La vida Era en serio es una peli de la colombiana Mónica Borda que no puede ser descalificada de primerazo pero que siendo honestos es una comedia en la cual no me reí un sólo momento. Hay que alabar que sea la primera pieza de su ópera prima, hay que alabar que es una producción importante y que siempre me asombra que se logre mediana calidad en un primer intento de hacer cine en Colombia. Cine comercial, sí. Pero es el cine que precisamente hay que apoyar para que el otro cine, el alternativo, empiece a experimentar y a hacer lo suyo.
A mi parecer todo muy bonito en papel, la mujer de hoy en día sobrecogida con tantas tareas, envuelta en un sinfín de responsabilidades y lo que pensamos es el desarrollo de su individualidad o su persona termina siendo un peso más que ha ido heredando de la liberación femenina. Borda intenta despejar la duda de si una mujer debiera reflexionar o no, en este sentido y dedicarse a su familia o a su trabajo; la apuesta es que debe escoger entre uno u otro camino para no tratar de equivocarse en ambos y al final perder su escencia. El tema es que la frivolidad y la superficialidad con la que es abordada la peli termina destruyendo todo el discurso. La peli en vez de ser sencilla se vuelve simple y nos somete a una inquietud, al igual que X-Files, The Simpsons, The Flintstones o demás programas de TV que han pasado a la pantalla grande sin mayor trascendencia, por ser un capítulo más ¿qué nos motiva a ver una telenovela más en pantalla? ¿Cuál es aliciente? ¿Qué marca la diferencia? La respuesta lamentablemente no la tengo.
En una ópera prima se cometen varios errores, el principal de Borda es que perdió el ritmo en el planteamiento de la historia, las actuaciones no le ayudaron, sus actores se empezaron a sobreactuar y la credibilidad se fue al piso. Una gran responsable, aparte de Borda como directora de sus actores es Sylvia Amaya, directora de reparto; su escogencia no fue buena y aunque rescato mucho la participación de Patricia Castañeda y de Juan Pablo Gamboa que fueron los que sacaron la cara en el filme no puedo decir lo mismo del resto. Detesté el desempeño de Jimmy Vásquez, no su personaje. A lo largo de su aparición en la peli, Vásquez le quitó esa cercanía tan necesaría entre el público y el filme para que sea creíble, sobreactuado, sin peso dramático me pareció una farsa.
Está bien no hablar de violencia o guerra o tráfico de estupefacientes o traquetos o paramilitares y guerrilla en el cine. El género no es fácil. Hablar de la cotidianidad no es para nada fácil y por un momento sentí que Borda lo estaba logrando pero se perdió. Ya lo había intentado Gabriel Rojas Vera en Karen llora en un bus y también siento se quedó corto. A los dos, a Borda y a Rojas Vera, les recomiendo mucho Historias Mínimas de Carlos Sorín o Whisky de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, tal vez esta última, la mejor peli sobre cotidinidad que he visto en la vida.
Se quedan muchas ideas en el tintero pero espero podamos controvertirlas después de que la vayan a ver en salas.
Nota personal 1. Escuché decir a la directora que Cristina Umaña estaba pasada de kilos después de unas vacaciones de la primera temporada de Capadocia y que le dijo que no los bajara porque necesitaba ese toque natural para que la historia se hiciera creíble. Punto para la directora pero extrañamente Umaña no estaba gordita, por el contrario muy bella y con un contextura espectacular.
Nota personal 2. Alejandro Ramírez participa como compositor de la música original y lo hace bien. No es su mejor trabajo pero tampoco siento que estuviera cómodo. No se si él o la directora, decidieron en algunos apartes abandonar la ambientación pero fue un error más, la música debió haber estado presente y ser amparo de la historia, al final la edición musical se siente cortada, segmentada y sin equilibrio.