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Seven Psychopaths

Seven-Psychopaths

Hemos sido bastante negligentes en este blog con una de las mentes contemporáneas más brillantes del Reino Unido. Martin McDonagh no sólo es un gran director que nos trajo la gran In Bruges sino que además es reconocido como un gran escritor teniendo ya en su haber un Oscar de La Academia, una máscara de los BAFTA, un BFI y nominaciones -de todos los festivales independientes que más respetamos-, mayormente por su buen guión de In Bruges.

In Bruges como tal se merece una entrada especial pero mientras la desarrollamos podemos afirmar que es una historia tipo novela negra sobre un par de sicarios perdidos en Brujas, esperando instrucciones de su jefe en Londres para solucionar un enredo laboral. Un gran eufemismo para un sangriento enredo de mafia y turismo en Bélgica que súper recomendamos.

Cinco años después McDonagh se sienta a escribir una historia en Seven Psychopaths sobre otro enredo pero más conceptual. Repite Colin Farrell y lo acompaña en el reparto Sam Rockwell, Christopher Walken, Woody Harrelson, Tom Waits y Abbie Cornish -además de las apariciones espectaculares de Harry Dean Stanton, Kevin Corrigan, Michael Pitt, Michael Stuhlbarg, Zeljko Ivanek, Olga Kurylenko– que si nos ponemos a pensar es de un lujo casi inexplicable en una cinta de corte independiente.

Seven Psychopaths, de alguna forma nos recuerda a The Greatest Movie Ever Sold, una cinta que se va cosntruyendo a medida que avanza la historia. Aquí Colin Farrell interpreta a un escritor irlandés que se encuentra en Hollywood escribiendo una idea para una peli llamada «Seven Psychopaths», esta ennoviado con Abbie Cornish y tiene como mejor amigo a Sam Rockwell. La trama plantea el deseo de Farrell por empezar este nuevo proyecto, recibiendo ayuda de todo su entorno pero sobre todo de Rockwell que lo va guiando en la investigación y desarrollo de los personajes. Sus profundas borracheras teminan erosionando su relación con Cornish y de un momento a otro se ve envuelto en una trama loca de secuestros y asesinatos. A medida que avanza la peli siete estereotipados psicópatas van definiendo su perfil psicológico en la historia de su pieza, el más rico sin duda es el vietnamita disfrazado de cura tratando de fornicarse a una prostituta -en este momento casi 17 personas se pararon de la sala y se fueron; lo cual es un buen síntoma, sólo me había pasado antes con Irréversible de Noe-. De ahí en adelante la trama tiene un giro y todos los personajes son susceptibles a grandes catarsis, enfrentamientos con sus némesis o duelos con sus destinos para que Farrell pueda terminar su historia. Lo más bonito es que el cliché es combatido con el cliché y la ganadora es esta grandiosa pero sencilla pieza cinematográfica.

Todos parecen jugando y se nota que gozaron mucho haciendo esta peli. Pero no todo es un gran divertimento, la música original compuesta por Carter Burwell es de una sofisticación pasmosa. Delicada y muy bien pensada para cada momento, es una gran protagonista, testigo de las aventuras de Farrell en busca de su guión. Otro que tampoco estuvo jugando y se tomó muy en serio su papel fue Ben Davis dirigiendo una fotografía fluida y cambiante en cada acto de la cinta para terminar como en las grandes películas del oeste, redimiendo a los personajes en medio del desierto en un duelo a muerte. El desierto fue filmado en el Joshua Tree National Park uno de esos parajes míticos donde estos maravillosos árboles se roban todo el encanto del paisaje. Casi a nivel de asfixia, las cámaras de Davis cambian su perspectivas a picados y nos hacen recordar esa frase tan bonita que en lo más oscuro de la noche es cuando mejor se ven las estrellas, justo en ese momento en que entendemos todo el objetivo de la historia y la cinta se vuelve aún más vibrante y conmovedora.

McDonagh no es para nada descuidado y en los créditos finales se da uno cuenta con la historia de Tom Waits. Seven Psychopaths aún está en cartelera y no se pueden perder esa oportunidad de verla proyectada. Esperemos que McDonagh no se demore otros cinco años en desarrollar otro proyecto cinematográfico y que si lo hace sea tan bueno como el portafolio que lo precede.

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