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Joker

Por fin podemos volver a abrir los ojos al universo completo de YouTube, Twitter, Instagram (y para los que siguen usándolo, Facebook). Por fin, está al alcance de nuestras salas de cine la peli más esperada de este año, sin lugar a dudas, para bien o para mal.

Esta reseña creo está libre de contenido revelador importante, así que tranquilidad que la idea es discutir sin tener que estropear la experiencia de otros.

Lo primero que quisiera decir es que durante todo este proceso de concepción, el más elegante de todos fue el señor Todd Phillips que se comportó como un verdadero «gentleman» y a quien desde mi anonimato le mando un fuerte aplauso y todo mi respeto; su finura para detallar el diario vivir del rodaje, la forma de interactuar con los más ansiosos, su forma muy distinguida de batallar en Venecia peleándose codo a codo con pesos pesados del cine independiente como Roman Polanski, Pablo Larraín, Steven Soderbergh, Noah Baumbach, Hirokazu Koreeda (ganador regente de Cannes), Atom Egoyan, para luego, salir campeón con su León de Oro y refortalecido a un estreno mundial.

Su frase el día del estreno: “Finalmente. Es ahora su peli“.
Le bajó al frenesí de la cuenta regresiva, los «teasers», los «trailers», los cortos, las entrevistas y ya. Una última publicación, un fotograma y silencio absoluto. Está en nosotros interpretarla.

Ahí está la esencia de esta pieza. Nos puede gustar o la podemos detestar (quién ¿? No sé. Es posible) pero lo importante es que no es una historieta más, no es una peli de superhéroes y ya, no llega al culmen del asunto con una invasión de extraterrestres extravagantes, no hay distinción de razas y superrazas, ni tiene una batalla épica de dos pueblos legendarios terrestres o espaciales; eso si es una historia exquisita dentro del Universo Creativo (no cinemático) de DC Comics/Warner Brothers, es por sobre todo un cómic de un drama humano, de un ser humano quebrado. Así su director y guionista trate a toda costa de negarlo.

Tal vez, lo pretencioso de Phillips no sea lanzarnos esa frase de cajón («no es mi pieza, es su arte») porque dentro de su aseveración hay algo de inseguridad genuina, su primer referente va a ser un mostro como Christopher Nolan -a mi parecer, nunca lo pudimos discutir porque nunca me animé a hacer una reseña completa de La Trilogía; sin embargo, los vacíos del Universo de Nolan se llenaban fácilmente con la exposición y la explotación de cada elemento de la producción, llegando a una tercera experiencia casi mediocre en todo sentido-. Entonces, lo realmente presuntuoso en Phillips es afirmar que no es una peli de género (o subgénero, como quieran). El Joker pertenece a un universo, a una realidad donde existe un hombre llamado Bruce Wayne, hijo de Thomas y Marta Wayne, asesinados en un callejón de mala muerte en Gotham y en una sociedad corrupta y putrefacta. Además es demente, impetuoso, visceral, perturbado y con una carcajada siniestra. Podemos estar de acuerdo que no se parece en nada a cualquier otro cómic de Marvel o su Universo Cinemático pero su eje narrativo, por el contrario, enlaza obras maestras de autores sinnúmero sobre este peculiar personaje. Negarlos es tratar de llevarse el crédito de todos ellos.

De acuerdo, hay un cómic de Brian Azzarello y Lee Bermejo que toman al Joker como antihéroe durante el noventa por ciento de la trama que no tiene nada que ver con esta pieza. Otro con gran protagonismo del Joker es Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth de Grant Morrison y Dave McKean pero de nuevo sin relación a este arco de origen. Las fundaciones del personaje de Phillips y su compañero de guión, Scott Silver, pudieran ir más de la mano de referencias cinematográficas que de viñetas. Pero no se puede tapar el sol con las manos, vamos a encontrar relación en las líneas de The Dark Knight de Frank Miller, y sobre todo en las de The Killing Joke de Alan Moore (o las ya referidas de Azzarello y Morrison) pero igual lo haremos con el Joker de Nolan porque al igual que en la versión del oriundo de Nueva York, ambas producciones estudiaron los cómix con un total respeto y vehemencia.

Uno de los grandes aportes de este par de artistas, Nolan y Phillips, se intersecta en esa misma definición del héroe en una cruda realidad, con la ventaja que Joker se permitió la licencia de una clasificación más adulta para su audiencia. Directamente significando más violencia gráfica, más líneas de contenido complejo y referencias audiovisuales más maduras/grotescas. Más «jokerianas».

Arthur Fleck es un personaje completamente anónimo en Gotham. No existe. Un ser indefenso, humillado, quebrado, un don nadie, un payaso. Su realidad obviamente desentona con la de Los Wayne por la naturaleza del contraste de la salvaje desigualdad en la que se cocina la ciudad pero lo realmente bonito de esta peli es que al centrar un eje narrativo en un personaje antagónico los demás personajes no pueden ser aún más malos, la solución más natural es que no hay persona(jes) totalmente malos o buenos, es bueno, encontrar la esencia del ser humano en cada uno de ellos porque finalmente son reflejo de lo que somos todo el resto de nosotros como su sociedad. Y así sus notas de delirio (no de reflexión) no son las de Azzarello, son más cercanas a las de Travis Bickle en Taxi Driver de Scorsese; una nobleza desencajada que termina siendo oprimida y violentada para después tomar desquite y fuertes represalias; una relación pasivo-agresiva típica de un sicópata. Sus sueños de ser comediante y alcanzar reconocimiento mediante una figura pública, si hacen parte del espectáculo televisivo de Miller en el Dark Knight pero lejos, muy lejos, si nos fijamos en las coincidencias con Rupert Pupkin de The King of Comedy también de Scorsese (que hace poco liberaron del catálogo de Netflix). Y finalmente, la esencia de la historia no está en las viñetas de Moore, la erupción del desvalido, la efervescencia de la neurosis y su proyección en una turbamulta enardecida son pilares de la crítica de Network de Sidney Lumet.

Es un homenaje a Nolan, a Hans Zimmer y a Wally Pfister desde las esquinas y de igual a igual con Lawrence Sher de director de fotografía (desde The Hangover) y con las partituras de Hildur Guðnadóttir, la chica islandesa que nos cautivó en Arrival y The Revenant.

Que si me gustó el desempeño de Joaquin Phoenix como Joker ¿? Mucho. Tanto como el trabajo de Frances Conroy, Robert De Niro y Brett Cullen más bajos en protagonismo pero con destellos de genialidad en la misma realidad y tanto me gustó el trabajo de Phoenix que cambié mi disfraz de este año y quiero intentar hacerle un homenaje en octubre. Que si me pareció este Joker mejor que el de Nolan ¿? Se tornará bizantina y no creo que tenga sentido particularmente esa discusión, acalorada, mucho, entretenida, si, pero a lo que debemos llegar es que ni podemos juzgar a quien abrió el camino (Cesar Romero), a quien le devolvió el estatu dramático (Jack Nicholson), al que nos enamoró (Heath Ledger) y que el verdadero descache es Jared Leto con un Joker vacío, simple e inofensivo. Ridículo en todo sentido.

¡Véanla en cine!
Vale mucho la pena.

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Crystal Fairy & the Magical Cactus and 2012

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Sebastián Silva después de la galardonada Nana logra algo inusitado para Hollywood y es regresar para hacer, en tan sólo tres meses, dos buenas producciones cinematográficas, ganar mejor dirección Sundance con esta Crystal Fairy (su nombre corto), estar nominado en los Spirit por el desempeño de Gaby Hoffman como actriz principal y ser reconocido como realizador de una de las mejores producciones por debajo de los 500 mil dólares en la categoría John Cassavetes; digamos que los proyectos de bajo presupuesto son el pan de cada día en el cine de Latinoamérica pero nos llama muchísimo la atención su cerrada amistad con Michael Cera para que se haya prestado a hacer no una sino las dos cintas, sin contar el hecho de que también participaron Emily Browning, Catalina Sandino y Juno Temple en Magic Magic, reconocidas voces de Hollywood.

Crystal Fairy es una jipi gringa en Santiago interpretada por Gaby Hoffman que baila libre y extrovertidamente en una fiesta; allí se encuentra con Champa, Juan Andrés Silva, y Jamie, Michael Cera, que de inmediato emite un prejuicio sobre el actuar de Crystal y trata de salvarla de su bochornosa actuación; visiblemente drogado sus palabras sobre la chica caen como un torpe coqueteo pero sorpresivamente ella le sigue la corriente y deja de bailar; él ha cuadrado con unos amigos un paseo a la playa e invita a Crystal para que los acompañe; lamentablemente al otro día no se acuerda de nada, al encontrarse con ella sólo le produce fastidio y choca constantemente contra su discurso de manera violenta; Jamie es un joven muy superficial, ha planeado este paseo para tomar mezcalina y se ha enterado que de la corteza del cactus San Pedro se puede hacer una emulsión que posee dicha sustancia; frenéticamente ha empezado la búsqueda de este cactus que se le vuelve esquivo por su actitud arrogante frente a los dueños de estas matas en el pueblo; finalmente, en un acto cobarde logra su cometido y emprende su tan anhelada aventura.

Es interesante la perspectiva tanto de Crystal Fairy como de Magic Magic en cuanto a los turistas en Chile; no es que los esté denigrando o esté describiéndolos peyorativamente pero, así como en Chile, si hay un imaginario común en toda Latinoamérica de que el «gringo» (léase cualquier turista de zonas septentrionales o pálido y rubio de cabello) llega en busca de todo lo que no le es permitido en sus países de origen; “…vamos al sur por drogas”, “…vamos al sur en busca de sexo fácil”, “…vamos al sur en busca de fiestas y diversión”; y aunque no están tan alejados de la verdad, su irrespeto a las culturas locales en muchos casos se evidencia con una denigrante capacidad monetaria para comprar lo que sea; “…me gusta eso, véndemelo”, “…dónde consigo eso, tengo mucho dinero”, “…acompáñame como guía, te voy a hacer millonario” con implicaciones claras de explotación, subvenciones ilegales y porqué no hasta tintes de esclavismo, temas muy delicados que no se les puede decir muy de frente porque son sumamente ofensivos; obviamente están las excepciones y por eso dentro de nuestros grupos sociales también han logrado colarse otra clase de gringos.

Sabemos que Michael Cera no es como cualquier niño de Hollywood; a sus 26 años ha logrado vender una imagen sencilla, de impúber e inocente dentro de las corrientes convencionales de la TV; pero su trabajo es más interesante en el campo independiente, por ejemplo su canal de YouTube, es más allá de interesante y experimental, se nota el trabajo de una persona inteligente que quiere decir cosas y no se quiere quedarse quieto sobre ellas. Entonces sin ser xenófobo, Silva ayudado por Cera en sus dos producciones logran poner el punto sobre las íes, cuando se lee entre líneas la relación entre el turista y la comunidad local que está visitando; no los juzga, afirma que no son malos de corazón –Cera siempre termina dándose cuenta de su mal comportamiento y se disculpa- lo que pasa es que muchos otros no se disculparon y su grosería se vuelve el pensamiento común de la gente.

Personalmente, no siento que Crystal Fairy sea una buena producción. Tiene un mensaje sugestivo y un desarrollo «completo» de los personajes pero la trama se empantana y termina ofreciendo un final francés, que a todas luces siempre me ha parecido una herramienta facilista e intelectualoide de algo que se muestra inconclusa para que un grupo de esnobistas se maravillen y asombren.

Crystal Fairy & the Magical Cactus and 2012 no tiene programada una llegada pronta a carteleras comerciales; no es que valga mucho la pena tampoco, el trabajo de Hoffman es muy promedio y nada deslumbrante como si lo notábamos ayer en Short Term 12 y Brie Larson; su fotografía es buena y ya, si hay alguno interesado en verla la pueden conseguir en Netflix y con eso puede llegar a ser suficiente.

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Life in a Day

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Life in a Day es un proyecto dirigido por Kevin Macdonald (The Last King of Scotland, Marley) producido por Ridley y Tony Scott (ScottFree) bajo una invitación abierta hecha en YouTube a principios de 2010.

Las reglas de juego era grabar los momentos acontecidos durante el siguiente 24 de julio y responder a unas sencillas preguntas propuestas por el realizador y los productores de la pieza. Al final, hubo 4.500 horas de archivo de video cuyo origen eran 192 países y más de 80.000 aplicantes.

La obra la observamos con detenimiento con Roxana Martínez en Netflix y mientras ella pensaba que el proyecto era aburrido, a mi me enloqueció la sensación de estar escuchando una bestia de mil cabezas que hablaban al unísono. Es cierto, el ritmo percutivo y progresivo de la cinta banaliza muchas de las situaciones pero también permite que aparezcan pequeñas tonalidades que florecen en el momento indicado.

Si sólo el material es interesante per sé, describiendo la voz de la humanidad sobre unas preguntas sencillas como qué desayunas, qué amas o a qué le tienes miedo, la totalidad de la pieza se vuelve aún más impresionante cuando se trata de hilar esas voces con algo de armonía por algo más de una hora y media. El aburrimiento puede proceder del hecho que la peli no ofrece nada distinto a la unión convencional de una serie de videos concatenados -que podría decirse son los mejores dentro de los escogidos pero sencillamente fueron los que mejor le funcionaron a la producción para su cometido- y que precisamente atacan la atención del espectador con un ritmo apabullante o abrumador; lo interesante es encontrar esa melodía, esa estética básica de cada cultura del mundo -o por lo menos aquellos que tuvieron acceso a una cámara, a YouTube y pasaron el filtro de los productores- que aportan caras reconocibles dentro de este gran coro de voces.

En ciertos momentos, abstrayendo la forma de la pieza, se pueden experimentar escalofríos de sentir precisamente eso, que la humanidad está hablando, que se manifiesta, no de una forma natural sino como cuando a veces bíblicamente el diablo se refiere en primera persona del plural y afirma que «somos legión». Una sensación increíblemente conmovedora aparte claro está de las particularidades de ciertos discursos que sobresalen porque están llenos de drama, emotividad, melodramas sobreactuados o a veces mucho dolor.

Kevin Macdonald tiene un talento increíble en la factura de sus documentales pero creo que aparte de lo grande de la convocatoria, de la riqueza del material recibido o el mismo ingenio del autor para crear la historia, este es un ejemplo de un gran y épico montaje. El responsable es el editor Joe Walker que emprendió una empresa TI-TÁ-NI-CA al tratar de darle forma a todo el archivo y, por lo menos dar la sensación, que los más de 80.000 aplicantes tuvieron un segundo y una oportunidad de comunicarle al mundo algo.

A veces es una lástima que la fragmentación de la obra nos muestra unos cortos increíbles que pudiéramos o quisiéramos ver con más profundidad pero el formato no lo permitió. Al igual que se afirma que somos fenotípicamente tan diferentes que al final somos iguales, Macdonald, ScottFree y Walker con su pieza afirman lo mismo pero en un acorde de miles y miles de personas compartiendo su cotidianidad.

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Big River Man

Por alguna razón que no logro descifrar, la semana pasada no hice la entrada de esta peli. Juiciosamente, seguí el consejo de mis amigos biólogos y la me vi en YouTube que era donde estaba completica. John Maringouin está fascinado con la historia y la personalidad de Martin Strel, un esloveno hoy en día muy cercano a los 60 años que es reconocido por el logro y subsiguientes vencimientos en las famosas mundialmente marcas Guinness, al nadar las extensiones completas de los ríos Danubio, Mississippi y Yangtze. Big River Man es el apodo con el que lo ha venido definiendo su hijo y es la base de la historia de este documental cuando Strel se decide a nadar el río Amazonas.

La historia es fascinante y logró convencer al jurado de Sundance de su calidad al conquistar mejor cinematografía (Maringouin no sólo fue su director hizo, cámaras y montaje) para un documental del mundo y estar nominado ese mismo año al gran premio del jurado en la misma categoría documental.

Cuando empieza la peli, su tono es burlesco, se sumerge el espectador en lo que parece una historia de principios del siglo XX cuando las grandes hazañas de los hombres eran documentadas épicamente como grandes logros de un semidiós. Bueno, por eso me encantó el afiche que encontré, evoca ese primer sentimiento en la narrativa. Los miedos, la ansiedad y la inseguridad misma de este hombre desmienten que sea en cualquier sentido un personaje mitológico, es un hombre bonachón, pasado de kilos, que le encanta tomar vino y cerveza y que más que nada es un hombre ordinario que ha logrado volcar los ojos del mundo hacia él. Mi primer gran choque es que Maringouin decidió que el narrador fuera su hijo Borut quien a pesar de su tranquilidad se refiere a su padre como un amigo, un ser cercano, su apoderado al ser su manager o su jefe porque es también su publicista, agente de relaciones públicas y asistente. Es duro sentir que la personalidad del viejo ha puesto un caparazón que no le permite acceso a su hijo.

El documental logra pasarle a uno las mariposas en el estomago que siente el viejo antes de empezar su odisea y nos presenta otra carta importante en el juego: Matthew Mohlke, su navegante. Otro ser humano, muy real, de carne y hueso pero esta vez norteamericano y completamente eclipsado por la figura de Martin. Matthew a diferencia de su hijo, tiene un discurso más cercano, está fascinado por la figura de Martin y definitivamente lo idolatra no sólo como el semidiós que hablábamos antes, también lo idolatra como esa figura paternal que al parecer nunca tuvo. Muy rudo si nos abstraemos un segundo y tratamos de analizar la situación entre estos tres personajes en el medio de la nada.

De esta forma, empieza su jornada, han calculado dos meses de nado continuo, cinco horas de dormida y más o menos entre cincuenta y setenta kilometros diarios en cada nado. Una barbaridad. En este momento los lagartos, pirañas y demás depredadores parecen no tan amenazantes como el objetivo mismo de la travesía. Muy loco. El llamado semidiós, el heroico Martin Strel, se doblega frente a su humanidad y se hace un hombre sencillo, hastiado de la fama, el reconocimiento y falso cariño de sus fanáticos, se doblega ante la sencillez de los nativos en las riveras del Río y su decadencia es expuesta hasta su llegada a Manaos, la locura contagia a Matthew al parecer por la conexión espiritual que han labrado pero su hijo permanece cuerdo, elocuente y asombrado al ver el desgaste de su padre enfrentado a su fervor y su confianza para culminar su meta.

El final hay que experimentarlo. La sensación épica no es la hazaña de Martin, es el enfrentar nuestra humanidad y nuestra locura en un lugar inhóspito y con la sensación de abandono a pesar de estar rodeado de muchas personas. Un excelente documental de una «road movie» rodada a través de la travesía del río Amazonas.

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Hollywood, Indie, John Maringouin

Big River Man

John Maringouin ganó mejor cinematografía en Sundance hace un par de años con Big River Man y estuvo también nominado al gran premio de jurado en la categoría mejor documental. Llega a mi gracias a mis amigos biólogos que estuvieron esta semana promoviéndolo. Aún, no ha salido en ningún canal oficialmente pero si uno se pone juicioso puede verlo completamente en YouTube.

Les dejo el corto y el enlace en YouTube para que la vean y hagamos juntos la revisión la próxima semana:
http://youtu.be/789BVem3IvM

Martin Strel (como él mismo)

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La gente de la Universal

La gente de la Universal es una comedia genial de Felipe Aljure que seguramente no crean pero se hace con el puesto de mejor peli colombiana dentro de mi calificación personal. Una pieza que sortea todas las dificultades posibles en este medio colombiano tan difícil para el cine. Desde filmarla y tener que guardarla para esperar su salvación con la Ley del Cine, lanzarla, ganar 6 premios y perder todos los derechos de regalías. Una serie de injusticias y de penurias que no creo que pasen sólo en nuestro país pero que si sufren con frustración casi todos nuestros directores.

Más complicado que eso, decidimos verla con un grupo de amigos este fin de semana, la buscamos por cielo y tierra y no la encontramos. Ni pirata ni legal. Nada, desaparecida completamente del medio y de cualquier alcance. Una lista de YouTube nos salvó el plan pero maltrató muchísimo la fotografía y algunos delicados detalles del fondo que aportaban mucho a la narrativa. Al final nos divertimos más acordándonos de los pedazos importantes, de las frases que estructuran los chistes y de lo bien armadita que esta la peli. Desde ya me pongo en la tarea de buscarla, digitalizarla y prestársela a cualquiera de ustedes que la necesite cuando lo haga.

Para mi la peli es una suma de excelentes ítems: Guión, dirección, reparto (Álvaro Rodríguez, Jennifer Steffens, Robinson Díaz), edición y composición original de música y sobretodo fotografía (Gonzalo F. Berridi) y montaje (Antonio Pérez Reina). Una estricta lógica de continuidad de tomas armadas concienzudamente dan una sensación del producto más profesional que la industria del cine haya desarrollado. No hay efectos ni pretensiones tan sólo la inquietud de una buena historia narrada en un espacio audiovisual para el deleite de nuestros ojos.

Para los que estén interesados, les dejo los apuntes que hice en la sesión del pasado sábado:

Pielroja. Publicidad Pielroja. Modelo Pielroja. Aceite de Oliva Carbonell. Modelo Carbonell. Cámaras. Continuidad. Halcón Maltés. The Maltese Falcon. Film Noir. La risa de la infidelidad. El torcido. El chanchullo. Cobro 60 doy 40, cobro 250 doy 120. Para que pagar impuestos, para que darle de comer al gobierno, que mejor coma el perro. Las bolas de Gastón. Las bolas de Gastón las cogía todo el mundo. Violencia intramarital, violación intramarital. Referencias gráficas con Condorito. Juego de palabras, juego de cámaras, juego de tomas. Dolly. Steadicam. Recursos de cámara muy sencillos y audaces. Jaula sobre la cámara. Álvaro Rodríguez, Jennifer Steffens, Robinson Díaz. Gonzalo F. Berridi director de fotografía de La Ardilla Roja, Los Amantes del Círculo Polar, Airbag.

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Cinema Mashups

Gracias a un amigo y a The Movie Blog hemos encontrado una categoría de videos en YouTube bastante interesante, divertida y muy bonita a la vez: Los Premakes o Flickups.

En algún momento hablamos de la tendencia de los «Swededs», que basados en Be Kind, Rewind de Michel Gondry, videografos se unieron en YouTube para hacer varias pelis reconocidas, con el mismo estilo de Gondry. La experienca es también divertida.

Estos premakes son maravillosos al transcribir una tendencia musical muy contemporánea como lo son los mashups (extracción de una porción de una canción para recrearla con la base musical o rítmica de otra canción y al final obtener una pieza completamente diferente). Los mashups legalmente siguen existiendo porque hay una ley federal en Estados Unidos que dice que un autor puede usar hasta quince segundos sin infringir en ley de derechos de autor.

Lo divertido del tema es que no es un tema reciente, desde William S. Burroughs con la práctica de los cutups la literatura también se apropia de la técnica. A continuación les hago referencia de cuatro premakes que nos llamaron la atención:

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Cortos de Terry Gilliam

por Diego Taborda

Terri Gilliam es un reconocido director de cine nacido en Minneapolis en el año 1940. Por su participación con repartos y producciones británicas siempre pensé que era inglés y que le gustaba ponerse ese sombrero de vaquero sólo para emular a sus vecinos angloparlantes.

Si han leído bien este blog con juicio, sabrán que Terri Gilliam es uno de mis directores favoritos, no sólo porque sus pelis son piezas de arte bien especiales sino porque además cada una de ellas es tan interesante y divertida como ellas mismas.

Me gusta que actúe, que escriba, que dirija, pero sobretodo me gusta que anime. Sus animaciones son tan esquizofrénicas como oníricas y surreales. Me topé con una colección de sus mejores animaciones recopiladas en un corto que se llama Storytime de 1968. Me lo topé navegando y me parecieron muy pertinentes mostrarlos en este blog:

Las historias de Don The Cockroach, The Albert Einsten Story, The Christmas Cards son psicodélicas, graciosas y posmodernistas incluso políticamente incorrectas: Exquisitas.

Además encontré este otro corto, Conrad Poohs and His Dancing Teeth, de cuando Gilliam participaba en el Monty Python’s Flying Circus un programa de TV de la BBC TV que tuvo un éxito rotundo como serie cómica, surreal, arriesgada y de un humor sencillo pero genial. Su estilo, más tarde simplemente conocido como Monty Python’s trascendió al cine e hizo famosos a todos sus integrantes. Incluso a nuestro queridísimo Gilliam:

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