incertidumbres y su pésima autoestima, tanto que lo haga elevarse a los cielos (dentro de todo, la moraleja es lo rescatable de esa macabra pieza); en 2019, esa figura del ratoncito se abre a ‘Los Farrier‘ un padre que perdió su calidad de estrella cuando vuelve de la guerra en una situación de discapacidad, la madre ausente por muerte y el par de chicos que tratan de sobrevivir lo mejor que pueden -durante un tiempo casi huérfanos en un circo-; entonces la acción de estos ratoncitos Farrier ya no es simplemente subirle la autoestima al elefantito para que crea en sí mismo, es actuar porque hay maltrato, es hacer un cambio para que no vuelva a suceder y buscar la felicidad en ese nuevo espacio donde no hay opresores, burlas, bravucones ni matones.
Obviamente, es una carga emocional muy fuerte y uno anda con un nudo en la garganta todo el tiempo porque esta Dumbo de Tim Burton conmueve hasta los tuétanos.
De nuevo, en una carrera loca por llegar a tiempo a estos premios. (1) No pude hacer el juego que tanto me gusta prediciendo los ganadores en las diferentes categorías (2) tampoco pude verme todas las pelis en competición como antes acostumbraba (3) pero lo más doloroso es que sólo hasta ahora caigo en cuenta que ni siquiera hice la entrada del año pasado 😥
Así que, desde la noche del domingo en que se entregaron los Oscar vengo adelantando de a pocos la entrada; más que por novedad, la hago para tenerla de referencia en las posibles y futuras entradas.
Los premios de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood tuvieron como anfitrión a Jimmy Kimmel. Nada que resaltar. Nada que lamentar. De pronto demasiado sobrio para mi gusto y ya. Cualquier experiencia es mejor que la desafortunada presentación de Neil Patrick Harris. No hubo grandes ganadoras o perdedoras en la noche. Los premios se repartieron relativamente entre todas las nominadas así haya gente diciendo que de las 14 nominaciones, La La Land sólo se quedó con seis, como si fueran pocas y como si dentro de esas seis no fueran mayor cosa mejor cinematografía, mejor actriz principal y mejor director. También es bueno resaltar Hacksaw Ridge que silenciosamente estuvo presente en casi todas las categorías importantes dando un saludo de vuelta al aclamado, pero últimamente infame, director australiano Mel Gibson.
Best Motion Picture of the Year fue Moonlight; después del gran desacierto de su presentador, Warren Beaty que anunció como ganadora a la pieza de Damien Chazelle, La Academia se sintoniza con Los Spirits, y ovaciona la segunda pieza de la ópera prima del joven director Barry Jenkins.
Best Performance by an Actor in a Leading Role para Casey Affleck por Manchester by the Sea. Sin entrar a demeritar su desempeño, la verdad es que esperaba mucho más, muchísimo más, de este actor que songo sorongo, con bajo perfil, sin muchos aspavientos acuña unas actuaciones más impresionantes.
Andrew Garfield por Hacksaw Ridge
Ryan Gosling por La La Land
Viggo Mortensen por Captain Fantastic
Denzel Washington por Fences
Best Performance by an Actress in a Leading Role para Emma Stone por La La Land. Gran logro de la encantadora actriz. Su reconocimiento se convalidó con el Gremio de Actores pero de resaltar que en su carrera dejó atrás a nada más ni nada menos que a Isabelle Huppert y a Natalie Portman que eran las favoritas de la crítica y, a la no menos importante, Meryl Streep.
Isabelle Huppert por Elle
Ruth Negga por Loving
Natalie Portman por Jackie
Meryl Streep por Florence Foster Jenkins
Best Performance by an Actor in a Supporting Role para Mahershala Ali por Moonlight. Inquietante. Alí, ni es una figura tan importante en la trama, ni sus líneas abordaron un amplio espectro en la cinta, ni su desempeño en esta pieza demuestra grandes capacidades histriónicas; en esta categoría se nota lo racista que es La Academia al otorgar este premio al actor sólo por ser negro. Lucas Hedges respondió bien a los retos que se le impusieron e igualmente Dev Patel pero, tanto Jeff Bridges, como Michael Shannon si demostraron su categoría, siendo sobresaliente y meritoria la actuación de Bridges para la oportunidad de una segunda estatuilla.
Best Performance by an Actress in a Supporting Role para Viola Davis por Fences. Una actriz que se merecía, no importa esta peli, hace rato su Oscar. Curiosamente, por lo mismo que no debió ganar Alí, se lo facturan aquí a Michelle Williams; a la actriz le faltó tiempo en pantalla y sin embargo un gran desempeño y unos cambios emocionales realmente dramáticos propulsando las circunstancias propias de la trama. Para resaltar, el soberbio trabajo de Naomie Harris por Moonlight; la actriz demuestra capacidades muy interesantes en el desarrollo de su personaje y en la transición temporal por las etapas de la vida del protagonista.
Best Achievement in Directing para Damien Chazelle por La La Land. Sin entrar en demasiadas controversias, yo tampoco apruebo el porqué si un director se lleva la estatuilla porqué su pieza no es galardonada de la misma forma. En esta ocasión, la discordia es La La Land y Moonlight pero, en paralelo, el virtuosismo de Chazelle deja su pieza lejos del sentimiento y la propiedad que la peli de Jenkins si logra con lujo de detalles.
Best Writing, Screenplay Written Directly for the Screen para Manchester by the Sea. Más que el guión lo que me fascinó de esta peli fue su montaje; es posible que la edición sea consecuencia de un muy buen guión porque esa forma errática, irracional, relampagueante de algunas tomas, contrastan con ciertas emociones de psicosis del protagonista. Siento que el Oscar para Affleck se da por un guión suficientemente maduro que le permitió brillar sin sobresalir y transmitir esa emocionalidad tan ruda en el nudo de la trama. Mi favorita en esta categoría era The Lobster, despues de Alps o Kynodontas tenía un poco de miedo de cómo el autor haría su paso a Hollywood, en lengua inglesa y al final fue nada diferente a divertido.
Yorgos Lanthimos y Efthimis Filippou por The Lobster
Mike Mills por 20th Century Women
Best Writing, Screenplay Based on Material Previously Produced or Published para Barry Jenkins y Tarell Alvin McCraney por Moonlight basado en una historia del mismo Tarell Alvin McCraney. Una historia relativamente sencilla muy bien contada con un excelente montaje que permite escudriñar las más profundas sensibilidades de una persona insegura y las causas del desenvolvimiento de su personalidad. El ritmo es sencillamente una obra de arte.
Eric Heisserer por Arrival
August Wilson por Fences
Allison Schroeder y Theodore Melfi por Hidden Figures
Luke Davies por Lion
Best Animated Feature Film of the Year para Zootopia de Disney y dirigida por Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush.
Kubo and the Two Strings
Moana
My Life as a Zucchini
The Red Turtle
Best Foreign Language Film of the Year para Forushande de Asghar Farhadi (Irán).
Under sandet de Martin Zandvliet (Dinamarca)
En man som heter Ove de Hannes Holm (Suecia)
Tanna de Martin Butler y Bentley Dean (Australia)
Toni Erdmann de Maren Ade (Alemania)
Best Achievement in Cinematography para Linus Sandgren por La La Land
Best Achievement in Editing para John Gilbert por Hacksaw Ridge
Joe Walker por Arrival
Jake Roberts por Hell or High Water
Tom Cross por La La Land
Joi McMillon y Nat Sanders por Moonlight
Best Achievement in Production Design para David Wasco y Sandy Reynolds-Wascok por el diseño de producción y la decoración del plató (respectivamente) en La La Land.
Patrice Vermette y Paul Hotte por Arrival
Stuart Craig y Anna Pinnock por Fantastic Beasts and Where to Find Them
Jess Gonchor y Nancy Haigh por Hail, Caesar!
Guy Hendrix Dyas y Gene Serdena por Passengers
Best Achievement in Costume Design para Colleen Atwood por Fantastic Beasts and Where to Find Them.
Joanna Johnston por Allied
Consolata Boyle por Florence Foster Jenkins
Madeline Fontaine por Jackie
Mary Zophres por La La Land
Best Achievement in Makeup and Hairstyling la estatuilla fue para Alessandro Bertolazzi, Giorgio Gregorini y Christopher Allen Nelson por Suicide Squad.
Eva Von Bahr y Love Larson por En man som heter Ove
Edward D. Wood Jr. murió en 1978 y su última peli según IMDb fue ‘Necromania’: A Tale of Weird Love! bajo el seudónimo de Don Miller en 1971. Si alguien pensó que con eso dábamos fin a su estilo de hacer cine estaba muy equivocado y seguro no ha visto Escape from Tomorrow de Randy Moore.
Escape from Tomorrow es la historia del último día de vacaciones de una familia promedio en Disneylandia donde todo se empieza a desbaratar desde el primer momento en que Jim, el padre de familia interpertado por Roy Abramsohn, es informado que ha sido despedido de su trabajo. La serie de eventos que desencadenaría este hecho, aparecen como una venganza del parque contra ellos por no ser categóricamente felices. La hija menor (Katelynn Rodriguez) parece ser la víctima de todos los juegos; el hijo (Jack Dalton) se enfrascaría en un rol edípico vengativo con su padre; Jim descuidaría a cada miembro de su familia persiguiendo un par de francesitas menores de edad; y Emily, su esposa (Elena Schuber) desconfiaría de su matrimonio encegueciéndose por los celos.
Moore filmó esta pieza dentro de las locaciones de Disneylandia y Epcot Center sin permiso de Disney, sin equipos de iluminación o equipos mínimos de producción. Dando una cifra ridícula de presupuesto de 650 mil dólares netos para su realización total. Fue presentada en Sundance este año y se volvió un fenómeno porque todo el mundo empezó a hablar de ella con la necesidad de verla a cómo diera lugar porque se pensaba que Disney la iba a vetar enérgicamente de acuerdo a su obrar súper agresivo en protección de su identidad de marca.
Para lograr las tomas, el equipo de producción, tenía que vigilar la hora, la calidad de la iluminación del sol y por supuesto su posición; Moore tomaría decisiones ala Ed Wood de arriesgarse a filmar 12 veces o menos por toma para asegurar material pero después, como explica al New York Times, se sentiría más cómodo realizando tomas nocturnas donde la posproducción no se iba a ver tan afectada; además resolvería filmar en blanco y negro para lograr cuadrar mejor la iluminación de todas las tomas así como los montajes y los posteriores efectos especiales.
Finalmente, Moore se llevó toda la producción a Corea del Sur para evitar que se filtrara cualquier rumor a Disney sobre la filmación en sus locaciones o que de una u otra manera se enterara del proyecto que representaba a Disneylandia como un lugar enfermo, retorcido y de alguna forma inseguro para la familia norteamericana. Una gran afrenta y por lo tanto se entiende la efervescencia de la pieza en Sundance.
El resultado final es súper interesante. Efectivamente si da la sensación de una filmación edwoodiana pero sobre todo una experiencia radical de reconocer las plazas de Disney en un formato sin color, excéntrico y muy oscuro; factores que se volverían fundamentales dentro de la trama de la historia. Escenas como la montaña rusa de Buzz Lightyear se imprimirían como docudramas porque hacer sus largas filas se manifestarían en el argumento así como la forma de comunicación, entre la producción y los actores a través de iPhones para dar instrucciones o dictar parlamentos, también se vería reflejada en la pantalla porque los haría ver precisamente como turistas. El bajo presupuesto termina por afectar la calidad de la pieza y aunque se hace el mejor esfuerzo posible, la trama se va disolviendo en una especie de comedia -un poco ridícula, otro poco sin sentido y otra gran porción aburrida- donde el desenlace termina siendo muy caprichoso y hasta ocurrente.
Al final Disney optó por ignorar la pieza en aras de no llamar la atención de nadie y parece que fue una gran estrategia; entendemos que la peli no ha recibido mayor impulso y sin contar el revuelo de Sundance, tampoco ha obtenido distribución oficial -ni dentro ni afuera de los Estados Unidos-. Concursó oficialmente en la categoría Next (pelis de extremo bajo presupuesto) pero el público, aunque estaba en furor, dió finalmente como ganadora a Martin Bonner dirigida por Chad Hartigan. No obstante su logro va más allá del éxito financiero o incluso del argumental; con el avance de las calidades de imagen en las cámaras digitales, cada vez más vamos a empezar a ver ejercicios como el de Randy Moore en Escape from Tomorrow, esta especie de guerrilla en cine filmada con dos cámaras Canon (Canon EOS 5D Mark II y Canon EOS 1D Mark IV) ambas reflex, que dan la sensación de estar tomando fotografías en vez de estar “filmando”, puede ser el camino a una nueva tendencia o una nueva industria.
A simple vista Spring Breakers es una peli vaga, frívola y de un desarrollo pobre. Cuatro jovencitas (Selena Gomez, Vanessa Hudgens, Ashley Benson, Rachel Korine) de universidad están desesperadas porque el campus está ya vacío y todo el mundo disfruta de esta pausa que se da a finales de marzo, cuando se le da la bienvenida a la primavera y se despide del frío, el aburrido inicio del año y todo lo que implica para un ser humano el invierno. Estas jovencitas han venido planeando un viaje al sur de la Florida, a las playas de Saint Pete, desde hace un año y no permitirán que nada se interponga entre ellas y su sueño; no sus mamás, no sus tutores, no sus clases, no sus otras amigas y no ni siquiera la falta de presupuesto. Ellas viajarán y vivirán sus vidas al máximo en estas playas.
Los excesos típicos de estos lugares han sido divulgados y documentados en muchos especiales de Spring Break en MTV, VH1, o en Wild On de E!. Nuestra perspectiva es que estos gringos locos y decadentes llegan botando la casa por la ventana y se olvidan de todo en segundos. La diversión que se describe es alrededor de alcohol, gritos frenéticos de euforia, playa, mar, cuerpos esculturales y, repito, mucha decadencia. Cuando Harmony Korine se pone al frente del relato toma cuatro dulces niñas -dos de ellas de Disney– y las pone a plena luz del día en situaciones de mundanal ruido, drogas, sexo y alcohol. Su narración es exquisitamente estridente y para ello su complemento perfecto es Cliff Martinez (Drive), quien es capaz de juntar musicalmente a Ellie Goulding con Skrillex y lograr elocuentemente el contraste perfecto de distorsión en el que estas niñas se encuentran. Su sonrisa se acaba cuando sus excesos levantan sospechas en la policía local y son juzgadas por ello. Son de nuevo confinadas y se les pone una fianza. Sólo una de ellas, antes de salir de la cárcel, es capaz de recapacitar sobre los hechos. Aparece estoicamente James Franco, en una de sus transformaciones más profundas, para salvarle el pescuezo a estas cuatro jovencitas. Franco interpreta a Alien, un rapero gángster que al parecer nació en aquel lugar, entre narcotráfico, excesos y aspiracionales. Su influencia y su patrocinio detona otras perversiones en las niñas que las llevarán a otros nuevos límites.
Harmony Korine, de quien ya conocemos Gummo, tiene una visión retorcida del mundo y eso lo hace increíblemente especial. Nacido en California, su infancia fue de «skaters», drogadictos de cocaína y ácidos. Korine que junto a Mike Mills (Beginners) son cinematográfos que caben dentro de la clasificación de «Beautiful Loosers». Este grupo de artistas, ilustradores y cineastas son producto de una generación de jóvenes apáticos y negligentes que fueron encontrando su destino en el día a día de sus vidas. Es difícil, no tener un prejuicio de ellos o sus productos, pero sin mucho esfuerzo y sin metas reales, se dedicaron a pendejear y pasar el rato; en el mientras tanto se hicieron famosos. Su afección por el primitivismo, lo ingenuo y lo naif, los llevó a destacarse como artistas en cada uno de sus campos. Korine por su lado tiene una narración agresiva y ácida en sus largos combinado con una perspectiva retorcida y pop (no como algo popular sino como con la explotación de los ídolos populares).
El trabajo de Korine, es diferente al «camp» de John Waters que finalmente si es muy plano y con una apología directa a lo grotesco, casi sin sentido. En Spring Breakers le damos vuelta a una road-movie donde estas niñas encuentran cada una su doppelgänger y deciden qué aprenden de él. La forma en cómo repite o cómo nos pone a interactuar Korine con sus personajes versus sus moralejas personales a lo largo de la cinta, gracias a la edición de Douglas Crise, nos permite elucubrar que por una lado entendieron lo bueno y por el otro amaron lo malo. Desconocemos su desenlace en un genial final abierto.
Nunca he podido salir de ver una peli de Harmony Korine (escritor de Kids, Gummo, Spring Breakers) y decidir con convicción si fue buena o mala. Siempre quedo patinado un buen tiempo para después definitivamente quedar con el regusto de algo exquisito, por su estética, por su narración, por su crítica subversiva y contestataria. En Spring Breakers, aparte de la excelente composición musical y la edición, sobresale el desempeño de James Franco como un gran monstruo, un personaje oscuro que infunde miedo con tan sólo observarlo. Ojalá logre los respectivos reconocimientos y pueda alcanzar nominaciones en los Spirit o los Oscar del próximo año.
Gracias a Franco, Martinez, Crise y Korine esta peli vale la pena verla en cine. Una muy grata sorpresa de nuestra cartelera comercial.
Por más que lo intente, siempre digo que no vuelvo a ver una peli de Burton en sala pero por algún tipo de morbosa obsesión o algún tipo de juego del destino siempre termino en primera fila en una de ellas.
Desde un buen tiempo atrás he venido desconfiando del criterio del realizador y su genialidad se me ha vuelto una fórmula, una figura iconoclasta que no propone o más bien ya no se disfruta. En Corpse Bride, por fin logró hacer un proyecto completo en stop-motion pero se sentía monótono y repetitivo -recordemos que Nightmare Before Christmas erróneamente se le atribuye pero en realidad fue dirigida por Henry Selick y producida por Burton porque en algo de clarividencia se sintió limitado para desarrollar todo el proyecto él solo-. Después vino Sweeny Todd que a pesar de la animadversión que siento frente a los musicales logró entretenerme y cautivarme; Johnny Depp se volvía una figura recurrente como su actor fetiche pero por lo mismo dejaba un regusto de obstinación así el desempeño de Depp fuera siempre destacado. Alice fue el colmo, terminó por hastiarme y convencerme de qué en adelante sólo habría chispazos de lo que alguna vez fue un gran director de cine como por ejemplo Dark Shadows.
Pero de nuevo por azares que uno no comprende la semana pasada vi Frankenweenie.
En los inicios del director hubo dos piezas fundamentales que definieron su estilo: Vincent que fue su “tesis” como animador de Disney con una excelente y exquisita narración del legendario Vincent Price y Frankenweenie filmado en 1984 guía las orientaciones de su gusto por la serie B, la ciencia ficción y que vemos magistralmente reflejado en dos de sus piezas más grandiosas Mars Attack y Ed Wood.
Con una convicción firme de hacer los proyectos que más le gustan, le gusta trabajar con sus esposas, con Johnny Depp, con leyendas del cine como Vincent Price, Martin Landau y Christopher Lee. En Frankenweenie aunque no aparece ni Helena Bonham Carter ni Depp, vuelven al reparto Catherine O’Hara, Winona Ryder y Martin Landau, con referencias a Lee -en la cinta de terror que estaba viendo la familia- y a Price -en los rasgos del personaje de Mr. Rzykruski-. La historia es retomada del corto de 1984 y ampliada para incluir más personajes. La gran diferencia -obviamente la técnica- y la inclusión de la partitura original de Danny Elfman que es fantástica.
La pieza es de buena factura, está bien narrada y para mi positiva sorpresa muy divertida.
Les dejo las referencias originales:
Tron es el resumen de todo lo que yo quise ver en una peli cuando estaba en los 80’s. Muy seguramente no la vi en el ’82 cuando tenía tenía cinco años (pero ya había visto Dumbo y Dr. Strangelove de Kubrick para ese entonces), muy seguramente la vi en el ’88 que fue una época buena época para actualizarme en cine y muy seguramente la estaban pasando por TV.
Recuerdo haberme embebido mucho en la fantasía, en los efectos y en una historia relativamente sencilla. Me encantaba el juego de las motos pero muy poco el juego de Flynn (Jeff Bridges), el de los tanques y las “emes mayúsculas” flotantes que no me parecía tan bueno como para ser el rey de los video juegos y recuerdo tener presente ese único lunar en la peli.
Hoy en día, la están repitiendo en Cinemax a razón de su segunda parte casi treinta años después y lo verdaderamente sorprendente es que me sigue impactando lo bien hecha que está la peli y lo actual e interesante que sigue siendo su trama.
No recordaba que fuera una peli de Disney y me sorprende que le haya apostado a una tecnología de vanguardia como el 3D muchísimo antes que John Lasseter y Steve Jobs le propusieran una participación en un proyecto de realización de pelis hechas totalmente en animación 3D, como lo fue Pixar.
Igual es una peli sencilla que debió ser inspiración de muchas personas en el medio. Tan sólo nominada a mejor vestuario y mejor sonido en los Oscar, Tron seguirá siendo una gran peli de referencia en el mundo de la ciencia ficción y los video juegos.
Acabo de verme la peli más políticamente incorrecta, más inapropiada en todo sentido, más vulgar y más desaprobable posible que recuerde en el año; lo peor de todo es que me encantó.
Ball’s Out: The Gary Houseman Story de 2009 al parecer es tan inapropiada que salió directamente a video, seguramente confiando que su público no iba a ser determinante. El causante de esta ignominia pudo haber sido Danny Leiner, su director, pero seguramente los agravios más grandes debieron ser obra directa e improvisada de Sean William Scott y Randy Quaid.
Aparte de su afiche subliminalmente fálico en cualquier sentido, de la peli no hay que decir mucho, es una historia tipo Disney, con final Disney, con protagonistas en una travesía de superación personal tipo Disney pero con un giro en el desenlace donde todo sale al revés y termina siendo una peli grotesca pero con tonos de mordacidad e incluso astucia.
No voy a negarlo me reí mucho, se me erizaron los pelos cuando me conmoví casi se me aguó el ojo pero eso debió ser algún desorden hormonal porque la peli es cero sentimental. Definitivamente no es cine arte, es entretenimiento plano no hay nada que analizar demasiado, si alguien se quiere liberar por un momento y no tiene problemas con los chistes crueles, las frases de doble sentido y un humor escueto la peli es perfecta. Prohíbida para mamertos.