Revisando los clásicos me topé con Miller’s Crossing, una peli de Los Hermanos Coen trabajando en equipo más que en dupla. Me explico. Los Coen se dividían en el pasado sus responsabilidades de una forma muy diferente a como lo hacen hoy en día, mientras los dos trabajaban en el guión, Joel se dedicaba a la dirección, mientras Ethan a la producción. Pronto empezaron a llegar los premios por sus guiones en conjunto y todo se volvió más homogéneo donde ambos escribían, dirigían y producían sus pelis como lo hacen actualmente.
Dicen que los grandes pintores de principios del siglo pasado, aquellos involucrados en las vanguardias del cubismo, el surrealismo, el impresionismo y el resto de «ismos», tuvieron una academia fuerte en su formación artística, así como se recuerda a Pablo Picasso por sus deformes personajes también se le alaba esa época impecable de absoluto realismo a finales del siglo XIX. Miller’s Crossing no es sólo el primer guiño que le hace Hollywood a este par de jóvenes cineastas, Raising Arizona, su proyecto previo, develó la capacidad de sus líneas y lo alocado de sus historias, además de la capacidad de romper taquillas, Miller’s Crossing es una historia de gangsters ubicados temporalmente a principios del siglo XX narrada de una forma impecable con el más fino ejercicio del clasicismo de la cinematografía y el montaje. San Sebastían nombró a Joel como mejor director mientras Yubari y el mismo Hollywood lo nominaron y apuntaron sus ojos a su material para ponerlo claramente en el horizonte de su industria.
Por lo tanto, la primera gran diferencia entre Miller’s Crossing y Raising Arizona o incluso Blood Simple es el asombroso reparto encabezado por Gabriel Byrne, Marcia Gay Harden y John Turturro, complementados por Jon Polito, Steve Buscemi, Mike Starr, Michael Badalucco y el gran Albert Finney (obviamente, así permanezca sin crédito, la aparición fugaz de Frances McDormand confirmaba desde 1990 que ya era su actriz fetiche que ya había actuado en Blood Simple y en Raising Arizona y que siguió trabajando con los hermanos durante tres o cuatro proyectos más).
Yo recomiendo esta peli por la fotografía y las cámaras de Barry Sonnenfeld querido director de cine que ya había trabajado con Los Coen en las dos pelis anteriores y que siguió formándose en Hollywood como cinematógrafo hasta la hermosa Misery. En esta peli hay un delicado sentido del encuadre y la narración con sus planos que sumados a la fotografía de color ámbar dan una sensación añeja a la peli, muy melancólica y de hecho es lo que hace más clásico este proyecto.